Revista N.º 26 - ESPACIO DEL POETA
REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
Enero 2013
Autor Eloy Rodríguez
CUÁL FUE EL
MISTERIO
Laura nunca pudo imaginar
que ese día soleado y primaveral podía terminar en una tragedia. Todo sucedió
cuando su primo le hizo ese comentario.
Había salido ese día domingo
junto a mi hermano y mi primo al amanecer, desde la ciudad hacia el lago con la
intensión de pasar un buen día que buena falta me hacía desde hacía unos meses.
Ya en la ruta observé que el
tránsito era fluido y bastante intenso. No me gustó nada, absolutamente nada
eso; yo pensaba pasar un día tranquilo, alejada del ruido y la muchedumbre.
Llegamos poco antes del
mediodía; el camping estaba bastante completo, así que buscamos un lugarcito
alejado cerca del lago, debajo de un árbol. A lo lejos se veía un velero, el del
conflicto, y un crucero con varias personas saludando alegremente
desde la borda.
Sacamos los víveres que
habíamos llevado, nos dispusimos a almorzar. Mientras lo hacíamos, mi primo
comentó que el velero que se veía a lo lejos, iba tripulado por unos amigos suyos
que no conocíamos, que por la tarde atracaría en el muelle; uno de ellos estaba
en pareja, el otro era soltero y se encontraba solo, así que yo debía
aprovechar el momento. Eso me dolió, mi primo sabía que hacía poco me había
enojado con mi novio y aún estaba en la etapa de pleno duelo, por eso quería
estar sola, tranquila.
A pesar del comentario la
tarde transcurrió bien, entre chistes y cantos acompañados por la guitarra que
pulsaba mi primo.
Ya al anochecer, llegaron sus
amigos, y entonces, fue que mi
primo dijo los nombres de los dos caballeros, mejor dicho el “Nombre. .
.”, y entonces sucedió la
tragedia. ¿Qué hacía él aquí? ¿Era una burla del destino? No podía ser, cuando
me enteré que Mario era el soltero que iba a arribar, me sentí mareada, se me
nubló la vista. No recuerdo nada más.
Ya en casa, todo vino a mi memoria
súbitamente; ese día en el tren que me llevaba hacia el trabajo. . . Me llamó
la atención por su forma de mirarme, como si no fuese una desconocida que veía
por vez primera, pero así era. Había subido en la misma estación que yo y
estaba solo. Recién en la siguiente parada, como si no me percatase de su
presencia, pese a que se sentó junto a mí, saqué de la mochila una carpeta con
escritos e ilustraciones. Él, como ya dije, me miraba, como si evocase un centenar
de momentos compartidos: Aquel otoño en que la lluvia nos llevó a refugiarnos
en el mismo lugar, la excusa para hablarme, un número de teléfono, los días de
dudas, titubeos, su timidez para invitarme a salir, mis silencios para retrasar
la cita, el recital en el que coincidimos, el beso, los besos, las confesiones,
los descubrimientos, cenas de a dos, reuniones, compromisos, el compromiso,
hijos que quisimos y no tuvimos, deseos de seguir soñando. ¿Y si únicamente me
recordase a un antiguo amor? O quizá, sin aguzar tanto la memoria, era la
silueta vacía de mis anhelos, esa ilusión latente que me mantenía despierta
durante noches y noches, esperando un desenlace feliz que había vivido durante
cada noche de insomnio.
Pero no, él había existido, no
era fruto de mis desvaríos y por eso aún hoy, después de tantos años, sólo
recuerdo sus ojos de asombro, veo su rostro asustado y el mío temblando
aterida, en la penumbra de mi cuarto durante la noche.
¿Qué fue lo sucedido entre los dos? Ese era el misterio, el gran
misterio. . .
ANA MARÍA HERNÁEZ
Mar de Plata -Argentina
¿ESCUCHASTE?
Miraba la luna
y fue tu cara la que brilló
Miraba el lago
y tu mano fue la que se asomó
Miraba el cielo
y tus ojos entonces titilaron
Miraba el futuro
y tu nombre fue el que susurré
¿Escuchaste
mi llamado?
Ana romano-Buenos Aires-
Argentina
¡MADRE!
Alta luna
cántale al niño
que no tiene cuna,
ni amor ni ojos,
ni madre alguna
y yo voy muriendo.
¡Madre!
Que no me muera,
que mi hijo no sabe
que es una cueva.
De mi boca sin dientes
salen quebrantos,
de mis amores muertos
de tanto en tanto
¡Madre!
Que mi hijo no sepa
la vida negra,
ni consuma la trepa
de la condena.
Quisiera verlo
pero sin pena
y quisiera quererlo
con luna llena.
Desierto cuerpo
de paredes con sangre,
mi alma llora
y conmigo implora
la luna grande
Y a mi niño del alma
no lo veía
porque no fui la madre
que el quería.
Era piedra de arrebato
y lumbre seca.
De terciopelo negro
era mi cama
y querer yo quisiera
al hijo,
de mis entrañas.
Pero fue un cometa
que me miraba
en lo alto del monte
y no brillaba.
El olor de jazmines
donde se acuesta,
en las cumbres de nieve
con leche fresca.
¡Ay! Mi niño
que estoy llorando
cógeme fuerte
que voy andando.
Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España
POR QUÉ LA VIDA
Por qué la vida me arrebata su ofrenda
me desangra las venas
me fragmenta los huesos
atormenta mi nido
y sofoca mi aliento.
Por qué la vida me arrincona en la esquina
balancea sus trampas
desenvaina su espada
rozagante bromea
licenciosa corrompe.
Por qué la vida me atosiga de besos
intoxica mis ansias
acosa mi cordura
fustiga mis deseos
agita mi colmena.
Por qué la vida me retuerce los brazos
me invalida el abrazo
me tortura sin plazo
me mutila las alas
y me suelda a este fango.
Por qué la luz no se apiada un instante
y acaricia mi rostro
con sus manos de seda
y me muestra un momento
el brillar de una estrella.
Beatriz Ojeda-Montevideo- Uruguay
Ojos
de Tormenta VI
Breve tu mirada…
como una brisa sutil
sobre mis palabras.
Te hallé guardada
en un suspiro de época,
desempolvando historias…
y hundí mis sueños
en la espesura
de tus ojos,
el tiempo
dividió instantes
para transformarlos
en momentos…
tan breves
como los mensajes
que adivino
entre pestañas.
