Revista nº 76 -Espacio del Poeta
REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
Marzo 2017
Joaquin González Dorao Rúas da Raiña
Vuelvo a ti
Vuelvo a ti cuenca, como vuelvo al día,
a esta tu soledad frente a mis ojos
tan luminosamente derramada,
a esta fusión de todo lo existido
en la masa compacta de tu piedra.
¡Qué individual y múltiple
tu elocuente presencia
donde canta el ayer como un susurro
su eterna melodía indescifrable!
Residencia de todo lo vivido
construyes sobre el tiempo ti morada,
abres tus puertas y me llamas quedo
para que vuelva a ser en tu recinto.
Cuenca:
puerto de un mar de piedra innavegable
donde tengo mis anclas sumergidas.
Acacia Uceta-Madrid-España
Lejos, en la baja gravedad
Lejos, en la baja gravedad, dejé flotar las cosas una noche.
Estábamos muy juntos, creo, porque el aire era frío.
Mirábamos el resplandor rojizo de un astro en el cielo y, a veces,
un poco de la aridez o la estulticia que corroen esta tierra.
El humo en los fragmentos de luz también flotaba.
En el canal de la bahía pitó dos veces un barco holandés.
Mi lengua repitió esta palabra: litiusg, litiusg.
Todo lo imposible tuvimos esa noche desde una ventana abierta.
Estábamos muy juntos, lo recuerdo siempre.
Lejos, en la baja gravedad, las sirenas de tu pie danzaban.
Edel Morales-Cuba
Aire de besos
Se encallaron mis besos
En la boca del viento
Guardarán silencio mientras el aire los va durmiendo,
Ese silenció mudo, ciego de pensamientos, airoso
Desvanecido, cabalgando sin ruido.
Ese silenció mudo, ciego de pensamientos, airoso
Desvanecido, cabalgando sin ruido.
La ruleta de la vida va girando
Sin nosotros, con la piel del amor entré las manos,
Desmenuzando gota a gota
Pasó a paso ese aroma que desprende la mirada de tus labios.
Porqué somos dos voces
Que confluyen en el mar del amor,
Dos paisajes deshabitados
Frente al sol,
Y esas eternas murallas
Que cercan al corazón.
Echamos andar volando de puntillas,
Nos aguardan los sueños que estrenan melodías,
Las alas del tiempo se tornan
Blanquecinas,
Sigamos sin rumbo, cargando nuestra risa,
Hagamos del mundo una larga caricia...
Ana Ocaña- España
Siluetas
Una sombra de luz
obsoleta
Sale de tu mirada
Un alud de graznidos
felinos
Huyen de tu boca
Una palma
agitada
ampulosa
Pasea por tu brazo
Y la ausencia
de un destello
me acompaña
Dos especies:
solitarias
hambrientas
abrazan su destino.
Ana Romano- Buenos Aires- Argentina
El tiempo y la lluvia
Penetra suave la humedad de la brisa
como el roce tierno de una mano amiga
abre en su andar la senda emotiva
que experimenta y derriba la frontera interna
y permite abrir el reconfortante fluir del alma
La lluvia en caravana de transparente hilado
baja pertinaz desde el plomizo cielo
siento en mi piel el tic-tac de su goteo pausado
inserto en la bruma de tu espacio- tiempo
Me refugio y me conmuevo
donde las pisadas se acallan junto al verbo
es la manifestación divina que enternecida bebo
es el todo y la nada, en un tapiz que arropa mi sueño.
Ha vuelto el orden afuera y adentro…
respiro, me nutro y me permito sembrarme
de juncos y lirios en flor
Mi mirar es nuevo
mi latido recién estrenado
el tapiz violeta del sendero
es la señal indiscutible del paso del tiempo
tiempo fértil para abandonar lo añejo
y amoroso para emprender cristalino vuelo.
Angeles Rocato-Argentina
Faroles encendidos
Entre las transparencias
que muestra mi cuerpo,
dejo que me ames,
dejo mi pudor y mi timidez
entre tus brazos
y tu ternura
de hombre que ama,
y...
estás ahí...
hombre de mil miradas,
sonriente y enamorado
mientras,
abres la ventana
para que el universo
nos observe,
y aparece la blanca luna
entre los pinos
y algunas nubes corren
en la oscuridad ,indiferentes
¡Hoy ,amor,
hay en el cielo faroles
encendidos!
dejo mi pudor y mi timidez
entre tus brazos
y tu ternura
de hombre que ama,
y...
estás ahí...
hombre de mil miradas,
sonriente y enamorado
mientras,
abres la ventana
para que el universo
nos observe,
y aparece la blanca luna
entre los pinos
y algunas nubes corren
en la oscuridad ,indiferentes
¡Hoy ,amor,
hay en el cielo faroles
encendidos!
Armelinda Nuñez - Uruguay
Nivea bruma despójame de mi otoño...
Níveos pigmentos de la suave bruma,
Se elevan dispersos, se escapan de la cresta
de una ola…
Enfila su proa hasta el puntiagudo risco.
Nívea bruma, que poco a poco
Despoja mi vestido de otoño,
que salpicado de seca arena…
Sacude un desierto de soles
Cuyo único oasis era el tañer
a lo lejos de una campana de iglesia.
Me visto de piel, solo poro y piel
enfundada en la esperanza,
humedecida de azules brumas…
Suspiro por no más risco…
No más desiertos…
Si, una estela de verdes algas
Donde descalza camino a la vera de la luna,
y me aferro a una taciturna gaviota
que en sus alas me lleva en busca de la alborada.
Carmen Guzmán Cedeño.-Cumana-Edo Sucre.-Venezuela
No quiero perderte
Ya no estás aquí, cubriendo de sentido la eternidad.
Hoy te pensaba mariposa enterrada,
pétalo entre hojas doradas de un otoño de luz apagada
bajo el abrigo carcomido de la cueva sin respiro.
Hoy te pensaba en el arrullo de un sueño despierto
donde el tiempo no resuena, no cuenta, no importa.
Hoy te pensaba sin poder ser más que una sombra de tu sombra.
Hoy te pensaba tan extraña como no quiero,
con la certeza de no verte, en la duda de perderte.
