miércoles, 1 de junio de 2011

Revista Nº 7-ESPACIO DEL POETA






         Revista  N.º 7 -  ESPACIO DEL POETA
                              REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
                                              Junio 2011




 Autora Plástica                                                                               Marga Utiel     








   Ars vera




No somos muchos los que plantamos
nuestra semilla, carnosa, prieta,
en nuestro surco. En la penumbra
de nuestra tierra.

Y sin nosotros
segará el viento nuestra riqueza.




Ezequiel Feito.-Buenos Aires.- Argentina


















 Como



Como los candelabros

Que se apagan

 con la brisa,

Como los abejorros negros

que liban amapolas rojas…



Así es el amor…

Inquietante, permanente

Simbólico y letal.


 Etherline Mikeska.- Neuquén.- Argentina









 CRONICA DE LA NOCHE




El ansia planetaria gotea del espacio:
bip... bip...
bip... bip... bip...

Traquetean hastiadas teletipos sus teclas:
trec... trec...
trec... trec... trec...

Desde Occidente a Oriente,
desde Oriente a Occidente
las rotativas pulsan el ritmo de la noche.

Como para nacer, está doblado el niño
en la honda penumbra del cemento y el vidrio.

La noticia venía, la noticia ha llegado.
Los tambores del hambre
retumban con la honda canción de la penumbra:
pan... pan...
pan... pan... pan...

Al niño lo perfora
una garganta rota en mil dolores.
Se levanta
cortado en un aullido:
pan... pan...
pan... pan... pan...
Se lo lleva al portero
colgado de los dientes,
el portero le informa
al consorcio reunido de emergencia,
el consorcio a la casa de gobierno,
el general
aplica el teléfono a los dientes del niño.


Desde Occidente a Oriente,
desde Oriente a Occidente
el ansia planetaria suspende su goteo,
el ritmo se extravía en un recodo de las estrellas, las teletipos escupen largas tiras
de papel en blanco y las rotativas se escapan por una interminable línea recta; el
general en jefe desespera y reza una plegaria ferviente al técnico en arritmias 
espaciales, el técnico oprime con suficiencia las claves telemétricas y envía la señal al lugar exacto de la arritmia.


El ansia planetaria gotea gotas rojas:
bip... bip...
bip... bip... bip...


El niño esconde
su aullido
en la honda penumbra del cemento y el vidrio,
la noche se ha curado de una arritmia indiscreta
y la melodía del amanecer
queda excomulgada
del rítmico
planeta.
                       


Por Jorge Dágata. Balcarce.- Argentina















 Culata



  

Culata
Degrada

Vagabundos

El golpe
certero.











Ana Romano.-Buenos Aires.- Argentina












Dame tu mano


Dame tu mano, amigo,
aunque me arrastres contigo.
Tu abismo y el mío se abrazarían
ahuyentando la soledad.

No esperes...
ni días, ni horas, ni minutos...
¡¡ Ahora !!,
ahora estamos vivos.
Y también te necesito.

Empújame. Y te empujaré.
Uniremos nuestras pocas fuerzas,
y seremos como montañas
olvidando nuestro infierno,
entregando nuestras almas
en el sufrimiento ajeno.

¡¡ Sí, por favor, dame tu sonrisa,
seca mis lágrimas, aunque sea solo un rictus
que yo secaré las tuyas cuando las mías se vayan !!.

Ríe. Hazme reír...No se cómo.
Me hace falta...
No solo tu compañía,
sino tu tiempo y tu calma.
Ilusiones enlazadas
en un futuro que ahogue
las penas que ahora nos matan.

No escribo como poema....
yo tampoco.
Es el alma
que se desangra por dentro
la que escribe, la que habla.


¿ Qué importan aquí las rimas ?...
Todo es poesía en el alma ,
en las entrañas que gritan,
que adormecen,
que estrangulan,
que te llaman....
y responden a tu esfuerzo,
a la mano que me brindas,
a tu suspiro encallado.

Unido todo a los míos
que se sienten desarmados.

