Revista N.º 45
- ESPACIO DEL POETA
REVISTA
LITERARIA DE HABLA HISPANA
Agosto 2014
Nora Corradetti Relincho
humano
El cuadro
Rosa
y José construyeron su casa, en los suburbios de Rosario. Su vivienda creció
casi al mismo ritmo que un maloliente basural.
La
hicieron con sus propias manos, sin sosiego y con tesón. Les alcanzó para
cuatro paredes y el techo con un agujero que funcionaba como chimenea. Los
huecos de las ventanas, cubiertos con plástico. Más tarde consiguieron maderas
y chapas que alcanzaron para hacer una puerta guardiana. Con sobrantes de
maderas y algunas cañas hilvanadas con alambre, construyeron un rústico cerco.
Fue una forma de delimitar su lugar, el territorio que querían mantener aislado
de la zona de los basurales. Basurales que estéticamente aborrecían, pero que
comprendían eran parte del sustento de ellos y sus vecinos.
Habían
pasado ya cinco años y aún no habían podido terminarla. La fueron amueblando
con una heladera abandonada, una mesa destartalada, un televisor regalado y
otros precarios muebles, que la sensibilidad de María acondicionaba,
devolviéndoles el brillo y la estética perdida.
Poco
a poco fueron ampliando la casa, dándole la capacidad apropiada para albergar a
varios niños. Deseaban tener tres hijos. Para desencanto de ambos, éstos no
llegaban. Esa ausencia, algunas veces, conseguía ensombrecer la alegría de
estar juntos. Anhelaban a esos hijos que, ya de algún modo, rondaban por el
hogar.
La
vida, desde muy pequeños, los había acostumbrado a postergaciones lacerantes,
umbrosas, inspiradoras. Siempre lograron acometer contra ellas, porque estaban
convencidos de que habían encontrado el camino adecuado para dominarlas.
Priorizaron los avances mínimos, se aferraron a ellos, aprendiendo a
contentarse con lo escaso.
Rosa,
había nacido en una villa, con padres siempre ausentes. Desde pequeña evidenció
una sensibilidad especial por el arte. Le encantaba pintar. Lo hacía con lo que
encontraba tirado, trozos de lápices, tizas, carbones. Todo le servía. Esa
vocación, nunca estimulada ni en su casa, ni en la escuela, era su obsesión.
Ella sólo se sentía plena cuando podía plasmar su enardecida imaginación, en un
rectángulo blanco, ausente de toda ausencia. Pintaba para resguardarse de lo
que le producía dolor, para atesorar el tiempo y las imágenes que la vida se
iba llevando.
Lo
hacía frente a un viejo caballete que su marido, a escondidas, había restaurado
en el taller de un amigo. Lo había encontrado abandonado en la vereda de una
gran casa. Con alegría lo trajo un día de llovizna y viento, envuelto de un
modo que desorientara su intención de adivinar el contenido, lo adornó con un
gran moño de papel. Cuando ella abrió el paquete quedó fascinada. Colocó el
caballete junto a la ventana. Ese ventanal, que le permitía observar a cada uno
de los personajes del lugar. Desde esa atalaya sondeaba la síntesis de ese
trozo viviente del barrio, imaginaba sus vidas, tan vecinas y tan distantes.
Cierto
día comenzó a observar la presencia de un niño, menudo y taciturno, que siempre
llegaba a la misma hora, se sentaba en el cordón de la vereda, siempre en el
mismo lugar, permaneciendo silencioso y cabizbajo gran parte de la mañana.
Parecía que dormitaba. En un determinado momento, como si las campanadas de un
reloj le hubieran anunciado una cita exacta, se levantaba y arrastrando un
andar lento, se perdía en el basural.
En
el barrio lo conocían por su apodo, Pelito. Quizás fuera por el mechón
desparejo y rubio que se asomaba por su gorro encasquetado hasta las orejas,
ese gorro que nunca permitía ver sus ojos y que Rosa imaginaba tristes y
ausentes, siempre fijos en sus zapatillas rotosas. No estaba solo, lo
acompañaba un tosco carrito y un perro negro y pulguiento. Era cartonero. El niño,
el perro y su carro, hablaban de mugre, desamparo, tinieblas.
A
Rosa le producía dolor y enojo esa imagen infantil agobiada. Simbolizaba la
cruda realidad de una sociedad que hace poco por alojar sonrisas en los labios
de tantos Pelitos cartoneros. Niños frágiles que no merecen estar peleando la
vida de esa forma. El tiempo de ellos debería ser el de los juegos, los
barriletes, las bolitas, el balero.
El
niño, su perro y su carro, se fueron convirtiendo en parte del paisaje del
barrio. Todos querían ayudarlos. Pero la pobreza poco puede hacer por los
pobres.
Rosa
muchas veces se había acercado a él y le había dejado abandonado algún dulce al
lado de su cuerpo encorvado, siempre vestido con la ropa de los otros. Jamás
levantó la cabeza, sólo hacía un leve saludo de agradecimiento, con una mano
avejentada a destiempo, de uñas negras, siempre sumiso, aceptando con
mansedumbre su destino.
Un
día primaveral, muy luminoso, comenzó a pintarlo, febrilmente, como poseída.
Con ímpetu fue dando forma real a ese niño etéreo, que aparecía y desaparecía
de sus días sin permiso. Ya no necesitaba verlo para encarar con furor y anhelo
su retrato.
En
ella nació un amor impensado por esa criatura. Lo esperaba anhelante todas las
mañanas. Mientras lo pintaba su corazón se armonizaba. Así día tras día fue
componiendo el cuadro, a las semanas sólo le faltaban escasas pinceladas.
Un
día lluvioso, de espesa niebla, frío, tremendamente frío, se acercó a la
ventana y no lo vio. Pensó en que estarían protegiéndose del aguacero. Cuando
dejó de llover comenzó a esperarlo, una, dos, tres horas, con ansiedad,
angustiada. Ni Pelito, ni su perro llegaron. Al principio se sorprendió, luego
comenzó a inquietarse. Un incómodo malestar se instaló en su estómago.
Se
dio cuenta de que en ese niño, había depositado muchos anhelos y esperanzas,
quizás su frustrada maternidad. Sentía que lo amaba, hasta había fantaseado en
que podía convencerlo para que se quedara a vivir con ellos. Lo había hablado
con Juan y estaba de acuerdo. Pelito ya era parte de ese hogar que ansiaba
anidarlo. Quería decírselo, una prisa sin control la oprimió. Salió a buscarlo.
Pensó que había cambiado su lugar de reposo y hartazgo. Recorrió cada recóndito
lugar del barrio, dominada por una fuerza irrefrenable. No lo encontró. Con
desasosiego regresó a su casa.
El
cuadro y ella gemían por él. Se detuvo frente a la tela, observó sorprendida
que sólo faltaba pintar sus ojos, esos ojos esquivos, que su gorra encasquetada
le negaban ver, color ignorado y furtivo.
Volvió
a mirar hacia la esquina, su ausencia esta vez la aterrorizó, salió de su casa
atropellada por la angustia. La voz de Nora, su vecina, frenó su alocada
carrera. ¿Viste lo que pasó con Pelito?, le dijo con voz acongojada. Lo
encontraron debajo de toneladas de basura. Creen que fue a buscar su pelota y
que el camionero no lo vio. Lo aplastó con la mierda de todos. Su perro no
dejaba de ladrar dando vueltas alocadas por el basural. Fue por él que
presintieron que Pelito estaba allí, ahogado entre los desechos. Cuando lo encontraron
respiraba levemente, aún tenía la pelota aferrada entre sus manos. Su perro lo
olfateó, lo lamió y se acurrucó a su lado buscando el amparo de ese cuerpo aún
tibio. Cuentan los que llevaron a Pelito al hospital, que no lo abandonó,
corrió veloz atrás de la ambulancia y luego se quedó jadeante en la puerta, con
su cabeza gacha entre las patas, esperándolo.
María
comenzó a rumiar hasta que su voz se convirtió en rugido: ¡Dios! ¿Dónde
estabas? ¿Por qué lo abandonaste? Pelito quería jugar, con su pelota, con su perro pulguiento… ¡Era sólo un niño
desamparado! Su grito gutural rebotó por las paredes, por las calles, en el
barro.
Corrió
hacia el hospital. Preguntó por él.
-
¿Cómo se llama?
-
Le dicen Pelito.
-
Nombre y apellido señora.
-
No lo sé, sólo lo conocíamos por Pelito.
-
Señora… ¿sabe la cantidad de niños que entran por día a este hospital? Busque
en la guardia.
Allí
fue. No había nadie. Sólo una camilla tapada con una sábana deshilachada. Su
corazón desenfrenado no le daba sosiego. Corrió la sábana. Allí estaba, era él.
Sus ojos aún abiertos, se clavaron en los suyos. Comenzó a temblar, le cerró
los ojos, unió sus manos de uñas negras, avejentadas a destiempo y las colocó
sobre su pecho frágil. Salió a la calle, buscó al perro pulguiento, con una
mirada lo invitó a seguirla. El perro se acercó, como entendiendo lo que había
pasado, se puso a su lado.
Caminaron
lento, ella envuelta con una mortaja de rabia y vergüenza. Llegaron a la casa.
