Apenas vislumbro azules plateados,
Apenas vislumbro azules plateados,
quizá me mude allí arriba donde nunca miro,
donde el olvido acaricia y las nubes acunan,
mientras me atropellan las alcantarillas decoradas
y los ojos no quieren ver más finales
y el corazón malvive entre latas y restos de la cena de hace días,
vagabunda ahora de todos los posibles aniquilados,
mendiga, lloralunas, insignificante brisa,
apenas un suspiro en el océano inmenso
de mi encrucijada,
yo conmigo misma.
Ana Tejera Aguiar-Tenerife- España
VIDA Y MUERTE
A Esther
Has llegado adonde estás
sin rendirte a la vida
que te forjó con dureza,
sin tallarte en mármol.
A veces
cubrió tu pelo con manta de escarcha
y reventó las ruinas de tus huesos.
Tú supiste asfaltar los escombros
para seguir de pie, aun con fisuras.
Has zurcido mil veces tus desgarros
y aquí sigues, subida a tus tacones rojos,
para mirar a la muerte de frente
y ver derretirse el hielo de su hoz.
Mientras, te pones el sombrero blanco
y sonríes de nuevo a la vida.
El espejo refleja a la mujer que te ha nacido
–tú sabías que la llevabas dentro–
preparada para luchar a muerte
y dejar la partida en tablas.
Asuncion Caballero (Mascab)-Badajoz España
VEN JINETE A SALVARME
Estoy aquí esperándote
en esta tierra gélida.
Sin voz
sin luz
sin hambre.
Apenas un suspiro
se escapa de mis labios.
He querido salir de mi cuerpo
sin lágrimas
y encontrar una risa que avive mis andanzas.
Más el frío que acuna mi vida solitaria
ha dejado las huellas en mi sendero infausto.
Nadie sabe que el hielo de mi alma agotada
ha tomado mi piel
mis huesos
mi sustancia
y ya no espero sueños que iluminen mi estancia.
Estoy rendida a ti jinete de azabache
ya te veo venir en tu caballo raudo.
Llévame contigo
a descansar de vida
esta vida que ríe en mis espaldas blancas
como la nieve blanca
se incrustó en mis entrañas.
Todo ha sido un invento
un cuento
una fanfarria.
Se escapó un mirlo muerto
de mi pecho abrumado.
Ven jinete a salvarme de mi dolor añejo
mi alma está maltrecha de esperar tiempos nuevos
y mis huesos quebrados no quieren más tormentos.
Y pon en mi epitafio
“Aquí estuvo una dama que suspendió su anhelo”
Beatriz Ojeda-Montevideo -Uruguay
Liturgia
Inculcados de amor,
crecimos como clan,
mis vegetales ojos
se asomaron al árbol
genealógico y respiraron
voces añosas de polen
armonioso que fingían
ser una colmena que
nunca se dispersa.
Sólo la muerte contradijo
ese introito de este
ritual familiar congénito.
La única razón de ser
es la palabra; y a ella
me acojo cuando asomo
la tecla para adivinarme.
Es la palabra un canto
gregoriano que alerta
a Dios sobre el hombre.
Es la palabra, un grito
de Dios dirigido a los
hombres, por el hombre.
Un solo canto, un canto solo;
un poema únicamente, sólo un poema.
La verdad disfrazada de historia
compartida que nada más
el autor conoce, y canta.
Canto ritual, liturgia de la tribu,
que permite hacer cantar
hasta a los mudos y los sordos.
Testamento infinito, legado
de una mano escrita por
todos los poetas de una
patria, que son todas…
y ninguna…
La infancia de la sombra,
con palabras, el verbo
hecho miradas al futuro.
El presente inmanente,
los silencios ruidosos
y múltiples de significados.
Desnuda, arrepentida,
la palabra se arropa
en el poema, esconde
todo su origen sacro,
y sin embargo muestra,
juega, enseña, adivina,
adelanta y bendice…
pero no maldice,
bien decir es su misión,
su meta, su esencia,
condición encadenada
del fuego que arde
desde que el hombre
escribe y comunica
todo, hasta lo que no sabe.
La palabra, callada sombra
a gotas; esencia de la luz,
mortaja del silencio.
Silencio al fin, que expresa,
lo que apresa, dice, confirma,
ratifica y deja luceros de duda
en las piedras que acuna.
Afuera llueve, adentro está mojado,
las gotas de agua caen sobre la mesa.
Un hombre en sed infecto, estira la mano,
en la mano un ojo, que quiere un poema:
soledad y azúcar se lleva el viento.