Dame tu mano.
Toma la mía.
Dame tu llanto.
Toma mi risa.
Dame tu abismo,
Toma mi infierno.
Dame esperanza.
Toma mis sueños....







Nieves Mª Merino Guerra. Las Palmas de G.C.- Canarias – España
16 de abril de 2011













                                   Aliento                        
 






Y solo quiero derramar en tu boca
ese aliento, que a veces, no te alcanza
para trepar la cima
como un sherpa,
manos y pies desnudos,
ebria el alma
y alegre cada paso,
cada roca,
cada rincón oscuro y casi helado,
alegre cada herida que aún no sana
pero sabe que "vida"
es también esto.

Y solo quiero
derramar en tu boca
mi aliento de esperanza y de montaña.






Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España



















                   EL  GUARDIÁN  DE  LAS  PALABRAS

  Soy el “guardián de las palabras”
que habita en el “monte Hefestium”,
un remoto y encantado lugar del paraíso
donde mora el alma de los poetas.
Y lo que les va a decir
quien hoy escribe estos versos,
son pensamientos míos
que le transmito en sus sueños.

¿Por qué tenéis tantos prejuicios
en decir a tu entorno que eres poeta?
¿Por qué ocultar en un seudónimo
a las ideas que emanan de tu mente?
Quizás… no seas graduado en una academia;
pero eso nada impide
que seas artesano de las letras.
Porque poeta se nace,
y se forja entre  el yunque de la lectura
y el martinete de los sueños.
   Ser poeta, es agregar pizcas de locura
al hábito de la prudencia.
   Ser poeta es no amedrentarse,
si por lo bajo te dicen:
que a tus palabras  debes cuidar
pues… ¿Quién a tus versos ha de callar
cuando emprendieron vuelo
con alas de libertad?
   Ellos…
solo creen en la verdad de la fuerza,
y necesitan que los hombres
se arrodillen a sus pies;
en cambio a ustedes los poetas,
es la fuerza de la verdad
la que los va a guiar.
Y aunque te desafíen:
¡No te disponga a las armas tomar!
Pues…
es la palabra y no la violencia
lo que al mundo cambiará.

¡Soy el “Guardián de las palabras”!
y a través de este hermano poeta,
con ustedes muy pronto
me volveré a manifestar.





SERGIO BRAVI. - Cruz Alta.- Córdoba.- Argentina












Llegaste




Me asomé al sonido

del pulsar...
Desde lo alto
vi el rostro pretendido


Bajé los peldaños

de mi mundo
atropellando miedos.


Corrí por los pasillos.

Abrí puertas.
La mente en blanco
Sólo miré sus ojos...


Fragmentación

Sí...no fue solamente el despegue
del pasado
lo que quedó en el surco
fue un todo fragmentado.


Las imágenes tardías

Mutilaron mi alma
al pretender hallarlas
sobre el vacío
del pequeño espacio.


¿Estaba en mis palabras

recoger
besos demorados
y voces cantarinas
que hacía tanto tiempo
se marcharon?.



No fui yo...
sino un vuelco
inexplicable.
Quebraderal de espantos
Noches fantasmales


Férreas manos

abofeteando:
el mudo transcurrir;
agresivos gestos;
rencores imprecisos.


Eternas voces

implacables
exponiendo verdades.
Ofrendas de sangre.


Tanto dolor…
En un corazón
¡ No cabe!





Lucía Giaquinto-Victoria-Entre Ríos- Argentina


















  

Compás de espera  

Mis sentimientos cautivos, en el foso del olvido, en espera del indulto que me dé la libertad. Pero el olvido no llega, para perdonar mi pena de no poderte olvidar.

Olvido de olvidar tu olvido; esa es la peor condena, amarrada con cadenas de eslabones de dulzura, caricias, besos, ternura, soldados a fuego vivo en un horno de pasiones, que el tiempo ni la distancia podrán desencadenar.

Los senderos del camino con penumbras y con sombras; infinitos, tortuosos, arrastrando las cadenas engarzadas en mi alma, cargadas con tu recuerdo, y mendrugos de esperanza, que se van endureciendo en mi largo caminar.