Se ubicó frente al caballete, el perro, dócil, se echó a su lado.
Ya
era tarde para concretar otros sueños, sólo le quedaba terminar el cuadro.
Ahora ya sabía cómo hacerlo. Tomó la paleta, aferró el pincel, apretó con furia
el pomo y dibujó en la cara de su Pelito, dos enormes ojos marrones y
esperanzados.
Ada Gil- Rosario –Argentina
ANOCHE
TUVE UN SUEÑO
Anoche tuve un sueño:
un mundo sin armas, una
vida sin VIOLENCIA
hermoso destino, frase en
un hueco
sueño ¿tienes esperanza?
Guerras que explotan en la
mirada del doliente
crímenes de la áspid contra
la paloma
versos que piden paz
Ayer vi :
Secuestros que comen fuego
blasfemias que queman
centauros;
Comiendo a la sociedad
cogiéndole una pata
Verdad que aterroriza
como los gritos de alabanza
en tiempos sin fe
Así está todo marchito
con las rosas muertas ya
sin espinas para defenderse
El alba sin salir ¿será el
fin de la noche?
Tinieblas sin amenazar a la
luz
es mi sueño amedrentado
que sigue todo día a día
El oráculo que no tenga
nombre
el destino que rojo ya no
sea,
y que la suerte negra…
Se evapore de las noticias.
Es lo que pido sin
cansancio
Despertar el cielo a la
realidad
no es lo mismo soñar o
mirar al eterno
que enfrentar el mar
sin ropa y en la soledad
con el frío viento de la
violencia
golpeando las carnes.
Alejandrina Arias- Autlan- Jalisco- México
Cercenamiento
En
antesala
la
metamorfosis
y
presagia
La
cortina insensata
es
rasgada
cuando
se la retiene
al
mandato.
Ana Romano- Buenos Aires-
Argentina
La locura y el deseo
Cuerdas de guitarra
suenan,
primero con unos
tientos
luego puntean las
cuerdas,
con quejíos y
lamentos.
Siete gitanas
bailando
con batas de crespón
negro,
y un gitano como un
nardo
está esperando el
momento.
El violín y la
flauta,
la guitarra y el
palmeo,
la faca golpea el
suelo
embrujo del
curandero.
Siete gitanas
bailando
con batas color
morado
y en esta noche de
luna
la faca lanza
destellos.
El gitano y la
Candela
se chulean en la
danza,
sus miradas son de
fuego
como una llama que
abrasa.
Siete gitanas que
lloran
rompen con el sortilegio.
Cuatro manos que se
tocan
y la locura en los
labios.
La gitana va mirando
estremecerse al
gitano,
mientras él...le va
rasgando
la bata con sus dos
manos.
Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España
Soledad me has derrotado
La soledad me agobia la
garganta.
Un agujero astuto apresa
mi nostalgia
y secuestra el sabor de
mi sustancia
Nadie escucha mi grito
de dolor
ni mi ocaso lo ve ningún
paseante.
Mi carne seca cruje
se desprende
y mis huesos se quiebran
corroídos
por la humedad escrita
con mis lágrimas.
Permanezco en mi cama
hospitalaria
con los ojos vacíos de
esperanza
y me hundo en la grieta
de los mudos
pues no tengo palabras
en mi boca
sellada por la ausencia
de una mano
que se apiade de mí por
un instante.
Un instante de luz sobre
mi almohada
que inundara de amor
mi vida parca.
Pero el viento veloz y
la tormenta
desbastaron el intento
solidario
y cansada de ser sólo un
fantasma
me arranco el corazón
y lo deserto
Soledad me has
derrotado.
Beatriz Ojeda-
Montevideo- Uruguay
Masticación
Se me desgarra junio
en la ventana del alma
con un maullido de viento
alargaaaaado.
La casa sufre
desvestida de otoños
atravesada de silencios
desterrada del sol.
Yo / massssstico los
miedos.
Belkys Larcher de Tejeda- Coronda- Argentina
Salmo de amor olvidado (Morir de pie).
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
Vértigo, prisa, vorágine…
todo contribuye.
¿Serán las noticias en
dominó de violencia y de pánico?
¿Las imágenes televisivas
cotidianas, catástrofe y dolor?
¿El salario insuficiente,
el individuo obsesionado?
¿Correr y no llegar, buscar
y no encontrar, desear y no tener…?
Tormentas de ambiciones,
sentimientos nublados
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
El ser humano y la
oscuridad de hoy
Miseria, inseguridad,
fobia, deambular apresurado
que no alcanza para escapar
de una realidad que golpea,
para disimular la mirada
que evita al niño abandonado.
Jueces/fiscales de una
sociedad que apresa y condena
al que refleja sus propias
miserias, con veredicto de antemano.
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
La mentira, emblema de
acusado y patrocinio,
zafar, escapar, salvarse a
cualquier precio… triste hábito.
La palabra, mustio arte,
desequilibra la justicia.
¿La víctima?... a un paso
de volverse victimario
por la pericia
inescrupulosa de estudiosos profesionales
que justifican el fin con
sumarios insensatos
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
El Cielo… es sólo espacio,
el Paraíso… mero árbol,
el Edén… suena a poesía, el
Purgatorio… un ente abstracto.
Salmo… una forma de cantar,
lírica y anticuada,
utopía vetusta de los
curas… la Comunión de los Santos.
Los sacramentos… exigencias
eclesiales de otra época,
política extemporánea… las
epístolas de Pablo.
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
El Amor, la Palabra que
salvó al hombre de la esclavitud,
ese tratado que yace en un
cajón, polvoriento y cerrado.
la Palabra… la que no
miente, que vivifica, que entusiasma,
es un libro más, que no
abrimos, que muchas veces evitamos,
tal vez porque nos acusa,
nos remuerde, nos señala cómo,
subidos en alas de la
urgencia, del Amor nos olvidamos.
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
Con ésta filosofía… no es
raro enterrar al Amor aún con vida
que insiste en llegar al
hombre con esfuerzos denodados,
que siempre intenta, que
continúa enviando señales,
aunque sus propios hijos
mantengan los párpados apretados,
que se niegue a ver, a
sentir, a comprender, a sospechar
que el Amor está de pié…
tendiéndole sus manos.
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
¿Dónde quedó el Amor en
nuestras vidas…?
Cada uno de nosotros
deberíamos preguntarnos,
aquel que nos enseñó a amar
en cruz, que nos duela cada músculo
de tanto dar, de servir, de
amar, de tanto darnos…
¡No miremos a otro lado…!
No arroguemos indiferencia,
Cristo nos volverá al Amor,
en comunión, en cruz… en cada ser humano.
Cómo nos hemos olvidado del
Amor…!
Aunque el Amor continúe de
pié, tendiéndonos sus manos…
Carlos
Alberto Giménez-Ushuaia-Tierra de Fuego-Argentina.
Mándala
Ritos
paganos
en
esta noche conjurada.
Salgo
al claro alunado,
para
estar junto a tu fe,
junto
a lo que crees.
Mirarte
y mirarme en las llamas,
que
flamean en mis ojos,
como
símbolos extraños.
Misterio
y revelación.
Y
ahí vienen los ancestros,
a
recordarme mis inicios,
que
había olvidado,
que
había sepultado,
más
allá de la fronda,
más
allá de la cruz.
De
la tuya y de la mía.
Devoción
y entrega.
Y
toda la herencia,
en
ese torrente de luz.
Oscuridad
que agoniza,
en
este trance de desmayo.
Secreto
y meditación,
en
la puerta del mándala,
Ahí
guardas,
todas
las respuestas,
todos
los designios,
Y
las caras que se han ido.
Carlos Brid -Tigre- Argentina
La Patagonia
Nuestra inmensa Patagonia
tiene una gran herida
la erosión fue producida
por demasiadas ovejas
el hombre siente su queja
y no llega a comprender
el suelo es como la mujer
solo hay que acariciarlo
y si se nos va la mano
es muy caro remediarlo
Si no hay suelo donde crezca
el coirón y el calafate
gran preocupación les late
a los guanacos y maras
como lograr la patriada
de aumentar la población
si la gran desertización
que el hombre ha provocado
nos hace pensar a todos
en irnos para otro lado.
Hay que dar tiempo a la tierra
donde hubo dinosaurios
respetarla es necesario
por la gente y el ambiente
más tarde hay que ser prudente
con lo que el hombre produzca
trataremos que se luzca
por bien de nuestra Argentina
con producción sustentable
salvaremos nuestra ruina.
Guardaparque Carlos Corbella- Córdoba- Argentina
Construyo sobre una ausencia
Construyo sobre una ausencia
Que denota tu ausencia...?
Una incipiente corola abriéndose tímidamente
al tibio rayo de luz....
O una efímera mirada donde titila un diminuto
lucero en plena mengua...
...O mis labios aun con una gota de miel...
Temo se vuelvan salobres.
Sin el frescor de tu boca!!
La dejaste en abandono!!...
Ausencia, ausente tus manos, ausente tu voz...al
irte de mí, no del todo te vas!!
Apura tu paso...pues las hojas del otoño vienen
danzando sobre mí...
...mientras te alejas en anodina ausencia...
...construyo otra historia...
Abriré ventanas ,donde brisas nuevas, despierten mi
cara!!
