Revista N.º 43 - ESPACIO DEL POETA
REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
Junio 2014
Estela Dotto Delicados
acordes
Perfume de mujer
Recostada en la cama, escucho el rumor del agua cayendo sobre
el cuerpo de Guillermo. Es alto, armonioso, de finas facciones, ojos celeste
cielo y una sonrisa…, una sonrisa que siempre logra atraparme, y envolver mi
cuerpo como un guante de seda, sutil, leve… Siento el pulsar entre mis piernas.
Siempre me pasa cuando lo imagino enjabonándose el cuerpo. Me inquieta como el
primer día y eso que desde entonces, ya han pasado más de treinta años.
Observo su
ropa acomodada sobre el sillón y una vez más, un poderoso impulso me lleva a
oler su pañuelo, ese trozo de tela siempre impregnado con el inquietante aroma
de su perfume. Lo llevo a la nariz, inhalo profundamente y, al hacerlo, huelo
una fragancia velada conviviendo con la suya, la sospecho promiscua y equívoca.
El hecho atiza mis sentidos y mi corazón comienza a palpitar indócil. En ese
instante turbador, la certeza me domina; ése, es un perfume de mujer.
Las llamas
del infierno me encienden, me ahogan, y es entonces que comienzo una enardecida
búsqueda, un sondeo que asegure que estoy equivocada, que esa fragancia,
enredada a la suya, no es el de otra mujer. Examino su ropa, su billetera,
busco, rebusco, todo inútil, no encuentro nada, absolutamente nada.
Una
angustia extraña intenta ahogarme, enceguecida observo que el día se tiñe de un
implacable gris cansado, y el lugar se opaca, y una arcada ácida satura mi
boca. Confundida, lo espero. Él sale del baño tarareando una canción, siempre
lo hace, todos los días lo hace…, pero hoy es un día distinto
Lo miro, penetro en la
profundidad de sus ojos, los mismos que me poseyeron cuando se cruzaron con los
míos, ese lejano otoño, fresco y luminoso. Con angustia y desazón sólo percibo
en ellos apatía. Mi mente ya no tiene espacio para el sosiego ni la reflexión,
las preguntas se agolpan imprudentes en mi inconsciente, mis entrañas soportan
una mezcla de miedo y desconcierto. Sostengo con angustia y furia su mirada. Me
aterro, el color celeste cielo se ha fugado de sus ojos.
-
¿Cambiaste de perfume?, le pregunto con firmeza.
Entonces
él, mi hombre, mi marido, el padre de mis hijos, sin pestañar, ni dudar, casi
con alivio, como si hubiera estado esperando una señal mía que le permitiera
desahogar su verdad, responde tajante: no he sido feliz a tu lado. Siete
palabras atroces nacidas del entresijo de su ser, sintetizando, sin rodeos, su
realidad. Fue apenas un susurro que se convirtió en rugido y estalló haciendo
añicos todos nuestros años compartidos. Ellos discurrieron, atropellándose
entre sí. Horas, días, meses, años, abroquelados en mi corazón y que ya ninguna
mujer podrá compartir con él, porque son nuestros, sólo nuestros.
-¡No he
sido feliz a tu lado! ¿Nunca, a veces, desde cuándo?, pregunto con atropello.
-Desde hace
tiempo, contesta imperturbable.
-¿Pero
antes de tener los chicos?, ¿me querías cuando se recibió Facundo?, ¿y cuando
se casó Andrea?, insisto con una turbación torturante.
Ya no
importa el día, el minuto o el instante en que dejé de sentir, de vibrar, de
emocionarme junto a vos, interesa que hoy ya no te quiero.
Ahogada
por la angustia quiero convencerme que lo que está pasando, es sólo una
pesadilla demencial. Me digo: pronto despertaré y esta locura, esta enormidad,
se habrá esfumado. No es así, él sigue allí, sin moverse, lo miro incrédula, no
puedo hablar, me mira con desapego, sólo atino a tomar una de sus manos, la
siento mojada y fría. Todo él revela el insoslayable final. Necesito abrazarlo,
retenerlo junto a mi cuerpo extenuado. El rechazo llega mucho antes que sus
brazos me empujen con fuerza. Caigo embrocada sobre sus pies, mi cuerpo
convertido en arco. Quiero levantarme, no puedo, resbalo, golpeo la cabeza en
el filo de la cama, nuestra cama, cómplice silenciosa de arrebatos juveniles y
abrazos sosegados. La tibieza de la sangre me produce una insólita sensación de
placer. Me ovillo, me convierto en feto, y entonces, sin apuro, inicio la
búsqueda de un lugar atemperado y guardián. Con mi piel desgarrada y mi corazón
aullando llego a él, allí, en ese hueco oscuro nadie podrá dañarme, en ese
recodo húmedo, están ausentes la humillación y el desprecio. El útero templado
me arrebuja y el día teñido de un apagado gris cansado se ilumina.
Ada Gil - Rosario- Santa Fe-
Argentina
Carisma
Las
manos
con
algo
de
un hálito
de
la sabiduría
se
posan
La
chalina flamea
en
el cuello decorado
El
instante
es
acompañado por los gestos
Las
cuentas
husmean
los dedos
La
utopía
es
engalanada por las plegarias
El
canto hierático
auxilia
La
sanación
irradia
la abadía
Barnizada
se
desploma
ante
la vestidura.
Ana Romano- Buenos Aires-
Argentina
Y no había luna
¡Qué días!
jugando en el parque
... y no llovía.
Conocimos un mundo
¡Tan pequeño!
El viento,
las voces,
las rosas y las palmeras...
encerraban su magia.
Abrimos.
¿Qué abrimos?
¿Nuestros corazones?
Llegó el calor,
llegó el frío
y algunos años después
... llegó la vida,
sus secretos,
las horas felices
y dos volcanes.
Llegó la noche
y un cielo estrellado.
Llegó el amor
... y no había luna
y el silencio callaba.
Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España
Soy, y soy
poesía
Soy, y
soy poesía…
Cuando
mis versos se llenan de tus ojos…
Y mis
palabras se columpian en tu corazón…
Cuando
agito tus mares de mis rojos…
Y hago
faros en tu piel para mi pasión…
Cuando
sientes mis temporales y mi razón…
Caos y
armonía en equilibrada conjunción…
Cuando te
tocan mis esperanzas y mis alegrías…
Y te
conmueve mi tristeza de lagrima perdida…
Cuando te
emocionan mis pájaros y sus sinfonías…
Remontando
en la misma barca el océano, de la vida…
Soy, y
soy Poesía…
(Artesana de versos)Mary
Ramos - Barquisimeto- Venezuela
Se me
tizna el alma
Se me
tizna el alma
En este
silencio perdido en la triste voz
de mi
historia bruna con aroma a vos.
Una
puerta añeja se queja en sus goznes
y las
telarañas bordando mi lecho
me miran
burlonas
cuando el
sol se apaga
detrás
del espejo de la sinrazón
Se me va
la vida
con
cuatro bemoles tocando mis sueños.
Es tan
hosco el día
tan
depredador
que
arranca alaridos con sabor a no.
No queda
en mis días una sola flor
de una
primavera fantasía azul
que ha
perdido el tiempo
esperando
el viento perfumando amor.
Este
cuarto solo
gris
ajado y
yo
somos el
vestigio de una noche adiós
sobre los
que surcan la abatimiento de aquello que hirió
Me voy.
no te
escucho vida
no sueña
tu ardor
en esta
jornada tan insustancial
llevando
en sus torpes y cansadas manos
mi paso
rendido turbado extinguido
Apenas
respiro un poco de Dios
apenas
dibujo un naranjo en flor.
Se me
tizna el alma
me espina
el dolor
Dónde
está el lucero que siempre me amó
Quieta
está la brisa
como
quieta yo
Beatriz Ojeda- Montevideo- Uruguay
A veces
A veces
me agobian los amaneceres,
duele levantarse
para ver los días perseguirse
sin alcanzar
a verse la sombra.
A veces
soy un árbol bandera,
la mochila
me dobla la espalda
y repinto una sonrisa
para vender fantasías.
Cuestan
los dolores a cuesta.
Noticias
que agobian,
la muerte violenta
de un viejo amigo,
de un amigo viejo,
los comentarios
que como nunca
hacen leño
sin espacio para la lágrima.
Y…
agobia,
caminar erguido,
camino...
como un árbol bandera,
con los dolores a cuesta.
Carlos Alberto Giménez- Ushuaia-Tierra de
Fuego- Argentina
Duquesa del Sur
El frío
escarchaba tu abrigo...
mas aun
con esa larga espera...
en tu
cuerpo y alma los ardientes troncos de la chimenea
te
arropaban de cariño...
...nunca
una sonrisa fué tan del mundo...pródiga en el verbo, sutil en la amistad...
...aprendimos
a amar a través de las fragancias...y tonos a música...que como epítetos
ensalzabas
a aquel caballero que allá en la espera...se ausentaba hasta llegar a ti!!
El
cosmos se convirtió en cómplice..y extendió una alfombra de tonos
violáceos...sobre el azul del mar
"sembradito
de azahares"...y con el sol en poniente..y con "deudas
atrasadas"...
como
alfombra mágica volabas a ras del inmenso mar..
y te van
escoltando...todas las turquesas estrellas de mar
y
plateados pececitos...
...Desde
el frío sur, al norte de castañuelas...no se pidieron excusas y la distancia
acorto camino
para
acelerar las presencias...
de besos
tibios de miel y piel fragante de hierbabuenas....
Al
sonido de melodiosas trompetas se confunden "un tango y un
pasodoble"...
Aquí
entre primaveras y otoños...estamos sonando palmas por el triunfo del amor...
...ya no
más ausencias...
...una
piel de armiño envuelve dos almas!!
Carmen Guzmán Cedeño- Curmaná- Venezuela
No pretendo
No, pretendo
cambiar los patrones
que me fueron
otorgados en esta vida,
solo quiero
convertir las canas de mis años en dulzura,
quiero que mis
arrugas sean
la sonrisa
perpetua que llevo dentro,
Cuando al
escribir en ti mi Cielo, pienso…
Mas se que no es
posible
hacer juventud
de la vejez, pero….
acaso el faro se
cansa de alumbrar..a esa barquita
que placida
navega por el silencio del mar…?¡
No…no he de
mirar los años con miedo,
los miraré con
profundo sentido,
porque llegado
mi final,
sabré que fui
una sombra con luz,
un árbol que dio
fruto,
y un camino que
fue huella…
No, no es un
pensamiento
que llene de
tristeza mi soledad,
solo es que a
veces las espinas no me dejan ver las rosas,
y hay que
meterse dentro de uno mismo para encontrarse
y navegar por
cada recodo del ser, para saber el porque…
así me recuerdo
a mi misma el sentido que mueve mi vida.
Así entiendo el
porque unas veces canto con verso del alma
y otras solo
encuentro el árido silencio
que no deja que
perciba ni una sola nota…
Mas sé como son
las alas que me acarician,
y como en su
dolor a la ausencia,
alzan el vuelo
al cielo para encontrar consuelo…
Se que mi alma
es indomable,
Pero como la
tuya también se derrumba,
mas en su
fragilidad se fortalece
porque dejo
abierta las rendijas para por ellas entre tu luz…
así es como
enciendes esa mechita
de mi lámpara
para que siga brillando,
sin temor al
pasar de los años…
comprendiendo la
Fe que Tu pusiste en mis manos…
y el Te Amo que
para ti Cielo sale de mis labios…
Carmen Leyre Quintana- Torrejón de Ardoz-
Madrid
Cae la
tarde
Cae la
tarde,
lentamente
busco a ciegas mi destino,
mi mano
tiembla en el tiempo de mi origen,
mi boca
muerde palabras que no digo.
