Revista N.º 54 - ESPACIO DEL POETA
REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
Mayo 2015
José
María Criado Lesmes
Los Araoz
Ha
llegado el día. Hoy cumple ochenta años Facundo Araoz, el ritual anual está por
comenzar. Odio este festejo que convoca a toda la familia una vez al año. Sólo
me atrae de esta fecha el saber que podré recorrer, por unas horas, esos
cuatrocientos kilómetros, que me alejan de la estancia, desde Rosario por la
ruta a Córdoba. La carretera está poblada de acacias centenarias, robles
frondosos, álamos balsámicos y campos sembrados de trigales bailoteando en una
brisa envolvente. Me gusta ver la elegancia de los girasoles, aunque me resulte
lamentable la sumisión y dependencia que ostentan, siguiendo al sol sumisos,
para verse altivos y seductores. Mi espíritu indómito ama a los pocos que le
dan la espalda, pareciera que quieren provocarlo, a ésos les guiño con simpatía
un ojo. Son de los míos, rebeldes, traviesos, desobedientes. Mientras recorro
esa llanura tan agradable, pienso: ¿en qué trozo de estas tierras insondables
estará escondido el secreto que me abruma?
Es una
mañana luminosa. Recorriendo el tan conocido camino, pierdo mi mente en una
niebla de recuerdos desmesurados. Es sabido que nadie se atreverá a faltar a la
cita. Tampoco yo, ni mis hijos. La tradición se respeta. Incluso la de llegar a
horario. Estoy cerca, ya visualizo la tranquera de madera; al atravesarla, el
sonido añejo de la campana de las once repiquetea en el aire fresco. El entorno
me entristece, percibo deterioro y decadencia. El lugar es un escenario
desvaído, macilento, desprovisto de flores, vacío de aromas. Se hace evidente
la ausencia de peones; en una época había más de treinta. Ni Faustino, el
capataz, sobrevivió a la debacle. Sin embargo, la casona surge solemne y
arrogante entre los árboles pretéritos, como queriendo decir: aquí
estoy yo, permanezco. Volver a verla me produjo una nostalgia extraña,
mezcla de odio y amor.
Entré
con altivez y energía taconeando con fuerza el piso de baldosas blancas y
negras, que tantas veces salté jugando a la rayuela. Facundo, como siempre,
está sentado en uno de los sillones de cuero verde cuarteado, al lado de la
estufa a leños. No ha perdido su porte de patriarca, ni Esmeralda, su mujer, el
servilismo humillante que siempre la caracterizó. Parece feliz cumpliendo con
sumisión sus órdenes, dichas con raigambre, en un tono de voz tiránico e
irritante, aunque ya alijado por los años.
Ya han
llegado todos; cuatro generaciones acaudilladas por el dueño de casa, parecen
disfrutar el momento. Cuchichean en grupos de tres o de cuatro, mientras los
niños alborotan esa casa poblada de escaleras, sótanos, escondrijos, que les
ofrece magia y misterio. Sólo esa vez al año las risas infantiles entonan de
alegría las paredes de esa casona adusta, severa, insociable. Sólo esa vez al
año la familia se da cita para recrearse con el entretenimiento que mejor
conocen: el de la hipocresía.
Cuando
me vieron entrar, un silencio impenetrable invadió la sala. Se estaba acercando
la díscola de la familia, la que no se calla nada. La única que trata de hablar
de las cosas que turban, que irritan. La única que nunca aprendió a jugar al
vil jueguito. Por eso me temen, porque mis palabras vomitan verdades que los
salpican. Sin embargo, siguen dándole cuerda a ese reloj de vanidades y de
brillo perdido. Pocas veces noté en sus rostros algún dejo de mesura. Prefieren
seguir pensando en que nada cambió. Nadie habla de mis tíos: Enriquito, preso
en reiteradas oportunidades, por coimero, y matón, ni de Clarita, internada en
un psiquiátrico desde hace más de diez años, ni de la ausencia infinita de
Isabel. De los tres hijos de Facundo Araoz no se habla, es preferible naufragar
en el olvido. Tampoco nadie se atreve a precisar porqué, el apellido Araoz se
fue enlutando con los años. Saben lo irrefutable: silenciar las verdades los
convierte, a cada uno, en cómplices de un extraño pacto de honor. El tiempo
transcurre y, cada uno, a su manera, sigue andando por el mismo camino de
mentiras, secretos indignos y disimulos hipócritas.