.....Que barra las hojas que yacen en el suelo…
...Que sutiles sonrisas me guiñen los ojos...
...Que una madrugada por abrigo tenga, no mis
cobertores,...sí; el calor de un cuerpo
que me arrope toda de
fragancias nuevas!!!
Que al voltear me mires con la candidez de un
niño...pero en la entrega seas brasa de buena leña!!
Que en sutil olfato...se volatilicen el olor a
lluvia...sobre mis mastrantos...
Mientras. Voy soñando, te voy construyendo,
Intentando sea...el efluvio justo de mis pretensiones!!
Que nuestro piso, sea de amor siempre dulce...pero
fuerte, fuerte como marmoleta...que viene rodando, por río cristalino!!
...Tu ausencia, aun la respiro...más con argamasa
de aromas de miel...de miel y corolas abiertas, festivas...
voy untando piedras..que vuele la
ausencia...pues, en mi muralla se destila amor!!!
...Mis pasos caminan, ...clamando un "por
siempre"
Carmen Guzmán Cedeño- Curmaná- Venezuela
Como en la infancia
Como
en la infancia
Como
en los sueños,
entre
las nubes y los montes,
entre
las lagrimas y las lluvias.
Apareces
tu,
pura
y blanca... luna.
Luna
madura que se viste de bruma.
que
se esconde y me alumbra.
Apareces
Tú,
Compañera
de juegos,
celestina
de corazones,
consoladora
de males y dudas,
como
sol de la noche... ahí quedas.
En
el cielo colgada
como
vigía de mis sueños.
como
luz para mis oscuridad,
como
beso en la mejilla... Mi Luna.
David Valdés Belinchón- Arganda
del Rey- Madrid
México es una mujer
México late,
México llueve,
México vive
en sexo de
luna.
Si saben los
labios a pulque y tejuino,
si brilla en
los ojos un gallo de oro,
si guarda la
voz unos ecos antiguos
entonces la
sangre que moja
la carne por
dentro,
engendra el
rugido
del pueblo
guerrero.
El pelo, racimo
de trigo, algodones,
frijoles y
sorgos: manojo de soles.
Atrás, mil
poemas enjuagan la espalda
con agua de
dulce: de lago Chapala.
Al este y al
sur, los pezones erguidos
de lima y cilantro:
cebolla morada;
los pies
insurrectos que huelen a pólvora
se alivian
autónomos, libres: pueblo guerrero.
Y el oro más
bello, entre azahar, camachuelos
y cerros de
plata, soñando el sueño azteca;
suspiro
nostálgico, hondo, querencia de amor,
deseo salado en
las noches insomnes:
amo el pueblo
guerrero porque a ella se parece.
México late,
México llueve,
México vive
en sexo de
luna.
David Reverte López- Alicante- España
De “Los labios de la
negra”
I
Llegué transpirando la tarde
temprana. Disfruté del viaje. El cielo errante entre hondonadas y despeñaderos. Mi primo esperaba inquieto
buscando el bus. ¡Tantos años! Nos
abrazamos y luego de intentar unas risas, pero más que nada mirarnos, reconocernos, me llevó a la casa y
corrí a la glorieta. Los labios de
la negra estaban ahí, ondulantes delfines rumbosos, esperando quién descifrara el enigma mientras los siglos
pasaban. Tomamos té, tantos años, cuidamos de no nombrar, fingimos no saber,
elegimos no imaginar. Los recuerdos me atravesaban como los cerros de mi niña. A los pocos
días se fue a la capital a
trabajar mientras tanto yo seguía en la casa con mis días lejanos, perdidos y queridos. El
viento me traía el rumor de la negra, ladridos pausados, aleteos, zumbidos,
trinos. Cada cierne serrano, guardaba
la hondura de años atrás.
Al tercer día me sentía sola, las realidades hermanas del té y la danza de Jay me acorralaban. Mi cama se veía tan
chica. Llamé a Clara, ella
insistió en que regresara. Quería contarme del tango y de unos hechos confusos con un abogado amigo mío. Me
prometía un té especial, un té de reinas. No pude darle respuestas ni pude reponerme. En
un ataque de enojo tiré varias cajas
y estrellé las pirámides y saquitos contra el cantero de las lavandas.
Pere volvió antes de lo
planeado. Me regaló una manta tejida en telar, anaranjada y blanca, me envolvió
y apretó fuerte, me inundó esa tibia templanza familiar, ancestral.
Podía confiar. Hablamos mucho, yo con mis inquisidoras cuestiones sobre
los labios de la negra y mi compulsa revisionista sobre el enigma. Él tenía sus
propias conclusiones, yo no lo sospechaba. Los labios eran dos, sólo que el de abajo estaba estirado y
serio, la negra estaba siempre enojada con él, lo odiaba desde chico.
Cocinamos, leímos viejas cartas, cantamos otra vez. Jugamos a la canasta, tomamos más té y fumamos cigarrillos
negros frente a los labios negros de las noches, poniendo el humo azul en el
surco profundo, visceral, abierto y muy ancho que formaban con el cerro. Un juego
infinito de planos infinitos hasta el centro de la tierra. Los pintamos de rojo, rosa o azul, maravilloso desplegar y pintar plano
tras plano, hasta la punta del lápiz, hasta el embrión poblado de la boca verde
amarronada.
Me fui a caminar, quería estar
sola. Y aquella mirada del monte profundo me llamó. Escuché su voz todo el día
y al atardecer me hundí en la boca. Recorrí la sierra por detrás, por dentro,
entre las matas de salvia y peperina, descubrí las moras escondidas entre las
siemprevivas tensas de humedad. La piel de gallina me inundaba dentro mientras
buscaba las ramas perdidas. Pura percepción, puro testigo, me detuve allí
mismo. Era mi propia voz, mis ojos reencontrados. Los años pasados, postales
sin forma, sin detenerse, cambiantes y constantes, acariciaban mi piel original. El anís dulce en la lengua y ese olor… lavanda. Era ella
otra vez. Guiándome, me despeinaba de flores. No sé cuánto tiempo pasó, entregada se me olvidó. Enfrentada a mí, viéndome,
oyéndome, ya no percibía mi cuerpo
desvanecido, uno con los cerros. Éramos
nube y roca, verdes, a veces cielo. Y sentí
el camino, el amado y sagrado del que siempre fui parte, supe la niñez devuelta a mis deseos.
Las preguntas entregaron la
revelación, siempre estuvimos juntas.
Sentada en la ladera
firme, canté con la voz más
profunda y absoluta de la que emanó una luz igual, blanca, intensa como la palabra misma, la repartí a toda la
tierra y volvió a mí
enaltecida para sanar a quien la
había desamarrado. Una grulla voló chillando sobre los cerros, me atravesó o quizá salió de mí, en mis
ojos la luz había borrado las fronteras.
II
Regresé. Pere dormía
profundamente envuelto en mi manta soñadora. Preparé una roseta de té y serví
dos tazas ceremoniosas. Lo sacudí
un poco y despertó. Me acurruqué en la hamaca y me envolví con él. Y entonces, empezó a hablar muy cerca
de los labios, de los míos:
- ¡Lali! Te fuiste y me dormí. Soñé con
vos, casi como hace treinta años. Con los ojos apretados para no despertar.
- Contame, yo también tuve un sueño,
creo… ¿Qué soñaste? No me dejó terminar, movía las manos, alzaba la voz.
- Soñé que habías tenido una hija. Yo debía cuidarla porque siempre tenés
mucho que hacer, no hay tiempo. Me decís que algún día vas a volver.
Apurada siempre, me das a la niña y te vas.
-¿Estoy aquí, en las sierras? –las
preguntas me alentaban.
- Estabas acá, o en Rosario, en el río, eras un dibujo de un libro de mi infancia, entre las hojas
de la escuela. En la espesura azul y verde
de Córdoba, entre las lunas de algún mar
legendario. A veces tan niña, o
una mujer mayor, adusta, apurada
hasta el final.
-¿Apurada? ¿El final?
- Te vas, te vas, y yo, con tu hija en
los brazos, te grito fuerte antes de que cierres la puerta, quiero saber cómo
se llama tu hija.
-¿Cómo se llama?
Y me miró con esa mirada antigua de los
cerros voluptuosos.
-
Me dijiste sin dudar, lo que yo presentía. Hace
treinta años que se llama Aurora.
-¿Vamos a buscarla?
Diana Luz Bravi Torras : Rosario-
Argentina
Dimidium
La vio pasar
a medias
tintas,
partida al
medio,
a medio vivir.
Y la siguió
para alcanzarla
a medio pelo,
a medio camino,
a medio amar.
Diego Santiago Cazzaniga- Rafaela-Santa Fe- Argentina
Mirada
insoportable
Hay una mirada que no soportan mis ojos.
Es la tuya,
despreciable dama de ojos dorados,
dueña de las alforjas que acometen a mis hijos,
cantora de los cariños que faltan a mi corazón,
hay una mirada que no soportan mis ojos
y es la tuya,
despreciable dama de ojos dorados,
síndrome de abstinencia para mi corazón desolado,
hay una mirada tuya,
brisa colgante que derrite mis anhelos,
que deja sin aliento mis zapatos más profanos
Diego Miró Quesada Mejia- Lima- Perú
Galán de Noche
Para qué pide
cariño si rechazo su requiebro,
para qué robar
del árbol una manzana verdosa,
para qué
sentirme bella si sabe que soy hermosa,
¿Para que…?