Consuelo Jiménez-España
Aurora encontró el valle
Del libro “Desnudeces”
Una noche de carnaval la luna se vistió de color del hombre del valle. Ella quiso esa luna y quiso al hombre. Llevaba un vestido negro con flores blanquísimas, pequeñas y sueltas, las flores no estaban pintadas en el vestido, seguían al vestido y el vestido caminaba con Aurora. El pelo suelto de amor le llegaba lejos, los pies calzados con sandalias de cintas negras, que Aurora guardaba celosamente para las noches de luna y de valle quieto. Todos saben en Tilcara qué pasa cuando hay noches de valle quieto.El vestido tiene breteles de tiento perfumado de jazmín serrano. Los brazos no tienen nada, son libres para girar, cubrir, abrazar fuerte. Los ojos negros son negros de luna y cuesta de sol. El baile no empieza, ya hay música. El baile no empieza si los hombres no tienen el color del encuentro, el milagro de las mismas miradas al son y los pañuelos desprenden el jazmín serrano
Aurora encuentra un pañuelo blanco, la rodea, acaricia su cuello, la espalda y más, baja y se detiene en su hombro, da vuelta en él. El pañuelo sigue, Aurora se inquieta, no sabe si es por la huella tenue que dejó en su espalda o por la suave caricia que desliza, que ahora toma sus pechos y gira, y como ella vuelve a recordar la luna, la luna baja y humedece el encuentro.Aurora trae su ventana de noche de amor, el hombre del pañuelo sabe del ardor, el piso con luna les recibe manso y mansas manos siguen sin pañuelos. No esta en el rancho Aurora, esta en algún lugar que tiene su ventana y la luna y la fiesta de carnaval.Las manos tocan y rasgan y recuerda la noche de aquella vez. Y se une a esa noche, los breteles de tiento de olor a jazmín se desprenden con las florecitas que ya se fueron. Hasta el sol siguen Aurora y el hombre del pañuelo blanco.Con el sol se va , no se va la música, se va el hombre, no se va sin música, el hombre la lleva y la va a recordar.
Diana Luz Bravi-Rosario-Argentina
Hay noches que me despierto muerto
Hay noches que me despierto muerto
He luchado contra mil enemigos saqueadores de la vida, asesinando para lapidar amarguras en un intento de llegar a la meta.
Se filma lo ocurrido.
Sin mirar atrás, porque me intuía muerto. Pero llegaba. Y se renovaban otras mil ferocidades sedientas de mi sangre. Y volvía a lapidar y volvía a asesinar.
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
Juego con los íncubos y los súcubos en una pesadilla absurda donde los sentimientos más íntimos se mezclan con la vorágine, esparciendo el alma en un tolmo de cadáveres que observan silenciosos esperando mi caída. Pero sigo. Me fijo otra meta, otro árbol, otra esquina. Y dejo atrás al enemigo tenaz, aunque otros aparecen y vuelvo a delinquir forzando un nuevo destino.
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
He salvado su vida de una muerte cierta, pues el “shamsir” * dirigido hacia su cráneo se ha clavado en mi hombro derecho debilitando el equilibrio.
Nadie se ha enterado.
Y he vuelto a planificar otra senda para no morir a manos de Old Hag (La Vieja Bruja), aparecida de entre los muertos que pueblan el camposanto. Y la he sobrepasado avistando otro punto, dos metros más allá, porque de eso se trata, de avanzar sin morir en cada paso que doy.
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
Pero todo era mentira, solo me atraía tu imagen. Justificaba mi acción para marcar ilusiones cortas que me dieran el aliento necesario y llegar a ti. Eras y eres mi meta, mi locura y mi destino. No te conozco, pero te siento y te presiento. No sé quien eres, aunque cuando me has abrazado he sabido que eras tú. No conocía tu olor, pero cuando he besado tus labios…
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
Juego con los íncubos y los súcubos en una pesadilla absurda donde los sentimientos más íntimos se mezclan con la vorágine, esparciendo el alma en un tolmo de cadáveres que observan silenciosos esperando mi caída. Pero sigo. Me fijo otra meta, otro árbol, otra esquina. Y dejo atrás al enemigo tenaz, aunque otros aparecen y vuelvo a delinquir forzando un nuevo destino.
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
He salvado su vida de una muerte cierta, pues el “shamsir” * dirigido hacia su cráneo se ha clavado en mi hombro derecho debilitando el equilibrio.
Nadie se ha enterado.
Y he vuelto a planificar otra senda para no morir a manos de Old Hag (La Vieja Bruja), aparecida de entre los muertos que pueblan el camposanto. Y la he sobrepasado avistando otro punto, dos metros más allá, porque de eso se trata, de avanzar sin morir en cada paso que doy.
Hay noches que me despierto muerto y no sé cómo empezar el día.
Pero todo era mentira, solo me atraía tu imagen. Justificaba mi acción para marcar ilusiones cortas que me dieran el aliento necesario y llegar a ti. Eras y eres mi meta, mi locura y mi destino. No te conozco, pero te siento y te presiento. No sé quien eres, aunque cuando me has abrazado he sabido que eras tú. No conocía tu olor, pero cuando he besado tus labios…
Esta noche he despertado vivo y he reconocido tu existencia.
Dórigo Alegezzo Gediongre Madrid- España
Autoestima
Autoestima
que permites que dé curso a lo que siento.
Contigo
enfrento dificultades y tengo sentido del humor.
Expreso temores y flaquezas
sin avergonzarme.
Acepto el derecho de decepcionar o fracasar.
Me das
resistencia, fortaleza, seguridad,
capacidad de recuperación.
Eres
el estuario caudaloso y turbulento
en que desembocan
los ríos de mi infancia
las realizaciones
mis afectos…
Eres
el sistema inmunológico
de mi psiquis.
Egle Frattoni Romano Rosario- Argentina
En mi época de cordura…
En mi época de cordura solo quería arrancarme los ojos de la memoria para no verme más , la nostalgia me conmovía y amaba la soledad como un resguardo.Ahora siento el desenfado del mundo y cuando abro un libro de estampas, poemas o fotos que serán recuerdos mañana. No dejo de considerar que cada opinión representa un ser hermoso, capaz de emocionarse como yo por lo que apenas sucede, conmueve y se llama poesía .Solo poesía, que no vende ni compra. Solo la flor hecha del instante, nacida por encanto y para marchitarse . De lo evanescente también está construida la vida y el universo y lo acepto como es.
Gracias a los amigos de la poesía, casi 300 personas y no soy un cantante de rock, sino un hombre de palabras
Hector Berenguer- Rosario- Argentina
Fortuna
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
Ida Vitale-Montevideo-Uruguay-
Mañana moriré, y te habré olvidado
MAÑANA moriré y te habré olvidado.
Me libraré de esa jaqueada astrología
que decía: que lo nuestro no pudo ser,
por la ominosa intersección de Urano;
de tus inacabables ojos nocturnos, de
tus irresistibles manos.
Desde mi ventana, veo serpear la blanca nieve
sobre las granas tejas de los techos lejanos.