Ya no
quedan campos, ni cuadros firmados, ni adornos traídos de Europa, nadie
pregunta cómo han ido desapareciendo, ni cómo cada uno colaboró para que el pan
casero y humeante se haya convertido en migajas secas. Siguen vanagloriándose
de pertenecer a una familia tradicional, heredera de un ideal caballeresco, de
un absolutismo religioso y de inconfundibles prejuicios feudales. Saben que el
apellido Araoz ya no tiene laureles ni gloria. Está opacado, sin renombre, sin
aplausos.
Estoy
convencida que en el fondo de sus entrañas anhelan que éste sea el último
cumpleaños de Facundo Araoz. Están al acecho, como cuervos pestilentes,
ilusionados en que las magras migajas no se sigan disipando. Aún sueñan poder
barnizar, aunque sea con un brillo débil, sus sórdidas vidas. Yo en cambio,
necesito que Facundo Araoz siga viviendo, porque es el único que me asegura conocer
el nefasto secreto que siempre nos ocultó y que a mí me agobia desde la niñez.
De
pronto una ventana mal cerrada permitió que el viento Norte, que enloquece a
todos, descolgara bruscamente el cuadro de Isabel. Mi hermano Justo salta como
espoleado de su asiento, con arrebato lo vuelve a colocar en su sitio. Desde
allí, su lugar, ella está omnipresente cada mañana, cada tarde, cada noche, en
los días de Facundo Araoz y su mujer. Su imagen se corporiza, ocupando un lugar
gigante en la sala. Todos quedamos sacudidos, mudos, fantasmales. Para mí la
caída del cuadro, fue una señal, estoy segura, un mensaje que ella quiso
hacernos llegar.
La voz
infantil de Justinita tritura brutalmente ese instante de incomodidad y agobio.
- ¡Qué
linda es esa mujer del cuadro! Entonces nos pregunta, hilvanando con atropello
las palabras: ¿Quién es esa mujer? ¿Dónde está? ¿Por qué no viene nunca?
Mirándome, recorre con lentitud mis facciones. Se parece a vos, tía. Papá una
vez me contó que el abuelo la mandó a Europa. ¿Por qué alejarla tanto de la
familia? ¿Vos la ves? ¿Dónde vive ahora?
Las
preguntas retumban en la sala, salpican las paredes, cubren cada corpúsculo de
aire con una pátina de sordidez. Todos me miran aniquilándome con sus miradas,
éstas se convierten en garras, estrujan mi garganta, dejándome sin aliento.
Ahogada le contesto: Amorcito, nos estás haciendo justamente las mismas
preguntas que me he hecho a lo largo de toda mi vida. Desde que tenía tu edad,
yo no sé nada de ella, nadie sabe nada de ella, y si alguien lo sabe, lo ocultó
y lo oculta con infamia.
Un
mutismo que daba alaridos nos ciñó. Todos se fueron levantando con premura, sus
caras desencajadas, el agobio los cubría. Las cadentes campanadas comenzaron a
sonar, la reunión había llegado a su fin. Hoy más que nunca, había llegado el
minuto de envolvernos con cinismo, en besos y abrazos infalibles. Todo,
supuestamente, seguía igual que siempre.
Antes
de retirarme, miro a Facundo con aversión, un rencor acumulado con los años me
ciega, ni me tomo el trabajo de ir a saludarlo. Tampoco a su encubridora mujer.
Ellos saben lo que grita mi silencio. No me miran, Facundo gira levemente su
cabeza deteniendo sus ojos en el cuadro. Desde la pintura ella lo provoca, su
boca pareciera tener algo que decir. Mi piel se eriza, apresuro el paso hacia
la salida, ese lugar me asfixia.
En la puerta me está esperando María, mi nana, se la ve frágil,
encorvada, como si su giba le pesara cada vez más. Es el único ser cálido que
conserva la decadente mansión. Le acaricio la espalda con ternura; cuando me
agacho para besarla, me musita al oído con firmeza: No esperes un año para volver, tienes que estar atenta, el viejo sólo
contará la verdad el día que la muerte lo ahogue. Un patriarca debe morir con
hidalguía, temiéndole al diablo y encomendándose a Dios. Recuérdalo Isabelita.
Ada Gil-Rosario-
Argentina
Irse
Cerrar los ojos y extraviarse
en el sinfín absoluto de la nada.
Perderse en la senda impalpable
de un mundo hipotético.
Olvidarse de todos los presagios.
Decir: ¡Ya basta!
A veces mejor sería irse
abrir las alas y sin decir adiós
solo marcharse...