Sentada a
horcajadas entre mi ayer y mi hoy,
espero
con dulce resignación
la luz de
ese mañana...
que tal
vez no exista.
Charo Bustos Cruz- Sevilla- España
Quiero
marcharme
Quiero
marcharme,
Quiero
encontrar un lugar
Donde las
mariposas
No
pierdan sus colores,
Donde los
grillos canten
... Sus
canciones,
Donde las
aguas limpias
Y jugosas
bañen mi cuerpo
Cansado
de bregar
Por
tierras estériles,
Sin ganas
de despertar,
de vivir,
de soñar.
Quiero
marcharme,
Quiero
buscar aquellos
Caminos
que dejé desiertos
Sin mi
aliento,
Recuperar
lo perdido,
Y después
escribir un libro,
Un libro,
un libro..,
Quiero
marcharme,
Volver al
pasado,
Enmendar
la plana
De lo no
hecho,
De lo no
arado,
Cubrir
mis campos
De
semillas bien vencidas,
Y
después, ¡qué me importa
Lo que pase después!
Conchita
Hernández Santos- Manzanares el Real- Madrid-España
Bailando
con el viento
Bailando
con el viento te encontré,
entre
desvelos y pasos de sueños,
entre la
brisa y las nubes sentí tu tacto.
engarzada
en mi piel como un susurro.
las manos
como aves de paso por mi piel,
las
piernas como cuerdas que me atan a tu miel.
Néctar de
amor de mujer en deseo florido...
y yo el
Jardinero de tu sentir de corazón dolido.
Bailando
con el sol me hablo de ti... mi luna de plata.
Danzando
sobre el amar y sobre las aguas del mar haciendo tu manto, mi noche...
nuestro
amor.
David Valdés Belinchón.-Arganda del Rey- Madrid
El camino que se transforma
Partir receloso
y volver confiado.
Partir indolente
y volver satisfecho.
Partir simulado
y volver espontáneo.
Partir a la voz
de la vida
y mirar y tocar
y sentir y morder
su frescura
es partir como liebre
y volver caracol.
Marchar voceando
y tornar silencioso.
Marchar disfrazado
y tornar transparente.
Marchar ilegible
y tornar descifrado.
Marchar a la piel
de la vida
y beberle la sal
y el azúcar completas
que guarda
es marchar sin saberse
y tornar aprendido.
Salir sinuoso
y llegar alcanzable.
Salir combativo
y llegar sosegado.
Salir temeroso
y llegar sonriendo.
Salir al color
de la vida
y bañarnos sin prisa
en sus ojos profundos
de ahora y de aquí
es salir con zapatos
y llegar descalzado.
David Reverte- Alicante- España
Agosto
Derramado
agosto,
viento,
agosto vacío y pena
que dejé caer
en
el norte de grises,
otro
cielo,
detrás el sol tibio
puedo
verlo piedra,
camino,
agua, cuenco.
Tenía
un balcón, mi cuarto encendido,
rompiste el secreto
comiste del árbol
quebraste el mandala
el
huso sangró mi mano de arena
Ahora,
palabra
escondida,
palabra
ultrajada
Guarida, silencio,
ocioso vigía.
Ya
crece otro tiempo
ya habita mi cuerpo
aún
adormecido
Diana Luz Bravi-
Rosario-Santa Fe- Argentina
A Dios
Un amor
que todo consuela
yace de
tu corazón
de
abundancia y brillo
Te quedas
quieto,
firme a
tu figura
que mueve
los mares
más
pacíficos
Esencia
de fuego
lumbre
que abastece
al
enemigo más desolado
y al
amigo más carismático
Serás mi
modelo de ser
cada
tarde y cada noche
cuando me
levante y llore
y sepa
que la vida vale la pena.
Diego Miró Quesada Mejía- Lima- Perú
Irreal
Este
pudor de
reverso
de espejo
se
llama noche,
se
llama beso.
Escondido
detrás,
cotizo
virtual.
Soy
tu sueño
sin
precio,
cruzada
sin santo grial.
¡De
amor
que
me
mate
la luna
argenta
(y-real)!
Diego Santiago Cazzaniga-Rafaela- Santa
Fe- Argentina
Don Rude
Inexplicablemente, Sopranzo sintió una
rara inquietud y salió de la casa con su pipa en la mano a buscar un poco de
aire y de silencio.
La noche estaba fresca y el viento traía
un extraño olor a almizcle; Bien podía provenir da la cocina: las chicas se la
pasaban cocinando, preparando panes dulces y budines para las fiestas.
Como una hoz lucía la luna
En qué andará Rudencio- pensó, mientras
fumaba. Había prometido ayudarle a recoger las cebollas pero hacía dos o tres
días que no aparecía. Se habrá mamao, es soltero… vive solo…puede darse ese
gusto.
Cuando volvían de la escuela los chicos
colaboraban en la cosecha; los peones estaban para otra cosa.
-
Papá, entre a comer, que se enfría…- ordenó
María, la mayor de sus hijas. Obedeció, fruncido el entrecejo. Y aspiró la
noche para no pensar.
De su libro “ Pertenencias”
Egle
Edith Frattoni Romano- Rosario- Santa Fe- Argentina
Sombra de luz
Sombra de luz
que a mi te allegas suave
como una
timidez cerrada en lilas.
De tu
megafonía
me llaman las
jornadas
reunidas de
miel
y la boca de
pan donde se olvidan
el hueso de la
noche y sus mareas.
Un hábito de
sol,
un guiño de tu
pecho me desviste
de gris
melancolía,
y me vuela con
parpados de sueño
por cobijarme
en noches sin desdicha.
¡Oh, fruta
generosa de otro tiempo!
¡Templado
violín
que hasta mi
pena llegas
como un
indulto grácil!
Sobre mi
césped,
las notas de
tus cuerdas
oscurecen el
canto de los grillos:
La soledad
pasea entre naranjos
Esther González Sánchez- España
El señor chiquito
Quizás no haya
mejor remedio para la memoria que comenzar a ordenar todo lo que está
desordenado.
Había encontrado
en una caja de cartón que antaño había pertenecido a un par de zapatos número
39, un verdadero caos de papeles y fotografías. Con puntillosidad digna de un
juez, fui absolviendo papel por papel hasta que tomé una vieja fotografía de mi
niñez.
Confieso que
había olvidado por completo su existencia. La foto mostraba a un chico con su
clásico delantal blanco y su madre haciendo el ademán de entrar en lo que
parecía la puerta de una escuela. Mirándola con más atención, vi que el chico
era yo, y que la escuela era una que estaba en la cortada Pío Collivadino; una
especie de diagonal cuya disposición era ideal para construir cualquier cosa
que estuviese relacionada con la educación. Yo parecía una extraña mancha
blanca en el largo paredón oscuro que finalizaba en un tupido y casi
imperceptible cerco de ligustros y jacarandaes. Cerca de aquella puerta en
eterna apertura apenas se veía la figura de un hombre pequeño, un enano, que
llevaba en su mano derecha algo así como una bandeja.
¡El “señor
chiquito”! me dije. Recordé que aquella bandeja siempre estaba llena de
cubanitos de dulce de leche.
Miré más
detenidamente la fotografía e inmediatamente todo volvió a mi memoria como si
hubiera recuperado aquella época.
Con la foto en
mis manos, me recosté lo más cómodamente que pude en el suelo, hasta que de
repente abrí la puerta bajo la mirada atenta del señor chiquito.
No recuerdo quién
le puso ese nombre, pero me parece que lo tenía desde mucho antes de que yo
naciese. Era un poco más bajo que cualquiera de nosotros, con una cabeza
grande, casi calva, de negros cabellos peinados a la gomina. No tenía bigotes,
pero sus grandes y aguanosos ojos que se me figuraban torpes y lentos, parecían
no dejar pasar ningún detalle. Vestía siempre de la misma manera; pantalón
negro, zapatos marrones, camisa blanca y una cadena, como aquellas que en el
otro extremo habían atrapado un reloj. Su cuello siempre estaba rodeado por una
corbata pequeña y en todo momento, todos los días, pasase lo que pasase en el
barrio o en el mundo, llevaba en la mano derecha su bandeja de tosco aluminio
redondo repleta de cubanitos rellenos de dulce de leche, mercadería
preciosísima que nosotros comprábamos en los recreos con el mismo entusiasmo
con que nuestros padres nos lo prohibían a la entrada o cuando salíamos de la
escuela.
Tengo la sospecha
que la directora, compadecida de aquel pobre infeliz, lo dejaba entrar en los
recreos para que pudiera llevar algo de plata a su casa. Valía cincuenta
centavos el cubanito y era barato y demasiado rico. No le faltaba ni un gramo
de dulce de leche y bastaban los dos recreos para hacerlos desaparecer.
A la salida lo
veíamos nuevamente cerca de los ligustros con la misma bandeja repleta
nuevamente de mercadería, pero debido a que estaban nuestros padres no vendía
más que uno o dos, y a veces ninguno. Recién se retiraba cuando ya no había más
niños en la cuadra. Durante los sábados o domingos era imposible encontrarlo.
Parecía haber desaparecido del barrio.
Al principio,
todos nos burlábamos de él, pero poco a poco, quizás contagiados de aquella
mirada tibia y pacífica, comenzamos a respetarlo y de alguna manera hacerlo
parte de nosotros, no así la gente grande como papá, mamá o las maestras, que
cuando quieren mostrar que son buenos siempre tienen lástima por alguien,
especialmente si esa persona es pobre, enferma o como el señor chiquito, comprándole
de limosna o permitiéndole que venda su mercadería en el recreo o a la salida
del colegio, como hacía la directora.
II
A pesar de la escuela, la calle y los
juegos, el tiempo pasaba lentamente. Para mí había algunas cosas que nunca
cambiaban: la entrada al colegio, nuestra señorita y sus eternos deberes, el
que me vengan a buscar a la salida y el señor chiquito mirándome o mirándonos a
todos y vendiendo aquí y allá sus inmutables cubanitos hasta que el último
chico desaparecía de la cuadra. Entonces los cubría con una servilleta
blanca y se iba avenida abajo, hasta que se perdía de vista.
La única vez que
lo vi fuera de la escuela, estaba rezando y cantando en esas iglesias que no
tenían santos ni cruces. Esto parecía divertir mucho a la gente, porque se
paraban en la puerta y, señalándolo con el dedo , se reían o le hacían gestos.
A mitad de año se cayó uno de mis
compañeros de grado de lo alto de una pared que estaba a medio construir en el
patio. Era el recreo y antes que pudiera reaccionar cualquiera de los que
estábamos allí, ya se había acercado el señor chiquito quien, dejando su
bandeja, lo tomó de la nuca y como pudo lo sentó.
“Un fuerte
chichón, eso es todo dijeron las maestras cuando llegaron- y menos mal
que no te pasó más nada... también, ¡cómo se te ocurrió subir a esa pared!” Lo
cierto es que mi compañero se levantó y fue hacia la dirección. “Se podría
haber matado”- pensé. Al rato, volvió al salón como si no hubiera pasado nada.
Los chicos se reían.