La amarilla playa ciñe el mar de siempre.
Es la hora de partir… la hora de los pájaros
negros que emigran; picoteando en su huida mis
más felices frutas.
Huyendo y desnudando los fríos muelles de mi alma.
¡Ojos calcinados de no poder mirarte!
¡Manos ensangrentadas de no poder tocarte!
Tú, a veces, me tirabas horizontes extraños
con tus inacabables ojos nocturnos…; yo
salía inútilmente a buscarlos.
Mudo y triste recorro, entre inmóviles casas,
el camino que tú ya sabes.
Quiero celebrar contigo el alba.
De mí boca salen serpentinas de girantes
palabras que, abortadas de silencios, apenas se
descuelgan de mis labios.
Código de sordos sonidos brotan de mi voz,
susurros, que en la noche te buscan; indescifrables
palabras que sólo tú conoces.
¡No importa que ya no me quieras!
Dulce dolor el amor no correspondido.
Sólo deseo morir mañana.
Morir tan sólo mañana.
Después de todo...
Mañana moriré y te habré olvidado.
José Rodolfo Espasa Muñoz Benidorm- España
El robo
Volteó la cabeza muy despacio solo para verlo desde la ventana alejarse con rápidos pasos en medio de la neblina que ocultaba las siluetas de viejos edificios. Los rayos del sol aún no despuntaban sobre los techos, sin embargo, ella pudo verlo claramente, quizá porque él llevaba su corazón bajo el brazo. Lo había arrancado de cuajo mientras hacían el amor horas antes. Algunos vecinos con insomnio se enteraron al escucharla gemir repetidamente, pero nadie la auxilió mientras su amante cometía la barbarie. Aquella noche había sido única. Perdió su vital órgano en medio de un brutal orgasmo.
Ya de día un chico corea el diario en una esquina:
“...Extra, extra, Justo Aldú ataca de nuevoooo”
Justo Aldú-Panamá
La palabra palpita
La palabra palpita, aún más en ese nudo en la garganta, se precipita y cae, emocionada, contenida en una lágrima, la palabra se oculta, se aniquila toda, absoluta, se entrega mimetizada con el sentimiento en los brazos del amoroso silencio y se queda muda, ahogada en la profundidad de su sentir…luego, se sobrepone y el habla del hombre le hace romper la quietud que le avasalla para pronunciarla a los cuatro vientos y “ella” se explaya todita, engalanada en la sonoridad que le presta la voz estremecida en el viento…mas, la palabra se camufla de emoción en un instante, le han pronunciado en un ¡“te amo”! y, acto seguido, se volvió a mimetizar con el llanto...y es que amar, amar tanto, hace que las palabras salgan sobrando…
Loret Vaz- México
El romance del año
Annunziatta, ennoviada con Vincenzo durante nueve años fue, desde los comienzos de su inquieta madurez, ferviente devota del Señor de la Paciencia.
Infaltable, los viernes en el viejo templo de la Ciudad Vieja de Montevideo, de rodillas sobre el frío mármol blanco contiguo a la barandilla del altar, le suplicaba al Cristo meditativo velar por la salud de su amado y de ser posible enfatizase en la protección y acrecentamiento de su virilidad.
También marcaba presencia los “doce” en la Parroquia de la calle Inca ante la imagen de San Pancracio. Reverente, depositaba su ofrenda de arroz y fideos a los pies del santo pibe rogándole no perdiese de vista a su candidato, que lo alejase de las malas tentaciones y si en una “mala” lo pescaba con una vagabunda, instalase en ambos un forúnculo así de grande, en alguna zona (dramática) del cuerpo…a su elección.
Y por supuesto, incondicional de San Cayetano, cada siete de agosto le encendía tres cirios exhortándole tuviese a bien destinar sus divinos oficios en la ronda de Consejos de Salarios a efectos de que su prometido mejorase sus ingresos en la ONDA, legendaria empresa interdepartamental de transporte de pasajeros, cuyo logo característico lo constituía un perro galgo lanzado en carrera, y se dejase de excusas para casarse.
Vincenzo se desempeñaba como chofer, unánimemente distinguido por su ejemplar profesionalidad y peculiar comprensión de las necesidades del prójimo. Digamos que no le perdonaba “una” a las pasajeras querendonas.
Lo cierto es que los años pasaban y Annunziatta comprobaba con desolación el incesante agotamiento de las amigas solteras como el de su propia juventud, la fugaz, la que abandona a uno como un tren que se aleja y sólo se percibe de él a lo lejos, un pequeño rectangulito viboreante que hecha humito por sus estridentes calderas.
Pero estaba jugada a esa carta.
Infinidad de cortinas bordadas y cinco juegos de sábanas daban crédito de su paciente constancia, aferrada a una decisión que ya no admitía marcha atrás. Una apuesta arriesgada que exigía mantener aguerrida vigilia día a día, mes a mes, año a año. Un tiempo interminable y viscoso de cremas nutritivas, embarrado de polvos y contaminado de mórbidas fantasías, como aquélla de casarse en estado de gracia y que la épica abstinencia se manifestase explícitamente en la mancha roja de la sábana de abajo.
Mordiendo las frazadas aguantó estoicamente los embates de su Miura como aquella noche en el cine “Roi” en que los manotazos de Vincenzo se tornaron inauditos.
El film en exhibición era protagonizado por Silvana Pampanini, una morocha bajita de naturaleza pródiga que tengo entendido dejó el tendal por estas latitudes.
El forcejeo notorio de la pareja motivava severos chistidos de los espectadores lo que motivó la intervención del acomodador. Apuntándoles con la linterna les hizo el gesto característico de ¡¡atenti¡¡ con un índice pegado al ojo. Cerca de ellos el párroco de la Iglesia de la Merced lo observaba todo – film incluido - con un par de seminaristas jóvenes sometidos a prueba de abstinencia. Un bochorno.
Había llegado el “ahora o nunca”.
En la siguiente visita de novios lo recibió blandiendo despreocupadamente a guisa de limpiaúñas, un tenebroso estilete doble filo, propiedad del bisabuelo Gaetano, degollador jefe de las huestes garibaldinas afincadas en Cicilia.
Esa noche fijaron fecha.
A esas alturas la serena astucia ahorrativa de la futura contrayente acreditaba la titularidad de un apartamento, el mobiliario principal, la batería de cocina, el palote de amasar, la jaula de los pájaros y los cuadritos para pegar en la pared.