Te adiviné…
Te intuí…
Cuando la brisa sutil
tomaba fuerzas
para entornar
todo mi ser
en su inclemencia …
Y rompí esquemas…
en favor de los sueños,
escapé de mi aura
en dirección a tu aire,
dejé de intuir
para encontrarte,
dejé de adivinar
para poseerte…
pero eras viento
y escapaste entre mis dedos…
Carlos Alberto
Giménez-Ushuaia-Tierra de Fuego- Argentina
Tú eres el fuego…
Tú eres el fuego que a mis adentros llega
Penetrante y dulce se hace la entrega
A tu firme, tierna y serena presencia…
Son tus ojos los que cautivan
El roce cálido de la caricia
Eres tú… quien impregna de armonía
Mis más íntimas fibras…
Tu…en mis latidos ambrosía
Amor, creado en sueños de vida
En tus adentros pasión sin medida
Gozo en tu riqueza en la noche y en el
día…
Tu…savia que mis sueños pacifica
Gota de rocío que en mi habita
Tu… quien llena mis deseos y ansias
Que transformas mis entrañas
En tu paz…poseída descanso tranquila
Permaneciendo en ti
Aun teniendo cerradas las pupilas
De mis dedos inquietos nacieron estos
versos
Sin adornos ni apariencias
Para tus ojos son mis humildes letras
De una aprendiz de poeta…
Carmen Leyre Quintana- Torrejón de Ardoz-
Madrid
METRÓNOMO PARA LECTORES -
Es probable que nuestro lector sepa que el
metrónomo es un aparato indicador del tempo o compás de las composiciones
musicales. Mediante su empleo un intérprete sabrá con precisión cuál es la
duración exacta de los compases, según la concibió el compositor y la indicó para
determinada partitura.
El primero data de 1812 Wikipedia mediante- y
gradualmente reemplazó, aunque no del todo, a las indicaciones más difusas de
una escala expresada en italiano que comenzaba en el “grave”, “largo”, “larghetto”,
“adagio” y así en velocidad creciente hasta el “vivace”, “presto” y
prestísimo”.
Al margen de tecnicismos y opiniones muy especializadas de
grandes compositores, que no nos interesan aquí, resulta evidente que el
mensaje estético de una composición musical se ve alterado si lo es su tempo
Igual fraseo, acompañamiento, armonía, etc., producen efectos disímiles al
alterar la velocidad de ejecución. Queda la anécdota que recorre generaciones:
Beethoven, el primero en utilizar indicaciones de metrónomo en sus partituras,
allá en su etapa más clásica, lo consideró después una abominación para la
nueva música, que concebía libre. Es una paradoja más que las obras del genial
sordo posteriores a la Tercera Sinfonía, “Heroica”, cuando la veta romántica
predomina en él sobre la clásica, se impriman aún con leyendas metronómicas. A
mi lado, me observa Ezequiel que en la Octava Sinfonía él mismo volvió a
incluirlas.
La literatura, igual que la música, transcurre en el tiempo.
Las palabras se suceden unas a otras como las notas. Sin embargo, hasta donde
sé, jamás se le ocurrió a nadie incorporar a un texto alguna indicación de la
velocidad con que debe leerse, para respetar el sentido original.
“Sentido”, utilizado en su significación más amplia, no restringida únicamente
a la comprensión lógica del contenido.
Hay algunos supuestos detrás de
esta ausencia de metrónomo para lectores.
Creo
que el más obvio es que la lectura, como la escritura, ignora al tiempo a pesar
de transcurrir en él. Al menos así se lo consideró durante milenios. Recién a
mediados del siglo pasado se idearon técnicas de lectura veloz, con aplicación
restringida a textos orientados a la mera información, que poco o nada tienen
que ver con la literatura.
Un poco menos obvio, pero también reconocible,
es el hecho de que quien escribe y quien lee están ligados por un acuerdo
tácito, más allá de que compartan o no un espacio o una época común a ambos.
Esta correspondencia que en grado sumo logran las grandes obras, tiene que ver
con el concepto de “sinfronismo”, expuesto con tanta claridad entre nosotros
por Raúl Castagnino, a partir de la enunciación de Ortega y Gasset, que a su
vez la tomó de Goethe. Al alcanzarse una resonancia armónica entre el
autor y el receptor, una vibración común que es enteramente espiritual, la velocidad
de lectura se regula perse, lo hacen las palabras con otra dimensión a la de
las notas musicales, sin requerir artilugios accesorios.
También es
válido apuntar que el buen lector está habituado a la relectura y que en
ella seguramente ajustará el tiempo que le demanda un párrafo, una página o una
serie de ellas, con la percepción previa de una primera recorrida de
reconocimiento.
Pero se puede ir un poco más lejos para enriquecer el
tema. Hay textos- se me representan muchas de las páginas de Alejo Carpentier-
a los cuales una lectura morosa restará el efecto de conjunto que procuró el
autor, con abundancia de notas coloridas y un exquisito movimiento interno con
el que parodia la realidad que está representando en palabras.
O la
vivacidad intrínseca de algunos textos, que demorados dicen algo bien distinto
de lo que se quiso expresar. Viene a mi memoria una ya famosa observación que
cierta vez hizo Saramago a un amigo. Éste le reprochaba que no podía comprender
determinada obra, y el autor le respondió, simplemente, “no la estás leyendo
bien”. En esa deficiencia de lectura me atrevo a incluir la velocidad con que
la había intentado.
En el otro extremo, ¿cómo pretender una correcta
apreciación de muchas páginas de Borges, algunas tan breves como significativas,
corriendo sobre las palabras? En esos textos e incluyo buena parte de su
poesía- hay palabras con una consistencia, un peso tal, que no hay forma
adecuada de leer si no es deteniéndose, volviendo al punto anterior,
relacionando.
Para avanzar un poco más: tal vez sí exista un “metrónomo”
para lectores, aunque no se
materialice en un aparato mecánico o electrónico similar al de los músicos. La
época, el ambiente en que fue creada una obra, también imponen su tempo. Si el
lector conoce las circunstancias que rodearon a la creación y el buen lector
suele tenerlas en cuenta-, ellas le brindarán una guía para la lectura
inteligente, para la que vale.
Jorge A. Dágata- Balcarce- Argentina
Lluvia Clara
En el reverso del aire
las estrellas multiplican
sensaciones de colores.
Lluvia, alimento, vida.
