Revista N.º 4 - ESPACIO
DEL POETA
REVISTA
LITERARIA DE HABLA HISPANA
Marzo 2011
Autora Nora Corradetti
NOSOTROS LOS TAL VEZ
Somos los que nadie ve, el entrevero del mundo.
Quizás la sonrisa perdida de los siglos
o el naufragar de tanto sentir, entre silencios.
Somos el canto inconsciente de los pueblos,
lo común vuelto al espejo
tras demorar en los campos de la vida.
Somos éstos porque somos seres,
somos esto porque somos hombres y mujeres,
somos esto porque bebimos
el dulce pecho de la madre tierra.
Somos la naturaleza de la sombra que brota,
la curva que no se pierde.
Quizás nada nos baste porque veamos
con nuestros propios ojos
o transcurramos las horas juntando piedras.
Somos una palabra, una voz hecha camino,
nosotros, los idealistas, los poetas.
Charo
Bustos Cruz© -Sevilla-España
Violeta de Calama
La magia de ninguna pluma logrará retratar la grandeza de tu
alma ... Defensora de la vida, profeta de la esperanza. Con tus laboriosas
manos has horadado el árido desierto buscando incesantemente la anónima tumba
que contiene los despojos que dejaron, de los cuarenta y dos que yacen
mutilados por el ruido de los sables y el fragor de la metralla… En el silencio
de la fría noche, en el vado de Topater, quizás en el desierto o tal vez en la
montaña. Guardiana incesante de los que fueron relegados a tierras sin esperanza
perdidas en las lejanías del
desierto... Cruzaste las alambradas en Conchi, rompiste el silencio de los sin
voz en la oficina Chacabuco. Llevando el aliento de tus palabras, la ternura de
tus ojos, la calidez de tu mirada. Heroína anónima. Vencedora de silenciosas
batallas. Marchas por las avenidas con tu voz alzada al viento, enarbolando la
bandera de la libertad. Se escucha el eco de tu voz llamando a los que
partieron al alba. Añorando los ausentes , ausentes en la vida pero no en la
memoria... Siempre mantienes la puerta de tu casa abierta.. Porque esperas
escuchar los pasos del que vuelve a tu regazo, a la calidez de tu morada.
Amiga...Amada… Amiga, en estas humildes palabras no encontrare las precisas
para poder decirte lo que en silencio entregaste. Cuando la patria sufría por
el yugo de la opresión. Hoy...cuando vientos de libertad adornan de volantines
los aires de Septiembre. Continúas alzando tu voz...buscando en el desierto.
Siembras para que no haya olvido… Pero no estas sola en tu siembra. Porque se
muere cuando el polvo del olvido borra sus huellas. Pero ellos permanecerán por
siempre en nuestros corazones. Donde nunca se alojará el duelo ni el olvido
Juana Elsa Castillo Meneses- Chile
TU
Como la brasa que toca
el blanco azul de tus dientes
en una punzada ardiente
de la llama de tu boca…
Como una canción que lleva
trémolos de carne herida
y en un suspiro prendida
de las entrañas se eleva…
Como una senda querida
que se vuelve a caminar
tu eres para mí, cantar
llama sendero y herida
Maricruz
Serrano- Madrid -España
DESPUÉS
Era
de noche cuando el alemán volvió jubiloso, se dirigió al cuarto de la casa
maltrecha, en la que debieron aceptarlo, bebió una copa fuerte complaciéndose
por el triunfo del día.
Era
de noche, esa misma noche cuando Martina y su hijo Javier regresaban aturdidos
desde el refugio en el que habían salvado sus vidas. Eran los mismos, acaso
otros, antes y después del ataque civil que ocurrió el 26 de abril de 1937
cuando Guernica ardió tras los bombardeos y los vuelos rasantes que habían
acontecido esa tarde en la villa, cuando el aire limpio se volvió oscuro,
irrespirable, con hedor a muerte . Madre e hijo volvían acongojados, con las
gargantas resecas y los labios apretados.
Dentro
de la casa, casi destruida, se encontraron con el alemán, olía a quemado, no
tenía fuego. Estaba de espalda tratando de recomponer la guerrera, los miró de
soslayo sin pronunciar palabra.
El niño le devolvió la mirada, temeroso, con un cierto rencor que crecía
en sus venas, sin saber porqué. Porqué la guerra, porqué la muerte. En su
quimérica imaginación se vio correteando por las plazas soleadas, quizá sentado
en la playa con los pies bajo el agua.
Afuera,
en las calles negras de humo, se oían gemidos y gritos de los heridos. Pronto se sosegaron, apenas llegaban
susurros, luego, un silencio pavoroso se apoderó de la villa.