La tenue luz del recodo ilumina mi tristeza, que sonríe si a lo lejos imagina tu silueta; con apuesta gallardía, paso firme, energía, voz de calidez extrema, y una mirada tan limpia, que al fundirse con la mía, como en aguas cristalinas, me devuelva aquella imagen que tú conociste un día.

Bendito día del encuentro, de ilusiones compartidas, promesas de eternidad, de ser mi luz y mi guía, mi camino, mi esperanza, mi ilusión y mi alegría; que languidece sin rumbo, sin metas y sin salida, en un limbo sin final, esperando mi partida

Marga Utiel-Badajoz- España









Marco


Todas las tardes triste y cabizbajo, caminaba hacia la parte baja de la ciudad, donde vivía con su madre; una mujer larguirucha, joven aún, pero envejecida prematuramente acusando en su rostro las huellas que fueron dejando los sufrimientos y maltratos a los que era sometida por su borracho conviviente. 
Dos chiquillos desarrapados de seis y ocho años respectivamente completaban el núcleo familiar.  Cuando  abrió la desvencijada puerta, vio con rabia como su madre hecha un ovillo en el suelo trataba de protegerse de los golpes que el borracho le propinaba.  Trató de defenderla pero recibió un feroz puñetazo que lo lanzó lejos, yendo a caer de bruces sobre la húmeda tierra.
 Lentamente encaminó sus pasos hacia la casa vecina donde vivía su amigo Pablo, el pequeño lustrabotas.  Le contó su infortunio y después de algún rato extrajo de entre sus ropas  su tesoro; que les alejaba del mundo del hambre, penas y desesperanzas.
Empezó a inhalarlo lentamente, disfrutando plenamente cada vez que la bolsa se adhería a la comisura de sus labios, sus pupilas se dilataban y poco a poco sus ojos fueron adquiriendo un brillo muy especial, su respiración se hacía agitada y sus labios comenzaron a esbozar una tenue sonrisa, hundiéndose en un Remi-inconscienteletargo . 
Sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas.  En un estado de completa excitación se subió a un árbol cercano a la mediagua y encaramándose como un felino, subió a la parte más alta queriendo tocar el cielo y la luna, que en ese momento comenzaba a mostrar su tenue rostro entre la bruma de la noche.  Sintió que un cosquilleo le recorría todo el cuerpo, tenía unas ganas locas de tirarse del árbol, era dueño del mundo, podía volar, volar y volar, hasta alcanzar el cielo.  Pasó la bolsa a Pablo y juntos emprendieron el vuelo por su mágico mundo de sueños y fantasías que les alejaba de su penosa realidad.  Trataron de cruzar el puente para alcanzar la otra orilla del caudaloso río.  Sus piernas le flaquearon debido al estado en que se encontraba y por mas que trató de evitarlo inevitablemente...cayó al vacío.
Cuando despertó en la sala de urgencias no se acordaba de nada, pensó que le habían pegado, pero cuando sintió la voz de la tía Pachi , se dio cuenta que nuevamente había faltado a su promesa .  Pero, a pesar de todo lo único que le importaba es que aún estuviera allí..., junto a el, lo único que le quedaba.




Juana Castillo.-Chile













                                   La biblioteca


Marita empezó a concurrir a la Biblioteca Nacional porque le quedaba cerca. Día tras día buscó, miró, rebuscó, encontró cosas complicadas, tediosas, bellas. Encontró letras dibujadas, letras formateadas, antiguas letras manuscritas con pinceles, imágenes, un arco iris de vida se abrió a partir de ese día.

Lo que más le gustaba revisar era una piecita oscura atrás, a la que se podía entrar solicitando la llave a una de las señoras ceñudas que estaban a cargo del lugar. En realidad, y lo había comprobado en sus visitas celosas y muy celadas por las señoras ceñudas que esquivaban con sus caderas anchas el mostrador, ese lugar guardaba libros de los que no se hablaba.  Parecía que nadie estaba interesado en esos libros raros.