Alexandra Brito- Quito- Perú
Penas Arteras
¡Ay mi Dios!¡ que desconsuelo,
sufrir ésta pena que mata
mi corazón, y sin duelo
de mi alma no se aparta!,
¡Llevándome por senderos,
descollados por umbríos,
álgidos, ingentes fieros,
florituras de cinismos!,
I
¡Mi corazón que no llora,
debatiéndose en la amargura,
ruega se le allege la hora,
dónde yace la penumbra!,
¡Y muriéndose sin morir,
vive en su cárcel de hierros,
anhelándose salir,
impoluto de tormentos!,
II
¡Mas.. ay de mi!¡Ay mi Dios!,
¡Que latente pena viva,
en mi alma que nunca vió ,
dulzura a ella cautiva!,
¡En desolación fenece,
embeleso acariciado,
como si yerto le fuese,
amor silente rogado!,
Ana Arias Saavedra-Lugo- España
Escenografía
en la escalera
de la casa vacía
miro
cómo es que el
agua
cae
Escucho
adormecida
cómo es que
enuncian
las gotas
dispersas
la tristeza del
día
que se escurre
en el cenicero.
Ana Romano- Buenos Aires-
Argentina
Requiebro
Llevabas vestido blanco
me cautivaron tus
labios,
yo...venía del barranco
y caminaba despacio.
Llevabas vestido rosa
que bronceaba tu piel,
me reflejaba en tus ojos
que me sabían a miel.
Llevabas vestido verde
y con tu cara de lirio
paseabas por la tarde
por la vereda del río.
Llevabas vestido azul
y unos bucles en la
frente,
con aromas de abedul
atormentaste mi mente.
Llevabas vestido rojo
que te marcaba tus senos,
me miraste con sonrojo
cuando castigué tu
cuerpo.
Ya...no llevabas vestido
sola...junto a mi en el
lecho,
mis manos te moldeaban
acariciando tu cuerpo.
Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España
Cuando te abrazo
Cuando te abrazo enciendo las
estrellas
de ese universo que en
nuestros cuerpos reverbera...
Nos expandimos desdibujando
las fronteras...
Y nos confundimos en la luz
que nos eleva...
Cuando me abrazas se
alumbra la noche entera...
Y satelizan las lunas en orbitantes
sensaciones...
De besos centelleantes y
caricias intensas...
Subiendo la pasión sus
estelares mareas..
Y en un abrazo del infinito
el cuerpo se nos puebla...
Artesana de versos (Mary Ramos)-Barquisimeto- Venezuela
Mis palabras y yo
A veces me da tristeza
proponerle a mis letras,
palabras…
que enajenen rencores,
que expulsen retóricas,
que hallen razones
en las sin razones,
frases que enmienden
los disfavores sociales,
frases que denuncien
las insolencias políticas,
las anarquías de intriga,
las noticias negocios…
los negocios noticias.
A veces me da desolación
proponerle a mis letras
expresiones de optimismo,
puebladas de pensamientos,
que llenen de colores
los canteros de aquellos
parques
que aún atesoran
en sus pérgolas umbrías
tibieza de palomas,
palabras esparcidas,
como placebos
de futuro y esperanza.
A veces siento aflicción
proponerle a mis letras
que regalemos
a nuestros pueblos,
convicciones sociales,
apetito de justicia,
sed de dignidad.
Proponerle recordar
esas antiguas bocas
donde florecían palabras
de infinita caridad,
letras ordenadas
que se exiliaron en
utopías,
que se extrañan en
silencio.
A veces siento rebeldía
y propongo a mis letras
que sanen los dolores
de mis hermanos cartoneros,
que salven a los jóvenes
de adicciones furtivas,
que abracen a los viejos
olvidados en geriátricos,
que rescaten a los
originarios
de la indiferencia
de los poderosos,
que desagravien a los
pobres,
a los de piel terracota
que comparten su escasez
sin importarles el color.
A veces siento desconsuelo
y vuelvo a proponer
a la intensidad de mis
letras
que señale al asesino
que no se olvide de la
historia
que resguarde la memoria
de los tiempos que sufrimos
que condene a los culpables
que no escude a miserables
ni mienta por encubrirlos.
A veces mis letras
me regalan imposibles
me afectan con agasajos
me iluminan…
me enseñan…
me secan como verónicas
las lágrimas de la sangre
que llora Latinoamérica,
me acarician el alma,
me siembran esperanzas,
…y me refugio en ellas
con ansiedad…
con impaciencia…
para seguir elevando
mis vientos de resiliencia,
que soplan australes
sobre todo el continente.
Carlos Alberto Gimenez- Ushuaia- Tierra
de fuego- Argentina
Testigo mudo de tu ausencia
No sé...
Si el
silencio mudo
que me
susurra la almohada
sea el
clamor de tu ausencia
No sé...