“Vos sos la que
menos se tiene que reír” le dije a una que estaba en el banco de atrás, porque
hacía poco, cuando jugaba al elástico en el recreo, se le enredó un pié y cayó,
golpeándose la cabeza contra el mástil de la bandera. Se quedó quieta unos
segundos y luego comenzó lentamente a levantarse.
“¿Te duele
mucho?” le preguntaban mientras lloraba; entonces se acercó el señor chiquito y
le regaló uno de sus cubanitos. Se pasó la manga del delantal por los ojos y
tomándolo fue corriendo a comérselo en el baño.
III
Al comenzar los
luminosos meses de octubre noviembre ya nos dejaban ir solos a la
escuela. Yo había aprendido a ir y volver a casa mientras contaba los árboles
que había desde la entrada de la escuela hasta el pilar donde empezaban los
monoblocks del barrio.
Por la mañana caminaba
despacio, con cuidado. Me parecía que era el único chico que iba a la escuela,
pero a medida que me acercaba comenzaban a incorporarse a la vereda muchos
guardapolvos blancos con su infaltable cartera marrón. Éramos como veleros que
navegaban lentamente por un río. A medida que nos acercábamos a la escuela,
parecíamos un enorme manchón blanco que iba diluyéndose en la puerta bajo la
mirada atenta y desconfiada de la portera. Lo demás ya era algo que habíamos
aprendido muy bien: formación, himno, bandera, saludo, aula.
Recuerdo un día
que, como en todas las salidas, bastaba que alguien se pusiera a la par mío
para que sin mediar palabras jugásemos una carrera hacia el próximo árbol o a
la otra entrada que tenía la escuela. Era una que tenía varios escalones y por
la que pasaban a la tarde los chicos más grandes.
“¡Hasta la puerta
verde!” gritó mi compañero- y salimos corriendo, esquivando madres y
colegas para ver quién llegaba primero. No sé si fue una baldosa o un empujón
lo que hizo que perdiese el equilibrio a último momento y casi literalmente
volase en dirección a la escalera. Fueron segundos. Cuando yo esperaba golpear
mi cabeza contra uno de los escalones sentí de repente que caía sobre el piso,
a escasos centímetros de aquella mole de cemento.
Oí que algunos
decían “se salvó”, entonces giré mi cabeza y vi al señor chiquito que me miraba
junto con decenas de chicos que se reían o se asombraban de que aún estuviese
vivo.
Me levanté.
Alguien me alcanzó la cartera y como estaba muy avergonzado, seguí caminando
como si nada hubiese pasado. Mi retador había desaparecido, y cuando me di
vuelta, de toda aquella multitud de curiosos sólo pude distinguir la cara del
señor chiquito que me miraba como si estuviera acompañándome hasta mi casa.
Cuando llegué me
dio miedo decirles lo que había pasado. Me sabía de memoria aquel rosario de
retos y recomendaciones, así que me senté a comer y por la tarde hice los
deberes en vez de salir a jugar.
IV
A pesar de todo
lo que dice la gente de la primavera y el verano, para mí lo más importante era
que terminaban las clases. El día se hacía más largo pero en la escuela, la
clase se hacía más corta mientras esperábamos las vacaciones. Era el tiempo en
que casi todos teníamos alguna que otra moneda en el bolsillo como si fuese el
adelanto de una recompensa por aprobar el año. No recuerdo ningún chico que
volviera siquiera con cinco centavos de vuelto. La cooperadora había puesto un
kiosco con eso que la gente grande llama “visión comercial”, aunque para
nosotros era el lugar donde nuestras monedas se convertían mágicamente en
golosinas.
Sin duda ese
kiosco le sacaba muchas ventas al señor chiquito pero a éste no parecía
importarle. De todas formas, de vez en cuando yo le compraba uno o dos
cubanitos, y si alguien me decía algo, siempre los defendía diciendo que eran
mil veces mejores y más ricos que aquella porquería envasada.
V
Todo está
ordenado. Ahora estoy guardando cuidadosamente la foto, viendo como poco a poco
la caja va devorándola de esquina a esquina, hasta desaparecer en una fosa
común de rectángulos negros, blancos y grises.
Era la foto del
último día de clases. Un hombre apareció en la escuela para vender el
tradicional recuerdo de fin de curso. Lo que no muestra la foto es que apenas
terminé de posar, mi mamá me agarró del brazo poniendo inmediatamente proa
hacia nuestra casa. En eso estábamos cuando el señor chiquito me regaló un
cubanito. Yo lo tomé y se lo agradecí, pero apenas habíamos caminado unos pocos
pasos, mi mamá me lo sacó de la mano y lo tiró a la zanja.
-¡Andá a saber
que tiene! me dijo.
Yo miré cómo el
agua iba ahogando aquel dulce cilindro menudo y tostado y lloré. Lloré mucho
mientras el agua iba diluyendo lentamente aquel dulce maná de mi infancia .
Ezequiel Feito- Buenos Aires- Argentina
Viaje al Cáñamo
Plegaria del que despierta:
<< Ajeno a extravíos surrealistas
y tigres de porcelana.
No hay peor delirio
que
cesar un sueño >>
Plegaria de la bodega:
<< Cuanto más templa la uva
más hierve el mosto.
Cuanto más etílico es el Sol,
antes se encela el racimo.
¿Fermentará antes poesía
o vino? >>
Plegaria de tu blusa:
<< Yo soy ese muchacho de barrio.
Él que se rozaba contigo
en aquella cabina.
Que envidia reprimida
de esa beata
babeando sus ingles
por la garita
de su cortina >>
Ven y fúgate conmigo al Cáñamo,
a la excusa,
al tropiezo
y la disculpa.
F. José
Romero-Ciudad Real- España
Hoy abro las puertas
De la oscuridad de mis estancias,
me alejo, ya en libertad de acción,
abro las puertas a la luz,
me ofrezco a la vida y su dulzor,
y dejo atrás la impotencia,
decepciones penas y dolor.
Y me deleito en contemplación,
de los jardines perfumados del vivir,
y suelto lastres, que me amarraron
para volar, y deleitarme en mi existir.
Y miro al cielo que me contempla,
impertérrito, y distante,
con sus ojos azules ya cansados,
hastiados e indiferentes.
Siento el trino de los pájaros,
que se han posado en mi ventana,
en esta mañana radiante,
y mi corazón a latido
al unísono con sus trinos,
en dulce melodía al aire.
Abro las ventanas de mi alma,
libre y grácil a los vientos
para que se lleve mis sentires,
mis ansiedades, y mis miedos.
Dejo que entre la brisa fresca
de la ilusión y la alegría,
para que disipe;
mis tristezas y mis melancolías.
Gabriela
Ruiz Gomis- España
Pensándote
Aquí, envuelta en una
melancolía que dejo tu olvido,
enferma del corazón
escuchando las suaves notas,
de una canción que llega a
mis oídos, en la noche,
trayéndome recuerdos de
cuando reíamos juntos,
tú y yo sin penas, en
aquella intimidad nuestra.
Aquí, sintiendo frío en mi
alma, te imagino,
cuando sin querer posabas
tus ojos en mi boca,
y saboreando la
anticipación de mis besos,
sonreías con deleite, con
tu amor callado,
que esperabas cada vez con
mucho anhelo.
Jugábamos con nuestro amor,
en los silencios,
en las palabras guardadas
celosamente sin eco,
imaginábamos el roce de
nuestros cuerpos,
en el éxtasis que producen
los amores de un hoy,
esos que no esperan nada
pero que bullen ansiosos.
En nuestra bella intimidad
no hacían falta palabras,
el corazón sabía nuestro
idioma, el del amor,
ese que vive el momento sin
protestar o esperar,
que se enajena de caricias
y besos en el aire,
y sueña que aquello no
termine nunca, jamás.
En el que los ojos
acarician al mirar, y las bocas golosas,
se pierden en el éxtasis de
imaginarios besos,
donde el sonido del viento
y la noche estrellada,
se vuelven cómplices de dos
almas entregándolo todo,
sin pensar, por que el amor
no piensa, solo ama.
Me encuentro a solas, en la
semioscuridad de mi aposento,
con cirios que se mueven
con la brisa cadenciosamente,
cierro mis ojos, y te
pienso, y recuerdo tu mirada, cálida,
profunda posándose atrevida
en mis contornos, en mi boca,
y suspiro, y de allá afuera
me llega el sonido de una melodía.
Pensándote sin remedio me encuentro
en esta noche fría,
es que el calor de tu amor
no me envuelve mi cuerpo,
ni siento tu mirada
envolviéndome en aquel éxtasis,
que solo tú y yo
conocíamos, y gozábamos al mirarnos,
era sensación de júbilo, de
pasión y de deseos reprimidos.
Gladys Alvarado- Estados Unidos
"Helena con
H"
No salí
a la calle con mi mejor humor.
Hay
días!
Salí a
comprar alimento balanceado del tipo light para Peppo .- Esta dieta le
esta costando- a mi felino compañero -bastante. El mes pasado solo bajo 50 gramos!!
Agosto
.
Últimos
días de invierno
Frío en
Buenos Aires
A un mes
de la primavera se observan algunos brotes incipientes en los árboles .
La
naturaleza .
No deja
de asombrarme nunca.
El
silencio ocasional del parque
Murmullo
de pájaros,
Verde
entre matices
Mi animo
mejoró!
A la
salida de la veterinaria encuentro a Laura.
_Hola,
como estas...disculpa no te había reconocido_!
_Feliz
Gloria, tengo una noticia hermosa !...fui abuela, no te imaginas, es algo
increíble, maravilloso!
La
abrace para corresponder con afecto a su estado de abuelazgo .Compartir su
alegría.
María
Laura es abogada ,administradora del edificio donde vivo.
Solo
hemos intercambiado algún que otro mail por temas ocasionales o acerca de las
expensas
En lo
personal ella adopto de bebes dos hijos Florencia y Juan Manuel.
_Con mi
esposo estamos tan contentos...se llama Helena nuestra nieta...
Dibujo
en el aire una h para remarcarlo en una pirueta mágica.
_Te
entiendo Laura, la noticia siempre impacta doblemente porque las dos somos mamas
adoptivas!
_Su
embarazo lo viví como algo totalmente nuevo. Florencia sigue en el consultorio
así podemos ocuparnos con mi esposo de Helenita por las tardes.......
Particularmente
Flor pudo aliviarse de esa pregunta guardada en su corazón a pesar de todo
el amor recibido desde que entró en nuestras vidas ¿el por que me
abandonaron?...
Sabes
Gloria cuando la vi. por primera vez con su hijita en brazos razone que ese
aspecto tan fuerte había sanado. Se había reconciliado a través de Helena con
ese pasado.
_Me
encanta lo que decís Laura...Flor ahora sigue, continúa su propio vinculo, lo
reconstruyo.....algo así ..¿verdad?
_Mi otro
hijo Manuel de pequeño tenia cierto enojo o fastidio con las maestras, compañeras
o sea con las mujeres. En terapia por suerte pudo darse cuenta y así
revertirlo.
Imagínate
Gloria, le dije; Manu no existe ningún odio de nuestra parte hacia la mujer que
te trajo al mundo biológicamente .
Fue una bendición
porque me permitió ser tu mama!
Al rato
, ni bien abrí el living de mi hogar Alejandra estaba concentrada en una
materia de Bellas Artes en tiempos de exámenes .
Peppo
dormitando junto a ella muy cerca del hogar con el leño encendido.