Marita escudriñaba uno por uno los libros, eran libros chicos o grandes, estirados o apaisados, las imágenes orientales la fascinaban, los títulos eran nombres propios en otras lenguas, lenguas dormidas, dormidas pero iluminadas.  Dioses y diosas con seis u ocho brazos ofrecían oro, vestidos, dulces y todo lo que se puede ofrecer con seis u ocho brazos.

Y Marita leía, investigaba, se llenaba los ojos de aventuras exóticas.
La alarma se escuchó vibrante y resonante, algo  estallaba en la calle semejante a fuertes cascabeles y tambores. Eran raros los ruidos y las señoras salieron corriendo por las escaleras de servicio, con presto pánico para escapar de alguna invasión terrestre, o no.

Y entonces Marita los vio. Eran ellos, los libros le hablaban, los dioses y diosas bailaban al son de cítaras, crótalos, tambouras. ¡¡Are Krishna, Are!!
Marita se colgó de la ventana que miraba el sur, cantó fuerte ¡por fin! Todo lo que sabía de memoria, lo que guardaba y esperaba muy quedo, salía a la luz. Cantó alto y tiró besos, cantó, besó y ellos la vieron. Hizo señas y subieron, eran más de veinte los vestidos de naranja de amor, con trenzas y cintas de otros colores. Bailaron sin parar, arriba de los escritorios de lectura, arriba de las mesas de computación, cantaron en las escaleritas bamboleantes que conducían a los estantes  más altos. Los tres o cuatro lectores de los diarios matutinos se entusiasmaron tanto con el festín de color, que saltaron de las sillas para tirar  una lluvia de papelitos que fabricaron abollando  las boletas,  fichas y solicitudes.

Las dos señoras celosas y ceñudas subieron despacio…esta vez por la escalera principal, tras ellas la policía y las fuerzas del orden.
Marita, los Are Krishna y los tres lectores recién recuperados de aliento y felices de haber sido actores de la mañana multicolor saltaron todos por la ventana del sur.






                                                 Diana Luz Bravi   Rosario.   Argentina













Yo fui tu amante
Eras el sol que alumbraba mis mañanas
pensaba que tus palabras no eran vanas
De mis manos tenías lo que pedías
 Tan sólo te dí lo que querías.
 Te ofrecí lo que sentías;
 me alegro por ti pues no fingías
Pero amor, lo que se dice amor,  no dabas.
ni un sentimiento, ni una palabra. Querías, gozabas.
Creías que me poseías
 cuando tan solo te   satisfacías
 en un sinfín de noches frías
De ti me fui como llegué
No te puedes enojar; nada me diste…
 que no quisieras. Nada  te pude ofrecer, pues no pediste;
 tomaste, arrollaste y tu pasión  consumiste
 disfrazada de amor ¡Cosa más triste!
Así que estamos en paz, nada te debo
Lo dado por lo servido
Y con un abrazo y un beso
sin pensar en lo perdido
con cariño me despido.
Mas al verte tan mujer me digo: ¡Viva el salero!
Pero para otro, porque eso, sólo eso, yo no lo quiero
 Busco frases de amor ¿Qué encuentro?
 Busco hechos de amor ¿Deseos?¿Pasiones?
¡No!, Sentimientos  y emociones.
 Eso que no puedes dar, que dices te hace vivir,
caminar  y luchar, quemó tu vida
  y por eso.
Yo fui tu amante.
 Tu mi querida




Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
                                     














    Soledad de soledades





           Hoy vengo a hablarte, amigo, como a mí misma.
            Como me hablo cuando estoy a solas,
            cuando alejada de los tristes días
            que me contemplan desde el ojo humano
            acerco el ascua tenebrosa y sola
            al principio del ser, a las raíces
            donde alborea, matinal y oscura
            la caricia primera de la tierra.
           
           
            A hablarte vengo, amigo, como a mí misma,
            en esta noche mineral y lúcida
            mientras la luna, desde arriba, arroja
            sobre los mundos una luz calcárea
            y en el bisel del horizonte hiere
            su duro, lento y solitario hueso.
           
           
            Hoy vengo a hablarte, porque tú, conmigo
            naciste y sin cesar crecimos
            cuando en la rosa del albor primero
            con vesperal y fabuloso ojo
            detrás de los helechos acechaba
            el paso de los corzos y la sangre,
            empapando la tierra, me llamaba
            hacia los bosques, como el fuego ardiente
            de una lejana y cegadora estrella.
           
           
            En esta noche en que mi historia acaba,
            en que los siglos sordamente suenan
            bajo las plantas de mis pies desnudos,
            bajo la tierra donde crecen árboles
            y las palomas y las flores vuelan
            junto a la hermosa garra de las águilas...
           
           
            A ti, acudo, amigo y amiga, en esta hora
            porque el destierro de tu voz me llama
            y en el hondón de mis entrañas siento
            removerse otra alma generosa.
            Tú solo, amigo y amiga, gimiendo
            la soledad tremenda del que a nadie
            puede decir su soledad.
           
           
            El mundo,
            las lejanas estrellas que podían
            escuchar tu dolor o presentirlo,
            estaban lejos, porque Dios quería
            tu sola soledad, tu dolor solo
            como un terrible cántico a su gloria.
           
           
            Quieta y muda, la tierra, duramente
            diques ponía a la invasora forma
            que imitaba la vida de los pétalos
            o la erizada furia de la selva.
            -Nunca nos conocimos. No sabíamos.
            Distintas nuestras sangres se ignoraban:
            la tuya roja, transparente y única;
            la mía roja, sordamente múltiple...
           
           
            En esta noche, amigo y amiga, en esta noche
            cuando la luna desde arriba arroja
            sobre los mundos una luz calcárea
            y en el bisel del horizonte hiere
            su duro, lento y solitario hueso,
            yo te pregunto lo que están buscando
            ese fragor dulcísimo de manos,
            esas inmensas lágrimas que chocan,
            el eco interminable de las aguas
            que como cuerpos sobre ti se aman.
           
           
            Dime qué buscas, amigo, qué es lo que busco
            cuando temblando de la soledad huyes,
            cuando temblando del amor me alzo,
            cuando la mano en mis entrañas hundo
            y golpeo sobre ellas como un látigo
            cuando royendo la caverna oscura
            te rompes con horror contra un peñasco
            o ya en la calma de una tarde triste...
           
           
            En esta noche, amigo, en esta noche
            en que mi soledad se vuelve sombra triste y
            desterrada, a tu amistad con ansiedad me aferro
            mientras los viejos musgos y los líquenes
            prenden grises hogueras a tu orilla
            yo pregunto el destino de los muertos
            que antes que yo nacieron y gimieron
            para darme a la luz, de los que en siglos
            y siglos, se tendieron como gérmenes
            para que el fuego vivo de mi cuerpo
            alma les diera cuando los recuerde.
           
            Yo pregunto el destino de su sangre
            corriendo como un río sin orillas
            al inquietante reino donde todo
            (la carne con la carne, el cuero húmedo,
            la tierra junto al tacto deshaciéndose)
            forman breves coronas desoladas,
            transparentes cenizas que se rinden.






Charo Bustos Cruz- Sevilla- España












                           







 Autores


  

Ezequiel Feito.-Buenos Aires.- Argentina
 Etherline Mikeska.- Neuquén.- Argentina
Por Jorge Dágata. Balcarce.- Argentina
Ana Romano.-Buenos Aires.- Argentina
Nieves Mª Merino Guerra. Las Palmas de G.C.- Canarias – España
Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España
Sergio Bravi. - Cruz Alta.- Córdoba.- Argentina
Lucía Giaquinto-Victoria-Entre Ríos- Argentina
Marga Utiel.-Badajoz.- España
Juana Castillo.-Chile
Diana Luz Bravi .- Rosario. -  Argentina
Rafael Serrano Ruiz.- Madrid.- España
Charo Bustos Cruz.- Sevilla.- España














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