Momentos para gozar
de una vida que se esconde
en los caminos del viento
Viento calmo, mar serena
felicidad de vivir,
aliento que en soledad alimenta
sensaciones
para seguir resurgiendo
de los momentos olvidados
en los pasillos del viento.
Lluvia soy,
agua clara que me guía
por los caminos del alba.
En la amanecida…
nazco cada día de mi silencio,
para empezar a volar
olvidando desencuentros.
Que para vivir en el amor
me basta esta ilusión…
de saberme lluvia clara…
mujer completa…
amor y viento
Charo Bustos Cruz- Sevilla- España
Yo también tengo que agradecerle a …ella
Me apuraba para cuando creía que mi mamá
regresaría de trabajar o de hacer algún mandado, ya que cuando regresaba hacía una exhaustiva supervisión de mis
tareas u obligaciones que me delegaba. Era el mayor de tres hermanos, dos
hombres y una mujer.
Me tocaba repartir la comida
sabrosa que mi mamá nos dejaba: arroz con frijoles y tortillas que calentaba en
la estufa de gas o la que guardaba de su almuerzo que le daban como camarera en
el hospital público que trabajaba,
o dulces o frutas y para nosotros tres era una manjar ante la escasez de comida
variada que nos podía dar por la falta de trabajo de mi papá.
Se agachaba a ver debajo de
las camas, revisaba el piso que primero fue de tierra, luego de cemento y ahora
de loza, se agachaba dije a revisar ocularmente y luego pasaba los dedos para
constatar que no había residuos de polvo o no había limpiado convenientemente
los muebles con que contábamos y si no a limpiar de nuevo se ha dicho y
aprendiera a cumplir mis obligaciones y eso me hizo excesivamente responsable y
detallista
Pobreza no significa
suciedad, me decía para que oyeran mis hermanos también y así lo creo y los
vecinos decían, su mamá si es exigente con todos, cuando crezcan sabrán
apreciar lo que ahora les parece crueldad y que probablemente lo fue en nuestra
niñez y que se vio reflejado en nuestra adolescencia.
De esa cuenta, me hacía que
me cortaran el pelo donde don Yan y que le cortaba el pelo a todos como con una
máquina de cortar grama, se sentían las mordidas que daba la bendita máquina y
el ruido que hacía y a veces se sentía como arrancaba el pelo puro tractor de
carretera y el viejo sudaba y sudaba y sudaba y apestaba, apestaba como
borracho mientras masticaba chicle y luego escupía como si cantina fuera la
bendita barbería con sus pantalones con ruedo hacia fuera y su voz pastosa y
camisas arremangadas con zapatos horma americana y sus paletones de los
pantalones bien marcados y la cantidad de pelo en el piso y que hasta que
terminaba la jornada lo barría, estampa horrible se veía cuando pasaba frente a
la barbería y lo mismo.
Luego
usaba la tijera con que terminaba de podar el pelo de los que llegábamos cada
15 días, hábito que todavía mantengo, gracias a lo estricto de mi mamá y evitar
que tuviera piojos o lo que fuera que se me pegaran en la escuela con los demás
y de ahí con la pelusa que se me forma en el cuello me desespera y voy a que me
recorten el pelo en lugares que llevo entre 7 a 10 años sin cambiar de lugar
por la confianza y el trato que me dan porque me decía, a uno le ven la cara y
si el pelo está largo no se hacen referencias agradables de uno, los zapatos bien
lustraditos y la ropa limpia y bien planchada, aunque sea la misma y recuerdo
que cuando los pantalones nos quedaban arriba del tobillo y busqué que un
sastre le añadiera un pedazo del mismo color o similar me veían raro y decían
los hijos de la gran puta que así solo los huecos los usaban, olvidando que a
la pobreza siempre se le ataja con creatividad y no existían pacas y nadie te
regalaba un pantalón nuevo o usado porque se veía muy mal y por eso
inventamos cuando se nos
rompían colocar figuras que con una plancha caliente quedaban estampadas y no
se veía roto el pantalón o camisa u otra cosa.
Don Yan y su barbería de esquina estaban
como en la 40 calle de la zona 8 y caminaba media cuadra y cuando nos cambiamos
de casa e ir a alquilar un cuarto más barato, busqué otra barbería y otro
barbero pues en esa época era inusual muy inusual que mujeres cortaran el pelo
como pretendía y sentir sus manos finas acariciar mi cabeza y no los jalones de
pelo que mi mamá me daba si encontraba polvo o las camas, las sábanas y las
cosas torcidas y no rectecitas como le gustaba y esperaba siempre estuvieran.
Colocaba la escoba, el
trapeador y la pala en la esquina del cuarto y me recostaba con un libro a
recorrer mundo con sus grandes esquinas y lugares que mi imaginación veía a
través de la bicicleta de mis ojos en las líneas que recorría como ciclista en
premio de montaña, sprint o en bajadita según fuera la hora en que llegaba mi
mamá.
Tenía razón Tito Monterroso
cuando dijo que se recuerda con la imaginación y el cuerpo ya que solo hay dos
maneras de irse de un país: con la memoria y con el cuerpo en Los buscadores de
oro. Me he ido con la imaginación toda la vida, estoy consciente de ello.
Lo primero que hacía era
mirar si tenía la escoba o lo que fuera detrás de la puerta y que me decía con
su santa ignorancia, la escoba se pone detrás de la puerta para que los
cobradores y la gente que no tiene nada que hacer y que lo viene a visitar a
uno se vaya rápido y si así encontraba o encontraba las cosas, me jalaba las
orejas y me hacía llorar de rabia porque no me permitía disfrutar de la lectura
y que en su inocencia de mujer trabajadora venida del campo consideraba que
leer era perder el tiempo porque no se producía nada con eso y por eso a ella
apenas la enviaron a la escuela primaria y sacar tercer grado.
Para esos días, recuerdo mis
papás se separaron por cosas que no tenían importancia pero que la pobreza no
hacía entender ante la falta de dinero para la comida, el pago del cuarto, la
escuela, la ropa y los cuadernos que necesitábamos los tres.
Lo que sigue no lo diré, no
me gusta, porque nos separamos todos, mis hermanos por allá, nosotros por aquí
y mi papá viviendo solo y ahí me quedo saben.
Hago un salto al pasado y mis
siete años cuando en la 12 avenida de la zona 1 fui a comprar tortillas y un
señor me dijo, patojo ¿sabés leer?