Martina
encendió unos trozos de leña para preparar algo de comida. Crujían los leños de
madera, chillaban los techos de las casas al rodar por el piso.
Antes,
habían escuchado el crujido de las buenas semillas y de los deliciosos bocados de
pan tostado. Javier, tan mocito, tan inexperto, tan adulto, miró a lo alto por
la grieta abierta del techo. Pensó que la luna plateada iluminaría otras
ventanas. Soñó con lluvia pura, cristalina que bajaba a torrentes desde la
sierra y purificaba, como en bautismo a cada hombre indolente, a cada hombre
ciego, a su madre, al alemán.
El
alemán ingresó a la cocina, miró al chico, le tocó el hombro, hizo un guiño
triunfal y salió a la calle. Martina temblorosa, buscaba utensilios entre
escombros; Javier tenía los ojos clavados en la noche insondable.
Bajó
la vista buscando la mirada transparente de su madre, discurrió que volverían
otras primaveras vibrantes en otros abriles, con arboledas prósperas de verdes
generosos,
con
campanarios iluminados lanzando al aire su alegría, con almendras crocantes,
con gente digna, con gente libre andando por las calles de Guernica.
Y
él no se lo quería perder.
Irma Sambuelli Serrano-Rosario-Santa Fe- Argentina
N.º VI
Sólo una vez florecemos
en lluvia por la vida.
¿O lluviamos /
por la vida en flor.?
(¿Será por eso / que amo tanto
este lila acostado
sobre los pañales del día.?)
(De "Latido de horizontes".- 2008)
Belkys Larcher de Tejeda-
Coronda-Santa Fe- Argentina
Querido amor:
Hoy te escribo desde este
rincón de los Andes, donde dicen que los ángeles dejan oír a los gentiles el
canto de los pájaros.
En la última carta te hablé del viernes, ese viernes en el bar. Y
después de eso yo pensé y pensé: si me quedo y convoco, si me pierdo y escondo…
decido un tiempo nuevo para
nosotros.
Nuestro tiempo nuevo tiene ojos grandes y bien abiertos, tiene música
liviana y colores profundos. Tenemos que encontrarlo, de alguna manera tenemos
que hacerlo, cuesta pensar dónde está, pero es fácil saber cómo es.
Nuestro tiempo nuevo está en un
rincón de la caracola que brilla como crisol de ámbar en la biblioteca, es
claro como el alba en Bahía ¿te acuerdas nuestras madrugadas de sol de
octubre?, es blanco como sus páginas de sal y es nácar su luna escondida
bajo un miriñaque de puntillas.
Este tiempo me trae tus letras despeinadas del amanecer, entre
enredos de brujas y piratas. Golpetea el candomblé de los morros verde oscuro y
se sacude de invitados sin tarjetas. Las dunas lo tiñen de azafranes, cortejan
mis deseos más secretos en cuevas mojadas desde hace tanto.
Este tiempo es norte, es piedra y
es cuenco, su suelo tiene la huella de tu mirada mansa, esos ecos que
acarician. Tiene la lluvia de tu
voz, que me hace resbalar con
delicia cada paso.
Es el tiempo de vestirme
para ti, vestirme de ocres
con tules y linos y túnicas claras, con el pelo suelto y los pies reposados de ungüentos de pino.
En el tiempo nuestro, me despliego
y juego, llego a ciudades de cristal y espejos precisos, me lleva tu voz, esa
voz mía de tibia arena. Tengo tu música que me detiene en el nido, de amor suspendida. Tu música aleja las abandonantes tardecitas rosas y me
hamaca el cenit. Es tu bossa encantadora, es cuna de espuma y te trae como caballero andante empecinado en un
molino de viento manchego.
A este tiempo nuevo no voy a
pedirle que piense y razone, es un tiempo entregado a sueños de
alcanzar, pero es ráfaga huida de
sueños vacilantes. Soy sangre de tu sangre, antagonista de antagonistas, soy
tu amante ying del firmamento,
recibidora, donante, yo quiero celebrarlo, quiero verlo blanca corola en el
regazo de Afrodita.
No olvido Rosario y el río. Allí
nos veremos. Y ya lo veo correr por atrás de los cristales, por detrás de los
espejos, por detrás de mi blusa y de mi ombligo.
¿Qué dices? ¿Avanzaremos
precisos el día programado? ¿Estrenaremos el brindis de las fiestas?
Hechizo, cielo de mi paladar, te amo y te espero.
Diana Bravi- Rosario-Santa Fe- Argentina
Yo La Que
Yo la que
pintaba flores
en mi cuerpo.
