Revista nº 2- ESPACIO DEL POETA
Revista literaria de habla hispana
Sábado 1 Enero 2011
CUANDO ME FUI
Enciende
su sermón de viento
una
resonancia de invierno
que
abrasa / que lame / que desangra
la
cornisa de la memoria.
Multiplicación
de paciencia / su corazón
tejía
y destejía cálidas entrañas
confinando
caminos de lana
para
aquellos duendes en crecimiento
para
este latido de horizontes...
Abejas
sus manos panaleaban
siestas
/ sol / cartas / estufa...
El
pensamiento era un credo
o
un remanso
escardador
de promesas
trasmutador
de ausencia.
La
imagino allí / en la raíz del hogar
clavando
los maderos del recuerdo
construyendo
la ilusión del regreso
bebiendo
el dolor de la distancia.
La
imagino así / remendando anhelos
amasando
huellas
resurgiendo
abrazos...
Ahora comprendo cómo y cuánto /
mi
madre me esperaba
Belkis Larcher De Tejeda
Donde Mueren Las palabras
Con desespero
Lleno de ilusión
Por encontrarte
Muchas veces creí
haberte hallado
Muchas veces lloré
haber errado
Mas...
Volví de nuevo a la vida
El corazón remendado
Y
Creí descubrirte
Encontrarte
Amarte
Sentirme enamorado
cuando nuevamente
sólo fue soñarte
Por fin creí hallarte
Tu figura,
tu alegría
carácter,
melancolía
Todo
en ti me lo decía
MAS...
Algo
hay en mí que lo niega
Que
tortura este alma mía
Somos
dos almas gemelas
que
solo podrán unirse
donde
mueren las palabras
Rafael Serrano Ruiz
Madrid- España
EN
LA CORNISA DEL TIEMPO
Era
una clara y gélida noche de invierno. Ella caminaba por la cornisa del tiempo.
Era el presente cuando la conocí; pero
podría llevarme al pasado. Sí... adonde yo quisiera.
Podría... llevarme al Edén y deleitarme
con el goce pasional de Adán y Eva.
Podría avanzar un poco más. Entrar al
“Arca de Noé”, y contemplar como se abrían las cataratas del cielo, y mas tarde
a la nueva tierra en el horizonte emerger.
Podría...
llevarme a las arenas del desierto, en esas interminables caravanas de camellos
, cargadas de oro y especias.
Podría... ser un legionario Romano o
inmiscuirme en el “caballo de Troya” para rescatar a la bella Helena.
Podría... ¡Cuantas cosas hacer esta
acicalada dama francesa!
También al futuro podría llevarme, ¡Sí..!
saltando galaxias y quásares, a un lugar donde no existe el tiempo.
Las luces psicodélicas hicieron su juego,
mientras sus ojos devoraban a toda la multitud que bailaba en esa discoteca.
En un pequeño disco de iridio,
enclaustraba al mundo que se iba engullendo. Detrás... quedaba oscuridad y
silencio.
¡Habíamos quedado solos! y me había
salvado de su treta, por haber sido su aposento, mientras duró aquella
escena.
Fui
sin quererlo cómplice de su chanza. Se llamaba “Madelaine” y dicen que su
cuerpo, era tan solo “polvo de estrellas”; pero nunca pude saberlo. Cuando
quise calmar con ella la sed del “eros...”
¡Se
interpuso otro sueño!
Sergio Bravi – Cruz Alta – Córdoba - Argentina
De un personaje enamorado
No encuentro forma de mediar la proxemia de tus laberintos, si de pensarnos en comunicación, siempre un gesto queda a medio ejecutar. Reconozco cada espacio en el que nos fundimos tal cual amorfas masas, pero no puedo reconocer la zona en que nos diluimos y sin más reproches, terminamos deformándonos, que de una dispar amenaza, terminaste ganando por creerle a tus enemigos. Es un problema para mí ser dominado.