Pensé
En lo
pequeñita que era Sol Alejandra cuando la adopté.( me sale instintivamente
cuando la tuve)
Tenía
solo un añito y medio. Ahora con sus 24 años es toda una mujercita .
Agosto.
Todavía hay rocío y niebla.
Pronto será
Primavera!.
Gloria Rafaela Pompa Petti- Buenos Aires- Argentina
Vivo una
temible premonición de olvido
que en su
vuelo arrastra mudas estrofas,
ya la
lluvia se despliega por mi cuerpo
y se
lleva mi secreto, gota a gota.
Fue tan
sutil el murmullo de agua fría
y sensata
la omisión de sus palabras,
que aquel
manto audaz de suave brisa
le borro
el cálido intento de besarlas.
Solo
queda mi universo en compañía
de aquel
mito, entre nubes ya vendadas
esa
odiosa sensación que en un instante
con
rudeza me despierta y me reclama.
Con
plenaria claridad, hoy limitas mi sentir...
desvaneces
mi universo que he creado para ti
desordenas
sin conciencia, mi certera transparencia
y tan
solo porque quise, ser tu flor, y no su esencia.
Grissel Canche Albornoz- Mérida –Yucatán
Nuestros
días son la rueca
Nuestros días son la rueca
donde se
teje y desteje la mano del tiempo.
¿Quien
buscaba en nosotros la tensa cuerda que hoy es el camino?
¿Quienes
éramos entonces y que prometimos ?
La niñez
es mano abierta en la línea del tiempo
Todo se
cumple pero de otra manera
Siempre
se llega pero a otra parte
¿ Cual es
la distancia cual la llegada ?
¿ Que
voces pudimos escuchar ?
¿ Allí
donde la piedra humedece el acuerdo de las horas ?
Un ojo
abierto para ver el cielo
y su
gemelo que entregamos a la tierra como ofrenda.
¡ Semilla
que abres los sepulcros palabra humana !
¿ Solo
nos dejas ver la muerte en los retratos ?
Juntos
habitamos lo que esta sentenciado
y de ese
modo cavamos en la noche de una celda.
Vivimos y
morimos los unos en los otros
sin
reconocernos.
Héctor Berenguer- Rosario-Argentina
No quiero pensar
En el silencio de la noche,
una vez más.
Cuento las horas pensando, pendiente…
de la persona que tengo a mi lado:
la incertidumbre, el dolor,
la rabia, la impotencia…
y… rezo, y, pido
¿Qué hacer Señor?
No quiero pensar lo peor.
No quiero llenar, mi alma de
dolor.
Sé que no duerme,
que se hace el dormido,
para no hacerme sufrir.
Yo, hago lo mismo, y, así pasa:
Una hora, y, luego otra,
hasta que el amanecer nos agota.
Entonces el dormir ya no hace falta
¿Para qué?
No quiero pensar,
tengo que luchar ¡lo tengo!
¿Cuánto tiempo? Me pregunto.
No quiero perderlo.
Necesito su aliento,
su respirar cerca de mí,
el calor de su mano, cogida a la mía,
para poder dormir, para poder soñar.
No quiero pensar…
se deja oír el reloj
y su maldito tic tac,
en la noche oscura.
Parece una eternidad.
Las luces del alba, aparecen ya,
se mueve en la cama, su mano me
busca.
Sabemos que estamos despiertos.
¡Que estamos pensando!
¡Pensando y callados!
O ¡quizás rezando!
Higorca Gómez- Barcelona- España
Lluvia
Gotitas
de lluvia
sobre
el cristal
de
mi ventana.
Tintineo
de campanitas
en
la tardecita nublada,
que
pinta de luz las hojas
con
su sabia renovada.
Gotitas
de lluvia
sobre
el cristal
de
mi ventana.
Duendecitos
traviesos
reviviendo
las plantas
con
agua de cielo
bendecida
de plegarias.
Iliana Romero- Belgrano- Argentina
Quiero
Quiero tus ojos
de sombra
la calidez de
tu aliento
quiero tu piel
encendida
y tus cabellos
al viento,
Quiero tus
brazos cual hiedra
aferrándose a mi
cuerpo,
y como fruta
madura
quiero tus
labios sedientos.
Quiero saber si
me extrañas
y si me echas
de menos
cuando te
quedas a solas
pensativa en el
silencio.
Quiero tus
manos buscando
en la quietud
de su anhelo
todo el calor
de mis manos
y la ansiedad
de mi sueño.
Quiero ser luz
en tus noches
el motivo de
tus anhelo,
el azul de tus
auroras
y las caricias
al viento.
Quiero
compartir contigo
todo lo bello y
lo tierno
y lo triste, y
lo alegre,
el bullicio y
el silencio.
Y en esta tarde
serena
solo decirte,
te quiero.
Ingel Lazaret- Carmen de patagones -Argentina
Tócame
Tócame con la orilla de
tus hojas
y en vuélveme con el
gajo de tus rosas.
Perfúmame con tu aroma
de niña
y ámame aunque yo...
No este presente.
Tu alma volará como
gaviota en mi sueño,
golpeándome el pecho
con tu ala de espuma.
Déjame sentir tu piel
erizada,
caminando en tu viña de
fuego.
Dibújame en mi rostro
tu beso
y suelta tu voz en su
eco nocturno.
Haz que tu pelo se
enrede en las espinas
de mi alma y llora
junto conmigo todos
los males.
Jorge Alberto
Hernández Ramírez –Salvadoreño- El Salvador
Cuando llueve
Se humedece tu recuerdo y desde
la nostalgia me susurra,
bajo la sombra ancestral se
columpia sin temores,
ataviado por el curso mediocre de
mis sueños,
dispersado por el odio,
confundido y sin razones.
Desgrana intolerancia,
persuadiendo a mi equilibrio,
mudado de ánimos, naturalmente
tibio,
asombrada pagina de tiempos, de
tiempos ya vividos,
lagrimas del cielo, me refrescan
tu cariño.
Me descubro como el sol en un
verano caliente,
arbitrado por el eco de tu voz,
llamándome fuerte,
me exaspera tu lenguaje, la
incredulidad de tus palabras,
y es un mero chaparrón, de
cenizas que no acaba.
Se detiene mi arrogancia, en la
estirpe tosca y diáfana,
endurecido mi corazón, suelta tu
recuerdo a la nada,
mis manos ya vacías, acarician mi
frente olvidada,
cuando llueve eres tan solo, una
lagrima de amor rescatada.
Jorge Amado Serrano- Suardi- Santa Fe- Argentina
EL
TIEMPO DE LUCHO
Lucho es uno de
los tantos chiflados que este pueblo ha tenido como oportunidad para enriquecer
su cultura. Me parece verlo todavía por las calles con una gorrita de visera
encajada hasta las orejas, braceando encorvado como si remara contra la
corriente siempre opuesta a su vida.
Saludaba a
todos, apurado pero dispuesto a entablar conversación. Un loco limpio, buenazo,
pintoresco, de edad indefinida. No fumaba ni se embriagaba y rara vez
manifestaba un carácter áspero: sólo cuando la actitud de los sensatos lo justificaba.
Lucho estaba
bien dispuesto para lo que fuera, siempre que no se tratara de trabajar. Hacía
excepciones de favor, como traer el diario o ir hasta la carnicería, y se
sustentaba con el retorno del vuelto.
En uno de los
lugares que frecuentaba se hizo propaganda de pintor. Para ponerlo a prueba,
uno de los presentes le propuso:
-Lucho: tengo
que blanquear el cielorraso de mi pieza. Por la humedad, ¿viste? ¿Te animás?
La aceptación
fue inmediata:
-¡Mirá que no!
Si pagás bien... Mandámelo a casa, nomás, que yo te lo pinto.
En los velorios,
infaltable como cruces, coronas y candelabros. Ahí estaba su compañía, con el
café, la copita de cognac que tal vez eran su única cena. Sincero, serio por
una noche, abrazando a los deudos con auténtico pesar.
No era raro
verlo a la par de un anciano o anciana, atravesando las avenidas; entonces
caminaba lento, solidario con el otro, cargando los bolsos si los había, pero
eso sí: sin renunciar a su independencia de cualquier yugo: ni matrimonio, ni
empleo fijo. Para otros esas cadenas. Lucho era loco pero dueño de su vida; así
entendía la libertad.
Una tarde de
verano le encomendaron poner en regla la enredadera que había crecido sobre un
cerco hasta una altura inconveniente para el decoro de la casa. Así que lo
encontré en el pináculo de la escalera, podando y atando mientras refunfuñaba
por lo bajo.
-¡Maestro! –me
gritó desde su puesto. ¡El mundo es redondo como un plato de sopa dado vuelta!
-¡No me digas!
–bien sabía yo para dónde correrlo, porque no era el primero que se me cruzaba.
-¡Ah, no! –y
rodeaba el horizonte con los brazos de remar extendidos, en uno la tijera y en
el otro un rollo de alambre-. Redondo y ¿sabe qué? Yo esoy justo en el lugar
más alto.
Trastabilló,
como si la conciencia del encumbramiento lo mareara, pero enseguida recobró su
equilibrio. Siguió luchando de mala gana con la planta y yo por mi camino,
convencido de que Lucho tenía sus relámpagos de gran cordura.
Eran tiempos en
que se silbaba en el andamio, en el taller o donde fuera. en su caso, prefería
cantar a media voz algún fragmento del tango de moda. De ese repertorio extraía
sus piropos, ya que las damas fue extraordinariamente considerado. Se descubría
y saludaba el paso de cada una de ellas, con frases como ésta:
-La lluvia la
hermosea, señora, como a las flores del jardín.
Era un día en
que los juiciosos protestábamos a viva voz por la inclemencia del cielo.
Nunca una ofensa
ni una palabra de mal gusto. Ellas sonreían, lo esquivaban como se suponía que
debían hacerlo. Esto para los demás, porque sospecho que para sí mismas se
irían pensando en qué lastima la locura de Lucho no contagiara a otros hombres.
Murió en un
momento cualquiera y lo velamos en su cajoncito pobre. Unos pocos asistentes
caritativos, los empleados de la funeraria, dos o tres curiosos y nadie de su
familia, si es que la tuvo. Poco tardó en ir a parar al osario general y al
olvido.
Allí estará
Lucho, entremezclado con otros desquicios que el gran destructor poda, ata,
blanquea y empareja.
Jorge D´Agata-
Barcalce- Argentina
Amo la
pureza desatada del sol en tus pupilas,
en la
esfinge de una mirada, siempre convertida.
Tus dones
de mujer son cristalinos y puros,
como
gotas de húmedas briznas de hierbas.
Tiemblan
tus manos espartanas en la mías,
me arañan
con el fuego de sus uñas guerreras.
Y
mientras la tierra planifica sus trabajos;
nuestros
labios se resbalan sobre un fangal de besos.
De tus
frutos esenciales, yo preservé para mí:
el
resplandor intacto del humo, que las
leñas de
tu amor me arrojaron.
Que las
llaves del silencio no guarden las palabras.
¡Qué no
suenen melodías de pobres músicos descalzos!
Ven,
apaga la lámpara,… caminemos juntos por la playa.
José Rodolfo
Espasa- Benidorm- Alicante- España
A esta hora te recuerdo
El tiempo derribó los alerces,
pero no los pinos
preñados de tus pasiones.