Galán de Noche, si sabe que no le quiero.
Para qué quitar
la duda que atenaza su garganta,
¿Para qué…? si
su templanza le arrebata el desafuero,
para qué quiere
tenerme si en el sueño me quebranta,
para qué mi
rapto impuro, si sabe que tengo miedo.
Para qué usar
una escala si en su rango no hay constancia,
para qué
mostrar linaje si su mano no me alcanza,
para qué fruta
madura, si con la escarcha me muero…
para qué seguir
desnuda si me roba la elegancia,
para qué rogar
al cielo con premura y destemplanza,
¿Para qué jugar
la danza de unos versos que no quiero?
Dórigo Alegezzo-Madrid -España
Festejo
Todo era
algarabía en la pequeña playa, a 200 metros del bosque.
El grupo de la
Colonia “Niños felices” había conseguido el permiso para salir ese sábado y,
por supuesto, lo disfrutaría a pleno.
La impulsora
de la idea, y organizadora, había sido Melanie, quien, además de ser Asistente
Social, cumplía en el establecimiento la función de kinesióloga. Y amaba a sus
cariñosos “chicos down”.
El grupo lo
conformaban dieciséis chicos y chicas de entre 8 y 14 años; a algunos los
acompañaban sus madres, o alguna tía y, en el caso de Adriel, su madre y sus
tres hermanos, puesto que se festejaría su cumpleaños número doce. Justamente,
el mayor de sus hermanos practicaba por enésima vez el “Happy birthday” en la
guitarra y bajo la aprobación de Lucas, el profesor de música. Atento también
el profe de educación física, Efraín.
El sol atacaba
sin vergüenza. Minutos después de llegar Melanie y yo habíamos untado a todos
los chicos con crema con filtro solar 50. Nosotras, aunque en shorts y
musculosas, no necesitábamos tanto cuidado; ya estábamos bastante bronceadas. Y
los que querían estar fuera de su alcance podían refugiarse bajo la sombra del
gazebo, donde ahora la familia de Adriel disponía las bebidas y la torta para
el festejo.
Pero antes,
por supuesto, todos nos daríamos un buen chapuzón.
Todavía
jugábamos en el agua cuando oímos el estruendo, y lo que nos pareció un grito.
Enmudecimos; todos miramos hacia el bosque pues de allí emergió la bandada que
por un momento nos ocultó el sol. Entonces vimos al animal, un caballo
desbocado, enmarañado en una especie de red de pescadores, tan asustado que
pensamos que nos embestiría. Se adentró en el agua aturdido por el disparo y el
griterío de los chicos.
De inmediato,
Lucas y Efraín se lanzaron tras él para intentar ayudarlo a desembarazarse de
la red. El animal dio tantas coces que el atalaje quedó destrozado. Pero
lograron calmarlo con múltiples golpeteos afectuosos.
Reunimos a los
chicos con cierto nerviosismo y apresuramiento por no saber qué estaba
sucediendo.
Al llegar al
gazebo, con la intención de secarlos y tranquilizarnos todos, encontramos a
Adriel sentado en el suelo arenoso, rodeándose las piernas con los brazos y
hamacándose, en la más completa soledad.
El Regalo
En un rincón de
la vida
sabremos de
soledad.
Y nos podremos
codear
con lo que solo
tenemos.
Un archivo de
recuerdos
que nos tratan
bien o mal,
consiguiendo
rescatar
al ser que
tenemos dentro.
Solo surgen
como obsequio
alguna sonrisa
amada.
y una adorable
mirada
que nos alegró
el sentido.
En nuestros
brazos rendidos
queda azorado
el regalo.
Un recuerdo
valorado.
de la que nos
ha querido.
Escritor Ingel Lazaret- Carmen de Patagones-Argentina
El leproso
Echado
de los hombres, nada espero.
Mi
carne es mi sustento.
La
noche, mi descanso.
El
sol, todo mi abrigo.
Y
el viento mi carne lleva
lejos
mío.
Caminante,
no
muestres piedad por mi destino,
ni
pongas tus ojos en esta carne muerta...
Aléjate,
esquiva la presencia
de
aquel que por la muerte está maldito.
Ezequiel Feito- Buenos Aires- Argentina
La
Solidaridad
Desátanse mil furias...
...pero alguien me iza al sol:
¡supero agrias penurias
por tu dulzura en flor!
Te abrazo y me abrazás...
...¡y ahí va la respuesta,
alzándose dispuesta
a dar su fruto y más...!
Jardín: ya no me ahogo
en mares de dolor,
¡y nado en pleno pogo
y vuelo en tu canción
de trino y claridad...!
Y ahí va el nuevo día...
¡ llamando a una alegría
que siempre hay que librar!!!
Fernando Adrián Zapata- Concordia-Argentina
Persiguiendo un sueño
Caminando
por la vida voy
cantando,
soñando despierto,
recibiendo
la lluvia y sembrando esperanza;
no entendiendo
muchas veces al dolor ,
o a la
alegría que hay en los caminos.
Me
gusta encontrarme con un niño,
conversarle
a un cachorro,
escuchar
la naturaleza toda,
respirar
el olor del mar, beber
de un
vino con mucha historia.
Ave de
paso soy, de un lugar no soy,
suelo
pensar cuando descanso,
y me
digo de aquí no soy y camino,
guiado
por la esperanza y persiguiendo un sueño.
Fernando Hernández Iglesias- Niteroi- Río de Janeiro
Te quiero
Así cómo nacen
las heridas en susurros inaudibles
así es la
pasión indiscreta que censura la paz de mi sueño
es como fingir
un te quiero para acallar los miedos
es dañar la
imagen de la interminable fila de recuerdos.
Un contraste
casi imperceptible al reflejo ajeno
Pero que
trasciende cada noche y traspasa mis anhelos
Y las horas
aclarando mientras bañas mis sentidos
te reciben con
la sutil ilusión de nacer de nuevo.
Vienes en
discreta y titilante luz divina, pero...
mientras tu
fulgor me alcanza, y el sonido duerme
me acurruco en
espiral, esbozando una sonrisa.
¿dónde acaba el
reproche de un lejano sueño ?
Si atravieso
hoy tu alma entre flores cristalinas
tus suspiros
desataron un destello que aún persiste
y me cubre
ahora tu esplendor sincero, que me dice
al oído, con su
tenue voz… ven amor te quiero.
Grissel Canche Albornoz- Mérida-Yucatán-México
Siéntate a mí lado vida mía
Siéntate a mí lado vida mía
y miremos el río que nos traspasa sin tiempo.
Yo no quise para mi este destino,
esta serpiente de túnica encantada
del color de nuestros íntimos deseos.
Carne que me levantas aun
entre los vivos y los muertos
entre dos mitades repartidas.
¿ Puedes mirarte en ti ?
¿ aun puedes mirar y entrever quien soy ... ?
Así podremos llamarnos
necesarios y amigables.
Yo quise ser alguna vez
como aquéllos que se confiesan simples,
no pensar jamás en los crímenes del alma.
Quise un día
una vida resguardada.
No elegí este doble exilio
entre el silencio y la palabra.
Ni un instante pude evitar estos dolores
conciencia ajena y mía...
De un abismo a otro vamos
tan desconocidos.
Héctor
Berenguer- Rosario- Argentina.
La boda
1-Los
previos
Revelando los vestigios de la
tranca de la noche anterior, los ojos rojos de Camelio tratan de hallar en el
obscuro pasadizo, una puerta que lo lleve a la cocina, en donde servirse un
vaso de agua helada que lo refresque de una sed inmemorial que le da vueltas
como mariposas ciegas por el estómago.
¿ Qué tal estuvo la despedida? Pregunta
una voz femenina desde el umbral,
Camelio trata de evitar recordar el aroma de
perfume barato que le da vueltas por la cabeza, y las imágenes de mujeres
exuberantes, vulgares, y de traseros moviéndose que se escurren en su mente,
así como la voz del dueño del prostíbulo, un negro marica que saltaba coreando Camelio
no se va, no se va,
Camelio no se va…
Como toda despedida, un grupo de
bebedores demasiado entusiastas, responde Camelio,
La novia, Lucecita apunta,
yo solo he pensado en la boda, de la casa a la iglesia, del altar a la
recepción, de la recepción a la luna de miel, No sigas dice Camelio, quien
distingue el cuerpo de Lucecita en baby doll a trasluz, no sigas dice, porque
abrevio, empezando a sentir un irrefrenable deseo por la silueta que se impone,
atractiva, deseable, triunfante, en el fondo de sus ojos.
A esas horas, a 300
kilómetros hacia el norte, María Tormenta se ha levantado de la cama con
opresiones en el pecho, el solo hecho de pensar o imaginar a Camelio en brazos
de otra mujer, le estruja el corazón, le quita el aire, le genera diversos
rostros de odio.