¿Qué pasará el día que no tengamos más esquemas narrativos por donde rozarnos? Sin dudas será el fin de nuestros caminos discursivos. Por el momento me alcanzan algunas actitudes paralingüísticas para seguir reconociendo en tus prosodias el sentido emotivo y estilístico que te pierde cuando de la blancura de las hojas aparecen los colores de mi rostro. Si estás triste, tu emoción se dispone a llenar los párrafos de comas azules; ahora, cuando una energía te sucumbe, no hay forma de alcanzar un punto y a parte rojo. Casi ningún estilo te define en el punto y coma gris, será que a medias astas jamás está tu carácter.
¡Qué competencia la del escritor recluido en las inmediaciones de los abismos! El sentir perderme en las mímicas de tu cuerpo para atravesar la letra ruin que me crea y me recrea, el placer inabarcable cuando has alcanzado una vivencia kinésica y luego tus interminables horas de imaginación, volando para alcanzar el fin de las palabras, que tal cual la infamia, se ocultan detr
ás de esquinas rosadas.
Pero ¡vamos! Seamos sinceros.
Reconozcamos algunos méritos. No todo ha sido tan significante, habrá habido
diez o quince palabras que desde las colinas caían y se agigantaban tal cual
bolas de nieve; pero si no pudiste inventar el mejor verso fue por falta de
miradas obscenas. Has aprendido a crear la imagen, incluso no haces más que
capturar tu punto de vista; tu linde enemiga es la sintaxis. En algo nos
igualamos, ya lo ves. Tú, un des-sintagmatizado, yo, una paradigmática fiera,
que un día mujer, que otro día hombre, alguna vez mariposa, la mayoría de las
veces ave de rapiña.
De lo amorfo una parte ha sido
victoriosa, y ha sido tu significado. Que con las ideas has llegado lejos y me
alegro por tal victoria; yo en cambio, he conseguido vivir y morir según el
alcance de tus obras y son todos ellos los que me habitan, me dicen cómo debo
vivir, qué debo hacer, y sin dudas, esto no es más que una mirada partidista de
alguno de ellos, que te hace sentir un ídolo, para luego convertirse en tu
privilegiado y desvincularme de tu arte. Son los mismos que te prometen nuevas
narraciones, y generan la capacidad de hacerte vivir en sus ridículas
emociones; pero más allá de todos esos intrusos que intentan boicotearte para
que vos me olvides, no podrán borrarme nunca, incluso siento el deseo de alzar
la voz aunque luego en el próximo cuento me toque la cárcel. Yo seguiré
infinitamente presente en algunas de esas páginas que aún no habrás escrito,
volveré a encontrarte en cada memoria que al despertar recuerdes con más
intensidad, tal vez aquel dolor nos una para siempre o tal vez sea aquel
laberinto recóndito en donde nos hemos encontrado un otoño revolucionario en el
París más represivo y salvaje de finales de los sesenta. No habrá personaje más
enemigo que tu mente, todos ellos, ¡Oh narradores infames, querrán borrarme
para siempre! por eso quiero desenmascarar a estos nefasto entrometidos
(omniscientes, parciales, o aún ese, mi peor enemigo, el poderoso
autodiegético) que quieren acabar con nuestra historia; pero diles que se
oculten cuando a mis miradas los someta, que no voy a juzgarlos con palabras
sino con emociones, les haré saber qué tristezas soportarán al morir, producto
de sus ateísmos, y también en qué peligros habrán sucumbido al enfrentarse a mi
emoción, porque en este lujurioso enamoramiento sólo entramos dos: un escritor
excéntrico y un personaje en busca de su amor.
Eva Wendel Rosario - Santa Fe - Argentina
DETERMINACIÓN
Estuve atrapada en
un dilema.
Fatigadas noches
Silencio de
infructuosas lágrimas.
Mis instintos aletargados,
al igual que las flores
seguían la
dirección de cualquier sol
que se ofreciera.
Debía abrir la
puerta vedada.
Algo había en su
interior.
Amarga cárcel
guardando represiones.
¿Una tumba tal vez?
Tienen los
mausoleos
más puertas que las
casas.
Mejor de piedra.