Yo la que
ponía hombres
para que olieran
las flores
Yo la que
moría porque
los hombres
cortaban las
flores
Dualidad
Tomo
tu mano,
siento
la suya.
Tu
mano es su mano
Huelo
tu pelo,
siento
su aroma
Tu pelo es
su pelo
Miro
tus ojos,
veo
los suyos
Tus
ojos, sus ojos
Beso
tu boca,
siento
sus labios
Tu boca es su boca
Tu me acaricias
siento
tu tacto
Tu
piel es su piel.
Te
estrecho en mis brazos
De
besos te lleno
En ti
el tiempo ha pasado.
En
mi tú querido
la
vida te ha convertido
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
El Tiempo
La misma calma,
la misma señal
Debajo de las piedras.
La misma mano
Indicando el sur
Con sus bardas rojizas.
Los mismos dedos
de ayer buscando
el hueco donde
se esconden las plegarias
De nuestros
antepasados.
Etherline Mikeska-
Neuquén- Patagonia- Argentina
Océano interior
A espaldas de mí
me
olvido…
Océano
soy
profundidad
invisible
pulpa
acuosa
No
sé qué tierras beso
en
lejanas orillas a mi centro
pequeñas
barcas surcan
el
nácar de las olas
inagotablemente
nuevas
erizan
de mensajes
rutas
inciertas
hunden
sus anclas
ajenas
a mi suelo
donde
caracolas danzan
el
abrazo a un árbol
que
nunca han visto
sino
en sueños
En
el opaco y milenario cuerpo
peces
de antenas fosforescentes
iluminan
rastros olvidados
Laura
Colagreco- La Plata- Argentina
MI PADRE
Mi padre caminó los surcos semilla a semilla
cegó el trigo de la cosecha y
amó la tierra
hundió las manos como raíces
en suelo entrerriano.
Supo arar la tierra con una
yunta de bueyes
cuando el siglo veinte tenía
casi su misma juventud.
Supo amar el cielo en los
campos de lino
repitiendo los azules de
mares de nostalgias,
los que contaron mis abuelos
del otro lado del mar,
los que dejaron sueños
escondidos en las montañas
para aferrarse al futuro
prometido en verde y sol.
Mi padre se enamoraba
mucho, sabía contar.
Y soñó, mi padre soñaba
mucho, le gustaba el azar,
como todo soñador, él buscaba
la magia,
y en las noches de verano me
enseñó
que las estrellas son
cincuenta, y la cruz del sur una guía.
Mi padre palpitó la semilla
en sus manos curtidas de soles
marcó las horas naturales,
del reloj natural,
en el reloj de la sombra, que
marca con exactitud
como maduran las espigas al
viento y amaneceres.
De él heredé pensamientos de
nostalgia.
Nostalgia de otros veranos
que no conocían ausencias,
otros veranos cuando en la
extensión del campo
estaba la voz de mi madre
endulzando los callos .
Mi madre, remendando de amor
lo poco,
que después fue tanto que
hasta hoy perdura.
Recuerdo la tierra abierta
surco a surco
abierta, en la carne viva de
mi padre,
sembrando semilla a semilla
el aprendizaje
que le obligó la vida
¡Si te caes te levantas!
Él, saludaba la aurora con el
arado
en la sencillez del respeto a
los designios.
Así lo recuerdo, todavía hoy
lo veo,
mi padre…
los días de lluvia jugando a
los naipes,
cantando un tango o silbando
un valsecito.
Había que mirarlo profundo
para encontrar la ternura
pero hoy, que se fue, después
de estrenar este siglo
siento que me la regaló a
raudales, si
a raudales me enseñó su
escondida ternura.
Nelda
Lugrin - Concordia.-
Entre Ríos.-
Argentina
No eres el
que piensa
Tristes pasos, caminas, lloras. Vuelves a ver todo desde aquella
perspectiva, por momentos puedes alejarte y el mundo se vuelve otro, por
momentos quedas pegado y la llama de esa vela te consume, te das cuenta que es
la vela la que se consume pero sigues insistiendo sobre la llama, ese color tan
intenso que te encandila y que te hace brillar, como si el deseo de no
extinguirse por nunca jamás te mantuviese suspendido en ese recuerdo patente.
Luego sigues caminando y ya no lloras porque no quieres mirar hacia atrás, no
sabes qué ha pasado con la vela ni con la llama ni con los restos de cera sobre
el platito de bordes dorados y el águila que simboliza aquel Banco donde
trabajaba tu padre. Lo único que sabes es que ya no quieres estar triste,
entonces olvidas, miras hacia adelante, ves un túnel y en el fondo otra llama.