El día anterior, ha visitado al Obispo, viejo amigo de la
familia, antiguo amante de su tía, al que ha recurrido para evitar que se
consume una boda religiosa, ilegal, ya que Camelio es aun su esposo ante las
leyes del registro civil, el hecho de no haberse casado por la fe, debido a su
condición de divorciada en un compromiso anterior, no le da carta libre a su
marido actual, de acometer con una boda, a todas luces adulterina, así sea
escondida en una provincia del país. Monseñor le ha dado la razón, le ha dado
consuelo, la abrazado, le ha prometido impedir la boda y de paso la ha punteado
sibilina-mente, con la fe en el objeto del deseo que solo tienen los más
preclaros arrechuchos. Manteniendo abrazada a la devota, marca un número en el
aparato telefónico,
Alo, con el padre Chacaltana por favor, dice, con un tono
autoritario pero educado, Al otro lado de la línea , una voz se deshace en
bendiciones…Mire padre, la iglesia no es un antro de alcahuetes, el Sr. Camelio
Del Pozo es casado civilmente, y no puede contraer matrimonio religioso –sin
incurrir en bigamia, porque algo valemos para las leyes de mierda- con la Srta
Lucesita Cosentino, Usted no va a realizar esa boda o yo mismo me encargaré de
que dicte catecismo en Puno, allá por Pomata,
¿ estamos claros Padre
Chacaltana? Un si lánguido contesta desde el otro teléfono, en verdad lo que
piensa es si va a tener que devolver el dinero recibido por no poder realizar
el matrimonio, entonces cuelga apesadumbrado. Mientras en el otro lado del hilo
telefónico y mientras sigue abrazando a María Tormenta, el obispo, como cuando
hace uso de su poder, siente que eyacula profusamente mojando la sotana.
2-La boda
Flores blancas, lazos
blancos, una impecable alfombra blanca, la novia de blanco y el novio de negro.
Camelio acalorado siente que está ingresando a una prisión total y definitiva
mientras cuatro violinistas de provincia achispados por varias copas de pisco,
intentan tocar sin éxito la marcha nupcial. El altar está a dos metros, un niño
engreído y malcriado marcha levantando las piernas exageradamente y jugando con
la canastita de los aros. El niño típico y pesado. Un sobrino. El padre Chacaltana,
afecto al drama, aparece de pronto y con el micrófono encendido, dice con una
voz que corta la noche: Sr. Camelio, usted no puede…Sin arrugarse el smoking, Camelio
contesta que si puede, que se ha puesto dos inyecciones de Trittico que lo
ponen como león.
No me refiero a eso, responde el padre Chacaltana, usted no
puede casarse porque es casado,
Los invitados a esta mentira hagan el favor de
desalojar y salir de la casa de Dios,
Un invitado excedido en cockteles,
grita, ruinas de la casa de Dios, conchesumadre, que iglesia para vieja…y
encima este champagne es un puto espumante….Los invitados empiezan una retirada
desordenada seguida de novios, testigos y padrino
Al llegar a la puerta el
padre Chacaltana alcanza a Camelio y le dice al oído, ¿cómo se llaman las
inyecciones esas?
3-Cambio
de planes, y colofón poco edificante
Una iglesia en el campo, las
palomas descansado en un arco frontal sobre el portón, que simula el corazón
del amor, un par de monjes chinos con una cara de honrados que dan escalofríos,
un violinista ciego y un tecladista obviamente sordo, que intentan tocar las
cuatro estaciones de Vivaldi que suenan a las cuatro estaciones en versión
cumbia. Uno de los monjes toca repetidamente un gong y otros monjes (más
peruanos que chinos) portando un tiesto, un botecito a escala y una vela roja
repetían la oratoria del monje principal, A Camelio (vestido con jeans) le
parece escuchar nombres de platos de chifa, tipakay, chihaukay, camlu wantan,
Lucesita vestida con kimono en esta nueva religión que ha decidido asumir para
lograr el matrimonio religioso, sonríe con la misma sonrisa de una emprendedora
que está haciendo un buen negocio. Los pocos invitados e preguntan entre si ¿en
dónde es la guasca?
Camelio que ya ha cobrado un adelanto de la luna de miel,
solo piensa en espejos, sabanas, y preso del deseo besa a la novia como Burt
Lancaster a Deborah Kerr en de aquí a la eternidad, su cuerpo se va
convirtiendo en un solo pene. Años después y después de cinco críos, se
divorciaría.
Hugo del Portal
- San
Miguel-Perú
Momentos
guardados bajo llave
Hay caricias perennes que no cesan de acosarme algunas noches.
No las decido yo, sino su intensidad en imprevistas veladas de conjura astral.
Noches de tus labios, de tu lengua y los néctares desprendidos por un cuerpo
cálido. En el sueño me capto renovado jinete de tu encanto, y a ti, amazona del
mío, cabalgando el amor frente a espejos que no pude retratar. Los móviles eran
un inconnu entonces. Pero nuestra sed de beber agua salada que la multiplica
era inmensa; a extremo tal, que sólo un grande de las Artes podía plasmarla.
Ahora la escenifica el más modesto capricho de los sueños, tan recurrentes como
el estigma que me acompaña para siempre.
Es la herida que cicatrizó sin borrar el obsceno costurón,
recordándome que fuimos una vez.
Las pasiones ardientes se cruzan y descruzan esparciendo
cenizas. La vida es así, variopinta, cruel y a menudo ingrata con los manjares
que nos regalaron sus veladas. Al fin, resignas la vieja pasión a los anaqueles
de la memoria, aceptando el cadáver insepulto de la vida en común, o el más
piadoso recuerdo del "No sé dónde está, o si está no la veo. Ni la quiero
ver..."
Sobrevive sin embargo en la nevera de los sueños que enfrían o
congelan edades e ímpetus; menos crueles si no se corporizan sus despojos en el
lecho cotidiano y su resignado tedio, enemigo de la emoción.
No universalizaré mi cierto escepticismo en estos asuntos.
Existen acuerdos que combinan la placidez del presente con los arrebatos del
pasado. Son más de los que imaginamos y menos de los que pregona la sociedad en
boga.
El trágico azar y la vida me han privado de cualquier presencia.
Y eso también te marca a fuego.
La tuya en especial, provoca esta remembranza, belle de jour.
Nadie ha vuelto a besarme como tú, ni ser mía como una vez fuiste. Tampoco
hembra alguna volvió a propinarme tus navajazos, ni recibir los míos con
semejante fervor.
Quizá el gran amor rara vez pervive. La gran
pasión abunda sin embargo. Es la que suele marcarte para siempre, y guardas
celosamente bajo llave.
Joan Benavent-Vilasa del mar-Barcelona-España
Playa de amanecer
Quedaron tus
palabras golpeando acantilados
en un rincón del
día que buscamos.
Una playa contaba
leyendas luminosas
y acunaba
caricias desnudas y doradas.
Ahondaba tus
ojeras despeñando la sombra
por los caminos
rotos de la noche.
En la quietud
flameaban los motores del alba
y en el vientre
del alba crecía esta distancia.
Busco ahora mis
pasos y uncidos a tus pasos
los descubro en
los vidrios trillados de la noche.
Hay una sombra
tuya que le duele a mi sombra
y no puedo
decirte que ahora puedo amarla.
Quedaron
nuestras anclas
perdidas bajo el sol de un verano,
dos nombres,
susurrados entre la espuma blanca,
desvelados, dos
tiempos que preguntan si existen.
Jorge A. Dágata –
Balcarce- Argentina
Mi espiga
Que sos casada...
¡Eso!
ya lo sé
y sé también
que fui gorrión en tu colmena,
en la resaca de la goma
mi agua, mi miel, mi postre.
Que de lo oscuro a lo oscuro
leí tu libro una noche,
acaricié las líneas curvas
de tu cuerpo
e injerté mi alma
en el horizonte blanco
de tu silueta...
Tomé de tu vino,
comí de tu pan
y engendré mis versos
en tu vientre de rosa liberada.
Liberada con esa libertad
de besar el rostro de mi beso,
con esa libertad de entregar
el aliento fresco de tu sonrisa.
Y con esa libertad,
de llenar de amor
el crepúsculo sediento
de mi espiga.
Jorge
Ramírez –Salvadoreño- El Salvador
Despedida
Me dijiste adiós con un largo suspiro,
y con la mirada baja te fuiste de mi,
un silencio confuso hizo eco en la tarde,
lloraron mis ojos, al verte partir.
Quise aferrarme al tiempo vivido,
pues el temor, ya se apersonaba en mi,
creyendo que así volvería a tenerte,
que iluso pensamiento, que tonto que fui.
Mi corazón arrancarte no pudo,
y extensos senderos de espinos camine,
en la niebla opaca de la incertidumbre,
perecieron los sueños, benditos del ayer.
Cuanto vale un nuevo comienzo,
si el pasado aun, no se ha podido olvidar,
el vacío es música continua en mis días,
tu ausencia una reliquia, tu amor, un nunca
jamás.
Jorge
Amado Serrano- Suardi- Santa Fe- Argentina
Recuerdos…
RESUENA
tu voz en la noche en que voy.
Gaviotas
confundidas y en celo la escuchan.
Inexplicable
música practicándose en mí.
En
los oídos del árbol de mi vida
suelen
sonar como una melodía salvaje.
Mujer
de ojos alegres. Estás tú tan lejos.
Soledad
¡OH
soledad!
Me
abordas con la fuerza de las olas que socavan tumbas, sumergidas en la arena.
El
tiempo tiende sus redes sobre un río misterioso, que jamás muda de curso; sólo
cambia de orilla, borrando nuestros sueños, rostros y agonías.