Yo, le dije, sí, y me regaló Hunaphú
e Ixbalanqué de la editorial José de Pineda Ibarra y que gobiernos neoliberales
cerraron aduciendo que se reportaban perdidas y el equipo que se tenía estaba
obsoleto, ladrones estos que lo hicieron porque inmediatamente le dieron la
impresión de libros a sus amigos y el precio de los libros como saben subió y
no ha bajado con estos nuevos administradores del Estado y me cae mal tener que
hacer mención de esto pero cae mal y nada se puede hacer retroceder porque la
historia sigue su paso a veces más duro que en otros hasta que la sociedad
reaccione pero pasará un siglo para que se den cambios en lo económico y social
y si bien nos va como dicen los ancianos cuando hacen suma y resta del dinero y
las cosas tan caras como también las hago yo con mi salario.
A los 12 años conocí a don Meme
que en paz descanse quien me enseñó el valor de las dos palabras mágicas: por
favor y muchas gracias y a quien considero mi maestro de la lectura cuando me
hablaba de cosas que no entendía y me prestó un libro espectacular Los tres
mosqueteros de Alejandro Dumas y me volví D´Artagnan y rescatamos al rey pero
luego en Veinte años después me di cuenta que mis héroes y yo no pudimos
rescatar de la horca al rey y en mi rescate aparecieron muchos de mis maestros,
unos más unos menos por el acceso a encontrarlos disponibles y que he tratado
de leerlos completos para conocer qué piensan y cómo lo van diciendo en sus
obras, por eso soy asiduo visitante de bibliotecas y por eso cuando me ofrecían
como trabajo cuidar casas, mientras los dueños salían a pasear, aceptaba si me
dejaban comida y que leer y de esa cuenta aparecieron unos antes o después y
otros los conseguí en ventas de usados, prestados, de la biblioteca,
fotocopiados, robados no, y que son bastantes y que no menciono a todos hago
constar, siendo Henri Charriere con Papillón y que leí tres veces y el crimen
que no cometió para entrar a Víctor Hugo, Frederick Forsyt, Alejandro Dumas de
nuevo, Miguel Ángel Asturias Rosales y luego descubrí su otro apellido ni que
no hubiera tenido mamá y que todos olvidan, Gabriel García Márquez, Otto René
Castillo, Roque Dalton, Manuel José Arce, Miguel Hernández, Federico García
Lorca, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cardoza y Aragón, Eduardo
Galeano, Roberto Obregón, Juan Rulfo, César Vallejo, Rubén Darío, Ernesto
Cardenal, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, Ernesto Sábato, José
Martí, Mario Benedetti, Oswaldo Soriano, William Faulkner, Nicolás Guillén,
Alejo Carpentier, Lezama Lima, Octavio Paz, José Luis Villatoro, Carlos
Monsivais, Vicente Leñero, Luis Alfredo Arango, Francisco Morales Santos, María
de los Ángeles Ruano, Ana María Rodas, Humberto A´kabal, Juan José Tablada,
Flavio Herrera, Juan José Arreola, Juan Carlos Onetti, Roa Bastos, Jorge Amado,
Antonio Machado, Sor Juana Inés de la Cruz, Machado de Assís, Fernando Pessoa,
José Donoso, Gustavo Flaubert, Severo Martínez Peláez, Carlos Guzmán Bockler,
Mario Payeras, Mario Monteforte Toledo, Otto-Raúl González, Manlio Argueta,
Julio Fausto Aguilera, Francisco Méndez, José Agustín, Jaime Sabines, Arturo
Arias, Mario Roberto Morales, Marco Antonio Flores, Sergio Pitol, Marco Augusto
Quiroa, Gioconda Belli, Roberto Sosa, Augusto Monterroso, Luis de Góngora,
Cervantes, Joyce, Heminway, Camus, Proust, Dante Liano, Beckett, Juan Villoro, Jospeh Conrad, Juan José
Millás, Italo Calvino, Milan Kundera, Sergio Ramírez, Cabrera Infante, Nabokov,
William Saroyan, Juan José Saer, César Aira, Carlos Fuentes, Carmen Montero,
Marcela Serrano, Ribeiro, Susan Sontag, Marguerite Yourcenar, Naguib Mafhuz,
Amos Oz, Carmen Matute, Luz Méndez la Vega, Rilke, Kafka, Sastre, Shakespeare,
Manuel Vásquez Montalbán, César Pavese, Huidobro, Nicanor Parra, Gabriela
Mistral, Neruda, Vargas Llosa, Echenique, Rubem Fonseca, Carver, Lovecraft,
Sepúlveda, Chandler, Onetti, Capote, Jorge Saramago, Carlos Garrido Chalén, San
Juan de la Cruz, André Malraux, Rimbaud, Mallarmé, Jodorowsky, Bukovsky,
Apollinaire, Bretón, Umbral, Cela, Goitysolo, Nelida Piñon Cátulo, Montale, Lao
Tse, Brecht, Tabuchi, Luis de Lión, Rafael Landívar, Margarita Carrera, Piglia,
Alí Chumacero, Vinicius de Morais, Julia Ortiz, y otros y otras, muchos otros,
dicho con todo respeto que me han aportado perspectivas y lo cotidiano y los
que sigo buscando por ella, más las lecturas que en la universidad hice como
parte de los cursos formales y que siempre leí saliéndome de lo establecido
como parte del tributo que tengo que hacerle a ella, esta mujer y que cada vez
me dice que la humildad es el precio de ser lector y humano, y que me mueve a compartir como gestor cultural con
otros y realizar acciones y devolverle lo que me ha dado en mis noches de pena,
en mis días de desempleado, en mis trabajos de corrector de estilo, en mis
trabajos de profesor, en las invitaciones que me han hecho para salir del país,
en mi proceso de poeta y ahora de narrador y en mi proceso de investigación
permanente para todo lo que hago y recordarme lo que dijo mi maestro Cortázar,
yo hago el amor con la literatura, ella es mi gran mujer y a quien le debo
tanto y recordar que a mi mamá le dije, luego de hacer muchos trabajos físicos,
duros y difíciles, que me ganaría la vida de lo que lea, leeré y leo y que ella
recibiría en vida, alegrías y apoyo de su hijo escritor, aunque don Meme cuando
me hizo lector no esperaba que lo fuera sino que tuviera herramientas para
enfrentar la vida.