Vas hacia la luz, piensas que tal vez sea una ilusión o simplemente un reflejo
de lo que ha quedado a tus espaldas, pero no te detienes porque sabes que es lo
único que tienes ahora. No hay otra salida, sólo el túnel y la luz o volver a
las sombras errantes del objeto perdido. Eso no lo quieres aunque te mueres de dolor,
aunque venderías tu alma al diablo por mirar nuevamente hacia atrás.
Sin entender cómo o porqué has dejado de pensar, no hay ruidos en tu
cabeza, no hay interferencias contradictorias: que vuelvas o que sigas. Nada de
eso. Sólo silencio. Por momentos es aturdidor pero el alivio es extremo.
Necesitas descansar, estás extenuado, te transpiran las manos y sientes que
este es el final. Mientras tanto tu intuición te dice que puedes al mismo
tiempo estar soñando y te parece que la mejor forma de llevar adelante la
operación "salida" sería enfocándote en algo que te hiciera sentir
bien, un recuerdo, uno solo que tu memoria atesore como feliz, como maravilloso
y salvador. Pero no puedes hacerlo porque no puedes pensar, aunque sabes que
comprendes que no puedes pensar, entonces verdaderamente te asombras porque no
entiendes quién es quien se da cuenta de que no puede pensar.
A esta altura tu
ego se encuentra perdido en algún cumulus limbus que tal vez en otro momento
hayas estado pidiéndole al Universo que alguien se lo lleve, que el Universo te
saque el peso de pensar, de decidir, de actuar conforme a la racionalidad o a
la coherencia o al sentido común. Entonces no entiendes nada, crees que la
pesadilla está llegando a su fin porque el no ruido te aturde y un
piiiiiiiipppp comienza a desatar en tu cerebro una onda de sonidos extraños,
nunca antes escuchaste estos sonidos pero sabes que son los sonidos más
hermosos que podrías haber oído jamás en tu vida, lo sabes por intuición porque
nunca los has escuchado antes, al menos no conscientemente. El sonido podría
parecerse, tal vez, muy vagamente, al latido acelerado y confuso del
corazoncito de un recién nacido. En ese instante, que tal vez haya durado un
latido o toda la vida, comprendiste que la batalla había terminado. Las voces
de tu mente lentamente desaparecieron.
Tuviste la firme convicción de que estabas soñando porque otra cosa no
podía suceder si tu mente y tu ego habían muerto; sin embargo, te preguntaste:
si todo lo que soy ha muerto en este extraño suceso desgarrado del tiempo, pero
mi yo no ha muerto porque de eso estoy completamente seguro, entonces yo:
¿quién soy?
Caminaste con paso firme hacia la llama de esa otra vela que ahora se
alargaba y chispeaba más que nunca. Hacia el final del túnel la oscuridad se
hizo cada vez más impenetrable, pero la luz de la llama siguió irguiéndose
intemporalmente.
Eva Wendel- Rosario-Santa Fe- Argentina
DESOLACIÓN
agosto 2010
Dedicado a Manuel Quispe y en su nombre a todas las
víctimas inocentes de confrontaciones bélicas.
Por las
gradas baja inerte
con toda su herida a cuestas,
miraba el atardecer
y encontró su carne abierta,
buscaba el calor otoñal
cien truenos lo desorientan
cerros y tejados
se tiñen de polvo y humo,
jirones de enredaderas
sellaron allí su destino.
Se acerca la camanchaca
se abre paso entre el gentío,
dejando rastros amorfos
hiriendo en surcos la tierra
horadada de misterios.
A lo lejos una quena
deja escuchar sus lamentos,
en el aire frío y seco
los buitres revolotean.
Donde han quedado las luces
desencontrados luceros,
no habrán más atardeceres
de otoño tibio en las calles.
Victoria Gonzáles B.-Santiago -Chile
.
Suspiros
de Luna
04-02-2011
SUSPIROS DE LUNA...
EMBRIAGARNOS DE AMOR...
DE PAZ.
DE TERNURA.
SUSPIROS DE LUNA
QUE ENVUELVE LA MUSA,
DEVUELVE SU ALIENTO,
LA NOCHE PERFUMA.
SUSPIROS...
SUSPIROS DE LUNA
QUE SUEÑAN Y ENSUEÑAN
AL ALMA POR DENTRO.
QUE TODO LO ACUNA.
LO TIEMPLA.
PLATEADA Y FECUNDA
EN PLUMAS Y VERSOS,
SUSURROS DE ALCOBA
SONATA DE BESOS...