Cuando comenzó con las pruebas del ajuar y se colocó el velo de novia, gozó ante el espejo como pocas veces el éxtasis de la dicha, y se felicitó triunfalmente por el éxito de la estrategia escogida. De todos modos, cauta por naturaleza ni en esas circunstancias en que los dados parecían estar echados dio por satisfecho su objetivo.
Pero las comadres lo habían sentenciado: el “jirafa” estaba listo
Y así fue que un día como cualquiera, con el espíritu anegado de nostalgia, bien maneado y embridado Vincenzo resignó su ciclo libertario sometido a las inflexibles reglas del vencedor.
Un anticipatorio episodio ocurrido durante la ceremonia nupcial le hizo tomar cabal conciencia del arriesgado umbral que había transpuesto. Tuvo lugar en ese momento pleno de simbolismo en que los contrayentes se intercambian los anillos ante el cura.
Destilando morisquetas de “rana” decadente hurgó con fingida preocupación en lo bolsillos del frac, extrayendo de uno de ellos las sortijas en cuestión. Tomando delicadamente la mano tibia de su amada, con cara de samaritano introdujo el atributo en el dedo que por mucho tiempo lo estuvo aguardando.
Mirándolo tiernamente a los ojos ella hizo lo propio. Con gesto trémulo recogió luego la mano a la altura del pecho y en esa posición irguió el dedo ensortijado cual tallo sediento perdido entre los terrones, conformando con la palma un ángulo de noventa grados. Un impulso indecoroso lo condujo hasta describir sendas órbitas concéntricas como una mosca rondando una lamparita eléctrica ante el asombro del contrayente y azoro del cura, testigo mudo de la expresiva alegoría.
Vincenzo parpadeó varias veces -” Me ha llegado la hora y no hay vuelta”
Al término de la ceremonia el suspiro de alivio de la concurrencia se transformó en brisa benigna que recorrió el templo, alborotando la llama aburrida de las grandes velas del altar mayor.
Los que apostaron un asado para la barra porque el héroe jamás abdicaría de su insigne soltería mascaban rencor con gesto ceñudo, apenas disimulado por una sonrisa opaca cuando desfilaron en fila dispuestos a ofrecer el tradicional saludo de bienaventuranza en el atrio.
Durante la fiesta Annunziatta se mostró exultante sacudiéndose alegremente los granos de arroz, pero especialmente complacida en trasladar de aquí para allá su trofeo de guerra para enrostrárselo a las envidiosas y descreídas que ya la habían incluido de winger derecho en el cuadro de las que visten santos.
La fiesta tuvo la virtud de acercar por unas horas a varias familias ancestralmente enfrentadas, aplacando por un rato taimadas desconfianzas y oscuros resentimientos que se remontaban a los tiempos de Alfonso II de Aragón cuando hizo suyo el reino de Nápoles y algunos traidores cicilianos colaboraron con el conquistador.
Transcurrido un tiempo de compromiso - saludos, fotos, picotear algo – la pareja convino en “zapar”.
Annuncia decidió cambiarse de vestimenta en el sector de baños para damas del club. Recorrió con la mirada los casilleros y pasajes desiertos, y por unos instantes de maravilla sintió la mano suave de Domenico Modugno quien la atrajo hacia sí, besándola apasionadamente en la oscuridad. Le juró con aquella mirada de miel y bigote de locura, seguir amándola a pesar de la distancia y de su nueva condición social. Ella le dijo que el amor que sentía por él era único y para siempre, que nada ni nadie lo alejaría de su corazón y que se reprocharía eternamente no haber tenido el coraje de largar todo y tomarse un avión para verlo personalmente en Studio l de la RAI.
Tras la vacilación del ensueño se despojó rápidamente de la piel de cordero, se escupió las palmas y enfiló hacia los higiénicos. De la mano de Juno volvió al salón no sin recibir precisas instrucciones acerca de cómo tratar al marido: “Imaginate m’hijita lo que hubiera sido de mi vida al lado de Júpiter si no le cantara las cuarenta cada vez que se quiere hacer el todopoderoso conmigo y me viene a las cuatro de la mañana con olor a piperina”
El tío Giovanni los condujo en su taxi hasta el hotel en que pasarían la noche previa al viaje de bodas. El propio tío – asesorado expresamente en prevención de cualquier contingencia enojosa - se encargó de los trámites ante la Recepción.
Con cara de turistas distraídos, los tortolitos aguardaron serenamente en el hall tomados de la mano junto a tres valijas grandes y otra más pequeña.
Tras despedirse del emocionado pariente recorrieron el tramo de corredor hasta el ascensor acompañados por el botones quien gentilmente les abrió la puerta. Metió en él las valijas y entregó a Vincenzo la llave de la suite disculpándose por no poder acompañarlos…
- Sufro de vértigo- dijo con estudiada pesadumbre.
Annunziatta le acarició el mentón al muchacho.
- Pobrecito ¿así que el ascensor te da vértigo?…Tómate un tesito de “avivol” y consíguete una novia. Es muy bueno ¿sabes?
Vincenzo le pasó un par de billetes al experimentado funcionario devolviéndole la guiñada cómplice.
Ni bien arrancó el cubículo un impulso primitivo indujo a Vincenzo a rematar las acciones. Acomodó una de las valijas a modo de pedestal; con una reverencia picaresca invitó “hacer uso” a su amada quien más baja que él pescó al vuelo la intención aviesa, proponiéndose seguirle el juego pero…bajos sus propias reglas. Como si se tratase de Josefina de Bonaparte en el acto de ser coronada emperatriz por el Papa, trepó ágilmente al pequeño estrado con un salto de colegiala no sin marcar con ambos brazos prudencial distancia con el obcecado:<< No sea cosa que se me agote de entrada y se me desinfle…>>
- Ay loquito mío, todavía no…puede subir alguno ¿Tiene mucha hambre mi garañón salvaje?... Su mamita pronto se la va a saciar como se merece, ¿eh? mí semental peludo…
Con la saliva deslizándose por las comisuras y los colmillos a punto de asomar desde lo siniestro Vincenzo ya estaba por apretar el botón y parar en un entrepiso con fondo de pared cuando repentinamente, como dibujado en el aire se interpuso Apolo :
- Disculpen…tengo que presentar una denuncia por robo ¿me sabrían decir dónde queda la comisaría más próxima?
Parece ser que había sido víctima de un descuido y le sustrajeron la lira cuando “curraba” de estatua en una esquina del centro… La lira y la recaudación.