Daniel Alarcón Osorio-
Guatemala
SU OTRA MITAD
La
vio pasar
a
medias tintas,
partida
al medio,
a
medio vivir.
Y
la siguió
para
alcanzarla
a
medio pelo,
a
medio camino,
a
medio amar.
Diego Santiago Cazzaniga Arduzzo- Rafaela-Santa Fe- Argentina
No soy de esta
calle
Yo no soy de esta calle.
Sólo miro sus vidrieras
y entro, a veces, a algún negocio
para comprar cosas que nunca uso.
O camino
y luego
me paro en cualquier esquina,
en cualquier parada de colectivos
para tomar la primer mariposa que
me lleve hasta la noche.
Ezequiel Feito-
Buenos Aires- Argentina
ENCUENTROS
DIFERENTES
Fue un encuentro de
presencias; colmar mis ansias sin prisa.
Yo conocía tu esencia, me
faltaba tu sonrisa;
admiraba tu envoltura:
tu voz grave, tu figura,
tu ser así, cautivante,
de Concordia, por fortuna.
En serenidad profunda me
llevó así como una
cautiva del mediodía, de ésa
tu historia fecunda.
Tantos años, tanto tiempo,
mirándote, escuchando
tu mensaje desde lejos y, sin
saberlo, esperando.
Casi sin querer, ahora,
se acercó el conocimiento,
llegó la fascinación; claro
mirar, comprensión.
Quedó en ilusión, pendiente:
para decirnos, más cosas,
abrazos en naftalina,
admiración ascendente,
armonías
venideras, de un gran cumpleaños las rosas.
Quedó la ilusión dolida porque faltó
despedida...
En éxtasis nos quedamos...
¡cómo duele este momento!
el encuentro es diferente y
nos sigue fascinando
¡Qué triste es este presente,
de soledad y tormento!
La solución
es la ida...esperá, que ya llegamos!
Hilda González
–Concordia- Entre Ríos -Argentina
Y DESPUES
Hoy, y después de
tanto tiempo, te vuelvo ha encontrar,
hoy, hoy te cruzas en
mi vida, una vez mas.
¿Por qué has vuelto?,
¿Por qué has vuelto?,
si el fuego que
encendimos aquella vez se apago,
se apago en silencio.
Yo te di, el brío de
mi vida y carisma sin igual,
y fui, y fui broquel
en tus combates y el amante,
y el amante mas leal.
¡Pero te fuiste!,
¡pero te fuiste!,
y cada parte de mi se
quedo, se quedo tan triste,
¡pero te fuiste,
igual, igual te fuiste!,
como una estrella
fugaz cenizas,
cenizas te hiciste.
Hoy, ya no digas que
me quieres, ya no mientas más,
¡hoy!, hoy mi vida no
es tu vida, ya tengo a quién amar.
¿Porque volviste?,
¿Por qué volviste?,
si ha la flor del
estío tu, ¡tu la zaheriste!,
¡porque volviste!,¡¿a
que volviste?!,
si cuando partiste,
¿te acuerdas?, adiós, adiós me dijiste.
Y hoy solo tengo de
ti,
un pobre y triste
recuerdo de amor,
si no tuviste piedad
para mi, ¡no intentes pedirme perdón!.
Y hoy solo me queda de
ti,
el amargo, el amargo
sabor de los besos de ayer,
y el frío que yace
dormido en mi piel me descubre,
me descubre que de ti
ya, ya me olvide….
JORGE AMADO SERRANO SUARDI – SANTA FE - ARGENTINA
Ella viene a verme
Ella viene a verme desde todos los ángulos del
beso.
Un buque atraca en la tarde, en algún lugar de
la dársena,
dentro, los marineros, juegan a inventar
naufragios,
dentro, los marineros, llaman a las novias de
cada puerto.
Viene a verme y me trae noticias desde sus
ojos claros,
me trae su luz impenetrable,
su sonrisa que sucumbe ante los espejos.
Dentro del buque, los marineros, fuman la pipa
de la paz,
dentro, los marineros, amarran los cables
centenarios,
dentro, los marineros, cantan con la voz de
los puertos.
Ella viene a verme con sus manos al vuelo,
danza en sus parámetros de espuma y me sonríe,
viene a verme desde su sonrisa
y una luna de dientes me entrega en un beso.
El buque sigue atracado en dársenas vacías,
dentro, los marineros, cantan con la voz del
mar,
cantan como un coro de voces en la bruma,
cantan como si en este atraque remontara la
primavera.
Ella viene a verme,
viene a verme con todo su amor por delante,
-dentro los marineros recogen su equipaje-
José
Cercas- Cáceres- España
Pena de amor...
Bajas
de esas montañas con acordes
de
agua que cadencian tus pasos.
Tus
senos ocultan un alma que desconozco, y
en
la fragancia de tu cuello se anegaban todas las flores.
-¿Quién
eres? ¿Quién llega?, pregunté tímidamente-
-¿Llevas
en tus manos flechas y cenizas encendidas?
-¡Soy
la brisa esperada, voy deprisa y me dispersa el viento!- contestas-
-¡Llevo
gotas de rocío en mi boca, cubiertas de miel enamorada!
-¡Traigo para ti, leche
azul cuajada con besos!
-¿Qué
quieres? - pregunté esperanzado-
-¡Deseo
a tu alma y a vuestro noble corazón desnudo!
-¡Ven,
tómalo!-, te dije sin pensarlo-
Mordiéronme
tus labios de muérdago y
desapareciste.
-¿Quién
era?, me pregunté aturdido-
Entonces
…Me susurró al oído un palomo del monte:
-¡No
temas!
-Era
una pena de amor que vino a verte.
José Rodolfo Muñoz
Espasa- Benidorm-Alicante-España
Te llamé
Te
llamé, pero no estabas
Te
llamé ayer con la estremecedora paz de mi delirio,
Ante
tantos ojos y tantos labios abiertos;
Con
la pesadumbre de los años
Y
el inasible dulzor que postea la memoria.
Te
llamé ayer detrás de tanta esperanza perdida
Y
ante el vuelco de mi sangre sorprendida,
Grité
tan fuerte que desperté de su letargo
A
los dioses del Olimpo;
Quise
borrar de tu mente el último calor ajeno
Y
que por fin floreciera el Araguaney
Poniendo
en tus ojos una risa serena.