Corazón
triste y pobre como un zapatero sin clavos ni herramientas ni zapatos,
remendando solamente sus heridas, por el amor abiertas.
Entre
el mar y yo sólo quedan huellas delgadas en la arena.
Ven
mujer en esta noche por el dolor substituida,
y
enrédate en mis brazos como una madreselva,
hasta
que tu verde agricultura selle con tu boca en la mía, el ramo sensual de tus
besos.
Rondín
de mi alegre huerto.
De
los espantapájaros que tejí ilusionado, no quedan sino harapos.
Circula
la luna montada sobre un caballo blanco,
devorando
las sombras de mis manos que te buscan…
Y
cuando languidecen y de pronto se rinden,
mis párpados se pliegan como un telón nocturno.
José Rodolfo Espasa Muñoz- Benidorm-
España
La reina está desnuda
La reina está desnuda
-Miren, observen, ¡la reina está desnuda!
-Te equivocas, es mi piel, es mi traje de reina. Lo acabo de comprar
con el sudor de las desposeídas.
Lilí Muñoz -
Neuquén - Argentina
Soy polvo
Voy donde el viento me lleve,
no busco parajes, ni rebaños
que encubran mi existencia.
Soy polvo en esta tierra,
puedo amanecer en el Monte del Sinaí
o anochecer en el establo de una estancia.
No lo sé, lo único que sé,
es que el aroma de la naturaleza,
me envuelve en un alo misterioso.
Siento que el desliz de mi vuelo
se torna más dócil día a día,
pero la brisa no me deja caer,
me arrastra hasta la ondulada
excitación de los mares,
o hacia la corriente de un río,
luego el sol me atrapa con sus rayos,
y renazco otra vez en un vuelo sigiloso.
Liliana Farah- Rosario. Argentina
Miedo
Interrogantes.
Sendero sin luz.
Encapsulado
espacio.
Solapada inquietud.
Alguien impele mi
cuerpo,
no me resisto.
Voy...
Atemorizada
avanzo en mi
letargo.
Truncas miradas
divisan
el elevado
recipiente
de agua pura.
La sed
desgarra mis
entrañas.
Un cancerbero
protege el
pedestal.
Tomo el atajo
señalado.
Sombras.
Multitudes.
Seres de mármol
decapitados
caen al pasar.
Tengo miedo
de morir de sed
antes de acaso.
Lucía Giaquinto- Entre Ríos- Argentina
En el lecho de una nube
En el lecho de un nube
al resplandor del crepúsculo,
con
mi quietud y tu calma,
yacen
dos cuerpos desnudos.
Sube.
Sube
a mi grupa y galopa
como
un corcel desbocado.
Tu
piel desnuda en mi piel,
unidas
en la tibieza y en un sentir alocado.
Sientes
mi aliento sensual,
siento
tu fuego y pasión.
Tu
mirada enamorada
me
hace perder la razón.
Casual.
Casual
y sensual gocemos este momento.
Volver
a ser en mí y yo en tí,
horizonte,
paisaje, silueta nebulosa.
Todo
a un tiempo con mis ansías descubrí.
El
éxtasis nos envuelve.
Se
acompasan los jadeos.
Susurras,
gimo, me abrazas.
Entrar
en el cielo creo.
Vuelve.
Vuelve
a mi inmenso mar de fantasía.
Inunda
con tu marea mis deseos.
Recorre
las olas de mi cuerpo.
Mitiga
lentamente mis anhelos.
No
pares nunca de amarme.
Acaríciame
la espalda.
Bésame
profundamente
hasta
llegar a mi alma.
Mirarme.
Mirarme
en el fondo de tus ojos.
Beberme
las mieles de tu boca.
Agitando
mi cálida marea,
para
descansar tendidos en la roca.
Tus
manos en mi cintura.
Mis
labios besan tu cuello.
Me
enloquece tu pasión.
Tu
cuerpo, varonil y bello.
Locura.
Locura
que despierta el cerco de tu abrazo.
Hazme
tuya e inunda con tu esencia,
todo
mi ser en la intimidad de la penumbra.
Te
añoro si estas en la distancia, anhelando de nuevo tu presencia.
Marga Utiel -Badajoz- España
Inmiscibles
Ella, con sus ojos como brasas encendidas,
prometiéndole satisfacción sin freno, con su voz ronca por susurros repetidos.
Ella, noctívaga buscándolo, con el ardor pulido
reflejando estrellas; como boca de lobo con dientes plateados, un sinfín de
lunas enamorando, incansables cuchillas curvas con mango de ébano.
En su desplazamiento la siguen luciérnagas que
encienden y apagan devaneos tempranos.
Ese hacer y no hacer que la hunde en la toledana.
Ella se presenta en su extensa casa a las tantas en
verano, más temprano en invierno; siempre se puede contar con ella.
Ella, paseando en la carroza de zapallo, vestida de
cenicienta esperando a su
príncipe.
Pasa sus veladas añorando encontrarlo.
Los gatos pardos, cómplices de tal infortunio.
Él, fuerte como la luz que emite, energía arrolladora,
buscándola en ese límite. Estirando sus dedos cálidos, acariciándola con
urgencia, solicitándola con cantitos dulces, inaugurando ese momento de gala,
que terminará en el desaliento, que se va construyendo tenazmente.
Ese minúsculo instante que se vuelve eterno, donde
se encuentran para adorarse y alejarse deprisa, hasta la próxima vez.
Ese breve bostezo, roce ligero de las esencias,
mucho deseo y nada concreto, aunque subyugados por la perfección del otro.
Con sus besos en verso y sus abrazos en despedida.
Inconstantes amantes en retirada.
En ese entrecruce de luz y sombra un tejido de
emociones se desintegra, y surge el dolor por insuficiencia.
El amor es tan grande que cada uno se retira para
que el otro exista.
Es la noche y es el día.
Tan opuestos que se atraen, tan inútil esa unión;
imposible e inexistente.
Un castigo permanente para un delito universal como
es amarse.
Margot
Kliforwie- Rosario- Argentina
Mujer de la pollera verde
Expuesta a
sales y lunas,
Sequías y
vientos,
Recorres
largos caminos
No importa la
tardanza,
Tienes el
corazón heroico
Para afrontar
mansamente
Los embates y
tu destino.
María del Carmen Latorre- Rosario- Argentina
Mientras caen las
hojas.
Hay
días que me siento a ver
las
hojas caer .......
el
viento las eleva .....
se van
tan solas...... sin destino....
quisiera
ir tras ellas,
pero
no tengo alas en mis hombros .......
Oh
..... si pudiera seguir las huellas
de sus
pasos ......
pero
no tengo ALAS en los hombros .
Mientras
las hojas caen.....
siento
esa necesidad que abarca todo...
que me
inquieta los huesos y la carne.....
esa
necesidad de hablar contigo .
Mientras
las hojas caen ...
te
puedo ver AMOR..
sin
luz y sin mirada .......
María Isabel Campos Quijano- Santander-
Colombia
Querubies
Fueron esos hijos que nunca
nacieron,
ángeles sin alas, sin nombre, sin
cuerpo,
cuya semilla fue sembrada y luego
eliminada
en el oscuro vientre convertido
en camposanto.
No tuvieron la suerte de llamarse
niños,
Respiraron un tiempo, un mes o
dos,
Quizá un día, fueron seres
humanos,
Que la ciencia atea y unas madres
abortaron.
No hay remordimientos, ni
conciencias,
cuando se decide matar a un
inocente,
está primero el egoísmo, la
crueldad del hombre,
no tiene derecho a vivir, el
pequeño mártir.
Como ratones de laboratorio son
arrojados
a un basural (será alimento de
perros y ratas)
¡¡¡que los perdone Dios!!! si es
que tienen perdón;
por este crimen horrendo,
execrable, despiadado.
En nombre de la Ciencia hereje,
asesina, atea.
se mata a un niño por ser deforme
o no deseado,
madres desmadradas que
llorarán mañana
atormentadas por haber matado a
su propia sangre.
Este es el mundo que heredamos a
los que vengan,
“generación de asesinos seremos
llamados”*.
Perdónanos criatura
abortada e inocente.
Perdona tú si puedes, a esta raza
de malvados.
En nuestros corazones viven esos
fetos,
para la ciencia ratones, para
Dios humanos,
ni tumba tuvieron, ni han
sido bautizados,
son los querubines
que no serán olvidados.
M.ª José Acuña Beláustegui- Curmaná- Venezuela
Se detuvo frente al espejo
Se detuvo
frente al espejo. Aquel que tantas veces reflejó su cuerpo desnudo. El mismo
que fue testigo mudo de sus noches de amor, de sus sueños, ilusiones...
Aquel que, en
otro tiempo, lucía resplandeciente en la estancia.
Aquel que
presenció risas, lágrimas, susurros, silencios...
Recordó cómo
sus reflejos le deslumbraron tiempo atrás cada vez que pasaba a su lado.
Ahora estaba
cubierto de polvo y permanecía inerte, sin vida. Nada se reflejaba en él. Ni
siquiera su propia imagen, pese a estar frente a frente.
El espejo que
un día tanto brilló, ahora se veía empañado.
Ya nada era
igual...
Todo había
cambiado.