Cuando la madrugada se desplomó
una hoja titubeo y bailo lentamente,
tú seguiste como siempre
en el fresco olor de la mañana
y yo…, yo detrás aturdido,
embelesado por tu amor
y buscando como siempre nuestro destino…
Lástima que hoy no pueda sentirte
y apagar el misterio en tus brazos,
poniendo nombre a tus suspiros
y a tus soledades.
Ya no queda más que esperar la última ronda
y brindar por el designio del oráculo de vida
sin siquiera hurgar los trechos
a la rivera de tu cuerpo en llamas.
Eso me estremece la sangre.
Tal vez otra estación pase sin ti
y se asome el caprichoso juego del sol entre el ramaje
con un taciturno silencio
Yo seguiré como un ciego loco buscando tu estrella
entre los brazos dorados que se asoman.
Ayer el ruido de la lluvia no cambió,
ni cobro el cielo otro matiz,
El color gime sabes?
Así como gime el rojo de tus besos
o el gris de tu llanto
brotando de esos bellos ojos claros.
El tiempo se escapa lentamente
en el umbral del día
nada importa quién soy
una larga avenida
un pedacito de amor
A ésta hora te recuerdo…
Justo Aldú- Panamá
Yo también puedo escribir los versos más tristes esta
noche
Yo también puedo escribir los versos más tristes esta
noche,
con astros que tiritan mientras mueren los sueños
detrás de montañas gigantes, vestidas de hielo,
donde el viento abrasante ampara penuria y desvelo.
Porque supe en sus brazos enjuagar mis desvelos,
y asirme a su cuerpo, en caricias envuelto,
para verla partir, lejana en el tiempo,
a la zaga la aurora, que rompió nuestros sueños.
Yo la quise, ha dicho el poeta, entre versos y
versos,
pero era la angustia, el saber que la quiero,
madrugadas tristes que visten recuerdos,
de un amor sembrado en corazones de hierro.
Por eso en las noches, estrelladas del cielo,
mil gitanos se agitan en mi embrollado cerebro,
evadiendo las horas que viven adentro,
hurgando mi vida, sus hondos recuerdos.
Aquellas palabras, de amor, de contento,
cuyo pan lo comimos, con vino del bueno,
se convierte en vinagre a raíz de los yerros,
en las horas malditas, que ella anida mi pecho.
Ahora los buitres que danzan al fuego,
con la hiena blasfema de saña y empeño,
son los afligidos versos que escribo en el tiempo,
para hacer de la herida, un caudal de veneno.
Aunque mi alma se alegra el que haya partido,
a la postre de sus besos, murieron los míos,
ahora en la noche, desnudo y dolido,
tirito y centello, como astro perdido.
El ciclo se cumple, aquí y en el firmamento,
mañana erguirá otro tiempo de sueños,
retoñaré con la aurora, como un hombre nuevo
y moriré en la noche, con pesar eterno.
Lenin Salas- Quito- Ecuador
No te
atrevas
No te atrevas a decirme
cuales son mis sentimientos,
si mis sueños me revelan
que mi cuerpo ya se ha
muerto.
Soy pantano, soy hoguera
soy ese pasado funesto,
que ha vivido en un
calvario
embebido de destierro.
Hoy mi alma se eleva
arropada por el cielo,
y deja flores ya marchitas
en el lecho de mi seno.
Liliana Farah- Rosario- Argentina
Quiero
Quiero, si no es mucho pedir, una paz que se
enarbole desde adentro y que se extienda en la ligereza de mis cabellos
soltados al viento…una paz que me quite las cadenas de la tristeza, del enojo y
del remordimiento, una paz que me eleve el espíritu hasta el horizonte del
perdón tan anhelado y que no encuentro…quiero una paz de pies descalzos que
deambulen por mis sueños más preciados y aterricen en la tierra para
realizarlos…una paz tan interna que de tan marcada me haga inmune a la
desgracia…necesito una paz que no se rinda a la menor provocación, que eleve
sus alas para volar por mí como un ave fénix, preciso de una paz que se palpite
suavemente para aminorar la angustia, con una tesitura que me arrulle los
sentidos y me haga dormir como un niño…una paz que me tome de su mano y no me
suelte a la vuelta de la esquina porque así lo quiso el destino…quiero una paz
que me habite de por vida, con pasaporte indefinido, sin que me pida permiso
para instalarse en la placidez de mi mirada y mi sonrisa…esa bendita paz que sólo
viene desde el cielo para mantener a flote la liviandad de nuestra esencia y
soltarnos del dolor que nos avasalla el cuerpo…quiero, si no es mucho pedir,
esa paz en mis adentros…
Loret Vaz Tor- México
Vivir en
las nubes
Cercana la hora de
cierre de oficinas, una sorpresiva tempestad de lluvia y viento convirtió
rápidamente el centro de la City en un estrafalario capullo de voluntades en
caos, particularmente en la zona este de la Calle Greenwich, área vital donde
se concentra la mayor parte de los rascacielos más empinados.
Las sombras del
crepúsculo absorbían la luz opaca de la tardecita con la sádica lentitud del
verdugo vocacional en tanto el relampagueo, intenso e iracundo, se filtraba
como una culebra de neón en el corazón de las nubes atormentadas convocando el
tronar estrepitoso del fin del mundo.
Los riscos de aluminio
proporcionaban copiosas cascadas vaticinando a los encapuchados de la noche una
nuevo enfrentamiento entre el ingenio del sobrevivir y la implacable
restricción de la naturaleza desatada.
Los semáforos
inoperantes contribuían al desconcierto de cientos de conductores que bregaban
inútilmente por un espacio donde escabullirse en el afán de desengancharse del
atolladero y llegar a su destino sin demora.
Los peatones más
desamparados batallaban a codazo limpio en procura de un albergue (bajo las
marquesinas bamboleantes) para tentar la corrida desesperada hacia un medio de
transporte o una boca de subte salvadora que los alejara de la procelosa noche
neoyorquina que se avecinaba. Los escasos paraguas miraban bizco, con sus
varillas desarticuladas grotescamente por la marea del vendaval.
Desde el “vigésimo
quinto” el espectáculo de la acera lejana semejaba una ameba torturada y
desfalleciente, desmembrada aleatoriamente de sus seudópodos para conformar al
gigantesco niño llorón e irascible entretenido en sus juegos solitarios de
destrucción.
Se demoró más de la
cuenta en algunos asuntos relacionados con la Bolsa y chiches adjuntos. Su
socio le rogó que se fuera, la estrategia del producto había sido testeada
varias veces y él se encargaría de los detalles finales.
- Susan es muy
competente y con ella será cuestión de minutos…
- “ Con que…Susan”
Accedió a desgano,
convencido que allí estaba sobrando. Susan le dedicó un beso de labios rojos y
carnosos dirigiendo los senos de infarto a quien la acompañaría en las
siguientes horas de “dura brega”.
- Saludos a Mary, si es
que puede llegar sin el auxilio de un remolcador…Jijiji…
Accionó el botón del
ascensor detenido en el “cuarenta y dos.” Mientras esperaba, con la vista fija
en la consola, encendió un cigarrillo. Se acercó al ventanal del hall para
seguir disfrutando del paisaje centelleante y cercanamente amenazador.
De pronto un leve
“clic” y un sensación bajo los pies que lo sobresaltó brevemente. Las dos
puertas se descorrieron con un leve murmullo. Una chica de lentes muy finos y
las rodillas juntas como apretando una aspirina entre ellas, miraba el techo
sosteniendo con las dos manos, sobre el ruedo del tallieur, una maleta de
computadora.
La fauna que trabaja
diariamente en el edificio no acostumbra saludarse por cortesía. El saludo a
esas alturas es un entendimiento económico y poca cosa más.
Él, sin embargo, al
tiempo que daba el paso proverbialmente tenso con que se traspone los límites
del mundo sólido habilitando el de los diseños sofisticados, le dedicó una leve
reverencia. La chica continuaba estática observando el entretenido espectáculo
del cierre hermético de las puertas.
Notó que está encendido
el botón “subsuelo cuatro”. (Al menos coincidimos en el aparcamiento). Lo
presiona para continuar el descenso.
- ¡¡El cigarrillo¡¡…
- ¡Oh¡…Disculpe la
impertinencia. Lo apaga frotándolo sobre la suela tras lo cual guarda la
colilla en un bolsillo.
- Ejemh, este…usted
comprende…no puedo hacer otra cosa.
- No tiene importancia.
Yo tiro el chicle en cualquier parte.
Mostró los dientes sin
distraerse. Se trataba de una mujer joven, bien proporcionada, incluido el
sutil componente de arcilla plástica de las secretarias. En determinado momento
dejó la computadora apoyada en una de las paredes de acero y con coqueta
decisión se arregló la blusa frente al espejo. La observó de reojo. “…el espejo
las somete; si no lo complacen quedan perturbadas”.
Sin cambios aparentes
la chica volvió a su posición rígida.
De pronto un golpe seco
y estruendoso, las luces que se apagan y la sensación tétrica del vértigo
opresivo producto de la sorpresa y la ausencia de visión. Ambos caen al suelo y
se golpean contra las paredes de acero. El choque violento de la computadora al
rebotar contra una placa resuena como un balazo rompiendo el espejo en una
punta.
- ¡Ay ¡…Maldita sea,
creo que me sangra la nariz. Recontramaldito sea…con el poco tiempo que tengo…
- Tranquilícese por
favor…ya vendrán en nuestra ayuda. Prende el encendedor y la observa
despanzurrada apretándose la cara.
- Tome mi pañuelo y
límpiese. No deje de apretarse…
- Estoy tranquila. Y
usted apague ese maldito encendedor que consumirá el poco oxígeno que hay aquí
dentro.
- Si claro…tiene razón.
Lo apaga sumergiéndose ambos en una angustiosa oscuridad.
- ¿La ayudo a
levantarse? Tíreme una mano.
- No gracias. De este
modo me encuentro más cómoda para esperar la muerte...
Se oye desde un
parlante una voz asiática : “Las amoables persones que han quidado encierradas
pedimos tronquilodad paciencie. En rato poco- la aterrizor del una alondre –
subsaneareamas inconvenienta. Por favor la llave abrir que llevo oxigeno recámaro.
Es triángulo verde tamaño de rábano real. Repite: Tronquilodad…asustarse no…
- Del tamaño de un
rábano real…
Como respondiendo a un
acuerdo comenzaron a reír a carcajadas en prolongadas convulsiones. No podían
parar de hacerlo tal vez por la tensión del encierro. Se hacían bromas entre
estertores: “Si la cosa tarda podríamos arrancar el rábano real para combatir
el apetito entretiempo” o “En estas circunstancias adquiere preponderante
importancia aquello de que…me importa un rábano”. La respiración agitada los
acerca fraternalmente. “Un rábano real, ¡Qué idiotez¡”
Optan por hacer
silencio. Ella lo rompe.
- Las cosas que tiene
la vida. Pensar que estamos en una situación inmejorable para hacer el amor
soñado por las señoras de buenas costumbres ¿se da cuenta? Tenemos tiempo, nos
desconocemos, yo no tengo prejuicios. Además me encanta todo lo que sea
pecaminoso, subrepticio. Hasta podría desear en estas circunstancias tener un
vástago con padre desconocido.