NIEVES
M.ª MERINO GUERRA-Las Palmas-Canarias-España
Sueños rotos
A Caperucita, se la comió el
lobo
A Hansel y Gretel, la bruja
A mí me comió un dragón
¿Qué bestia monstruosa se devoró tu niñez?
¿Quién te fue mordiendo de a pedacitos?
Comiéndote primero la ingenuidad
porque era mucha
y te sobraba
por todos lados
En la mirada
En la sonrisa
En los juegos
¿Quién te arrancó la lengua
de chupetín y de trabalenguas?
Y se masticó tus manitos
de hacer castillos de arena
y gusanos de plastilina
¿Quién fue que saboreó tus orejas
de sana sana y arrorró?
Se hicieron una panzada
el lobo , la bruja , mi dragón
y tu monstruo
Después eructaron
Y se desplomaron
Y durmieron a pata suelta
Los que quedamos
Mordisqueados
A pedazos
Emparchados
Tapamos nuestros agujeros con
figuritas difíciles
Así andamos, estrafalarios
planeando la resistencia
Estamos al acecho
con redes para cazar mariposas
Ideamos planes absurdos
para que pierdan todos sus dientes
o revienten sus vientres
Pero todavía no lo logramos
Y cada vez están más gordos
El lobo de la roja
La bruja de los pibes
Mi dragón
Y el tuyo.
Roxana D’Auro-La Plata-
B.Aires-Argentina
LA PUERTA DE MIS RECUERDOS (RELATO)
El sol inicia su larga
andadura, adornado con un cálido manto, y el olorcillo a mar perfuma el
ambiente estival con su esencia. La suave brisa de la orilla, rocía mi cara,
invitándome a inspirar el aire salino. A lo lejos diviso los barcos envueltos
en la bruma del horizonte, y sueño despierta, con viajes a países exóticos,
mezclando fantasía y realidad.
Cada año en verano, disfruto de unas vacaciones que me permiten olvidar la rutina diaria. De esos días, siempre me quedan recuerdos inolvidables, sobre todo, de los largos paseos por la playa a primera hora de la mañana, cuando la arena húmeda descansa del infatigable vaivén de las olas, profanada tan sólo, por las tenues pisadas de algunas gaviotas.
Recuerdo las vacaciones infantiles, y me veo a mí misma jugando en la orilla del mar, fascinada por la inmensidad del Océano Atlántico. En esa época, aún desconocía la existencia de otros mares, y tampoco comprendía, cómo era posible que esa gran cantidad de agua pudiera moverse sin derramar su contenido. Pasaba el día en la playa, a pleno sol, haciendo castillos de arena, y pasadizos, que acababan engullidos por la espuma de las olas.
Cada nuevo verano, renovaba ilusiones ante el enigma de lo desconocido. Los preparativos previos, constituían un aporte extra de adrenalina; esto, junto a la aventura del viaje, y la estancia en la costa, era un acontecimiento importante, que llenaba mi mente rural de sueños infantiles, hasta las próximas vacaciones.
Continúo mi viaje por el túnel del tiempo, transportada en el tren de los recuerdos, y llego a cualquier invierno lluvioso, lleno de días de tormenta, con las calles inundadas de barro, y las casas perfumadas con el olor de alhucema quemada en los braseros de picón, mezclado con el olor a matanza, de los embutidos recién hechos, caldillo, costillas adobadas y fritas en manteca de cerdo, y desayunos con migas.
Caminando por el calendario en el mes de diciembre, me encuentro con un montón de pastores, lavanderas en el río, de espejos relucientes, una estrella fugaz, que alumbra el firmamento, a la que siguen tres magos cabalgando en sus camellos. Desde lo alto de un castillo de corcho, asoma, amenazador, Herodes. Y en un pobre portal, sobre un pesebre mullido de paja, reposa la figura del niño Dios, vigilado de cerca por su madre María y San José. Como música de fondo, los villancicos entonados por voces angelicales; es Navidad. Días de felicitaciones, reencuentros, cenas familiares, pavo (emborrachado previamente, con buen vino, para saborear mejor su carne) turrones, y figuritas de mazapán.
Como en un ritual, se suceden las tradiciones; y la siguiente en el tiempo, es la elaboración de los dulces caseros. Ahora, el olor a pan en la tahona, se mezcla con el de los aromas dulces de las masas, elaboradas por las manos expertas de nuestras madres y abuelas: las bollas de chicharrones, perrunillas, y magdalenas, gestándose en el seno del horno, que ofrece su último rescoldo, para alumbrar las delicias hogareñas.