Sin mediar palabra Annunziatta lo midió con una trompada en el hígado y otra en la nuca. Cuando caía, al grito de ¡¡ jodete por nabo¡¡ le embocó un rodillazo en pleno rostro asiéndolo fuertemente de la blonda cabellera como si fuese un pollo. Con decisión de amazona detuvo la marcha del ascensor en el piso más próximo, lo arrastró unos metros y tomando impulso lo empujó escaleras abajo perseguido por un escupitajo denso…¡¡Musageta di merda¡¡
Con gran estrépito el hermoso artista quedó incrustado en una mayólica que adornaba el rellano.
Interin, Vincenzo hincaba las mandíbulas en los nudillos y pateaba con furia las valijas; finalmente exhausto y visto que su “orgullo” declinaba optó por encogerse de hombros.
Afortunadamente la suite quedaba en un piso alto lo que contribuyó a que se repusiesen rápidamente del insuceso. En el trayecto se miraron con desconfianza cómplice aunque en el caso de Annuncia una tenue frustración le confería un brillo significativo a los ojos. Llegados al nivel deseado el novel consorte trasladó (bufando) las valijas hasta un tramo de pared contiguo a la puerta de la suite. Trató por dos veces de abrirla lográndolo luego del siguiente y trabajoso intento. La ansiedad lo consumía.
Annuncia detrás de él, brazos en jarras contemplaba un Cupido pintado en el cielorraso con el sexo oculto por un paño. …todas malas señales - pensó no sin estremecerse.
Como en las películas de Tyron Power la tomó en brazos y entre risotadas accedieron por fin al nidito. Con violenta coz cerró la puerta.
Al poco tiempo volvía disparado en busca de las malditas valijas.
Pasaron los primeros minutos de relajamiento intercambiando chismes acerca de los invitados que se arrastraban en la fiesta con “alguna” de más. Se sirvieron de la mesa de fiambres gentileza de la casa. Había un cartel: “Estimado Sr. Vincenzo Buonafortuna: le sugerimos cordialmente probar el apio y las nueces que el Hotel cosecha de su propia huerta”. Vincenzo sonrió sarcástico… apio y nueces al tigre.
Con los brazos enlazados tomaron champagne y las miradas se encontraron.
Entre arrumacos y besos ardientes chisporroteó nuevamente la pasión que la rutina de los años había aplacado y a cuyo rescate ambos se prestaron con fruición, sumergiéndose en tórrida voluptuosidad.
Pródiga en caricias suaves, mordisques cortitos y alguno que otro arañazo la pareja se dispuso al dulzón goce de los prolegómenos y claro, como tantas veces ocurre…se excedieron un poco. Al menos para la frágil paciencia de Vulcano surgido de las entrañas del Etna, a la sazón el candente escote de Annunziatta.
Ensayando un triple salto mortal – muy meritorio tratándose de un cojo – estacionóse ágilmente sobre una mesita cercana pateando violentamente un florero y el reglamentario cenicero de cristal. Vestía blusa de bolerista, a lunares rojos y negros sujeta al abdomen con un nudo que no ocultaba la cicatriz rabona del ombligo (¿ombligo en un dios?); pollerón de sarga cruda y botines de cuero de bisonte. El cabello erizado a lo Don King, la hirsuta barba mefistofélica que le azotaba la cara como agitada por un viento huracanado y los ojos flamígeros semejantes a sopletes oxiacetilénicos, proporcionaban a la exótica figura un aura epiléptica que sumió en ligero azoramiento a los conturbados amantes. Blandía en cada mano una tenaza y un martillo amenazantes.
Fue breve y conciso:
¿Y?… ¿para cuándo los pasteles?
Annuncia fue la primera en reaccionar.
“El bichicome éste tiene razón, de seguir así todo esto acaba en un bostezo y me pierdo el regalo de Reyes”-- reflexionó con su habitual sensatez.
Pasando a los hechos aplicó a su amado una precisa llave que lo tumbó sobre la alfombra. Con las mejillas arrebatadas y los esfínteres en abierta rebelión se incorporó de un salto dirigiéndose al baño no sin antes recoger la valija más pequeña. Tras breve escala de mantenimiento enfiló presurosa hacia la cámara nupcial con el susodicho maletín más aligerado, dejando la puerta entreabierta. Se despojó con rapidez del arrugado “tallieur”, los zapatos y la ropa interior (quedó tiesa cuando comprobó que en las escaramuzas había perdido el corpiño). Aguzó la audición con la esperanza de percibir el exasperado rayar de las pezuñas de su fauno sobre la superficie lustrosa del parquet.
Silencio…
Vincenzo logró captar más lentamente pero con sugestiva sagacidad el interregno surrealista que discurría ante sus ojos. Entendiendo (y reponiéndose con infinita paciencia de) la exasperación de su compañera decidió como juez de básquet en apuros, otorgarse un tiempo muerto. Lo más razonable era asumir tanta cosa estrafalaria, así como venía e ir solucionando los temas uno por vez.
Primeramente puso una silla a modo de tranca en la puerta de la heladera no sin antes solicitar a Vulcano tuviese a bien meterse dentro a fin de comprobar si la luz se apagaba al cerrarse.
Satisfecho hurgó en una de las valijas extrayendo la indumentaria que usaría esa noche. Como un actor dispuesto a sorprender a su público se miró en el espejo del lavatorio ensayando una mueca mordaz. Aspiró profundamente las excitantes emanaciones del corpiño de Annunciatta cubriéndose con él la frente a modo de vincha.
Mientras se entalcaba y barnizaba el bigote con brillantina interrogó (de lejos) socarronamente a su amante elevando el tono de voz: …Mamiiiita ¿oíste mencionar alguna vez el grupo de estrellas que componen las Pléyades de la constelación de Tauro?
-¿Tauro?- le contestó la otra en tren de jarana desde la pieza, no desadvertida de las connotaciones ínsitas en el sujeto de la irónica alusión…- ¿el torito bravo que se está poniendo lindo para su vaquita ansiosa?
Pero a decir verdad Annunziatta no estaba para metáforas sofisticadas.
Sentada al borde de la cama aguardaba el inminente inicio de hostilidades presa de gran ansiedad. Se había puesto sobre la nada una miniatura transparente que la prima Titina le obsequiara dos años antes; tan provocativa que la mantuvo guardada bajo tres candados dudando todo el tiempo que alguna vez tuviese el coraje necesario para ponérsela.
Un regalo propio de Titina, la mujer más zafada de la familia, del país y probablemente del Cono Sur. La había adquirido en la zona roja de Rótterdam entre otros implementos para el placer femenino que aquí comercializó como pan caliente.