- Bueno, le seré
franco: No se me había ocurrido. Hoy día una mujer o un hombre, en fin… Tanto
da. Nos hemos mecanizado como un chip. He notado que usted es bonita pero no
abrigo intenciones…
- Justamente de eso se
trata: Romper con la rutina. Mi jefe me palmotea el trasero, me ordena las
notas sobre sus rodillas y cuando nos cruzamos en un pasaje estrecho me viola
prácticamente. Una se acostumbra a ser una sombra. Llego a mi casa y mi marido,
no bien enciendo la luz, cruza un dedo sobre la boca para que no lo distraiga
del juego de la Liga. Una rueda endemoniada de sombras. Eso somos…
- Mi vida es algo
bastante parecido a la suya con la diferencia que tengo el trasero intacto.
¡Qué guarangada¡- pensó y se arrepintió sinceramente. Somos sombras según usted
lo ha definido muy bien, o chips según mi parecer, con estudios aprobados con
mención especial en una sórdida universidad ¿Qué le parece la definición?...
- Prosaica. Mejor
hagamos el amor.
- Bueno, no estaría
mal, pero en estas condiciones…no sé si…
- Yo poseo el sentido
de la aproximación y puedo ver en la oscuridad ¿Sabe algo de eso?
- ¿El sentido de la
aproximación? Suena extraño. Respecto a los sentidos conozco sólo cinco.
- Bueno, es algo largo
y complicado de explicar. Me limitaré a señalarle que a pesar de la oscuridad
yo percibo dónde está y todo lo que hace en este momento. Todo.
- ¿No me diga? Veamos:
¿qué estuve haciendo hace unos instantes?
- Encogió las rodillas.
Se desabrochó la camisa y aflojó la corbata; se bajó el cierre del pantalón y
deslizó la otra mano aviesamente…
- Vamos…es sorprendente.
No puedo negar que estoy excitado.
Recibe contra la cara
el chicotazo de una trusa tormentosa. Luego, el de un corpiño exquisitamente
perfumado con sudor de hembra.
Se abalanza desesperado
y golpea la cabeza contra el metal. Ella le retiene los cabellos y lo besa
desesperadamente.
Se prenden las luces y
el asiático del parlante anuncia el inmediato funcionamiento del ascensor. Pide
disculpas, invita para una cena que pagará la administración del edificio y
previo hacerse el harakiri solicita la infinita benevolencia de los afectados
por el involuntario percance.
Se reinicia el
descenso. Ellos siguen en su fogosa actividad como si el mundo no existiese.
- ¿Te gusta mi “rábano
real” yegua divina?
- He probado la
“calabaza real. No te jactes mi semental insaciable.
A la altura del piso
veinte ella le susurra al oído entre quejidos de placer.
- “Chuchi…Un gordo va a
subir al ascensor ahora…”.
- “Me importa un
carajo”…
Luego de dos pisos el
ascensor detiene su marcha. Se abren las compuertas.
Azorado, un obrero
corpulento de abdomen voluminoso, casco amarillo y valija azul observa la
escena. Socarronamente coloca la valija en medio del riel de las compuertas.
Saca de él un sándwich enorme, luego se sienta apoyando la espalda contra la
pared enfrentada. Abre las piernas en uve disponiéndose a contemplar el
inesperado “show” que se le ofrece a la vista. En tanto las mandíbulas trituran
sin piedad, alguien lo llama desde el celular. Atiende:
- ¿Si? (grunch,grunch)
- (…)
- ¿Ahora?...ni loco.
(grunch, grunch) Estoy en el cine.
Luis Alberto Gontade Orsini- Montevideo- Uruguay
Mientras
calla la luna
Ven
,..... que tus manos ansiosas
anden mi
figura .....
que tus
labios sedientos ,
puedan
calmar su sed......
Mientras
calla la luna...
mientras
el alba espera ....
y la
soledad se colma ......
Y en tu
sonrisa sanan las heridas.....
y ya no
estoy perdida.....
y para ti
es mi pluma ...
Y en esos
instantes ..
cuando la
piel devora ..
cuando la
sed acecha ..
cuando tu
en mi respiras .....
se puede
ver la noche de distintas maneras......
y en tu
boca se halla el sabor de lo eterno....
Y yo te
voy amando con párpados abiertos...
Mientras
calla la luna,
mientras
el alba espera........
María Isabel Campos Quijano.-Santander Colombia
Desde
estas orillas bañadas por el azul espeso del Canal Beagle,
dejo a la
deriva estas líneas sin destino
al amor
que fue y a pesar de que pasa el tiempo no llega a ser olvido.
Lo amé
profundamente rayando la locura.
Comprendí
en sus brazos el concepto del infinito en todas sus dimensiones.
Encontré
en mi interior a la mujer apasionada que pasó las barreras de la razón y de la
realidad. Viví en un mundo paralelo; sólo ahora me doy cuenta.
Es que
juntos convertimos cada encuentro en una cita única y plena.
Promesas…
acuerdos… proyectos en común…
Repentinamente,
un final no anunciado, sin despedidas ni respuestas a las miles de preguntas
sin llegar a pronunciar.
Será por
eso que vagan indómitas como las olas en el mar mis sentimientos traicionados y
creo que faltan inventarse las palabras para describir este dolor de amor
deshabitado.
Permanecen
sus caricias dibujadas en mi cuerpo dolido, y sus besos guardados en mi boca
sin sonrisa, y en mi mente extraviada el mapa exacto de su geografía varonil.
Todos mis
sentidos quedaron inertes.
Fui, tan “suya”… Y no he vuelto a ser “mía”.
Marcela Toro.-Ushuaia- Tierra de Fuego-
Argentina
Legado de amor
Tallado en madera
de olivo,
la unión de Padre
- Hijo,
raíz que trasmite
un encuentro,
un abrazo, un te
quiero.
Padre - Mientras
me doblo, como un junco frágil,
te dejo, hijo
como herencia
mi legado de
amor:
llevar muy
dentro, alegría y paciencia.
Hijo – Confío,
padre, responder a tu enseñanza,
en unión y con fuerza,
poniendo el pecho;
respetar del
pasado, trabajar dignamente,
haciendo
reconocer nuestros derechos.
María del Carmen Latorre- Rosario- Santa Fe- Argentina
Certezas
El miedo es un
camino angosto
Lo he
transitado en otras épocas,
en un intento
de avance detenido,
temiendo caer,
en el vértigo de abismos.
Ahora, es hoy.
Me alejo de
manos que me encierran,
de voces que me
callan, de amores que me paralizan.
El tiempo es el
mejor remedio. Alivia.
Hoy, es ahora,
y liberada de
terrores nocturnos,
salto límites,
cruzo fronteras, voy siguiendo señales,
segura de la
cercanía de un horizonte firme.
María Graciela Galván- Rosario- Argentina
Sabor de olvido
Tranquilo, que nadie va a saber corazón,
de este dolor que nos está partiendo en dos. Sólo sabes que todavía lates en el
pecho de esa mujer que soy yo. Nadie entenderá lo que estamos pasando. Hoy nos
sentimos perdedores, pero hemos perdido una batalla, no la guerra. Siempre
habrá motivos para continuar. Quién puede saber lo qué es perder un gran amor,
el Amor de tu vida, el que alimentaba el alma de ilusiones, de esperanzas. Ese
amor que no sustituirá ningún otro amor; que como era como el oxígeno que
necesitaba para vivir. Tú y yo corazón lo sabemos, quisiéramos gritar al mundo,
al viento, al mar, a quien sea, que tu amor vive más que nunca y no quiere
morir. Para arrancártelo tendrían que arrancarme la vida. ¡Ay dolor! ¿por
qué no desaparecerás? ¿Por qué cuesta tanto olvidarlo? Así como él me olvidó.
Si él fue el motivo y la razón de tu vida, ¿qué harás con esto que te queda?;
sí, él se fue sin explicaciones, sin sentir piedad, si él no sufre como yo,
inútil es que llores corazón mío, inútil es que te ahogues en tus lágrimas.
Recordar es lo que queda, los mejores
momentos, la primera mirada, el primer beso, las primeras caricias; esos
recuerdos nada ni nadie me lo puede robar. Que nadie venga a juzgar lo que
sentí, lo que fue nuestro; de ese amor nadie puede hablar; nadie puede
culparme, del pasado llegó y al pasado volvió. Fue un renacer y un volver a
morir. ¿Por qué? Sabrá Dios. ¿Fue destino, fue casualidad, fue una bendición o
una maldición.? Esa respuesta quizá no la tengas nunca. Hubiera querido
conservar en mis labios el sabor de su último beso. Ese beso que no se dio. Que
ardientemente soñé día tras día. Ese que esperé y anhelé a través del tiempo,
pero solamente me quedó en la boca un sabor a olvido, a rechazo, a desamor.
¡Cuánto anduvimos corazón! en este camino, más desolado que antes. Sí, lo
perdí, antes de tenerlo, lo volví a perder. Antes de que pudiera darme cuenta
ya no estaría conmigo. Cuando lo volví a ver, después de que el pasado lo
regresara, sentí que había estado muerta, que al sólo mirarlo, la sangre había
vuelto a correr por mis venas; tocar sus manos, sentir el temblor de su cuerpo;
ahí estábamos los dos, mirándonos, sin saber aún que sería el principio y el
fin de todo.
No, no voy a llorar...él no me verá llorar
su abandono. El no podrá saber jamás que su adiós fue una puñalada mortal. El
te negó toda posibilidad de esperanza, cerró las puertas de su corazón, te dio
la espalda. Quisieras odiarlo corazón, pero puede mucho más el amor que late,
que sufre, que te desangra, y no sabrá que lo amo, que lo amaré, no lo
sabrá...nunca... Mañana volverá a salir el sol, la lluvia, la luna y las
estrellas, verás corazón, que la vida sigue, aunque tenga que levantarme, no me
quedará otra salida que seguir viviendo, porque así por dentro esté así,
apagada, hundida, desesperada, debo seguir el destino que me toca. Del otro lado
del túnel habrá alguna luz que ilumine esta oscuridad que él dejó ahora.
Perdiste el amor, o el amor te perdió a ti, o ambos nos perdimos. ¿Y qué
más nos queda que continuar? ¿Qué me espera más allá? Ahora no lo
pensaré. Hubiera querido que la vida se detuviera allí, en ese instante que lo
reencontré y se volvió a alejar. Esos instantes que duraron una noche, minutos,
segundos. Quisiera gritar de rabia y de dolor, ¿contra quién podría pelear,
insultar, golpear, para soltar esta impotencia que me carcome el alma? ¿Contra
la vida? ¿Contra Dios? ¿Contra mí misma? ¿Contra el que causó todo este dolor
en vano? Contra nadie puedes corazón. Ünicamente podría dar golpes
en el aire, porque solamente estamos tú y yo para morir o continuar.
El se fue, sí, te lo repetirás mil veces
para convencerte, comenzaré a tejer sus ausencias en la lejanía, pero aún queda
un pequeño consuelo, él fue mío, siempre fue mío y seguirá siendo mío. Esto que
siento, que se me sale del pecho, que es lo más grande, lo más sublime, ni
siquiera él me lo puede quitar...Me voy, vuelvo a mi realidad, pero llevándolo
conmigo. No, no vuelvo vencida, ni perdedora, regreso sola, pero teniéndolo
dentro de mí. Tal vez, fue él quien perdió más...Tengo que tomar el tren, el
último tren, el que me llevará de su lado. No se puede asegurar que nada sea
definitivo. Regreso a mi punto de partida y tú, corazón, aún no
estás marchito, no te niegues a nada. Será un retorno hacia mí misma, volveré
de un mal sueño..."la renuncia es el viaje de regreso del sueño..."* y
tú y yo, corazón, renunciamos, a lo que no pudo ser, ¿por qué? No lo preguntes.