Encontraría la
llave.
Debía conocer los
simados enigmas de mi mente.
Practiqué el
conjuro
de mi naturaleza combativa.
Feroz torbellino
generó mi
determinación.
Innata curiosidad
que parió mil preguntas.
¿Qué hay detrás de
lo visible?
Agucé los sentidos
hasta descubrir la
esencia.
Chirridos, rayos de luz horadando ventanas;
gritos y llantos
aturdiendo la noche.
Osada, traspasé la
puerta.
Libre al fin,
germinó la conciencia.
Ana Unhold La
Plata-Buenos Aires- Argentina
“¿Dime quién eres?”
Oye,
amigo, escúchame
Borra
de ti las lisonjas
sin
sentido.
Por qué tanta tristeza
desparramas
¿Es ese
corazón herido
por cupido?
Ángel
que engendró
un amor sin ver la luz;
ya es perdido.
Sonríe,
¡tú lo sabes!
Curará
tu alma ensombrecida
envuelta
en secretos.
Deja
que extirpen
esa
tristeza.
Quién o
qué te quita
el
sueño del mundo de los vivos.
¡Dime
quién eres!
¡Porqué te escondes?,
¿De qué
huyes?
¿De la
vida?
¿Es tu amor tan grande
que
dejó huellas y
que
quieres perderlo,
en el
opaco cosmos
de las
sombras
y el olvido
A un amigo muy especial llamado
“EGO”
Encefalogato
Llegó
desesperada. Era de noche, yo aguardaba en mi consultorio a ese paciente que
siempre me pedía el último turno de los miércoles y, como de costumbre, nunca
venía. Hacía lo mismo todas las semanas y eso me empezaba a poner intranquilo.
Fue justo cuando estaba a punto de fumarme ese último armado, antes de partir
hacia mi casa, que ella golpeó la puerta de una manera un tanto violenta. Apena
la escuché, me paré instantáneamente y, a paso largo y ligero, me dirigí hacia
la entrada. Creyendo que se trataba de aquel muchacho que me dejaba plantado
religiosamente, había formulado algunas interpretaciones sobre su problema de
asistencia que seguramente tornarían inestable a su fantasma,
desequilibrándolo. Pero no, allí estaba ella, parada detrás de ese umbral,
mirándome.
Era
realmente escalofriante, parecía que venía de otro tiempo. Vestía una especie
de manta toda rasgada, su cabello totalmente despeinado, y un aspecto demacrado
que dejaba traslucir su falta de aseo e higiene.
-¿Sí…?
¿Qué necesita?- dije sin saber que hacer frente a semejante personaje.
-Ayuda…
necesito ayuda, doctor.- me dijo apenas, con un hilo de voz.
Tengo
que admitir que tuve miedo. La mujer era bastante joven, pero no parecía
indefensa e inofensiva. Y aunque su imagen transmitía mucha agresión a simple
vista, sin saber porqué razón, la hice pasar. Se sentó en uno de los sillones,
en mi escritorio, y yo del otro lado, frente a ella, me acomodé en mi lugar.
-Bueno,
dígame.- me atreví a sugerirle. Ella solo me miraba con esos preciosos ojos
perdidos en otra dimensión.
No
me decía nada. Permaneció en silencio un rato allí, inmóvil, hasta que, de
golpe, gritó:
-Miauuuuu…!!!-
apoyando sus manos todas manchadas con pintura seca sobre la superficie de mi
escritorio. Yo no podía disimular más mis nervios, tocaba mi barba, cruzaba mis
piernas, me acomodaba los anteojos.- me estoy volviendo loca, doctor.- siguió
diciéndome, mientras me miraba fijo.-… veo gatos por todas partes, por todos
lados, me persiguen, me espían, me roban. Ya estoy cansada de esto… por favor,
haga algo!- me suplicó.
Estaba
totalmente desquiciada. Realmente me costaba mucho mantenerme objetivo, ya era
tarde y esta muchachita necesitaba ser tranquilizada. Yo no estaba en
condiciones de poder hacer absolutamente nada. Tenía que irse y volver en otro
momento, de otra manera.