La luz que un
día iluminó la estancia se había apagado para siempre.
Ella
se había marchado...
Pasa el
tiempo... Todo cambia... Las cosas cambian... Las personas cambian... Para
bien?? Para mal??... Todo depende del espejo en que todo se refleje, del espejo
en el que nos contemplemos...
Las imágenes
que, en él vemos, no son siempre las deseadas.
El espejo es
frágil y puede romperse con facilidad, distorsionando por completo el reflejo
de la ansiada belleza...
Todo cambia....
A veces, nada es como habíamos soñado. Nada sucede como habíamos deseado, nadie
entiende qué alberga nuestro interior.... Ni siquiera se ha detenido a
buscarlo.
El espejo se
rompe... Sus reflejos ya no son los que, un día, me deslumbraron.
Todo
cambia... Ya nada es igual...
Marian Martín Humanes- Villaluenga- Castilla la
Mancha- España
Y voy desnudando roces…
Y voy
desnudando roces...
En mis
sedas voy cayendo...
Suave es
cada deseo en mi...
Que se
alza en un crescendo...
Me
desvisto para tu mirada...
Para
arder en tus pupilas...
Y sentir
la caricia...
En mis
sensaciones dormidas...
Y rehilar
en osadías de tus dedos...
Resbalan
mis manos en tus contornos
Espero el
cálido beso...
Que
susurres palabras
del fuego
de tu cuerpo...
Que se
resbalen las llamas
En mis
pechos...incendio de tu boca...
Escándalos
de tu lengua...
Haciendo
levantiscas en mi piel...
Me
derrito en este delirio...
Y me
rehaces con pasión de tus manos...
Me rodeas
cual espiral ...
Estallidos
germinan gemidos...
Me llenan
tus raíces ...
Has
estremecido mi suelo...
Y en el
hecatombe de latidos...
Me miras
de ti florecer...
Cuando
caemos los dos rendidos...
Agotados
del placer...
Mary Ramos- Barquisimeto- Venezuela
Poesía negra
N.º 18
Había un olivo.
un olivo de tristes ramas
un pedregal, un camino
una fuente y una lágrima
Había un río
un río sediento de agua y agua
un puente, una raíz, un suspiro
un hombre, un fusil, una batalla
Había un guijarro
un guijarro de los que resbalan
una pareja, un suspiro
una pregunta, un mohín, un arma.
Había una deuda
una deuda nunca pagada
una pregunta, un suspiro
una sonrisa deslavazada....
Había un pasado
un pasado sin esperanza
un puente desconsolado
un río seco... una bala
había un olivo
un olivo con sangre en las alas
una paloma perdida en el viento
un viento sin esperanza
Había un río
un río hambriento de almas
un puente hacia el infinito
Una mujer, una traición... y
nada.
Había un guijarro
una primera culpa de piedra
lanzada
un desamor, un suspiro
un gatillo, el fiel de la
balanza.
Había una deuda
una deuda de amor sin palabras
una pregunta, un gatillo
una desidia disparada
Había un pasado
un puente, un río, una amada
un primer beso de niño
que acabó siendo venganza.
Miguel García Freijanes- Madrid- España
Asoma la mente
a la luz…
Asoma la mente
a la luz y enciende un pensamiento, cae la tarde y un suspiro se escapa, la
belleza se acentúa al percibir las curvas que autentifican su esencia de mujer.
Entre telas que respiran sus silencios, alisa sus pliegues y estira sus penas,
el dolor se quema a golpes de plancha mientras la música adereza con su sabor
momentos de aciago. Sorbete de hielo picado que enfría el color y baja el tono
que el calor había conseguido alzar. Calla el miedo, el amor intentaba escuchar
para erradicarlo, cobarde silencio que esconde su ausencia para no ser
descubierto, taladra sin voz y equivoca a la razón para no ser eliminado de un
trazo. Por fin la luz incidió en la verdad y atrapó aquella aparición escondida
y enjauló su poder, arrecia el silencio y toma nota la palabra para
posicionarse y lograr escribir aquella página en blanco que amenazaba en
silencio notas. Notas que esperaban también en silencio tras el miedo para
hacer sonar la melodía del perdón. Se perdona al miedo si logra callar su
maldad y deja escuchar la razón. Razón por la cual la verdad toma posesión y
deja claro cuales son las pautas que debe seguir el amor para hacer realidad su
sueño y dejar atrás quimeras asustadas por crueles serpientes salidas del
miedo, la tarde comienza a encender la pasión, se inclina la balanza hacia el
amor, fuego que ardía en el alma pero que, al escuchar silencios, callaba su
llama y ahogaba sus gritos en la quimera, el sueño dormía, pero despertó el
amor y prendió de nuevo.
Brillaban sus
ojos
mirando
ese corazón
que ardía en el
deseo,
encendía el
placer
y vibraba el
alma
entrelazando
sus dedos,
manos que
de la pasión
amasaron valor
para
enfrentarse
a sus miedos.
Miguel Urbano Perálvarez.-Córdoba- España
Jardín interno
Un
jardín de ilusiones y esperanzas.
De
sueños de colores y de anhelos.
Un
jardín que se guarda en nuestras almas
y
se expande con amor a los cielos.
Todos
tenemos ése jardín precioso
también
con pesares y recuerdos
-algunos
lindos, son maravillosos-
Otros
de llantos, de traumas y de aciertos.
Un
jardín sagrado donde nadie pisa.
Donde
sólo entra alguien si queremos.
Un
jardín divino sin humanas prisas
donde
nace y crece todo lo que es bueno.
En
lo más sagrado
En
lo más incierto...
.
Allá
donde yo misma
me
descalzo siempre
porque
es lo divino
quien
vive aquí dentro.
Tienes
las puertas abiertas
en
ése jardín secreto.
Nieves María Merino Guerra
-Gran Canaria – España
Soledad !!
El silencio es aturdido,
por el grito de tu ausencia
y la noche se quebranta;
por que marcas tu presencia!
Los recuerdos se hacen claros,
pesa en mi soledad,
la imagen que te recuerda;
con tan clara intensidad!
Veo sombras en la noche
que me abrazan y me tientan,
el corazón te reclama;
toda mi mente te piensa!
y el cuerpo que te desea
y que busca tus caricias,
se hace blanco,
al que embaten;
todas las agonías!
Busco el sueño como excusa
para
dormir ya cansado,
por que ardo en fantasías;
y egos de enamorado!
Llega la madrugada,
te veo,
por todos lados
y me retuerzo en las curvas,
de tu cuerpo; embrujado!!
Te busco en la noche oscura,
voy en alas de algún verso...
por este amor que es tan tuyo;
y resultó tan perverso!!
Me retuerzo ante la luz,
cada destello de luna
y en todas las esperanzas;
aunque no quede ninguna!
Te has quedado en mi pecho
y en la noche,
cada noche
y en los rincones de casa ...
En cada día de vida,
que en silencio;
solo pasa!!
Te has quedado en la promesa
de algún nuevo amanecer
y en todo lo que yo amo;
esos ecos del ayer!!
No te has ido,
te has quedado
y es tuya la inmensidad...
que ennegrece mas,
mis noches;
y pesa en mi soledad!!
Pablo Ramón
Cabrera Roa- Paraguay
…debida carta.......................a mi amiga
Isis.
…no sé
porque esa mañana el
tiempo corría a más a prisa…y todas mis mariposas revoloteaban sin sosiegos y
descontroladas…
Iba a encontrarme con
ella.
Íbamos a conocernos.
Olernos y sentirnos.
Descubrirnos en la mirada.
Desnudarnos el alma.
Porque esta magia de estos
tiempos…iba a encontrarnos.
Muchas noches de desvelos
conversamos…compartíamos penas de amores de olvidos…y ausencias de Glorias…en
la vida.
Yo la conocía por terceros
y sus pinceles…y ella por ser yo tan atrevida…
…y volé a su
encuentro a esa esquina dulce…la de Los Caramelos como presagio de otro
cuento…y allí nos encontramos.
Era tal cual me
la imaginaba…y creo que yo, no supe defraudarla…porque como siempre llegué
en con mis flores pero en “cueros”esa mañana.
Paseamos por esas calles
que alguna vez llamo a la gente a la luz de aquella luna nacarada de una
playa…por murallas…por las Puertas de Serrano…y quedamos sin palabras….porque
estaba todo dicho con mirarnos…porque hablamos...hasta de las cosas de entre
casa.
Y aquella mañana , que no
fue mucho...nos bastaba.
Llegamos ambas a esa
calle… con todas las mariposas que llevábamos en el alma.
…yo era forastera…así que
ella me llevo de la mano a todos esos lugares placenteros…
Quizás tendré que ir al
otro hemisferio, para abrazarnos nuevamente…porque es así “La puta vida”…página
creada para poder gritar nuestras desesperaciones…que como arte de magia,
siempre me enseñan a reírme a carcajadas…y yo con mis puntos
suspensivos..sólo doy tregua a los suspiros o a alguna lágrima.
Hace ya varios meses que
volví a casa…
y le debía a mi amiga
...............esta carta.
P/D: ...voy a soñar...
desear...
que volvamos a
encontrarnos...
en algún paralelo de vidas
multiplicada de poesía...
en aquel "viejo
mundo"...
que escribió alguna vez mi
infancia de cuentos..... y sigue escribiendo mi historia de futuros....