Llevaremos el mismo equipaje que nos trajo, fue un hola y un adiós al
encontrarlo; hoy no habrá despedidas, me llevo nada más que el anhelo de
su beso ausente y en mi boca un amargo sabor de olvido...
M º José Acuña Belaustegui- Curmaná- Venezuela
Aguarda la barca
Aguarda
la barca
varada
en la arena,
no
rema el barquero
ahogado
en su pena.
Es la
tristeza su pasajera,
partió
la niña, su compañera,
sus
remos lloran, en el olvido
aguardan
el canto de la sirena.
Alienta
su espera
el
vuelo de la gaviota,
sueña
su regreso
con el
alma rota.
Sueña
despierto,
que la
mar en calma
le
devuelva a su niña,
y
botar la barca.
Marian Martín Humanes-Villa Luenga- Castilla la Mancha- España
Divagar
Mil cierzos de
amargura
Sucumben en mi
espectro:
Ya no soy más
que eso
En hondonadas
vagas
Ahorcajada el
alma
Se retuerce y
llora…
¡Tristes
desvaríos!
Soledad sin
palabras
Me dejaste
penando
Junto a mí, tu
recuerdo
Desliz en la
penumbra,
Tu mirada es la
nada
No estás, en el
ángulo
Que dejo tu
retrato
Va llegando el
olvido…
Poco a poco, en
telares
De dolor y de
duelo
Voy tejiendo un
recuerdo.
del libro de Amor y soledad
María mercedes Castro- Santiago de Chile- Chile
Sobrevivir madre
No abrir la boca en
festivo
ni bajo el agua
negra
que corre calle
abajo el día que no llueve,
no abrir la
puerta
al vendedor de
vuelos
sin echarle dos
gotas de veneno
a la sonrisa
ensayada por miles de otras bocas;
no abrir
esa lata abombada
que espera
su momento de héroe
contra el hambre
de toda la familia.
Sobrevivir con los
pechos caídos
goteando esperanza
porque no hay otra cosa.
Y cerrar con
candado los ojos y los puños,
encajar una muela
en otra muela con la lengua
sangrando tres
palabras (márchate, hijo mío),
dar un paso pequeño
agarrada a la roca
con las plantas
ardiendo en la arena
y llorar
solamente
cuando no mire
nadie.
Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España
¿Cómo el
pasado se esconde…?
¿Cómo el
pasado se esconde
de futuro
imperfecto en la memoria?
Decir que
pudo ser no basta
no basta
el deseo de saber donde...
¿Que
hubiese hecho?
es otra
historia,
¿Y si...
tal vez, quizás...?
otro
camino...
otra
razón que observar
no
decidida.
Cuando el
imperfecto presente
me invade
de malas
decisiones ya sabidas.
¿Pudiera
ser que si... con otra forma?
¿donde se
acabó mi infinito?
¿donde el
amor estuvo
jugando
al escondite
y perdí
en ese juego
las luces
y las sombras
y la
razón de estar ahora
en otro
envite?
¿Pudiese
ser que en esa adivinanza
me pierda
en saber que no sería
ni
constancia lo que ahora, sin más halo,
no
existiese lo que pienso y lo que escribo?
Pudiera
ser, más no me siento
en la más
mínima palabra...
arrepentido;
Y por
tanto me alío a mi pasado
y
disfruto de un futuro
sin
sentido.
Miguel García Freijanes – Madrid- España
-Enriquece la
vida…
Enriquece la
vida, propulsa el placer de disfrutarla, el sentirse feliz con el solo hecho de
compartirla. Amor que abre sus alas y después de atravesar un mundo posa su
fuerza en el corazón, humilde sencillez que llena el alma y despierta la mente,
retos que surgen para aprender a combatir contra la adversidad. Cada obstáculo
que aparee en nuestro camino es derribado por la comprensión y la verdad que
aúnan su esfuerzo para conseguir allanar el camino y dar luz a esta nueva vida
que surge de la misma vida, aprendiendo de errores pasados y disfrutando de
aquellos recuerdos que nos traen los mejores momentos a nuestra memoria. Un
sueño ha vencido y ha llenado de realidad aquella laguna de sensaciones que
esperaban mezclarse con la razón para comenzar a dejarse sentir, cada rincón de
nuestra mente está renovando su sentido para aprender a disfrutar de todo
aquello que la vida pone a nuestro alcance. La pena se hizo polvo y el viento
del cambio la borró completamente, el camino quedó limpio y las lágrimas caídas
han dado principio a un riachuelo de vida que lleva corriente abajo esa esencia
que brota de nuestras almas regando el campo en el cual iremos sembrando de
realidad cada palmo fertilizándolo con humildad para luego recolectar el
sustento que alimentará el amor para hacerlo cada vez más fuerte convirtiéndose
en pilar sobre el que construir nuestra verdad. La luna de otoño se convirtió
en primavera y abrazó esa estrella que apareció en el firmamento dando luz a la
vida y brillo a la ilusión, corazones que unen sus melodías acompasando sus
ritmos creando una dulce sensación al compartir sus sonidos en una composición
de esperanza y realidad en la que los sueños vuelven a ser protagonistas para
cargar de significado el camino y direccionarlo hacia la consecución de cada
una de las metas marcadas. Mírame a los ojos y dime, "si te ves en ellos,
lo habré conseguido," por fin el amor ha triunfado y la esencia de tu alma
enriquece mi corazón bombeando la savia que alimenta el tuyo para que nuestro
amor pueda hervir en la pasión y nos haga, de nuevo, sentir vivos.
Miguel
Urbano Perálvarez- Córdoba- España
Vestidos
de lluvia
Méceme
con tus brazos entre abrazos
delirantes
de pasión bajo la lluvia.
Lluéveme
de besos por todo mi cuerpo
entrelazado
al tuyo. Caricias mutuas
fustigando
los deseos más secretos.
¡Lluévenos!
Mojada danza de los cielos
-cómplice
de nuestras íntimas lujurias-
porque
nos fundimos con amor y celo
entre los
vaivenes de nuestras locuras.
Nubes que
hacen manto éste bello canto
donde los
amantes afines se yerguen
cubriendo
pudores sin pudor y encanto.
Cerrando
los ojos te siento y espanto
todos los
temores. Llégate hasta aquí
desnudo
de miedos -vestidos de lluvia-
y hazme
solo tuya siendo mío en mí.
Nieves M ª Merino Guerra- Gran Canaria-España
Mariposas en la noche
!!
La noche invita al
silencio,
duerme el mundo ;
tú y yo solos...
la fresca brisa se
asienta,
la blanca luna enamora
y es cómplice de deseos
!!
Descubriendo los
jardines
de un Universo nuevo
que nace de la pasión,
nos damos a la ocasión
y entre aromas de
jazmines,
nos damos besos sin
fines ;
abrazados al amor !!
Hay calor en nuestros
cuerpos
y una tímida caricia
me hace ansiar las
delicias ;
de tu cuerpo femenil !!
Y una cómplice mirada
con sensuales
movimientos,
me envuelven de
madrugada ;
en el mas bello momento
!!
Hay sentimientos de
sobra,
emociones encontradas
Y ambos estamos
desnudos ;
desnudos de madrugada
!!
Comenzamos nuestra
danza,
no permitimos derroche.
Nos amamos en el suelo
;
y nos abraza la noche
!!
Nos tocamos y volamos,
Nadie hace algún
reproche,
Ambos somos mariposas ;
Mariposas en la noche
!!
Por el polen de tu ser,
Por la miel de tus
delicias,
allí lo he dejado todo
,
eres mi amor ;
mi codicia !!
Y estoy muriendo por
ti,
mientras tu vives ;
mi vida !!
Ya has cautivado mi
alma,
ya me tienes
Prisionero,
volverás a liberarme
cuando al coro de te
quieros,
te entregue otra vez mi
amor ;
y me pierda en tu
universo !!
Preso de tus deseos
y las mas bellas
caricias,
que de noche son pasión
y de día ;
poesías !!
Pablo Ramón Cabrera Roa. Paraguay.
Donde
la noche se duerme
En el silencio profundo
donde la noche se duerme
dos almas dos sentimientos
entrelazados en el mar,
dos vidas que se disocian
pero no se han de olvidar,
hay dos huellas que enmarcadas
están en la arena de tanto
y tanto esperar. Y el viento
trae rumores, suspiros
en alta mar, se divisa
brumas que se han de despejar,
y entre secretos y amores,
cantos vienen, cantos van
murmullos traen las olas
rumores de caracolas,
y el silencio se hizo canción.
Pastora Edurgo- Málaga- España
El
gato
De Retahilos
El gato se apresura
se mece sin recelos
desparrama sus energías
sin pudores
presiente mis sonidos
y se escurre
mis dedos se alargan
para acariciar el sol
luego cada cual sigue su
curso
él se acomoda en el almohadón
más suave
la tarde viste
implacable
su elemental tristeza.
Patricia Cuarenta- Rosario- Argentina
…gris y Húmeda
....gris y
húmeda
adjetivan la
tristeza
de esta
ausencia tuya...
que me duele
pronunciarte
...tal vez...
hasta que
vuelvas...
esta lluvia...
me recuerda a
tu ternura
hoy...
descalza
desasosegada...
...y en este
vértice azul...
de no tenerte
se halla mi
desnudez
necesitada...
.............y
aunque lleguen estos días de melancolías
es tan bella
esta suerte de soñarte
...que te
invento en los espejos
....con
la noble libertad correspondida.
Pilar Ferrer- Ushuaia- Tierra de Fuego- Argentina
Eternas palabras
Le
dice que no habla,
que
guarda oscuros silencios…
que
no le susurra palabras de amor.
Él
encuentra las palabras
en
su mente…
mas
al intentar pronunciarlas
se
diluyen en su boca
como
la lluvia en el mar.
Las
palabras son viento…
un
sinsentido cambiante,
sin
tiempo ni espacio…
un
compromiso eterno
en
mundo finito…
que
son necesarias
mas
no valen nada.
Mas
esas palabras,
palabras
de amor…
le
dan sentido a su vida.
No
es el amar…que necesita
sino
el saberse amada.
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
Una
lagrima…
Una
lagrima…
Una
caricia…
Un
beso y un adiós.
Un
secreto que confieso al viento.
Una
brisa que me trae tu fragancia,
Un te
quiero…
Una
risas…
Y un
vamos…
mi
amor.
Romero de Buñol- Valencia- España
¡Oh! Divina pretensión
¡Oh! Divina pretensión
los que ostentan la
invocación.
Es y será un mito
extensivo
a los seres místicos por
su intención.
¡Oh! Amor platónico
de Dioses y musas
proféticos.
El amor inconmensurable
que agita corazones poéticos.
¡Oh! Encantación mística
de Dioses y musas
exóticos.
Ella se apodera de la
lógica
rehúye al inimaginable
ilógico.
¡Oh! Magia misterios,
cual ingenua poderosa.
La perfección llama
cautelosa
a la ingenuidad angelical
temerosa.