El hombre cae y muere, murió ahí
la tristeza, murió la palabra, se inundó
la mesa. Este rito es largo,
resucita siempre la palabra impresa.
Benjamin Araujo-Mexico
Me duelen las manos
Me duelen las manos,
me hice daño al quitarme la mancha de los días,
esos días en los que se rompen los tacones
y se secan las caléndulas.
Me duelen las manos
y me oprimen los guantes,
me agarré demasiado a las paredes,
no encontré el manual de la vida.
En el desván solo hallé una muñeca rota,
un agujero en el tiempo
y un libro de poesía
–quizás me sirva–.
Mañana empiezo a leerlo.
del libro Ángulos
Chelo de la Torre -Linares-Baeza, Jaén- España
PRESUMO NIEVE
Aquí, las gotas no se han hecho copos,
seguro son blancas en las retinas
de lo oculto.
Imagino ramas desnudas,
pobladas de puro espesor albino.
Y esa sábana de nula oscuridad,
rastro de pisadas,
colmo de hojas muertas
caídas a los pies de nadie.
La intuyo firme y liviana,
como el placer de acariciar un cuerpo
que se derrite al tacto febril
de unas yemas juguetonas.
Parece que la lluvia no se va a tornar cristal, lástima que su luminosidad
no cubra el gris negro de los tejados.
Aquí, la aguardan ojos garabateando
palabras cegadas en el absurdo
de un vacío lleno.
Ellos, no saben, no lo sabrán nunca,
que están escribiendo el gesto del sol
tras el vaho de la ventana.
Es dorado el paisaje,
no ha habido nieve,
la he dibujado en el aire.
¿Dónde están los pájaros?
Sus alas son versos por nacer.
Repito, no ha habido nieve, no hay pájaros,
presumo su color, su canto, su vuelo, su vida.
Consuelo Jiménez-Alicante
Si los gatos recorren los techos
Si los gatos recorren los techos
en la noche bañada de estruendos
con sus pisadas livianas en el rocío
con sus miradas buscando el destino
no dormiré el sueño deseado
en la oscuridad de la luna escondida.
En la ventana que espía el ensueño
un felino se agazapa de silencios
perturba la sombra de miedos
castiga el futuro de la amanecida
precipita el alba en la vereda
y persigue la hoja de otoño.
Nada lo detiene,
maúlla en el jardín solitario.
Sabe de su vida
Y se cobija en la mía.
En tus manos tibias
busqué el ansiado refugio
en la oscuridad de las horas
en el descanso de las palabras.
Ellas me traen el trajín de tus días
el sello de la creación y su hechura
la huella ajada de tu arte,
tiñendo de verde los desiertos ocres.
Ellas me acarician cual seda nueva
las mías se entregan como pájaros heridos
en el sopor y la tibieza nocturna
en mi afán de abrigo
de las tuyas tibias.
Cristina Nuñez -Rio Gallegos -Argentina
VOLVER A SER
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Pablo Neruda
La hoja de Trébol yace inmóvil.
Cuando se han llevado el vaso
medio vacío y los recuerdos huyen.
Igual que huye el preso.
El indolente. El moribundo.
Entonces dejamos algo que no vuelve a ser.
Ni después de abandonar la crisálida.
Isabel Rezmo, Úbeda (Jaén)/España
DEFINICIONES
El amor
es tu sangre – no otra cosa
Cesare Pavese
Peligroso conjuro
de amapolas
y de espinas
de acíbar
y dulzores.
Gloria
y tortura
vuelo
y caída.
Gozar y morir
y revivir
para volver a morir
a cada instante.
Jorgelina Paladini -Rosario -Argentina
MUERTE SIN FIN
XII
Porque en el lento instante del quebranto,
cuando los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero
y en la pira arrogante de la forma
se abrasan, consumidos por su muerte
—¡ay, ojos, dedos, labios,
etéreas llamas del atroz incendio!—
el hombre ahoga con sus manos mismas,
en un negro sabor de tierra amarga,
los himnos claros y los roncos trenos
con que cantaba la belleza,
entre tambores de gangoso idioma
y esbeltos címbalos que dan al aire
sus golondrinas de latón agudo;
ay, los trenos e himnos que loaban
la rosa marinera
que consuma el periplo del jardín
con sus velas henchidas de fragancia;
y el malsano crepúsculo de herrumbre,
amapola del aire lacerado
que se pincha en las púas de un gorjeo;
y la febril estrella, lis de calosfrío,
punto sobre las íes
de la tinieblas;
y el rojo cáliz del pezón macizo,
sola flor de granado
en la cima angustiosa del deseo,
y la mandrágora del sueño amigo
que crece en los escombros cotidianos
—ay, todo el esplendor de la belleza
y el bello amor que la concierta toda
en un orbe de imanes arrobados.