El largo invierno llega a su fin, y los primeros rayos de sol anuncian la primavera; con ella, los compases de saetas, acompañados por los redobles de tambores, resuenan en los aparatos de radio de todos los hogares.
Los crespones morados cubren los iconos de los santos en la iglesia, y hasta el domingo de Resurrección, no se escuchan risas, ni algarabías, guardando el debido respeto a la muerte de Cristo. El Sermón De Las Siete Palabras abarrota la iglesia, llenando los pasillos con sillas cedidas por los vecinos de la parroquia. Sobrecoge el silencio, roto, tan sólo, por la voz trémula del Jesuita, que desde el altar mayor, va escenificando las palabras de la agonía de Jesús.
Pasado el domingo, todo vuelve a la normalidad, y las jóvenes se apresuran a organizar las carrozas que exhibirán en la romería de San Isidro. Todos los preparativos, se llevan en el más absoluto secreto, para evitar plagios.
El monumento, montado en un remolque tirado por un tractor, va hecho con madera y cartón, cubierto de flores de papel de diversos colores, y coordinados con los vestidos de las componentes del coro, que acompañan su repertorio con castañuelas, panderetas, triángulo, y guitarras. La música prestada de alguna melodía actual de la copla. La letra, ensalza la fiesta, y su Santo Patrón, además que denuncia con sutileza las carencias consistoriales. Pasados los nervios de la actuación ante el jurado, los romeros emprenden el peregrinaje hacia el Chaparral. Esta finca, ofrece a los devotos un paisaje extraordinario, lleno de grandes encinas, alfombradas de flores silvestres, con un perfume primaveral y único. En este ambiente festivo, se degustan verdaderos manjares, cuyo sabor, permanece en mi memoria, y aún no he conseguido que nada sepa igual que antaño. Las madres se pasaban el día anterior a la fiesta, preparando las viandas: Huevos rellenos, chuletas rebozadas, tortilla de patata, etc. Y este era el momento de degustar los manjares de la matanza, sobre todo el salchichón, que hasta entonces, no había tenido tiempo de madurar.
De regreso del campo, la fiesta continuaba hasta la madrugada, con una gran verbena en la plaza.
Cada acontecimiento archivado en mi memoria, lleva consigo un olor que lo asocia; y el de la romería está vivamente marcado con un perfume a claveles del patio de mi tía. Ahora los claveles en las floristerías, son más reventones, y tienen un tallo más largo, pero no huelen a nada. El olor a claveles de mi recuerdo, es intenso, e inigualable, y prendidos en el pelo, perfumaban en ambiente dejando una estela a mi paso. Igual que el perfume a senara en la época estival. Si cierro los ojos, puedo transportarme mentalmente de nuevo a esa lejana infancia, con los olores secanos, de los meses veraniegos de mi tierra, a heno, a botijo preñado de agua fresca de pozo; o las meriendas de pan, con aceite, y azúcar.
En la hora de la siesta, el sonido machacón de las cigarras, invitaba a soñar. Tendida a la sombra de un olivo, en la frontera del círculo de la parva, mientras entornaba los ojos, desdibujando la silueta del trillo, hasta que el sopor veraniego me hacía caer en el más absoluto letargo.
Esta especie de catarsis, lejos de entristecerme, renueva mi espíritu, y sirve de alivio para las carencias obligadas. Es como si abriera una puerta, y caminara por un sendero, recogiendo los frutos de los años vividos, hasta donde mi memoria alcanza, pero tomando caminos distintos cada vez, eligiendo en cada bifurcación, a donde dirigir mis pasos, y de ahí a otros caminos secundarios que se van multiplicando, casi en progresión geométrica, en el transcurso del tiempo. Desde ese límite, regreso al presente, volviendo a dejar cada recuerdo en su lugar, para poder visitarlo siempre que lo desee, y con sigilo, dejo entreabierta la puerta de mis recuerdos.
Cada año en verano, disfruto de unas vacaciones que me permiten olvidar la rutina diaria. De esos días, siempre me quedan recuerdos inolvidables, sobre todo, de los largos paseos por la playa a primera hora de la mañana, cuando la arena húmeda descansa del infatigable vaivén de las olas, profanada tan sólo, por las tenues pisadas de algunas gaviotas.
Recuerdo las vacaciones infantiles, y me veo a mí misma jugando en la orilla del mar, fascinada por la inmensidad del Océano Atlántico. En esa época, aún desconocía la existencia de otros mares, y tampoco comprendía, cómo era posible que esa gran cantidad de agua pudiera moverse sin derramar su contenido. Pasaba el día en la playa, a pleno sol, haciendo castillos de arena, y pasadizos, que acababan engullidos por la espuma de las olas.