Y
nunca llegaste a cubrir la débil llama de mis días
Con
la tibieza de tu nombre,
A
pesar que te imaginé como si estuvieras aquí
Poniendo
tu desnudez ante la mesa del convite amoroso
Te
llamé, pero no estabas, ni estaba tu voz de cantilena;
Y
mi humanidad sola en la arboleda umbría
Tratando
de llenar la forma de un abrazo.
Así
es mi vida cuando mis ojos forman parte de tus días
Caminando
sobre polvorientas páginas de melancolía
Y
noches con el mismo escenario
Que
azota ante tanta tempestad de ausencias
…Ayer
te llamé, pero no estabas…
Justo Aldú- Panamá
Luciernagar
Aquella esquina
esquinea
triangular
tulipas verdes.
Tuquitas de pata y celo
zumbón cosquillear de palmas.
-Abre mi Luciernagar
-¿Ángel o diablo?
-Pasará, pasará,
pero el último quedará.
Ronda rondero la esquina
tu sombra
sin pasar
va.
Lilí
Muñoz - Neuquén - Argentina
Una mano se reposa
Una mano se posa
en la comisura de sus labios,
callándolos
para que no expresen
lo que traen sus aguas caudalosas,
enamoradas
de las piedras, de las flores, de los
peces,
que de ella se alimentan
amorosamente,
arrasándolos
hacia un firmamento lleno
de ilusiones rotas e inalcanzables,
círculos
que el infinito nos inventa
convirtiéndolos en múltiples
planetas,
universales
que giran alrededor de su cuerpo
imperturbable con el tiempo,
deteniendo
caminos llenos de verdes cactus,
recorro en el desierto de arenas,
inhóspito
que llega a través de su sombra
de silueta perfecta ante sus ojos,
enamorados.
M. Alejandra Jiménez-Valencia-
Venezuela
POEMA
De los caminos vacantes
el verso
se adentra cómodo en los más pintorescos
caminos puta alegre
caminos borrachera
caminos libertad para los gatos
quedan sin retratar
esposas de cuneta,
analgésicos para llevar el día,
viejas peluca con las cejas pintadas
y nostalgias de Cuba
en un barrio de nadie
y el verso se desliza
debajo de las muelas
semilla entre el escombro
suburbial y maldito
donde no hay ateneos ni vanguardias ni luces
y grita "soy de ellos".
En el parque,
paseando entre los perros,
el verso muerde la pierna de un anciano
"Te amo ahora
como te quise siempre"
(lápiz gastado sobre hoja de cuadros).
El poeta centrípeto despierta
con el verso pegado a las pestañas
y se lava la cara y se sube a la silla
y declama
"escuchadme
yo soy la poesía".
Una chica gitana sacude la melena
y el verso abandona la boca del poeta
para enredarse
ciego
en la ropa tendida.
Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España
Hoy no sé
que hubo en la brisa
Hoy no sé que hubo en la brisa, en el silencio,
no sé que hubo en la música, en las notas del piano,
un no sé qué desbordó la melancolía reprimida,
y me trajo algo de ti… un recuerdo muy vago,
Algo que hizo brotar un débil llanto, y me pregunté
cómo estarías, si alguna vez me recordarías;
un no sé qué de ti me inspiró estas pobres rimas;
y ya no pude apartar ese anhelo escondido.
Pensé solamente en la vida que se va tan aprisa,
que fue tan poco el tiempo para tenernos,
como una niebla gris teñiste mi alma de tristeza,
y te fuiste por no sé cuál camino siguiendo otro sueño.
Sólo me quedó tu nombre, para pronunciarlo dormida
y al despertarme tenerlo conmigo para no olvidarlo;
si tú me pensarás igual, si dirás mi nombre a veces,
eso jamás, jamás podré saberlo…
Hoy no sé qué hubo en la noche, en la sonata de Schubert,
no sé qué me trajo el aroma del mar,
un algo de ti se me quedó en la piel, en el pecho,
algo que me hizo llorar, será que no te olvidé.
Me quedé en silencio pensándote, soñándote
en un claro de luna bajo nuestro almendro,
…todo lo demás se lo ha llevado el tiempo
menos este empeño de aferrarme a tu recuerdo.
Hay todavía un no sé qué de ti viviendo conmigo,
aunque hace una eternidad te fuiste, no te has ido,
algo de tu corazón lo retuve en mi corazón
por eso sé que tú tampoco me podrás olvidar.
M.ª José Acuña Belaustegui-Curmaná-
Venezuela
Navidad
Pensé la Navidad,
a ésta la pensé distinta.
Vestiré mi árbol de luces
radiantes.
Pondré una a una las estrellas de paz,
anidarán en él palomas blancas,
colgaré las campanas de la risa
para darle música de esperanza.
Las hojas...
las pondrán los niños olvidados,
para traerlos a compartir la mesa.
Sueño distinta esta Navidad, sencilla,
con la sencillez de aquel pesebre
la emoción de aquella María
y con la bondad de aquel Jesús.
Nelda Lugrin. Concordia. Argentina
¿CÓMO PUEDE VIVIR MI AMOR?
¿Cómo
puede mi amor seguir viviendo
si
lo aplastas y secas cada día
Absorbiendo
su savia en tu egoísmo?
¿Cómo
puedo confiar en tus palabras
si
tus hechos maltratan y asesinan
los
hilos de esperanza que sustenta?
No
hay amor que resista tanta infamia
No
hay amor sin amor que sobreviva
Nieves M.ª Merino Guerra-Gran Canaria-
España
Cuando vuelvas….
Cuando vuelvas….
me recostaré de nuevo
sobre tu espalda
esa que me gusta…
llena de universos ….
de amores.
………..y seguiré
viajando
entre tus caricias…
esas…………
a las que me tenés
acostumbrada.
Cuando vuelvas……
me cobijaré en tu
pecho de universos
que saben de memoria…
acunar mis
esperanzas…………
de suspiros……….
……..y de puntos suspensivos……………
Cuando vuelvas…….
dormiré entre tus
brazos acurrucada
porque mis fortalezas
en los intentos de ser
fuerte…
están a veces
agotadas.
Cuando vuelvas………….
besaré el cuerpo de tu
mapa……
sin cansancios con mis
besos
dibujando este amor
que me agiganta………..
y pintando mil
estrellas y una luna plateada.
Cuando vuelvas……………
será música de
serenatas con encantos
y desnudaremos en un
abrazo………….
nuestras almas.