JOSÉ GOROSTIZA -México
Albahaca y romero
picado el ají
un poco de ruda
manzanilla y miel
todo irá conmigo
brotará en mi piel
fuego en la marmita
yesca en tu laurel
saboreé la hierba
no estabas allí
busqué los perfumes
y encendí candel
Lilí Muñoz.-Neuquén-Argentina
Amanece
Un sol de vidrio verde con burbujas.
Un sol de helado de pistacho.
Un sol de luz de acuario.
Un sol de agua estancada y lomo de sapo.
Las nubes, mitad escarcha,
Mitad rulos de cabellera morena
van asomándose sin brisa y sin pausa.
Un silencio de paz perfecta.
Un silencio palpitante
se hincha, se hincha y todo lo cubre.
Unos ojos sin tarea,
como fatigados, me miran
desde un barbijo verde
entre tarde y bosque,
entre pasillos de hospital
y camas desoladas.
Me miran, clorofílicamente, como esperando
el final, de cánulas, sondas y monitores gélidos.
Lilián Costamagna -Bariloche- Argentina
Cóleras
Calíope
habla
grita
invoca.
Desciende Apolo,
semejante a la noche
envía otra peste.
Sin Criseida,
nada pueden devolverle los humanos a los dioses.
Pelean por el poder
solo carroña
muerte solitaria.
Tu otoño es todavía más soberbio que cualquier primavera,
tu invierno más ardiente que un verano cualquiera
Pablo el silenciario dice
hace mil quinientos años
lo que hoy pretendo:
un otoño soberbio.
El deseo y un placer
estar vivos.
Fuego crepitante
encendido hasta el momento de la muerte.
Magdalena Aliau- Rosario-Argentina
170—2
Ciento setenta pimpollos y ninguna flor.
A mi peral, ¿qué lo apena?
¿Ha perdido la luz?
¿Ha escondido la Esperanza?
O tal vez,
La tierra engañada,
Sus frutos, retendrá
Ante pillería desesperada.
Impasible, espera el mañana,
Que se niega en llegar.
Ciento setenta pimpollos, Follaje, melena,
Helados están.
(Confinamiento de 170 días.)
Magdalena Bellini -Concordia- Argentina
III-Granada
¡Ah las rosas sobre la colina de Sabika!
donde el agua brilla sin repetirse entre las piedras, donde el agua cuchichea rumores muy antiguos. Se abrían y se abren las rosas del Generalife,
y renacen el mundo que una vez tuvieron.
¡Ah las rosas sobre la colina de Sabika! su perfume seduce los palacios nazaríes, se prende a los muros de arcilla,
y en las torres tatúa inscripciones de seda.
Y acá mismo, ahora, en estos signos,
son inmutables rosas prisioneras,
rosas guardadas en la concavidad de la palabra, rehenes perennes en el serrallo del poema.
Las otras rosas, las de la Alhambra,
seguirán floreciendo en la colina de Sabika.
María Amelia Diaz. -Bs.As - Argentina
ESCUCHA ESTE SILENCIO
Escucha este silencio.
Que es caminar colgado de la tarde
por el breve camino de un recuerdo,
que es divisar las luces ignoradas
en el rastro de adiós de los luceros,
que es quedarse perdido en una esquina
viendo pasar las horas a lo lejos,
que es saludar tendiéndole la mano
al faro solitario de algún puerto.
Que es descubrir el gesto de la noche
en la frase vacía de algún sueño,
una hora que el tiempo desconoce
una mirada anclada en un regreso.
Es llamar a la puerta de una casa
y que nos duela el retumbar del eco,
es un llanto sin pausa y sin sentido
y extrañamente reírse en un lamento.
Escucha este silencio.
Entenderás la pausa de la ausencia
y la oración que viaja con el viento
y la lección que el tiempo nos enseña
serenamente como un viejo ciego.
Escucha este silencio.
Descubre el rostro de tu fe perdida
ignora el ruido que abrumó tu empeño
regresa al sueño donde está la vida
gestando el canto donde aún te espero.
Navil José Naime - Argentina
Hoy se parece nuestra ciudad
Hoy se parece nuestra cuidad
A tantas otras,
Naves fantasmas
Calles sin coches ni transeuntes.