Cada nuevo verano, renovaba ilusiones ante el enigma de lo desconocido. Los preparativos previos, constituían un aporte extra de adrenalina; esto, junto a la aventura del viaje, y la estancia en la costa, era un acontecimiento importante, que llenaba mi mente rural de sueños infantiles, hasta las próximas vacaciones.
Continúo mi viaje por el túnel del tiempo, transportada en el tren de los recuerdos, y llego a cualquier invierno lluvioso, lleno de días de tormenta, con las calles inundadas de barro, y las casas perfumadas con el olor de alhucema quemada en los braseros de picón, mezclado con el olor a matanza, de los embutidos recién hechos, caldillo, costillas adobadas y fritas en manteca de cerdo, y desayunos con migas.
Caminando por el calendario en el mes de diciembre, me encuentro con un montón de pastores, lavanderas en el río, de espejos relucientes, una estrella fugaz, que alumbra el firmamento, a la que siguen tres magos cabalgando en sus camellos. Desde lo alto de un castillo de corcho, asoma, amenazador, Herodes. Y en un pobre portal, sobre un pesebre mullido de paja, reposa la figura del niño Dios, vigilado de cerca por su madre María y San José. Como música de fondo, los villancicos entonados por voces angelicales; es Navidad. Días de felicitaciones, reencuentros, cenas familiares, pavo (emborrachado previamente, con buen vino, para saborear mejor su carne) turrones, y figuritas de mazapán.
Como en un ritual, se suceden las tradiciones; y la siguiente en el tiempo, es la elaboración de los dulces caseros. Ahora, el olor a pan en la tahona, se mezcla con el de los aromas dulces de las masas, elaboradas por las manos expertas de nuestras madres y abuelas: las bollas de chicharrones, perrunillas, y magdalenas, gestándose en el seno del horno, que ofrece su último rescoldo, para alumbrar las delicias hogareñas.
El largo invierno llega a su fin, y los primeros rayos de sol anuncian la primavera; con ella, los compases de saetas, acompañados por los redobles de tambores, resuenan en los aparatos de radio de todos los hogares.
Los crespones morados cubren los iconos de los santos en la iglesia, y hasta el domingo de Resurrección, no se escuchan risas, ni algarabías, guardando el debido respeto a la muerte de Cristo. El Sermón De Las Siete Palabras abarrota la iglesia, llenando los pasillos con sillas cedidas por los vecinos de la parroquia. Sobrecoge el silencio, roto, tan sólo, por la voz trémula del Jesuita, que desde el altar mayor, va escenificando las palabras de la agonía de Jesús.
Pasado el domingo, todo vuelve a la normalidad, y las jóvenes se apresuran a organizar las carrozas que exhibirán en la romería de San Isidro. Todos los preparativos, se llevan en el más absoluto secreto, para evitar plagios.
El monumento, montado en un remolque tirado por un tractor, va hecho con madera y cartón, cubierto de flores de papel de diversos colores, y coordinados con los vestidos de las componentes del coro, que acompañan su repertorio con castañuelas, panderetas, triángulo, y guitarras. La música prestada de alguna melodía actual de la copla. La letra, ensalza la fiesta, y su Santo Patrón, además que denuncia con sutileza las carencias consistoriales. Pasados los nervios de la actuación ante el jurado, los romeros emprenden el peregrinaje hacia el Chaparral. Esta finca, ofrece a los devotos un paisaje extraordinario, lleno de grandes encinas, alfombradas de flores silvestres, con un perfume primaveral y único. En este ambiente festivo, se degustan verdaderos manjares, cuyo sabor, permanece en mi memoria, y aún no he conseguido que nada sepa igual que antaño. Las madres se pasaban el día anterior a la fiesta, preparando las viandas: Huevos rellenos, chuletas rebozadas, tortilla de patata, etc. Y este era el momento de degustar los manjares de la matanza, sobre todo el salchichón, que hasta entonces, no había tenido tiempo de madurar.
De regreso del campo, la fiesta continuaba hasta la madrugada, con una gran verbena en la plaza.
Cada acontecimiento archivado en mi memoria, lleva consigo un olor que lo asocia; y el de la romería está vivamente marcado con un perfume a claveles del patio de mi tía. Ahora los claveles en las floristerías, son más reventones, y tienen un tallo más largo, pero no huelen a nada. El olor a claveles de mi recuerdo, es intenso, e inigualable, y prendidos en el pelo, perfumaban en ambiente dejando una estela a mi paso. Igual que el perfume a senara en la época estival. Si cierro los ojos, puedo transportarme mentalmente de nuevo a esa lejana infancia, con los olores secanos, de los meses veraniegos de mi tierra, a heno, a botijo preñado de agua fresca de pozo; o las meriendas de pan, con aceite, y azúcar.