-Lo
lamente mucho, señorita.- le contesté poniéndome de pie e invitándola a que se
fuera.- ya es muy tarde, yo no puedo ayudarla ahora, me estaba yendo a mi casa.
Le voy a pedir que se fuera y que, por favor, venga en otro momento… yo ahora
le doy un turno para otro día…
-No,
doctor…- me rogó mientras maullaba de manera desenfrenada.-… ayúdeme. Yo sé que
usted puede hacerlo!
-Pero…-
intenté insistir.
-Yo
soy artista plástica…- me interrumpió.- Durante muchísimo tiempo fui reconocida
en ese ambiente por mis obras, pero desde hace algunos años toda mi creatividad
se vio reducida a la figura de los gatos.- empezó a contarme impaciente, aun en
contra de mi voluntad de escucharla. Tuve que sentarme, iba a esperar que sola
decidiera irse. Era escalofriante oírla, ya que mientras hablaba, entre frase y
frase, se le colaba algún que otro “miau”.- Esculturas, cuadros y dibujos con
forma de gatos son las únicas cosas que puedo hacer…, y que de hecho hago casi
compulsivamente… no puedo parar.
No
pude evitar sentirme interesado por lo que me contaba. Padecía de ideas
obsesivas y compulsiones que dominaban su vida. Tenía a los gatos metidos en la
cabeza, y no podía sacarlos allí. Evidentemente esto le traía muchos problemas,
fundamentalmente en relación a su desempeño artístico. Así que seguí:
-¿Recuerda
exactamente el momento en que esto comenzó a sucederle?- le pregunté.
-Si!-
me dijo.- fue una tarde cuando…- y en ese momento se interrumpió su discurso.
Se tomó la cabeza con las
mugrientas manos mientras su cara gesticulaba un desmesurado dolor.
Me
había quedado callado una vez más. Sólo la observaba, y ella se retorcía sobre
el sillón de cuero mientras maullaba como una gata rabiosa. De repente se paró
y, de una manera descontrolada, se abalanzó sobre mi inmensa biblioteca y
comenzó a golpearse la cabeza contra los estantes. Intenté sujetarla pero no
pude, estaba frenética. Inmediatamente se tiró al suelo, comenzó a revolcarse,
y la sangre le brotaba a borbotones de los cortes y lastimaduras que se había
producido. Odiosa, fuera de sí, se presionaba el cráneo con la punta de los
dedos mientras alternaba con golpes en el piso y gritaba. Su desquicia iba
creciendo, se ponía cada vez más violenta, hasta que por fin terminó su crisis.
Llegando a un punto máximo de tensión, después vino el silencio.
Dio,
con su cabeza, un golpe seco, fuerte, potente, contra el parquet, y la tapa de
su cráneo se desprendió, rodando hasta donde yo estaba, chocando contra uno de
mis zapatos. Ya, a esa altura, no entendía nada de lo que había sucedido.
Estaba muerta, ahí, en mi consultorio, donde trabajaba hacía años. Me acerqué
al cuerpo con un poco de miedo, y asco por sobre todas las cosas. Algo se
movía, pero no sabía qué era. Para sorpresa mía, despacio, lentamente y un poco
asfixiados, salieron de su cavidad encefálica, de su caja craneal, y cubiertos
con un poco de materia gris, uno pequeños gatos color negro. Avanzaron apenas y
se quedaron quietos acostado sobre el suelo, mientras maullaban tiernamente.
Los
tomé en mis manos. Estaban hambrientos, así que fui a la cocina y busqué un
poco de leche. Después de un rato de pensar y pensar, lo legré. Había
comprendido todo, por fin. Freud habló mucho de ello. La terapia fue corta,
pero eficaz: ella logró sacarse los gatos de la cabeza.