No sé si en la luz
Que une las cosas
Que abraza las casas, los seres
En su olor a vacío
Vuela el aleteo
Que nos va alejando,
Alargando la herida
De la distancia que nos separa
En su temblor de río invisible.
No sé si esta brisa enferma
Me lleva hacia el centro,
Rosa de soledad
Que me desvela otra vez
La paciencia de lo infinito.
Atento al soplo de todos,
Soplo de un siglo
Que sabía sin saberlo
Que le iba a faltar un algo
Lo cual le asusto,
Hasta la asfixia.
(transcripción de la antología Franco-Argentina)
Pascal Mora- Meaux -Francia
Los vencejos copulan en vuelo
Los vencejos copulan en vuelo
el cielo
es apenas una luz silenciosa
sólo una nube cenicienta
brumosa mirada
sobre la enredadera seca
que abraza los muros de tu alma
Los vencejos se arrojan en picada
El rugido del agua
profundo grito centelleante
lacera tu mutismo
de piedra escalada de hormigas
Los vencejos aletean a su aire
Silvia Rodríguez- La Plata-Buenos Aires- Argentina
Éxodo
Subyace bajo mi piel
un destino de quimeras,
busco en soledad
el escurridizo horizonte,
el incierto arco iris
y en un éxodo constante de mi yo,
voy gastando mi vida, tan real
como el unicornio.
Del libro- La puerta del viento
Silvio Astorino- Rosario- Santa Fe- Argentina
CRESCENDO
Yo viajaba. Los museos de la vida
en un suspiro ojeé. Doblaron las rodillas mis sentidos.
Las guías Michelin ofrecen todo, ofrecen todo sin condiciones. Lo bello,
la esencia y la grandeza, la gloria,
la decadencia. Vuela en las ventanillas Weimar. Y Waterloo.
¡Qué césped esmeralda! Pompeya, el volcán
de la belleza, no del drama. Venecia… ¿Qué
no se nos ofrece?
A Delfos llegaremos, a Pitia, a Isla Negra, Tzárskoe seló
e Hiroshima, a Tiananmén, Perperikón, Manhattan…
Y arderán viñedos en Arlés, Granada
quemará los negativos…
Yo viajaba.
También el tiempo. Y otros estrechaban su cintura
y respiraban el ozono de sus rizos, la sal de sus axilas les quemaba. Sus alas
quebrantaban las gargantas de días de ternura y de plomo.
Y se volvían piedras al instante los blancos Kleenex,
empapados de su sangre. Y las heridas se cernían mudas.
Espacio y tiempo, vida, dudas, muerte, cruzaba yo como un neutrino.
Y cada vez más lejos y más lejos, más lejos y más lejos me sentía.
Si pudiera retornar. Si pudiera.
Ya hace tiempo, como si fuese un área de terremoto, el grito agrieta
mis adentros. Probablemente habla
el abismo.
¿Pero y quién me podrá decir? Este poema
debe ser ajeno. A mí,
a ti, a sí.
Ajeno.
ZHIVKA BALTADZHIEVA-Bulgaria
Indice Espacio del Poeta Febrero 2022
Ana Tejera Aguiar | Apenas vislumbro azules plateados | España |
Asuncion Caballero | Vida y muerte | España |
Beatriz Ojeda | Ven Jinete a salvarme | Uruguay |
Benjamín Araujo | Liturgia | Mexico |
Chelo de la Torre | Me duelen las manos | España |
Consuelo Jimenez | PRESUMO NIEVE | España |
Cristina Núñez | Si los gatos recorren los | Argentina |
Isabel Rezmo | techos Volver a ser | España |
Jorgelina Paladini | Definiciones | Argentina |
José Gorostiza | MUERTE SIN FIN | Mexico |
Lilí Muñoz | Albahaca y Romero | Argentina |
Lilián Costamagna | Amanece | Argentina |
Magdalena Aliau | Cóleras | Argentina |
Magdalena Belllini | 170—2 | Argentina |
Maria Amelia Diaz | III Granada | Argentina |
Navil José Naime | ESCUCHA ESTE SILENCIO | Argentina |
Pascal Mora | Hoy se parece nuestra ciudad | Francia |
Silvia Rodriguez | Los vencejos copulan en | Argentina |
Silvio Astorino | vuelo Éxodo | Argentina |
Zhivka Baltadzhieva | Crescendo | Bulgaria |
Enhorabuena por este nueva etapa y gracias por contar conmigo de nuevo .
ResponderEliminar