Pilar Ferrer- Ushuaia-Tierra de Fuego-
Argentina
Las palabras
Las palabras caen al alma
como bálsamo calmante
ante el irracional temor
que sobre tus afectos tengo.
No es que dude de tu amor
que en todo mi cuerpo siento
mas…
como todo ser consciente
soy complejo …
y también Inconsecuente
Las palabras necesito
que confirmen lo sentido
y si caen en mis iodos
alimentándome el alma
no habrá temores
ni dudas…
sabiéndome muy querido
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
Entre las once
y las doce
En el viejo
reloj del monasterio
daban las once.
Salió Juan
Pablo con la
premura del
caso,
a casa de los
amantes
que lo estaban
esperando.
Hacía un frío
tan cierto,
que eran los
huesos cristales
indefensos en
el viento.
Padre Juan,
vaya que es
nuestro el apuro
en la idea de
los padres, de ella
como en los
míos.
Que nos
pillaron de amores
ardientes como
braseros.
Si ha traído el
ornamento
será mejor que
se apure,
y celebre el
casamiento.
En el viejo
reloj del monasterio,
se asomaban las
agujas a las doce.
El padre dejó
en registro el Sagrado Sacramento.
Rubén
Eduardo Valiente- Buenos
Aires-Argentina
No mires atrás
-No mires
atrás- me decía cada vez que escapábamos a la carrera de la cueva.
¿Por qué ese día
tuve que darme vuelta?
Era una
excavación abandonada, fría y oscura, con olor a humedad. Sólo se escuchaba el
sonido de una gota que encharcaba el suelo, multiplicado por su propio eco.
Entrábamos a explorarla siempre con la sensación de que algo o alguien nos
acechaba. Aunque nos infundíamos coraje, uno al otro, llegaba un momento en que
el miedo nos superaba y corríamos hasta quedar sin aliento tirados de cara
sobre el pasto. Era un juego de chicos, inquietante y divertido. No sé por qué
ese día tuve que mirar atrás.
Silvia Rodríguez- La Plata- Argentina
A veces me pregunto
A veces me pregunto,
si siempre tendré poemas
bonitos,
para al oído cantártelos,
o mis manos sean capaces de
coger,
las rosas más bellas,
para ofrendarlas a tus pies,
A veces me pregunto,
si siempre mis pies se hallarán
prestos,
para con paso enhiesto ,
correr a tu encuentro,
o mis ojos guarden la clara
visión,
para que los detalles de tu
belleza,
en ellos se retraten,
en la diáfana presencia del
amanecer.-
Más aun así sé,
con inclaudicable certeza,
que aun sin poema bonitos,
para al oído cantártelos,
ni manos capaces de coger
las rosas más bellas,
ni pasos enhiestos,
para correr a tu encuentro,
ni ojos con las cuales retratar
tu imagen,
te amaré intensamente.-
Pues aun sordo, ciego, mudo y
postrado,
guardaré por ti el corazón,
que más que corazón es un mundo
ardiente,
en el cual vives eternamente.-
Víctor Kartsch Brenh- Encarnación
-Paraguay
Perdido
Un objeto
solitario baila entre sus dedos
lo acaricia,
como dibujando el tiempo
mira al cielo
con ojos entornados
pidiendo
divina ayuda, quizás,
o un halo de
esperanza
en su afán por
encontrar al otro
que lo cubra
del frío, del tiempo, de la vida.
Estático,
confuso, hurga en sus bolsillos,
nada encuentra
pero insiste,
pensativo se
queda en medio del pasillo
todo el rato,
todo el tiempo.
Nada lo
apresura ni distrae
contempla el
suelo
respira hondo,
inhala fuerzas
más que el
aire
y éste, parece concederle su pedido.
Y de pronto,
retornando al mundo,
a éste, tan
real y tan concreto
da unos pasos,
levanta la mirada
se da cuenta
de ojos que lo observan
sonríe apenas
con una débil mueca
balbucea unas
palabras sueltas
vuelve a mirar
el objeto solitario
y
continúa su camino, resuelto
parece
recordar dónde olvidó
al guante
compañero
de tantos y
largos fríos años.
Victoria Gonzáles Badani- Santiago de Chile- Chile
Tenemos algo
El agua y yo tenemos algo,
algo como un amor desguarnecido
que me diluye mientras ella
ríe.
En su burla lustral refleja el
cielo
y ésta lava mi corazón de rosa
de sus celos azules y sus
duelos.
Me sumerjo en las olas que
batallan
mano a mano en el ritmo de la
especie
y me resisto como una amazona:
desde el centro cenizo de la
frente,
voy al rescate en la marea
impropia
del Ojo natural.
Y lo rescato.
Violeta Herrero- Salta- Argentina
Conga de
tus senos
Como arrebatada morena
Emites cantos de sirena
Al son de los tambores
Las percusiones de la
foresta
Vas moviendo tus caderas
Van sonando las congas de
tus senos
Que emiten vibraciones
Que envuelven el aire
Como deseo tocarlas
Al ritmo de la noche
Mambo ondulado
De contagioso ritmo
Ya quisieran estas manos
Tocar tus congas
Estrechar tus manos
Mimetizar tus cueros
Acariciar tu pelo
Sentirlo en movimiento
Combinados con tus caderas
En armonía de tumbadoras
Vas haciendo pum pum
Con tus congas
Tus congas rosa
Zagaworks Santos -Santo Domingo-
República Dominicana
LISTA DE AUTORES Agosto
Autor
|
número
|
titulo
|
Ada Gil
|
45-1
|
El cuadro
|
Alejandrina Arias
|
45-2
|
Anoche tuve un
sueño
|
Ana Romano
|
45-3
|
Cercenamiento
|
Antonio Monzonís Guillén
|
45-4
|
La locura y el deseo
|
Beatriz Ojeda
|
45-5
|
Soledad me has derrotado
|
Belkys Larcher de tejada
|
45-6
|
Masticación
|
Carlos Alberto Giménez
|
45-7
|
Salmo de amor
olvidado
|
Carlos Bird
|
45-8
|
Mándala
|
Carlos Corbella
|
45-9
|
La Patagonia
|
Carmen Guzmán
|
45-10
|
Construyo sobre
una ausencia
|
David Baldés Belinchón
|
45-11
|
Como en la
infancia
|
David Reverte López
|
45-12
|
México es una
mujer
|
Diana luz Bravi Torras
|
45-13
|
Los labios de la
negra
|
Diego Cazzaniga
|
45-14
|
Dimidium
|
Diego Miró Quesada Mejía
|
45-15
|
Mirada insoportable
|
Dórigo Alegezzo Gediongre
|
45-16
|
Galán de noche
|
Egle Frattoni Romano
|
45-17
|
Festejo
|
Escritor Ingel Lazaret
|
45-18
|
El regalo
|
Ezequiel Feito
|
45-19
|
El leproso
|
Fernando Adrián Zapata
|
45-20
|
La solidaridad
|
Fernando Hernández Iglesias
|
45-21
|
Persiguiendo un
sueño
|
Grissel Canche Albornoz
|
45-22
|
Te quiero
|
Héctor Berenguer
|
45-23
|
Siéntate a mi lado vida mía
|
Hugo del portal
|
45-24
|
La boda
|
Joan Benavent
|
45-25
|
Momentos guardados vajo llave
|
Jorge D´Agata
|
45-26
|
Playa de amanecer
|
Jorge Alberto Hernández Ramírez
|
45-27
|
Mi espiga
|
Jorge Amado Serrano
|
45-28
|
Despedida
|
José Rodolfo Espasa Muñoz
|
45-29
|
Recuerdos
|
Lilí Muñoz
|
45-30
|
La reina está desnuda
|
Liliana Farah
|
45-31
|
Soy polvo
|
Lucía Giaquinto
|
45-32
|
Miedo
|
Marga Utiel
|
45-33
|
En el lecho de una nube
|
Margot Kliforwie
|
45-34
|
Inmiscibles
|
María del Carmen Latorre
|
45-35
|
La mujer de pollera verde
|
María Isabel Campos Quijano
|
45-36
|
Mientras caen las hojas
|
M ª José Acuña Beláustegui
|
45-37
|
Querubies
|
Marian Martín humanes
|
45-38
|
Se detuvo frente al espejo
|
Mary Ramos
|
45-39
|
Y voy desnudando roces
|
Miguel García Freijanes
|
45-41
|
Poesía negra n º 18
|
Miguel Urbano Peralvez
|
45-42
|
Asoma la mente a la luz
|
Nieves M ª Merino Guerra
|
45-43
|
Jardín
|
Pablo Ramón Cabrera Roa
|
45-44
|
Soledad
|
Pilar Ferrer
|
45-45
|
Carta a mi amiga
|
Rafael Serrano Ruiz
|
45-46
|
Las palabras
|
Rubén Eduardo Valiente
|
45-47
|
Entre las once y las doce
|
Silvia Rodríguez
|
45-48
|
No mires atrás
|
Víctor Kartsch
|
45-49
|
A veces me pregunto
|
Victoria González Badani
|
45-50
|
Perdido
|
Violeta Herrero
|
45-51
|
Tenemos algo
|
Zagaworks Santos
|
45-52
|
Conga de tus senos
|
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