Rosemarie Parra- Rivera –Uruguay
Corre
Corre tras el viento,
que el viento lleva mis
esencias,
como hurtadas al tiempo,
mientras me enseñas a amar,
pues de mis clases de amor,
nada ha quedado.-
Todo se lo ha llevado el
atardecer,
cuando la noche se ha puesto,
a desmantelar el arrebol
intenso,
corre, no te detengas,
gana a la brisa,
pues en ella viajo,
en los poemas, en los versos,
en la luz y en tus sueños,
en todas partes me encontrarás,
aun en los suspiros y en los
anhelos,
en las cosas y detalles,
esos que nos gustan,
siempre me hallarás.-
Y abrázame, así como te
abrazo,:
con intensidad,
pues el amor se vive a cada
instante,
tan así como si fuera la última
vez,
aunque lo veamos eterno en cada
palabra,
en cada beso,
en la delicada línea de un
suspiro,
que se
proyecta de alma a alma.-
Víctor Kartsch- Encarnación- Paraguay
MÁS QUE UN VIAJE DE PLACER.
“Después
de todo lo vivido,
esta luz
argentina que me acoge”.
Rafael
Alberti. Una mañana de enero de 1953.
Las
avenidas de Buenos Aires, tienen su particular encanto. Caminar por la 9 de Julio hasta o desde el
Obelisco, de día o de noche, es simplemente un deleite, una necesidad, un deseo
impostergable, como un imperativo del que no se puede abstraer todo el que
llega, por el motivo que sea, a esa enorme latitud del continente. Sus ciento
cuarenta metros, -la avenida más ancha del mundo-, son como brazos
abiertos que reciben al calor y cercanía de sus habitantes. “Quien visita
Buenos Aires, no la olvidará jamás”, dijo Alberti. La ciudad que lo acogió durante 23 años y donde se lo
recuerda, con particular afecto, en cada aniversario de su natalicio y en
múltiples actividades literarias.
Esta
importante arteria de la ciudad, debe su nombre en honor al día de la
declaración de independencia del país, el 9 de julio de 1816.
En medio
de esa amplia avenida conocida también como el kilómetro 0, se encuentra el
Obelisco; construido en 1936 con motivo del cuarto centenario de su
independencia, es considerado un ícono de la ciudad de Buenos Aires, su
estructura visible tiene una longitud de 67 metros. Es el punto desde donde se
miden todas las distancias desde Buenos Aires.
Frente a esa enorme obra arquitectónica,
converge otra de las más emblemáticas avenidas porteñas, Corrientes, “la calle que nunca duerme”
y, la más querida de sus habitantes, con un constante ir y venir de gentes, en
sus ocho kilómetros de extensión. Calle ligada al sentimiento más porteño, el
tango, inmortalizada en la melodía “A media luz y el número 348” entre otros. En
esta arteria, se encuentran la mayoría de los teatros
más importantes y conocidos internacionalmente; el Gran Rex, el Teatro Maipo o el Opera, donde actuó Edith
Piaff. El Nacional, con el debut
de Carlos Gardel en 1933 y, una cantidad indeterminada de salas de revistas y
musicales en permanente estreno.
El Teatro Colón a metros
del Obelisco, sobre una de las
veredas de la avenida 9 de Julio, es otro de los recintos más destacados del
quehacer cultural, considerado
mundialmente como el mejor y más perfecto teatro de ópera, por su
excepcional acústica y belleza.
“El espíritu de Corrientes pervive a través de los años y de las modas, un
lugar imperdible, si queremos conocer los secretos de Buenos Aires”, según comentario del dependiente de un
local.
Otra
avenida de características extraordinarias es la avenida Rivadavia, la cuarta
más larga del mundo, con algo más de 30 kms.; Santa Fe, conocida como la
avenida de la moda, por sus grandes y hermosas vidrieras, Florida, Lavalle y
tantas otras de similares características, en las que los cafés-restaurantes
trasuntan la idiosincrasia trasandina y la importancia que tiene en la vida de
sus habitantes. En ellos se puede tomar una taza de café y permanecer el tiempo
que se desee, en la más absoluta tranquilidad y comodidad.
La
avenida de Mayo es otra de las arterias emblemáticas, de gran importancia
sociocultural. Enfrenta a la Plaza de Mayo y Casa de Gobierno, además de
numerosos edificios estatales: El
Cabildo o el Banco de la Nación. Su nombre se debe a que la Primera Junta de
Gobierno, instaurada precisamente ese mes. En esta avenida, la primera en todo
el cono sur de América, se encuentra también, otro icono de la cultura
nacional, el paradigma del café porteño, el Café Tortoni, el más antiguo en su
género, -1858-, de aires europeos, el Tortoni fue fundado por un inmigrante
francés de apellido Touan, quien lo llamó “Tortoni” en alusión a un conocido
café que un inmigrante italiano había abierto en París y que en el siglo XIX
fue un centro de reunión de la cultura parisina. De este hecho, se exhibe en
una de sus vidrieras, los versos que los poetas Baldomero Fernández Moreno y
César Fernández Moreno – padre e hijo- le dedicaron, en 1925 y 1975, en Buenos aires y Paris
respectivamente, el mismo poema, con un par de versos diferentes. “A pesar de la lluvia yo he salido/ a tomar
un café. Y estoy sentado/ bajo el toldo tirante y empapado/ de este viejo
Tortoni conocido” …
Frecuentado mayormente, desde sus inicios, por
grupos de pintores, escritores, periodistas y músicos, el local es hoy, cada
vez más, una parte indispensable de la historia y cultura porteña. Sus murallas
están repletas de cuadros de personalidades del mundo de la cultura nacional e
internacional. En un espacio, entre un salón y otro, destaca las figuras
–estatuas- tamaño natural de tres
iconos de la cultura argentina que fueron visitas permanentes del lugar:
Alfonsina Storni, Jorge Luis Borges y Carlos Gardel.
En este
café en particular, bohemio y artístico a la vez, conviven el pasado de Buenos
Aires y el presente del resto del planeta. Turistas de todo el mundo deambulan
constantemente por sus pasillos. Es una muestra de arte permanente, con sus
esculturas, dibujos y pinturas en sus 150 años, es un lugar mágico y parte fundamental
del patrimonio cultural porteño. Merece ser visitado, al menos una vez en la
vida.
En San
Juan y Boedo está el Café Tanguero, el Café Esquina Homero Manzi. Donde “el
tango vibra” aunque sea de perogrullo decirlo, por si queda algún escéptico, acá
se despeja toda duda. En las noches hay shows del género en su imponente
escenario. Los aires arrabaleros abundan y la concurrencia y el buen ánimo
también.
Muchos
lugares quedaron al margen de esta
crónica y, también por visitar muchos otros, como la Avenida
Pueyrredón 2471, casa museo de Rafael Alberti, donde vivió junto a su esposa,
María Teresa León, Avenida Boedo “el paseo de las esculturas” o El Museo Casa
de uno de los ídolos argentinos más recordados, el mítico Carlos Gardel y
muchos, muchos más.
Conocer
sus calles, saber su historia, es adentrarse en el alma de un pueblo culto,
cálido y acogedor, inolvidable. Es mucho más que un simple viaje de placer.
Victoria Gonzáles Badani.-Santiago de Chile- Chile
Mi asombro fue al nacer
Mi
asombro fue al nacer, yo no sabía
que se
anda por la senda tropezando,
cayendo y
levantándose hasta cuando
parece
todo llano en nuestra vía.
Las
zarzas, socavones, hasta el guía
parece
que deslumbran y engañando
rasgaron
piel y alma y en llegando
al fin,
mi mente vuelve a estar vacía.
¡Feliz
quien al andar ha ido llenando
de amor
su corazón y todavía
se llena
de perfume al ir pasando!
Lector de
mi soneto, hoy te daría
fragancias
de ilusión que he ido guardando
para
irlas repartiendo noche y día...
Xavier Coderch Vives- Barcelona- España
LISTA DE AUTORES Junio
Autor
|
número
|
titulo
|
Ada Gil
|
43-1
|
Perfume de mujer
|
Ana Romano
|
43-2
|
Carisma
|
Antonio Monzonís Guillén
|
43-3
|
Y no había luna
|
Artesana de versos(Mary Ramos)
|
43-4
|
Soy, y soy poesía
|
Beatriz Ojeda
|
43-5
|
Se me tizna el
alma
|
Carlos Alberto Giménez
|
43-6
|
A veces
|
Carmen Guzmán Cedeño
|
43-7
|
Duquesa de sur
|
Carmen Leyre
|
43-8
|
No pretendo
|
Charo Bustos Cruz
|
43-9
|
Cae la tarde
|
Conchita Hernández santos
|
43-10
|
Quiero marcharme
|
David Valdés Belinchón
|
43-11
|
Bailando con el
viento
|
David Reverte
|
43-12
|
El camino que se
transforma
|
Diana Luz Bravi
|
43-13
|
Agosto
|
Diego Miró Quesada Mejía
|
43-14
|
A Dios
|
Diego Santiago Cazzaniga
|
43-15
|
Irreal
|
Egle Frattoni Romano
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43-16
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Don Rude
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Esther González Sánchez
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43-17
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Sombra de luz
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Ezequiel Feito
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43-18
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El señor chiquito
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F . José Romero
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43-19
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Viaje al cáñamo
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Gabriela Ruiz Gomis
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43-20
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Hoy abro las
puertas
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Gladys Alvarado
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43-21
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Pensándote
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Gloria Rafaela Pompa
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43-22
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Helena con H
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Grissel Canche Albornoz
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43-23
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Desde la roca
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Héctor Berenguer
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43-24
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Nuestros días son la rueca
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Higorca Gómez
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43-25
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No quiero pensar
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Iliana Romero
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43-26
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Lluvia
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Ingel Lazaret
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43-27
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Quiero
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Jorge Alberto Hernández Ramírez
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43-28
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Tócame
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Jorge Amado Serrano
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43-29
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Cuando Llueve
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Jorge D´Agata
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43-30
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El tiempo de Lucho
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José Rodolfo Espasa Muñoz
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43-31
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Amo la pureza
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Justo Aldú
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43-32
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A esta hora te recuerdo
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Lenin Salas
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43-33
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Yo también puedo escribirlos versos…
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Liliana Farah
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43-34
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No te atrevas
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Loret Vaz Tor
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43-35
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Quiero
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Luis Alberto Gontade Orsini
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43-36
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Vivir en las nubes
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María Isabel Campos Quijano
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43-37
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Mientras calla la luna
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Marcela Toro
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43-38
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Mensaje encontrado en una botella
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María del Carmen Latorre
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43-39
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Legado de amor
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María Graciela Galván
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43-40
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Certezas
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M ª José Acuña Beláustegui
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43-43
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Sabor de olvido
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María Martín Humanes
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43-43
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Aguarda la barca
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M ª mercedes Castro
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43-43
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Divagar
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Mayte Sánchez Sempere
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43-44
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Sobrevivir Madre
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Miguel García Freijanes
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43-45
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¿cómo el pasado se esconde?
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Miguel Urbano
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43-46
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Enriquece la vida…
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Nieves M ª Merino Guerra
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43-47
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Vestidos de Lluvia
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Pablo Ramón Cabrera Roa
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43-48
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Mariposas en la noche
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Pastora Edurgo
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43-49
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Donde la noche se duerme
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Patricia Cuarenta
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43-50
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El gato
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Pilar Ferrer
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43-51
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Gris y húmeda
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Rafael Serrano Ruiz
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43-52
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Eternas palabras
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Romero de Buñol
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43-53
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Una lágrima
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Rosemarie Parra
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43-54
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¡Oh! Divina pretensión
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Víctor Kartsch
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43-55
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Corre
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Victoria González Badani
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43-56
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Mas que un viaje de placer
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Xavier Coderch
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43-57
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Mi asombro fue al nacer
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