Si en
la cima de una ola
quieren
volarse mis ganas
Más
debajo de la misma
en el
desierto profundo
camino,
descontando pasos,
hundiendo
un sollozo en la esquina
triste
de un arrecife coralino.
Y aun
me persigue el susurro de la almohada a mi oído.
Si sé...
Que en
mis dudas y en mis aciertos
tu
presencia era brújula, "rosa de vientos"
signando
mi norte, respirando tu mar bravío.
Ya las
mariposas en bandadas emigraron al sur
invernan
aletargadas, como el sabor de tu lejanía...
En
cada pestañear del alba,
ilusa pretensión!!
rescatar
tu imagen que se va esfumando
hasta
volverse nada...
En el
lecho que duerme con mil lunas de espera
y
pocos soles despierta...
Ahí
yace mi almohada
con
resquicios húmedos de aliento
testigo
mudo
de tu
aromada ausencia...
Carmen Guzmán Cedeño-Cumana-Edo Sucre-Venezuela
El futuro de mis sueños
Majestuosos reptiles volarán,
será sencillo viajar,
el planeta nos quedará chico,
las distancias ya no existirán.
De flora y fauna,
nuevas especies habrá,
pues ya estaremos consientes
de nuestro mundo cuidar.
No habrá fronteras,
todos seremos hermanos,
no existirán pleitos ni guerras,
nos volveremos más humanos.
Ese es el futuro que sueño,
espero algún día verlo llegar,
que se cumpla mi deseo:
un mundo nuevo crear.
Coco Hernández González- Monterrey-
México
Una lucecita en el arrabal
Me pierde la figura ,
de esta lucecita
de seductor parpadeo.
De cintura fina.
Básica su belleza,
que sin decorar la mesa.
Hipnotiza. Conquista.
Así es la grandiosa
sencillez del Raval.
Donde su recorrido,
es un remolino,
de olores y sabores
lamidos al vuelo.
Mezcla de hogar
y costumbre.
Tan mundanal
como brillante.
Sin promesas.
Pasito a pasito.
Danzando con el vientre.
Desnudo. Puro reclamo.
Luz y sombra,
que se contornea próxima
a mi reducida presencia.
Y como luce.
Y como danza.
Tal vez...¿ sonríe ?
Creo verla feliz,
Sin dudar. Sin pensar.
Siguiendo el compás
de la buscada soledad.
Me vine a la oscuridad
Nada tuve que anticipar.
Me deje llevar,
por la mirada del Raval.
Me llevo su parpadeo
y la luz de un paritorio
de versos con matiz
entrecruzado de brillo
y sonrisa.
Volveré.
Seguro que si.
Consuelo Jiménez- España
Muérdeme
Años pasaron por la piel
que me arropa,
de cuero y sentimiento
macerado en mi alma...
Años de pasiones encerradas
entre los ojos y la
mente...
entre el amor y el deseo.
Te dibuja en la oscuridad,
de soledad y búsqueda
eterna...
de caricias profanadora de
mi tranquilidad,
y mordiscos con sabor a
beso celestial.
Muerde mi años de búsqueda
acabada,
muerde este amor, esta
pasión, esta anhelo...
Muerde esta piel, este
cuerpo...
estos labios que te llaman
entre dientes.
Muerde la distancia...
aliméntate de mis
temblores, de mi mirada...
de estos besos por nacer,
de estos abrazos
constructores de tu piel.
Muérdeme este momento,
estos versos,
estos labios mordedores de
tu ser...
David Valdés Belinchón- Arganda del Rey- Madrid
Danzando
Son formas que el tiempo consume
a ritmo de pluma, sudores;
fragmentos de carne y de sueños
que marchan a otras verdades...
danzando.
Ya casi se encienden sus pieles,
se cae el pensamiento y empapan
los cuerpos en manos urgentes
suspiros y bocas y vientres...
danzando.
Voltean la vida, la agitan,
le sacan la muerte y la matan,
sin miedo a confines ni usanzas
que puedan matarlos a ellos...
danzando.
Danzando entre sexos mojados,
fluyendo excitados sin prisa,
palpando, gimiendo, quebrando
baldosas, ahogando tristezas...
danzando.
David Revert López- Alicante- España
Salvo el pañuelo
De
pronto, las imágenes claras y las sombras precisas se fueron
nublando, los pañuelos de alas firmes lo envolvieron buscando mecer su
corazón. Los ruidos vigorosos, las voces, el agua y las palmas
callaron suavemente. Se supo sano con esa multitud ahora
trascendida que vestían clarísimos, transparentes, ámbar. Ya no había sombras,
al fin.
Más atrás, entre rostros
difusos la ve, reconoce a su madre. Se acerca, espera señales, no
sabe donde está, no quiere sospechar. Ella de pie, lo toma de la mano
para acunarlo, rodar, le habla al oído como cuando era niño.