Repasó con pulcritud los efluvios afrodisíacos con que poco antes regara sus zonas lúbricas despojándose acto seguido de las medias de seda que de tanto tironeo acabaron inservibles. Apagó la luz del techo dejando encendida la tenue veladora de su lado como en las películas de Mecha Bustos y Alberto de Mendoza. Por la ventana semicubierta por cortinas recogidas en el bajo, observó el cielo cubierto de nubes estriadas y grisáceas iluminadas por una luna helada.” Siguen los malos augurios”…
En eso estaba cuando precedido de un fuerte topetazo hizo irrupción con su imponente mostacho de sargento de caballería y ojos de batracio desbordantes de lascivia, el eterno compinche de Afrodita. La luz del corredor despejó de un hachazo la suave penumbra interior reflejando sobre el techo de la habitación la distorsionada silueta de un insecto gigantesco…espeluznante.
Los ojos de Annuziatta giraban sobre sus órboras órbitas como para tomarse las de Villadiego; las manos tapiaron la boca en gesto de espanto y un torrente de hielo seco se deslizó por el espinazo de la desdichada.
Con los pies dispuestos en posición Nureyev, observando atentamente los suaves desplazamientos en círculo de Margot Fontaine sobre el escenario; privado de vestimenta excepto la vincha procaz, los zapatos y los calcetines asidos a los muslos con tiradores (a lo Hugo Tognassi), el dios Eros asíase con ambas manos las alas abiertas de la robe exhibiendo con gran pompa su alongada mercadería con hambre de quince días…
Reproducía la escena popularmente difundida del enajenado sexual que acostumbra saltar por sorpresa desde su escondite furtivo sorprendiendo obscenamente a las damas objeto de su impudor.
¡¡¡Guarda cara…¡¡amore mío de la mía vita¡¡¡…¡¡¡guarda¡¡¡
La víctima, resignada a su destino ineluctable, prorrumpió en inane alarido: ¡¡¡¡¡DIOSMELIBREYMEGUARDE¡¡¡¡ cuyas ondas rebotaron a tres bandas sobre las paredes de la habitación.
Inesperadamente alguien se sobresaltó, despertando de un tiempo escondido en su seno inútil
Sobre una pared lateral de la suite habían colgado una fotografía ampliada de un cuadro de Manet intitulado “La dama de los abanicos”, que como cualquier mozo de cordel no desconoce, se expone en el Louvre a quince o veinte dólares el parpadeo.
Se trata del retrato al óleo de una regordeta boquitas pintadas, y cara de champagne francés, amortajada en una de esas babuchas exóticas que ni los fedayines usan; plumas por acá, collares y pulseras por allá, en fin. Puesta en pose de veterana con dos guerras encima y sus correspondientes combatientes, fue compuesta por el gran pintor parisino apoyada en unos almohadones enormes y con unas ganas bárbaras de irse a dormir. Pero, cosa curiosa, todo aquello que estaba ocurriendo en la pieza nupcial encendió su atención. En determinado momento abandonó la posición reclinada y laxa en que se encontraba y con gran esfuerzo se levantó. Sacó como por encanto una escala marinera desde abajo de la cama, la ató a los parantes y bajó del cuadro.
Se sentó a horcajadas sobre una silla cercana sin perder detalle del escatológico espectáculo que ofrecía Vincenzo. Con gesto de copera veterana, retiró pausadamente de la oreja un cigarrillo con filtro, lo encendió al estilo vaquero tras raspar gallardamente la cerilla sobre las rugosidades del un cinturón que le apretaba los rollos, rematado en ambas puntas con la cola y la cabeza de una víbora con las fauces abiertas. Con el charmé de Greta Garbo exhaló por la nariz una prolongada bocanada.
Extrajo la polvera comprobando en el espejito la existencia de dos o tres barritos alojados en el cachete izquierdo. Acentuó el maquillaje pasándose un algodón saturado de polvo rosado. Sin dejar de acicalarse y mirarse en el espejito aconsejó persuasiva:
- Creo como tú amiga mía que la castidad es la corona de la moral, pero ha llegado la hora de enfrentar los hechos con aplomo y resignación hija mía. Ten fe en los dictados de la Providencia…más allá te aguarda Dios Padre y una vida eterna de felicidad…un mundo de adoración. En este valle de lágrimas sólo habrás de sufrir y soportar la iniquidad…está escrito. Tu bien “armado” esposo intentará (y está en su derecho) introducir un camello por el ojo de una aguja y es inútil protestar y angustiarse. Visto el panorama te aconsejo rezar…siempre es bueno.
Luego se dirigió a él en tono delicado:…”Y a ti te ruego hijo mío tengas a bien operar con anestesia general”.
Finalmente, exhalando un gemido de triste lamentación “entre veinte y veinticinco centímetros ¡qué bárbaro¡” la simpar pianista que en vida se llamó Marie-Anne de Callais se disculpó por no poder acompañarlos dado que se le había hecho un poco tarde, que llevaba mucho tiempo arrumbada como un mueble y tenía unas ganas bárbaras de ir a lustrar unos buenos tangos en el “Tabarís”.
A punto de trasponer la puerta, de espaldas y señalándolo con un dedo recomendó a Vincenzo procurase tomar contacto con el circo Norteamericano:
…Te auguro un gran porvenir>>
Luis
Luis Alberto Gontade Orsini- Montevideo
Buscando mariposas
Anduve por las noches
buscando mariposas,
por oscuros senderos
me perdí sin hallarlas.
Hablé con el río,
dialogué con palomas,
subida a recuerdos,
fabriqué sueños.
Canté melodías,
escribí poemas
y caí exausta
dormida en la arena.
Mª del Carmen Latorre- Rosario- Argentina
Lluvia…
Lluvia que vienes a mi encuentro
sutil lamento de la mañana,
me abrazas tímidamente
lavando mi rostro con lágrimas.
lavando mi rostro con lágrimas.
Camino vagando al compás
de unas agujas doradas
que marcan con su tic tac
el camino hacia la nada.
¡Que me quede un aliento
en esta boca apretada,
el recuerdo de un beso,
un abrazo, una mirada!
Miro con pausa a lo lejos
mis cuencos acuosos delatan
unos ojos abiertos
que no encuentran esperanza.
Caricia de terciopelo
que recibe mi piel cansada,
es la de esta lluvia gris
sutil lamento de la mañana.
Marcela Toro- Ushuaia-Tierra de fuego.
De prestado
De prestado,
donde los ojos de espías se infiltran
y rezamos para que los momentos sean salvados
del propio demonio que llevamos dentro.
Nadie se saldrá con su coartada
porque estamos de prestado en esta vida,
debiendo y sin pagar la fortuna
que heredamos de los antepasados
sacando la lengua de la burla
a todo aquello que se queda olvidado.