Cuando vuelvas…………………
bailará mi corazón………
ya sin nostalgias
al compás de aquel libro
donde escribe tu amor
……….
que me contagia.
Cuando vuelvas………..
te pediré ese beso que
me fascina…
y hace que mi piel
viaje humedecida
al estadio …………de la
magia.
Cuando vuelvas……..
jugaremos a los
cuentos encantados
y borraremos las penas
de distancias…
en un abrazo.
Cuando vuelvas…………
pondrás el sol a mis
días escarchados
y bailaremos aquel
tango ……
de tibieza programado.
Cuando vuelvas………..
te daré mis manos
sedientas de caricias
y las tuyas
atrevidas………….
buscarán a mi alma
escondida
por debajo de mi
falda.
Cuando vuelvas…………..
daremos el paseo a
nuestro mundo imaginario
que nos hace mas
personas..
mas humanos.
Cuando vuelvas……………
hablaremos de los
tiempos extrañados
y de todo lo que aún
tenemos para darnos.
Cuando vuelvas…………..
dejaré tatuadas mis
locas ganas
de que te quedes….
………………….y me
dibujarás…………
tus
ganas de tenerme
Pilar Ferrer- Ushuaia-Tierra de fuego- Argentina
TIEMPO
Tiempo que nace
de la nada involuta
papel de soledad
que envuelve el regalo del día
instinto pertinaz
imperecedero de huida
manantial seco
de la pasajera locura
bienestar
cohibido en este espacio que habito
tan pequeño como
el instante que paso contigo
reducido crono
del beso oportuno
fiel sello de mi
mejilla caliente de aliento
sediento de labios
tibios y calidos en pleno
desierto fiel
de mi tez fría,
erial del pozo
donde los sueños no brotan
no nacen , no
gritan, no obedecen a mi mente
que mudamente
recita versos de esperanza
aquella que
parece dormida
aquella que mis
ojos necesitan
saludando al
azar
soslayando mi
destino
sombra del bruno
hado
recuerdo del
pasado
pasajero que
nace de la nada involuta.
Santiago Medina- Madrid- España
Cuatro Jinetes
En
cielo en penumbra lívida de ocaso
galopan
caballos en etéreos caminos;
cuatro
jinetes recorren la tierra
como
únicos señores
Cuatro
jinetes eternos
cruzan
palabras labrando el destino
Piafar
de malignos caballos
Sonidos
de terror y caos
Faz
oriental sobre caballo blanco
Ponzoñosas
flechas en carcaj de bronce.
Humanidad
que ante su nombre
vaga errante en el mundo
buscando
un Dios sin encontrarle.
Caballero
de tez joven, hermoso,
sobre
caballo de fuego
Fuerte
galope blandiendo mandoble
arrasando
tierras y casas,
hombres
mujeres e infantes
en
aras de inútiles causas.
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España
AZUL NAVIDAD
Era un día de
niebla intensa; y por la calles de la ciudad sólo se divisaban las siluetas de
los transeúntes cuando estaban cerca, perdiéndose al alejarse en la espesura de
las sombras, como fotografías desenfocadas.
Las luces
multicolores del alumbrado navideño, adornadas con un aura misterioso, techaban
las calles, ambientadas con el sonido de angelicales villancicos.
Como todos los
años, hacía el recorrido por los Belenes más significativos de la ciudad;
observando los movimientos mecánicos de sus figuras, con el sonido del agua al
caer en cascada desde la montaña, al unísono con la música de los nuevos
villancicos. Atrás quedaron otros tantos alojados en mi memoria: “Noche De
Paz”, “Los Peces En El Río”y el “!Ay! Del Chiquirritin”. Como también quedaron
lejos aquellos días de “Blanca Navidad”; y es que eran realmente blancas,
porque el recuerdo así las representa. Blancas las heladas de la mañana, blanca
la escasa nieve que caía en nuestras tierras extremeñas; pero blancas también
eran nuestras almas y el sentir de nuestros corazones.
Entonces
vivíamos con la inocencia de la niñez, y con la ilusión de ser mejores cada
día; intentando vivir emocionalmente, unas fechas que cada año esperábamos con
más impaciencia, y con menos
consumismo, pero viviendo el verdadero sentido de la Navidad, con nuestras
tradiciones de siempre.
El día
veinticuatro de Diciembre, en cada casa había instalado un Belén, se tocaban
panderetas y zambomba, se cantaban villancicos, se comía pavo, polvorones, y
turrón del duro y el blando; y a las doce de la noche se escuchaba la Misa del
Gallo.
Pero el tiempo
pasa, y lo blanco ya no es tan blanco, o aún siéndolo, va tomando tonos más
oscuros. Ese mismo blanco inmaculado de la niñez se va perdiendo en tonos
grises, o recorriendo toda la gama de colores que nos haya de deparar nuestra
existencia. Llega la incertidumbre de no saber que será de nosotros; la duda
ante los distintos caminos que hayamos de tomar para enfocar nuestra vida. Los
temores ante posibles fracasos, la frustración por los errores cometidos.
Sin darme cuenta
me había quedado sólo delante del nacimiento. Por unos minutos había hecho un
recorrido mental por las Navidades de mi infancia, cuando me avisaron de que
iban a cerrar la iglesia. Volviendo a la realidad me disculpé por el despiste;
deposité unas monedas en el cepillo de la entrada, y salí a la calle. La niebla
había espesado un poco más, y ya casi no se veía el suelo. Fui buscando con
dificultad, los peldaños de la escalinata que separaba la entrada de la
iglesia, del asfalto de la calle. Al terminar de bajar el último escalón,
escuché unos gemidos que me estremecieron; miré en esa dirección, guiándome por
el oído, y divisé un bulto en el suelo. Me acerqué, percibiendo los gemidos con
más intensidad, y me pareció ver a una mujer; pregunté qué le pasaba, pero por
respuesta recibí otro lamento, esta vez más intenso. Me acerqué un poco más, y
entonces fue cuando observé -a pesar de la niebla- que lo que le pasaba a esa
mujer es que estaba a punto de dar a luz.
Mi estado de
ánimo se alteró, convirtiéndome en un manojo de nervios, aunque pude
controlarme para infundir sosiego a aquella mujer que me miraba implorando
ayuda. A esa hora, y víspera de Nochebuena, no había ni un alma en la calle. Le
dije que no se preocupara, que llamaría por el móvil, y enseguida vendrían a
ayudarla; pero cuando empezaba a marcar se apagó de golpe: me había quedado sin
batería. No podía controlar mi estado de nervios, y llamé con insistencia a los
timbres de las casas cercanas, sin recibir respuesta.
Desistí de
alejarme de la mujer, y tomé la decisión de ayudarla como fuera a traer al
mundo a ese hijo que tenía prisa por llegar.
Era muy joven,
casi una niña. Tomé su mano, helada por el frío , y le acaricié la frente,
tratando de infundirle confianza y calma; me respondió pronunciando unas breves
palabras que no entendí, pero intuí que eran sinónimo de agradecimiento.
Los minutos se
hicieron interminables, y las contracciones eran cada vez más fuertes. Me quité
el abrigo, y cubrí con él el cuerpo de la chica. Presentía que el alumbramiento
estaba próximo, y le hablaba en tono cálido, aunque ella no pudiera entender lo
que le decía. Le contaba que su hijo iba a nacer casi al mismo tiempo que el
Niño Dios, y que su vida iba a cambiar, porque ese hijo sería símbolo de
esperanza, como todos los milagros de la vida. Que era una gran responsabilidad
asumir su educación, ya que los hijos de hoy serían los padres del mañana, y
que de las madres dependía que fueran hombres y mujeres de bien; ya que la
velocidad frenética por vivir llenos de compromisos materiales, debido a una
inexplicable sociedad de consumo, dejaban a nuestros hijos en un penoso segundo
plano, cediendo su educación a centros escolares, que la mayoría únicamente se
dedicaban a las enseñanzas didácticas, y que aunque no fuera así, yo como padre
jamás declinaría ese honor de transmitir a mis hijos la base de sus principios
morales y sociales.
Aquella mujer,
apretó con firmeza mi mano en un último esfuerzo, unido a un desgarrador
lamento, y la criatura abandonó el seno materno amaneciendo a la vida.
Inmediatamente la envolví con mi bufanda, y en ese mismo instante la calle se
iluminó con un haz de luz intensa; era un taxi que traía a un pasajero al
portal contiguo. Deposité al niño encima del vientre de su madre, unidos ambos
por el cordón umbilical, y me acerque para pedirle al taxista y el pasajero que
nos ayudaran a subirla al coche, y llevarla al centro de Maternidad para que la
atendieran.
No me podía
creer la experiencia por la que había pasado. La acompañé hasta el hospital, y
después de explicar lo sucedido, y dejar mis datos, regresé a casa.
Al día siguiente
me levanté temprano, y fui a verla con un gran ramo de flores. La joven madre,
era rumana, y me recibió con una sonrisa llena de ternura.
Las enfermeras
me explicaron que por medio de una asistente social, consiguieron un interprete
que les había informado de que la chica
llegó de su país embarazada, y engañada con falsas promesas. En un
descuido, logró escapar del lugar donde la tenían retenida. Con el poco dinero
recaudado con limosnas, sacó el billete del autobús que la había llevado ese
mismo día a la ciudad, y con el viaje se había adelantado el parto unos días;
pero que ambos, el niño y la madre, se encontraban perfectamente. Ella había
expresado su deseo de bautizar al niño con el nombre de su benefactor,
preguntándome como debían ponerle; respondí que mi nombre era José, y una
enfermera sonriendo, le comunicó a la madre: Tu hijo ya tiene nombre, se llama
“Pepe”. Me gustó la idea, y me ofrecí para apadrinarlo, como un honor especial,
ya que era mi primer ahijado.
Si hubiéramos de
representar con colores las distintas etapas de la vida, pensaríamos en el
verde, como símbolo de esperanza, de la naturaleza, del esplendor de los campos
que embargan de emoción nuestros sentidos. Pero igual que en la vida, el verde
se transforma, la hierva se agosta, los árboles pierden sus hojas pasando por
un sin fin de tonalidades, hasta llegar al sepia, que palidece en su caída
hacia el abismo. Sin embargo, siempre se suceden nuevas primaveras tras el
crudo invierno; y nuevos amaneceres tras la noche.
Pese a todo el
azul permanece. Siempre estará el azul del mar; siempre estará el azul del
cielo, que generación tras generación será la pantalla de fondo de una mirada.
Nuevamente, la
vida había traído esperanza y fe en el futuro; y un nuevo milagro de Navidad.
La Navidad azul, como pantalla de fondo de una mirada; en este caso la mirada
de la inocencia, reflejada en los ojos de ese niño.
Marga Utiel.- Badajoz- España
Lista de Autores Enero
Autor
|
titulo
|
Ana
María Hernáez
|
¿CUÁL FUE EL MISTERIO?
|
Ana
Romano
|
¿ESCUCHASTE?
|
A.
Monzonís Guillen
|
MADRE
|
Beatriz Ojeda
|
PORQUÉ LA VIDA
|
Carlos
Alberto Giménez
|
OJOS DE TORMENTA VI
|
Carmen
Leyre Quintana
|
TU ERES EL FUEGO
|
Jorge
A Dágata
|
METRONOMO PARA LECTORES
|
Charo
Bustos Cruz
|
LLUVIA
CLARA
|
Daniel
Alarcón Osorio
|
YO
TAMBIÉN TENGO QUE …
|
Diego
Santiago Cazzaniga
|
SU
OTRA MITAD
|
Marga
Utiel
|
AZUL NAVIDAD
|
Ezequiel
Feito
|
NO SOY DE ESTA CALLE
|
Hilda González
|
ENCUENTROS DIFERENTES
|
Jorge
Amado Serrano
|
Y DESPUES
|
José
Cercas
|
ELLA VIENE A VERME…
|
José
Rodolfo Espasa
|
PENA DE AMOR
|
Justo
Aldú
|
TE LLAMÉ
|
Lilí
Muñoz
|
LUCIERNAGAS
|
M.
Alejandra Jiménez
|
UNA MANO SE POSA
|
Mayte Sánchez Sempere
|
POEMA
|
M.º
José Acuña
|
HOY
NO SÉ QUÉ HUBO EN LA BRISA
|
Nelda
Lugrin
|
NAVIDAD
|
M.ª
Nieves Merino Guerra
|
COMO
PUEDE VIVIR MI AMOR
|
Pilar
Ferrer
|
CUANDO
VUELVAS
|
Santiago
Medina
|
TIEMPO
|
Rafael
Serrano Ruiz
|
CUATRO
JINETES
|
Mapa de distribución
No hay comentarios:
Publicar un comentario