Arrebatado, expulsado de sí, necesita regresar con los otros,
pero antes, le deja sus piedras, las pone en sus manos. Su madre
sigue de pie, camina en círculos, no está con los otros, es un
pañuelo blanco que lo protege. Le hace señas que se va, debe irse.
Mientras se aleja se pregunta si volverá a verla. Ella
parece en paz, salvo el pañuelo
Diana Luz Bravi-Rosario- Argentina
Quietud
Reposa el suave
viento sobre el árbol bueno
un verdor de
abril, sereno, se desplaza
en un cielo en
paz, errático de nubes
que ante el
horizonte despliega su nostalgia.
Sentado, en
soledad, escucho sin saberlo
las secretas
notas que la tierra ensaya
cantadas por las
aves, entonadas por la densa
majestad de un
verdor que cálido se abraza
como prenda de
unión del cielo con la tierra.
Y ebrio de
infinito,
me envuelvo sin
pensar en la plenitud inmensa,
fundiéndome
también con mi mente en alabanza.
Ezequiel Feito-
Buenos Aires- Argentina
Anhelo
Debo soltar de tu mano, esa
sonrisa infame
que te rodea de calumnias, y te
hace ver culpable.
Culpable del infierno, que me
ahoga en lo profundo
que me deja como esclava, que me
aleja de tu mundo.
Tu mundo imaginable, el refugio
que profeso
donde guardo mis valores, y el
amor que tanto anhelo.
Anhelo que vas desviando, sin
siquiera darte cuenta
que se fuga lentamente, sin que
nadie lo detenga.
(GRISSEL) Canche Albornoz- Yucatán- México
Realidad ( Prosa Neobarroca)
Me
quedo aquí mirando desde mi ventana la higuera, yo, y mis silencios y la noche
que huele a esperma y sabanas perspicaces con cilicio del insomnio
latente, una voz secreta con ecos del tic tac de un reloj confuso tritura
las sombras con la luz de la lámpara, profanando el sueño de los pájaros que
anidan en la higuera, y yo esperando ver la flor mentirosa del día de san Juan,
me hago trampas con la silueta mimetizada de un, te olvide, soñando tenerte
devorando mi ebriedad sin vino, sin ojos, se cierra la noche en
laberintos, hojas que hacen ruido al caer, ya es otoño las veo, las imagino con
oído de antaño, ladridos de perros a los lejos, me quedo con la sensación
de un rostro que se repite como dibujando rosas en un cuaderno de asignaturas
inconcluso, desencantada de la boca que besé mil veces y de unos ojos apacibles
como la tarde de una crónica anunciada.
Guillermina Covarrubias- Chile
Tras la tormenta
Tras la tormenta
Caen exhaustos
desde su ser sin tiempo
uno tras otro.
Hasta ser una sola muerte
a nuestro lado.
El silencio de los pájaros
es el silencio del mundo.
Héctor Berenguer- Rosario- Argentina
Conmemorando ausencias
Conmemorando
ausencias
Homenajeando
apariciones
Sentimientos
que van horadando mi alma
La
memoria haciendo gala de su don.
En
la montaña rusa de esta vida
Solo
tu sonrisa y tu mirada
Le
ganan el pulso a mis miedos
La
kriptonita de mi memoria y su superpoder.
Sonríeme
y mírame, vence las ausencias
Sonríeme
y mírame, gánale al recuerdo
Quédate
por aquí que el enemigo nunca muere
Mantenme
alejado de la villanía de los recuerdos.
Jorge Buendía Cumaná- Venezuela
Retornos
del amor en el bosque
Descarrilan en el bosque
los vagones sombríos de la noche;
y en la rosa silvestre se
práctica, multiplicando la negrura de
los pétalos, rigurosa.
Tu mirada de leona nocturna
penetra como una daga devorante
en mi pobre corazón
desnudo.
Mientras que en tus ojos
gira la arista insomne de los recuerdos.
Entonces…
Yo proclamo en nombre de
nuestro amor:
Al Céreus, la amapola y al
garabato.
No admito belleza superior
a la flor del nenúfar; cuando
la pálida lámpara del
crepúsculo, flotando sobre el río, la sonrosa
tenuemente.
Abjuro de quien daña la
flor del tanaceto, porque sobre la
alfombra
perfumada de sus húmedas
hojas; suspiramos esperanzados
nuestra primer e
incloncusa cópula.
¡OH amada, mi bien amada!
¿Cuántas veces hemos nacido
y muerto bajo la mirada cómplice
del saúco?