Pido letras prestadas en mi vida
porque me faltan palabras para escribir
en este libro blanco de letras enlutadas,
sin justicia que callar, en soledad,
sin dar forma a mis versos desorientados.
Si, me pido prestada la última palabra,
para la alegría de unas lágrimas que son ahogadas,
porque siento como roban el silencio del sufrimiento
por unas manos que las secan al ser acariciadas
y en su defensa, dibujar el sabor de los sentimientos.
Mi palabra…
Tu palabra…
El eco que producen al ser pronunciadas.
María Sánchez- Arcos de la frontera- Cadiz- España
En un nido de historias
En un nido de historias
que nos contamos
o escuchamos
en arenas y sus resacas
Vamos empollando
vidas que rompen
inevitables sus cascaras...
Nacemos y morimos
Somos y no somos
Una ola existencial
que en un suspiro
su blanca cresta
al cielo enlaza...
para morir y resucitar
en distintas casas
vidas que rompen
inevitables sus cascaras...
Nacemos y morimos
Somos y no somos
Una ola existencial
que en un suspiro
su blanca cresta
al cielo enlaza...
para morir y resucitar
en distintas casas
Mary Ramos-Venezuela
Rescatador
Le dije que me vendara la vida,
y me vendo tan fuerte que ya no pude respirar.
Y al ver mi cuerpo desnutrido de amor,
te dedicaste a nutrirlo con besos de miel,
que endulzaron la vida del mendigo.
Abriste la puerta del cuarto en penumbras que me tenía atrapada,
dejando libre la mariposa que apenas volaba.
Hidrataste la piel que seca se quebraba,
y en lamentos de muerte prematura
revivía,
desvanecida en tu cuerpo quede,
satisfecha de amor,
ahora,
una leve sonrisa emitía.
Mibel García- Oaxaca de Juarez- México
Caminos en el mar…
El frío. El futuro se niega a pensar.
La sangre sin nubes, las nubes sin agua.
Lo estéril. La negación de la realidad.
El pensamiento perdido en el río.
Y el río que suena
y el río que truena
y el río que lleva
tu cuerpo aterido...
aterido de frío.
y el río que truena
y el río que lleva
tu cuerpo aterido...
aterido de frío.
La calma. Esa calma chicha en un manso mar.
Las nubes sin viento, las velas sin aire.
Lo estéril. El barco te obliga a nadar
Y el cuerpo perdido en el río.
El río que vuela
y el río que no espera
a otro destino
que lleve tu cuerpo
a "hasta el olvido".
El espanto. Ese espanto que me lleva a medrar.
Mi vida un intento, mi aire sin besos.
Lo estéril. El miedo a nunca llegar.
y... el cuerpo perdido en el río.
El río y su estela
y el río que quiebra
en saltar al vacío,
y llevarse tu cuerpo...
muerto y perdido.
La vida. El futuro se niega a hablar.
de espadas sin sangre y sudor trabajado.
Lo estéril. El cuento de nunca acabar
y saber que existe ese río
Ese río que eleva
ESE QUE NO FRENA
ni el puente ni el frío
y que se lleva tu cuerpo...
a abrir caminos.
DR. Miguel García Freijanes. Madrid- España
Al fin y al cabo
Al fin y al cabo
he hecho las paces con la vida,
ya no ha vuelto a trajinarme el alma
ni yo a hacer comentarios indebidos.
Ella va como si nada le ocurriese
y yo sigo sin ocurrencias mi camino
y así, nos vamos soportando,
poco a poco
nos vamos soportando.
Nunca estuve tan a gusto como ahora
tengo el hambre guardada en el bolsillo
y una Luna derramando su ternura.
Un sueño loco va llenando de poemas
los últimos rincones de mis nidos.
En mi mano la palabra está rendida
como arcilla en cántaros sonoros,
la música me brota por los poros.
¡Aleluya! La tristeza está vencida,
soy feliz
no cabe duda
al fin y al cabo.
He hecho
las paces con la vida
ni yo a hacer comentarios indebidos.
Ella va como si nada le ocurriese
y yo sigo sin ocurrencias mi camino
y así, nos vamos soportando,
poco a poco
nos vamos soportando.
Nunca estuve tan a gusto como ahora
tengo el hambre guardada en el bolsillo
y una Luna derramando su ternura.
Un sueño loco va llenando de poemas
los últimos rincones de mis nidos.
En mi mano la palabra está rendida
como arcilla en cántaros sonoros,
la música me brota por los poros.
¡Aleluya! La tristeza está vencida,
soy feliz
no cabe duda
al fin y al cabo.
He hecho
las paces con la vida
Pablo Mauricio Barattini Vidal -Chile
Entre velo y desvelo
Quiere en sus sueños
en tu regazo arroparse
velando por el amor
que fue su sino.
Hallarla y no tenerla,
quererla…
haberla perdido.
Presunción del destino
y entre velo y desvelo,
oh amor querido,
purga su castigo.
Rafael Serrano Ruiz- Madrid España
Revenar
Es ahora el inicio: flores
desgarradas que se retroalimentan
de un sueño peregrino.
Así quizá se restauran los pétalos
y el gemido vuelve a su nacimiento.
Así quizá se restauran los pétalos
y el gemido vuelve a su nacimiento.
Sí, empecemos de nuevo.
No importa que la lágrima
me devore por dentro
y cruja el cielo
con su silencio absurdo.
Yo abrazo aquí desde tus pechos
el aliento del tránsfuga o suicida,
ese que albergo en el abatimiento
de lo cotidiano, porque mi sangre
te convoca y aún extiende su alfombra
para que te tiendas hasta mi orilla,
mujer que arde
con el hospitalario sello
de tanta combustión.
Yo aún te deseo y soy el viento
que yergue sus pistilos
cuando la noche asoma sus filamentos tersos,
y te deposita en las sienes
la amapola sangrante del camino.
Aún debemos iniciarnos.
Si doy un paso hacia la luz curvada,
sígueme,
que yo te seguiré
si te proclaman ala.
Todas las simientes son estallidos de fe
contra el ocaso.
Emprendamos con esta hoja
ahora enardecida
este camino de Dios,
entre las claraboyas…
Revenar Ronald Bonilla- Costa Rica
de mi libro Sed de otras piedras
Si pudiera
Si pudiera robar las palabras
y adueñarme de los suspiros.
Si pudiera cruzar las miradas
y cautivar los sentimientos.
Detenerlo todo en la infinidad de la memoria
de un jardín marchito…
Si pudiera ser su amante,
poseer su corazón sin tener en cuenta
la identidad del presente...