Fernando García
Cipolletti Río
Negro-Patagonia -Argentina
Hacia la cruz del sur
Hacia la cruz del sur
“compañero del alma”[1]
a brujularla
hasta encontrar los centros
las otras y los otros
si el sur se ombliga
¿te das cuenta?
al norte ya no hay centro
del mundo
cambia el ombligo
todo es según el punto en
que sitúas
igual que en el amor y sus lenguajes
si los años arriba
o si abajo
si el pesar de distancias y
de ausencias
proa hacia las cuatro
estrellas
compañero
hacia los cuatro puntos de
la tierra
a remover centralidades en
los mundos
con el poema-amor
con la palabra
con rotundez de árbol y de piedra
vientos del sur
no hay otro norte
solo sur
palma en mi palma
vigilia por “el rayo que no
cesa”[2]
al este tu mirada
fecunda colibríes en la
tierra.
Lilí Muñoz Obeid Neuquén-
Patagonia -Argentina
[1] “Compañero
del alma”, construcción de un verso del poema Elegía a Ramón Sijé, en El rayo
que no cesa, de Miguel Hernández, enero de 1936.
[2] “El rayo que
no cesa”, título de uno de los poemarios de Miguel Hernández, enero de 1936.
HUELLAS
Para mis amigas,
que pulsan mi misma voz en esos días,
cuando mi
boca no mastica versos:
Hoy late tu nombre amigo
Huellas, arcilla sin camino
me encauzan
Huellas de lápiz y ronda, boina marrón
Huellas, frontera
de infancia, aula y mantra en la
mirada
para reír y llorarnos.
A veces mi pulso de versos se calla.
Si en mi desencuentro me roza tu voz, como un
manso eco
ahí vuelvo a mi arcilla, amigo
Entonces
te celebro viajando el calendario
Ilusiones recortadas, huecos, y ahí estás
reparador racimo,
pie de mi letra, carnadura
que fuiste antes de mí,
antes de mi verbo,
ya estabas vos, amigo.
Diana Luz Bravi Rosario -Argentina
La gota de agua
De qué lejano
cielo llegaste, ensombrecida
en nubarrón
opaco, grisáceo y agorero,
de qué mar
procediste, de qué espuma dormida
corona de las
olas en un vaivén eterno.
Qué fontana
escondida manó tu silenciosa
rapsodia
dolorida de eterno caminar,
qué mano
soñadora recogió caprichosa
en su hueco
dormido, tu cuerpo de cristal.
En una inmensa
sombra perdiste la conciencia
de tu vivir
alado, de tu ser inmortal,
y cuando
recobraste la bruma de tu esencia
sentiste de tu
seno la blancura glacial.
El sol límpido y
fuerte celoso en sus amores,
arrebatóle al
frío su orgulloso poder;
bajo tu planta
leve renacieron las flores
Y el cáliz de
una rosa fue tu lecho de ayer
En rocío tornóse
tu cristal armonioso
y lágrima
temblante en el rojo vergel,
al mirarte la
luna creyóte en tu reposo
rara perla
dormida, lágrima de mujer
Maricruz Serrano Madrid-
España
LUNA MALVINA
Desde lo alto
hilos de plata dibujaron los misterios de la noche.
Un destello
penetró en la trinchera y atisbó
vio un soldado
con ojos de niño espiando su belleza,
es el mismo
cielo de mi provincia, dijo una voz de nostalgia.
Hay, luna inocente
que no sabe de la vida que se arrebata.
Solo puede
prestar destellos plateados para un éxtasis
talvez el
último del soldado niño
para que
recuerde un verso de su amada,
o una canción
de cuna antes del estallido.
Y lejos, lejos
el temblor de una madre que tirita.
Alto el azul,
blanca la nieve,
idilio
ancestral del universo ofrecido a los hombres,
también a los
hombres que la belleza marchitan.
El rugir del
pájaro de acero estremece las voces
agita las
trincheras húmedas, agita las grietas mojadas.
La guerra no
es del soldado, la guerra es de otros.
El soldado no
sabe, solo le ordenan.
El soldado no
quiere la guerra, solo marcha al frente.
Rugir del
viento embravecido por la metralla,
silencio
oscuro suspendido en la espera,
espera rota
por el temblor del alma que tirita.