¡Tantas amor que ya ni
siquiera le tememos a la muerte!
Nuestras sombras
equidistantes caminan lentas bajo las ramas
solitarias
del aliso; y adelgazanse
como palabras sobreesdrújulas, escritas
sobre un papel
blanco que se hunde en el
agua y moja.
La tierra cohabita con las
raíces de los árboles.
¡Súbitamente!
Nos lanza un destello
amarillo que nos ciega.
Es una espina de trigo que
se quiebra sobre tu blanco y
desnudado cuerpo;
desparramando aromas de
harina leve con un cedazo que, al filo
de la noche, le prestó el
alba
José Rodolfo Espasa Muñoz (Argentina) –
Benidorm- Alicante -España
Meseta sin marea
El avión en sube y baja
cabriolea
un ángel (¿Gabriel, Uriel,
Miguel?)
se pone colorado
en entrevero puro amor
con nubecita
las alas en hilachas
apenas cubren huellas
de uno que otro saurio
salamandra final
entre milenios.
Tras el vidrio
tu sonrisa
se calla otra vez
-no sé hasta cuándo-
y se come montones de palabras.
Desierto, sombra y sol
abajo
tan abajo
mimetizan con vos
el desenfreno
no hay alquimia ni mar
ni los biblos del mundo
que pueda contenerlo
lo llevo entre los ojos
y la piel y los huesos
es brasa
con sabor rosa nube
tu jadeo.
La meseta se desviste bajo un
iris de arcángeles.
Lilí Muñoz- Obeid- Neuquén-Patagonia- Argentina
Otro otoño en
mi vida…
Otro otoño en mi vida…
Me sorprende y despliega ante mí sus mejores
escenarios en estos confines australes que tanto amo.
Todo me inspira en esta época de equinoccio,
y me estrecha la nostalgia en un abrazo apretado.
Observo el sendero recorrido, comienzo a añorar
algunos
protagonistas y retazos de mi vida que se va
deshilachando con el traqueteo del viaje.
Durante mi travesía, se desprenden de mi árbol dorado
los frutos que atesoró mi vientre.
Toman su propia dirección y de vez en cuando
nos volvemos a cruzar en el punto justo del encuentro
anhelado.
Destino incierto que nos encuentra y nos separa a su
antojo,
como a las hojas que cubren este suelo,
tapiz de ocres terrosos y almagre que el viento
arremolina sin juicio ni razón de ser.
Mi calendario indica que estoy volviendo.
Acaso ya he viajado lo suficiente…
Acaso queda por segar algún fruto de mi siembra.
No lo sé, sólo me dispongo a disfrutar de este otoño
que me reconcilia con la vida misma.
Marcela
H. Toro – Ushuaia- Tierra de fuego- Argentina
Promesas
A veces nos regalan
un imprevisto viaje.
Bolsos, valijas entusiastas.
Sin saber que encontraremos
un paisaje ruinoso
al final del incierto
camino polvoriento.
Y nos engañan
con un horizonte difuso y oscuro.
Por eso aceptamos resignadas
cualquier compañía solitaria.
María Graciela Galván- Rosario- Argentina
Poesía...
Qué es poesía?
Es amor.
Qué es amor?
Es poesía?
Es canto de ruiseñor,
son versos en sinfonía,
es tu voz cuando susurra
y se torna melodía.
Es la hierba en su esplendor,
que crece fuerte y erguida,
es perfume de una flor
al amanecer el día.
Qué es poesía?
Es soñar.
Qué es soñar?
Es poesía.
La ternura de tus ojos,
el perfil de tu mirada,
cuando me hablas en silencio
con tus palabras calladas.
Qué es poesía?
Eres tú.
Qué eres tú?
La vida mía...
Tierno pájaro que vuela,
libre, sin ataduras,
otoño que despoja
al árbol sus vestiduras.
Marian Martín Humanes- Villa Luenga-
Castilla la Mancha- España
Dar una palabra
Dar una palabra, como una flor,
es un gesto que pretendo;
pero la flor cae sobre la tierra
y nadie la escucha.
Entonces…, la entrego al viento.
Nelson Jiménez Vivero- Cuba
Cartas para
Calixta
Ella llegó a casa ese día, mostrándome el
paquete de cartas, envueltas en papel de seda y un lazo de tul violeta…
lloró y me dijo:
-¿cuántas lunas faltan detrás de los ojos del
sol?
Yo imaginé…hacia dónde iba esta vez su
desconsuelo…y me atreví a contestarle
-Algunos desesperos más, de las distancias. Le
serví un té de menta y regaliz para su tristeza…
y comencé a leer las cartas.
…………………………………………………..