Si pudiera abandonar todo
para entrar en su cuerpo y en su mente,
apretar su mano y acariciarla,
como cuando nos vamos del mundo…
Si pudiera detener todo
para conquistar sus sentidos,
endulzar la desdicha de la vida
con sabor a rosas aterciopeladas
y en las espinas de sus tallos
posar los besos suyos y míos...
Las nubes,
los regaría al romper el alba
para que no se marchiten
y la eternidad,
rebobinaría el pasado hasta convertirlo en olvido,
los simplificaría en versos sin fronteras,
porque serian por siempre,
frutos del amor que nos tuvimos.
María Sánchez - España
Soy yo la que no busca…
Soy yo la que no busca
o los demás que no llegan
Soy yo la que no ve
o me he vuelto invisible
Las señales que marcan el camino del encuentro
se han borrado
Las han comido los pájaros
como con Hansel y Gretel
…… el camino del regreso,
de la vuelta a casa
el retorno a lo amado
¿Quién podrá guiarme?
Susurrarme al oído
Por aquí, es él
El deseo vivo
Acércate,
¡Piedra libre!
Aquí está…
y no es un juego
Susana Corradetti-Buenos Aires- Argentina
Amor sublime
Iba Neruda,
cantando al mar,
veinte poemas de amor,
y una canción desesperada,
mientras Ortíz Guerrero,
a la Guarania,
sus más bellos versos esbozaba,
Dejaba Alfonsina de jugar,
con los peces pequeños,
para que el dolor no fuera intenso,
mientras a lo lejos Fray Luís de León,
enamoraba al cielo,
lejos del mundanal ruido,
dejando que los romances de Espronceda y Bécquer,
se hacían misterio y magia.-
Y mientras los poetas su mundo enlazan,
yo dejo versos tímidos y tiernos,
guardados en la penumbra del atardecer,
para que el amor encendido,
en el umbral de tus ojos,
sus luces intensas reverbere,
y más que en tus ojos,
en la profundidad de tu alma.-
Son los poemas sencillos,
que cargados de perfumes y brisa,
se hacen esencia y viento,
en los instantes sublimes,
en que nos encontramos piel a piel,
rompiendo el tiempo,
sembrando estrellas,
son los instantes sublimes,
en que el mundo de los poetas,
extasiados nos ven a través de las letras,
enseñando romances,
sembrando estrellas,
que hasta Dios sonríe.-
Victor Kartsch-Paraguay
Cuando en el mar….
Cuando en el mar, los caballitos blancos
dejaron, ya cansados, de saltar,
el cielo ensombrecióse de repente
y vi entre tus enaguas un lagar.
Fue en tiempos de milagros, cuando de hombre
venía sollozando a declamar
ensalmos por lograr que con caricias
pudiérasme las penas consolar.
Quizás fui un ser sin cuerpo ni alma,
quizás me conformé en solo soñar
que algún pintor feliz me dibujara,
sin conocerme aún, para tu hogar.
Y así, viendo que el vino que guardabas
jamás beber podría, ni catar,
seguíme entrelazando entre volutas
de voces que escribiera por azar.
Tildaronme “poeta”, ensarté versos
buscando caracolas en el mar
y en besos de amargura fui a tu playa
perdiéndome en la arena sin llegar…
Xavier Coderch-Barcelona España
Indice de autores de Espacio del poeta Marzo 2017
Nombre |
1ºApellido |
2ºApellido |
titulo |
Pais |
nº |
Orden |
Pag |
Acacia Uceta- Vuelvo a ti |
Uceta |
|
Vuelvo a ti |
España |
76
|
1
|
2
|
Alberto |
Edel |
Morales |
Lejos en la baja gravedad |
Cuba |
76
|
2
|
3
|
Ana |
Ocaña |
|
Aire de besos |
España |
76
|
3
|
4
|
Ana |
Romano |
|
Siluetas |
Argentina |
76
|
4
|
5
|
Angeles |
Recato |
|
El tiempo y la lluvia |
Argentina |
76
|
5
|
6
|
Armelinda |
Nuñez |
|
Faroles encendidos |
Uruguay |
76
|
6
|
7
|
Carmen |
Guzman |
Cedeño |
Despójame de mi otoño |
Venezuela |
76
|
7
|
8
|
Consuelo |
Jimenes |
|
No quiero perderte |
España |
76
|
8
|
9
|
Diana |
Luz |
Bravi |
Aurora encontró el valle |
Argentina |
76
|
9
|
10
|
Dórigo |
Aleguezzo |
Gediongre |
Hay noches que me despierto muerto |
España |
76
|
10
|
11
|
Egle |
Frattoni |
Romano |
Autoestima |
Argentina |
76
|
11
|
12
|
Hector |
Balaguer |
|
En mi época de cordura |
Argentina |
76
|
12
|
13
|
Ida |
Vitale |
|
Fortuna |
Uruguay |
76
|
13
|
14
|
José Rodolfo |
Espasa |
Muñoz |
Mañana moriré y te habré olvidado |
España |
76
|
14
|
15
|
Justo |
Aldú |
|
El robo |
Panamá |
76
|
15
|
16
|
Loret |
Vaz |
|
La palabra palpita |
México |
76
|
16
|
17
|
Luis Alberto |
Gontade |
Orsini |
El romance del año |
Montevideo |
76
|
17
|
18
|
Mª del Carmen |
Latorre |
|
Buscando mariposas |
Argentina |
76
|
18
|
24
|
Marcela |
Toro |
|
Lluvia… |
Argentina |
76
|
18
|
25
|
María |
Sánchez |
|
De prestado |
España |
76
|
19
|
26
|
Mary |
Ramos |
|
En un nido de historias |
Venezuela |
76
|
20
|
27
|
MIbel |
García |
|
Rescatador |
México |
76
|
21
|
28
|
Miguel García |
García |
Freijanes |
Caminos en el mar |
Madrid |
76
|
22
|
29
|
Pablo |
Barrattini |
Vidal |
Al fin y al cabo |
Chile |
76
|
23
|
30
|
Rafael |
Serrano |
Ruiz |
Entr velo y desvelo |
España |
76
|
24
|
31
|
Revenar-Ronald |
Bonilla |
|
Revenar |
Costa Rica |
76
|
25
|
32
|
María |
Sanchez |
Roman |
Si pudiera |
España |
76
|
26
|
33
|
Susana |
Corradetti |
|
Soy yo la que no busca |
Argentina |
76
|
27
|
34
|
Victor |
Kartsch |
|
Amor sublime |
Paraguay |
76
|
28
|
35
|
Xavier |
Codersch |
|
|
España |
76
|
29
|
36
|
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