Sombra de los
tussac castigados por vientos y neviscas.
Y lejos, lejos
el temblor de un padre que tirita.
Trincheras
mojadas, gélidas grietas amparando la vida.
Desprendido
trozo del continente atado al mar que lo aferra.
Oscura roca
nevada que el mar socava.
Rugir del
pájaro de acero que vomita.
Temblor de la
nube, temblor del ave que tirita.
La guerra no
es del soldado, el soldado solo va al frente.
Y cae,
ahuecado su cuerpo sobre la nieve.
Río rojo de
sueños mojando la roca fría,
pétalos
púrpura pintan la blancura.
Y alto, alto
el temblor de la vida que tirita y se escapa
de cara al
cielo el solado sonríe
y le
recita a su amada.
Cae la lluvia,
son pétalos que se deslizan
desgranados
sobre tu piel,
es el romance
de tu piel con la fragancia,
con la luz, es
natural que así sea.
Tengo labios
sobre la piel resbalando en cristales
y cada latido
me dice, es natural que así sea,
es natural
,porque la brisa ya es tibia,
la brisa es
tibia y los pája-ros anii-daaan.
Pero allá
lejos…lejos, el temblor de la entraña
del continente
que tirita y se desangra.
Nelda del Cármen Lugrin Concordia-Entre Ríos- Argentina
Yo soy la mujer
Para todas las mujeres, con mi afecto grande,
porque ellas sostienen el mundo.
Yo soy la mujer
Yo grabé las figuras
en la pared de las cavernas
Descueré a las
bestias y curtí sus pieles
Yo cocí la carne y la
sequé para servirla en las noches frías del invierno
Cosí con los tendones
y agujas de sus huesos el calzado de los padres de mis hijos
Los guerreros que me
forzaron. Los valientes cazadores
Los jefes de los
clanes. Los chamanes. Los bufones
Yo soy la mujer
Yo limpié sus mocos y
su semen
Yo amamanté a sus
bestias huérfanas. Y a las mías
Yo mantuve vivo el
fuego
Amasé el barro de sus
vasijas y las levanté, y las llené, y llené sus bocas y sus vientres
Y lo seguí hasta las
trincheras para coser su camisa y sus heridas
Para llenar sus balas
y secar sus ojos de la muerte
Yo soy la mujer
La esclava invisible
La niña mutilada por
elhombredelacuchillasucia
La puta lapidada
La bruja de la
hoguera
La loca amordazada
La concubina
Yo soy la mujer
Nunca en mí
Nunca mi dueña
Siempre en otras
manos mi destino
Mi cuerpo
Mi esperanza
cercenada desde el
centro
Yo soy la mujer
Yo caliento la cama
de los hombres
Yo madrugo para besar
su frente a pesar de su silencio
Y podría comprender
su miradausentedegarrasdespiadadas
pero no quiero
No cerraré los ojos
por más tiempo
ni ofreceré mi cerviz
otro milenio
Viraré mi rumbo al
sur de su camino
No voy a restañarlo
de más guerras
Dejaré mi carga
espesa de dolor y culpa y que la mar se lleve el pus del tiempo
Yo soy la mujer
Y con mis manos de
tierra y miel
amasaré las horas y
el pan cada mañana
Y un día cantaré
María Gutiérrez Las Palmas-Canarias-España
ARRIBA
…Arriba,
abajo,
Acostada,
parada,
Contra la
pared,
Adelante,
atrás
¿En la
oscuridad?
¿Entre las
sábanas?
¿Atrás de una
nube?
¿Entre el
aire?
Como viento,
como mariposa,
Como lluvia,
como noche.
Se está
volviendo confuso, tenso.
El tiempo
lucha contra nosotros
En una guerra
disímil,
Nos da vuelta
y nos envuelve como marionetas.
¿Trepada
hacia el cielo?
¿Enterrada en
el miedo?
Quiero volver
a verte,
A sentirte,
Percibir tu
respiración,
Que se
penetre tu olor
En mi ropa,
en mi piel.