Buenos Aires…
otoño de avenidas deshojadas del 1998
Hola niña de juegos sin trampas:
…increíblemente este lunes estoy sentado en el asiento
del recuerdo…siento que el viento sosegado me acaricia por dentro con perfumes
de un tiempo…que ahora se disfraza de lejano y tal vez un día logre contarlo.
Que tanta locura puedo tener...mas que un día sin sol!
Nacho
Ushuaia...
recordándote desde mi ventana en un mayo de
nieve blanca /98
...aunque lluevan torrenciales desalientos...
me protejo dibujando mariposas…porque quiero
seguir caminando por la vida...
disfrutando...
soñando...
agarrando el sol amarillento,
que a veces se esconde detrás de las montañas…
pensando complacida cómo hacer para…comérmelo a
bocados cuando me tengo que vestir de nubes... creyéndome...
y trayéndote absolutamente a los recuerdos de
intemperies.
Calixta
Mirando Buenos Aires…
desde el nido de un gorrión…comenzando la otra
primavera/98
Hola niña de juegos perdidos:
…yo también nací en medio de azahares y lunas
solitarias...lugar de un niño casi melancólico...
saltando surcos de tierras cubiertas de
alfombras por aves de mil colores sin comprender muy bien el paso de un tiempo
que vendría para curar algunas heridas…de ese niño solitario. Dibujando los
ojos salidos de su cuerpo y el llanto pidiéndome "ayuda"!
...y no pude ayudar!...
Prometí no olvidarlo…es por eso que siempre
escribo al perfume de alguna belleza!! ...
ay de tus lunas encontradas que no pueden ser
olvidadas...
solo un poco de locura, para no estar muy
loco!!...
Nacho
Donde nacen los pájaros y las flores amarillas
de retamas...
recordándote en septiembre/98
porque…
un día aprendí sólo a conjugar verbos grises de
pretéritos y volvió a dolerme el alma de olvidos…
habité sin consuelos del otro lado ese…
en el que a veces,
solo escucho algún grillo que canta en mi alma
una canción desesperada…
entonces ahora sólo soñaré futuros,
generosamente buenos.
Calixta
En el río…
pescando sueños y retazos de recuerdos/98
Hola niña de juegos de esperanzas:
Si algo tengo…
es la libertad para mi alma, pues siempre es
sin trampas pues para los que no comprenden…mi alma tiene la paciencia de vivir
en eterno silencio...
Mi vida es solo un dibujo que todavía no
aprendí a pintar…con el color correcto.
Guardé tus cartas.
Te escribiré algunas que seguro…
tengo en el alma.
Nacho
En la orilla del mar…
antes de que se vaya el sol 1998
…tengo por costumbre…
hacerme cargo de las cartas que te escribo
porque siempre son distancias…
siempre son esperas…
pero sé que al final de todos mis caminos...
está tu beso imaginado que se ata con cinta
azul…
y el deseo color púrpura y terciopelo.
Calixta
Se va el verano…
paseando por el perfume del cielo /1998
Hola niña con aroma a azahares:
No quiero tener miedo…y no quiero que la
soledad se apodere de retazos no deseados…
no tendré más miedos te lo prometo....
Aprendí a no tenerle miedos a tus cartas….eran
increíbles……!! …
algo tengo que contarte de aquellas cartas...
Creo que allí comenzó la verdadera historia …
yo insistí… que quería ir donde el cielo
juntaba con la tierra.
Nacho
…Invierno…
esperando la nieve...
regalándote abecedarios...
pero sin olvidos/98
…cuando te imagino…
recuerdo mis dibujos en las rayuelas
hasta llegar a la plaza de mi pueblo…
con algunas esquinas que tenían margaritas…
habían mariposas…
…pero todo era...
sin rincones para esconderme.
Entonces…
mis deberes de geometría,
aún no tenían los ángulos perfectos…para
encontrarte…
sólo aquellas cartas.
Calixta
Hola mi niña compañera:
…aún tengo este mundo loco de sueños escondidos
y deseos encerrados…
Y quizás algún día vos puedas ayudarme...
Porque como el sol…te dibujás milagros
…y en la luna podemos encontrarnos…
Y entonces…pintaré correctamente mis caminos.
P/D: Para Calixta de León.
Mi niña... Mi niña…pues siempre hay una luna
del tiempo...detrás de los ojos del sol.
Nacho
………………………………………………………….
Guardé todas las cartas y volvía a atar con el
tul los recuerdos de mi amiga y sólo le dije:
-Otra vez la vida, te llega sin
consideraciones.