En la hora de la siesta, el sonido machacón de las cigarras, invitaba a soñar. Tendida a la sombra de un olivo, en la frontera del círculo de la parva, mientras entornaba los ojos, desdibujando la silueta del trillo, hasta que el sopor veraniego me hacía caer en el más absoluto letargo.
Esta especie de catarsis, lejos de entristecerme, renueva mi espíritu, y sirve de alivio para las carencias obligadas. Es como si abriera una puerta, y caminara por un sendero, recogiendo los frutos de los años vividos, hasta donde mi memoria alcanza, pero tomando caminos distintos cada vez, eligiendo en cada bifurcación, a donde dirigir mis pasos, y de ahí a otros caminos secundarios que se van multiplicando, casi en progresión geométrica, en el transcurso del tiempo. Desde ese límite, regreso al presente, volviendo a dejar cada recuerdo en su lugar, para poder visitarlo siempre que lo desee, y con sigilo, dejo entreabierta la puerta de mis recuerdos.
Marga Utiel-Badajoz-España.
Ebrio de cielo
Ebrio de cielo
voy caminando
por una senda.
Por un camino que va a la nada.
Nunca termina.
Nunca comienza.
mi corazón,
también de tierra.
Cuando estoy ebrio, danzan mis huellas
cual si quisieran
dejar mis penas.
Ya no me importa cuándo termina,
o cuándo comienza,
este camino que va a la nada.
Tanta fatiga...
Tanta tarea...
El cielo funde mis pies de barro;
mi corazón
también es tierra.
...
Quiero estar ebrio sólo de cielo,
mi cuerpo muerto
sobre la hierba.
Ezequiel Feito
–Balcarce-Argentina.
BOSQUEJOS
Un viejo equilibrista con el pie en la maroma
a
un paso de la gloria y a medio de la muerte.
Un
esclavo de aquellos que en la gastada Roma
echaban
por la arena a decidir su suerte
con
el huevo grotesco temblando en la cuchara.
Un
buzo inexplorado que en los átomos vierte
certidumbres
heladas de luz vacía y clara.
Un
ínfimo astronauta conquistador del cielo
que
a su hermano en la Tierra rapiña y desampara.
Un
pájaro que barre las alas por el suelo.
Un
animal cansado que no halla la guarida.
Un
espejo que mira su propio desconsuelo.
Un
soplo de tragedia. Un huracán de vida.
Un
martillo extraviado que golpea al herrero.
Una
tela que rasga a su sastre a la medida.
Una
estatua formada con pétalos y acero.
Un
niño que pregunta su verdadero nombre.
El
candado que apresa tras de sí al carcelero.
Así
es el hombre a veces. Así es el hombre.
Jorge
Dágata -Balcarce - Argentina
Ojos
Estos ojos de siempre
cansados de goteras,
de morder horizontes
y mirar hacia dentro,
estos ojos
son solo
la mirada perdida del ciego que se busca
en espejos ausentes
y en cristales
rosados,
ojos turbios que añoran
esa paz de tu sueño
cuando libre y desnudo
sonreías dormido
y despierta la vida
con tambores de muerte
ahora
cierro los ojos
y me muerdo la lengua
por no lamer la herida
con sabor
a fracaso,
por no decir "te amo" y escuchar
solo
eco.
Mayte
Sánchez Sempere – Madrid-España
Visitantes de la revista
en porcentaje por países
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Estados Unidos
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México
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Russian Federation
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2
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0.45%
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Luxembourg
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2
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Colombia
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Perú
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El Salvador
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0.23%
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Venezuela
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1
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Belgium
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Autores que
intervienen en este número
Belkis Larcher
de Tejada
Charo Bustos
Cruz
Diana Luz Bravi
Eva Wendel
Ezequiel Feito
Jorge Dágata
Etherline
Mikeska
Juana Elsa
Castillo Meneses
Irma Sambuelli
Serrano
Laura Colagreco
Marga Utiel
Maricruz Serrano
Nelda del Carmen
Lugrin
Rafael Serrano
Ruiz
Regina Cellino
Roxana D`Auro
Victoria G.
Baldini
Nieves Mª Merino
Guerra
Mayte Sánchez
Sempere
Nora Corradetti
estoy hospedandome en uno de los hoteles baratos en praga y quería una recomendación de algún libro de poesía para comprarme. de tanto que ya leí ya no conozco mas.
ResponderEliminarsoy amante de la poesía.