Te hablaría
del amor,
De las
tristezas, del llanto,
De la
felicidad.
Mataría a las
estrellas, secaría el mar
Conquistaría
los infiernos, los cielos
Por tenerte
ahora, en este instante
Que se muere…
Preséntate fantasma, humana, mujer
Ante estos
ojos turbios que te buscan y te llaman...
¡Al fin!
Te engañé no
me culpes,
No claves tu
mirada en mí,
No me
juzgues…
Soy sólo un
jugador más...
Pica te toca
contar a vos.
Algo
Algo hay
que me permite
amar sin esperanza,
sonreír
sin rencores
al dueño de la herida
y ser rama
agitada
que besa en los labios
al viento que me arranca cada hoja
algo hay tan sencillo
que pocos lo comprenden
en la entrega del río
cuando cae en cascada
el fluir de miríadas
de partículas niñas
que se abrazan y juegan y sonríen y aman
algo hay
que no entiende
de silencios helados,
algo,
hierro candente
que perfora el letargo
en que mueren muñecas
con el alma de trapo
que se pintan los ojos
follan
ríen
y luchan
por un hueco en el pozo
y un pedazo de tumba
algo hay
en la tierra,
en su húmedo vientre,
en la matriz podrida que abona este
espanto,
algo en la espina afilada de mis huesos
algo
cierto
ancestral
esencia de lo humano
y también está el miedo
a nombrarlo
y
matarlo
Mayte Sánchez Sempere -Madrid España
Adiós
He de
decir adiós a los silencios,
esos silencios
siniestrales
donde sólo
se escucha
el aleteo de
un ave que se aleja
en busca del amparo de otros cielos,
donde los soles más calientan,
donde los amaneceres son más rojos,
donde la plenitud del amor no duele,
no duele
tanto... no, no tanto
como en este
abismal letargo
de horas cinceladas a
cuchillo.
Remontó el ave sin
rumbo fijo,
se va,
se va, ya no regresa
Y el clamor de una voz arrodillada
se levanta,
cae, se desliza...
poco a poco se vuelve
mutismo.
Lucía Giaquinto Victoria-Entre
Ríos- Argentina
HAY PERSONAS QUE NO SE PUEDEN OLVIDAR
Hay personas que no
se pueden olvidar…
Y olvidarte a ti es
innegable, impostergable.
Es como olvidarme
de la nada, del viento
Pero volteo al
norte y te digo.
Es increíblemente
necesario Recordarte,
Saber que estas
aquí conmigo
Volteo al sur y
digo:
Esta oración va
para el viento
Porque parece que
se lo estoy diciendo a la nada
Hay personas que no
se pueden olvidar
Y olvidarte a ti es
imposible, inquebrantable
Gracias por haber
venido a mi vida;
Venir a mi
corazón,
Gracias por
estar conmigo
Por hacerme feliz
Son incomprensibles
los sonidos del corazón
Esta oración empecé
haciéndosela a la nada
Y termino saliendo
para ti…
Alejandrina Elizabeth Arias Ramírez Autlan-Jalisco-México
La conquista
Se presta al paladar de mi boca
el estigma verbal
que ahorca el cuello del alma
Sólo
el vacio perece
cuando la musicalidad
de unos versos
conquistan
mis labios umbríos
Y aquí estoy
volátil, ciega
y enamorada del estruendo rutilante
que otros degustan
Se presta al paladar de mi boca
el estigma verbal
que ahorca el cuello del alma
Sólo
el vacio perece
cuando la musicalidad
de unos versos
conquistan
mis labios umbríos
Y aquí estoy
volátil, ciega
y enamorada del estruendo rutilante
que otros degustan
©Begoña M. Bermejo Guadalajara -España
Estimadísima Diana: gracias por el envío de la Revista Espacio del Poeta y gracias por la publicación de Hacia la cruz del sur. Vi las publicaciones de muchas amigas poetas con quienes compartimos el VIII Encuentro Internacional de la Poesía y el Arte en Victoria, incluido tu poema Huellas, "reparador racimo".
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