Y pensé en voz alta…para que escuche…
-Hay que atrapar la luna del tiempo cuando
crece…
Ilusionarse cuando es llena…
Cantarle nanas...cuando es nueva…
y aprovechar cuando mengua…
Ese es el momento de buscar…detrás de los ojos
del sol.
.................................. Ella me
llamo en el próximo verano… desde aquella avenida de Buenos Aires…
Habitando…siempre en el nido de un gorrión.
Pilar Ferrer- Ushuaia- Tierra de fuego- Argentina
Sufrir
de amor
Algo le oprime el corazón
por fuerzas que no se pueden cortar.
Decrepitud otoñal
alimentada de sueños
que no puede realizar.
En su retiro te ama
y sufre con tu renuncia
aumentando así el infierno
que el día a día trampea.
Donde fuera, por tu amor iría
sea cielo o al mismo infierno…
pues no encuentra la paz
sin abrazarte…
y desesperanza siente
de no verte.
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
Si no fuera por las palabras
Ah!!! Si no fuera por las palabras,
acaso existirían poetas,
o poemas de encendidos versos,
que agitan el corazón y nublan la razón?
Si no fuera por las palabras,
acaso un “te amo”,
tendría el mismo sabor,
sentido solo en el roce de la piel?
Si no fuera por las palabras,
cómo te diría,
que mi vida te pertenece,
y que los colores del arco iris,
son intensos tan así como el brillo de tu mirada?
Pero allí están;
prestas para el amor o el odio,
para ensalzar o acusar,
más yo en mis palabras,
he de poner suave tono,
y dulce encanto,
para que a tus oídos ellas susurren,
lo que ni el silencio, ni la piel,
ni los suspiros pueden;
pues yo en mis palabras,
las llagas no he de profanar,
más en cada una de ellas,
cada día un poco de pasión,
y mucho de amor he de poner.-
Víctor Kartsch- Encarnación- Paraguay
El poema del día
El poema del día, se fue volando
por mirar si te alcanza sin saber
cuando,
pues perdióse entre letras
mientras, pensando,
mi bolígrafo, el pillo, se iba
enredando
en mis dedos que tanto vante
añorando.
Si pudiera, te juro, me convertía
en la piel que te cubre de noche
y día
y así un solo poema te escribiría
con mil besos de azúcar y te
cubría
con letrillas chiquitas que te
quería.
Mis palabras escritas son como un
manto
de entramado de sueños y de
ambrosía,
que el olvido irá a poco
deshilachando
Xavier Coderch- Barcelona- España
Lista de autores Mayo
Autor
|
número
|
titulo
|
|
|
|
Ada
Gil
|
54-1
|
Los Araoz
|
Alexandra
Brito
|
54-2
|
Irse
|
Ana
Arias Saavedra
|
54-3
|
Penas arteras
|
Ana
Romano
|
54-4
|
Escenografía
|
Antonio
Monzonís Guillén
|
54-5
|
Requiebro
|
Artesana
de versos (Mary Ramos)
|
54-6
|
Cuando
te abrazo
|
Carlos
Alberto Giménez
|
54-7
|
Mis
palabras y yo
|
Carmen
Guzmán Cedeño
|
54-8
|
Testigo mudo de tu ausencia
|
Coco
Hernández González
|
54-9
|
El
futuro de mis sueños
|
Consuelo
Jiménez
|
54-10
|
Una lucecita en el arrabal
|
David
Belinchón
|
54-11
|
Muérdeme
|
David
Reverte López
|
54-12
|
Danzando
|
Diana
Luz Bravi
|
54-13
|
Salvo el pañuelo
|
Ezequiel
Feito
|
54-14
|
Quietud
|
Grissel
Canche Albornoz
|
54-15
|
Anhelo
|
Guillermina
Covarrubias
|
54-16
|
Realidad
|
Héctor
Berenguer
|
54-17
|
Tras
la tormenta
|
Jorge
Buendía
|
54-18
|
Conmemorando
ausencias
|
José
Rodolfo Espasa Muñoz
|
54-19
|
Retornos
del amor en el bosque
|
Lilí
Muñoz
|
54-20
|
Meseta
sin marea
|
Marcela
Toro
|
54-21
|
Otro
otoño en mi vida
|
María
Graciela Galván
|
54-22
|
Promesas
|
Marian
Martín Humanes
|
54-23
|
Poesía…
|
Nelson
Jiménez Vivero
|
54-24
|
Dar
una palabra
|
Pilar
Ferrer
|
54-25
|
Cartas
para Calixta
|
Rafael
Serrano
|
54-26
|
Sufrir
de amor
|
Víctor
Kartsch
|
54-27
|
Sino
fuera por las palabras
|
Xavier
Coderch Vives
|
54-28
|
El
poema del día
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario