martes, 1 de enero de 2013

Revista N.º 26- ESPACIO DEL POETA


         Revista  N.º 26 -  ESPACIO DEL POETA
                              REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
                                                                                  Enero 2013










               Autor     Eloy Rodríguez  
















CUÁL FUE EL MISTERIO

      




Laura nunca pudo imaginar que ese día soleado y primaveral podía terminar en una tragedia. Todo sucedió cuando su primo le hizo ese comentario.
       Había salido ese día domingo junto a mi hermano y mi primo al amanecer, desde la ciudad hacia el lago con la intensión de pasar un buen día que buena falta me hacía desde hacía unos meses.
       Ya en la ruta observé que el tránsito era fluido y bastante intenso. No me gustó nada, absolutamente nada eso; yo pensaba pasar un día tranquilo, alejada del ruido y la muchedumbre.
       Llegamos poco antes del mediodía; el camping estaba bastante completo, así que buscamos un lugarcito alejado cerca del lago, debajo de un árbol. A lo lejos se veía un velero, el del conflicto,  y un crucero  con varias personas saludando alegremente desde la borda.
       Sacamos los víveres que habíamos llevado, nos dispusimos a almorzar. Mientras lo hacíamos, mi primo comentó que el velero que se veía a lo lejos, iba tripulado por unos amigos suyos que no conocíamos, que por la tarde atracaría en el muelle; uno de ellos estaba en pareja, el otro era soltero y se encontraba solo, así que yo debía aprovechar el momento. Eso me dolió, mi primo sabía que hacía poco me había enojado con mi novio y aún estaba en la etapa de pleno duelo, por eso quería estar sola, tranquila.
       A pesar del comentario la tarde transcurrió bien, entre chistes y cantos acompañados por la guitarra que pulsaba mi primo.
       Ya al anochecer, llegaron sus amigos, y entonces,  fue que mi primo dijo los nombres de los dos caballeros, mejor dicho el “Nombre. . .”,  y entonces sucedió la tragedia. ¿Qué hacía él aquí? ¿Era una burla del destino? No podía ser, cuando me enteré que Mario era el soltero que iba a arribar, me sentí mareada, se me nubló la vista. No recuerdo nada más.
      Ya en casa, todo vino a mi memoria súbitamente; ese día en el tren que me llevaba hacia el trabajo. . . Me llamó la atención por su forma de mirarme, como si no fuese una desconocida que veía por vez primera, pero así era. Había subido en la misma estación que yo y estaba solo. Recién en la siguiente parada, como si no me percatase de su presencia, pese a que se sentó junto a mí, saqué de la mochila una carpeta con escritos e ilustraciones. Él, como ya dije, me miraba, como si evocase un centenar de momentos compartidos: Aquel otoño en que la lluvia nos llevó a refugiarnos en el mismo lugar, la excusa para hablarme, un número de teléfono, los días de dudas, titubeos, su timidez para invitarme a salir, mis silencios para retrasar la cita, el recital en el que coincidimos, el beso, los besos, las confesiones, los descubrimientos, cenas de a dos, reuniones, compromisos, el compromiso, hijos que quisimos y no tuvimos, deseos de seguir soñando. ¿Y si únicamente me recordase a un antiguo amor? O quizá, sin aguzar tanto la memoria, era la silueta vacía de mis anhelos, esa ilusión latente que me mantenía despierta durante noches y noches, esperando un desenlace feliz que había vivido durante cada noche de insomnio.
       Pero no, él había existido, no era fruto de mis desvaríos y por eso aún hoy, después de tantos años, sólo recuerdo sus ojos de asombro, veo su rostro asustado y el mío temblando aterida, en la penumbra de mi cuarto durante la noche.
       ¿Qué  fue lo sucedido entre los dos? Ese era el misterio, el gran misterio. . . 




ANA MARÍA HERNÁEZ  Mar de Plata -Argentina












¿ESCUCHASTE?






Miraba la luna
y fue tu cara la que brilló
Miraba el lago
y tu mano fue la que se asomó
Miraba el cielo
y tus ojos entonces titilaron
Miraba el futuro
y  tu nombre fue el que susurré
¿Escuchaste


mi llamado?


Ana romano-Buenos Aires- Argentina









¡MADRE!

Alta luna
cántale al niño
que no tiene cuna,
ni amor ni ojos,
ni madre alguna
y yo voy muriendo.

¡Madre!
Que no me muera,
que mi hijo no sabe
que es una cueva.

De mi boca sin dientes
salen quebrantos,
de mis amores muertos
de tanto en tanto

¡Madre!
Que mi hijo no sepa
la vida negra,
ni consuma la trepa
de la condena.

Quisiera verlo
pero sin pena
y quisiera quererlo
con luna llena.

                                                    Desierto cuerpo
de paredes con sangre,
mi alma llora
y conmigo implora
la luna grande

Y a mi niño del alma
no lo veía
porque no fui la madre
que el quería.

Era piedra de arrebato
y lumbre seca.

De terciopelo negro
era mi cama
y querer yo quisiera
al hijo,
de mis entrañas.

                                                    Pero fue un cometa
que me miraba
en lo alto del monte
y no brillaba.

El olor de jazmines
donde se acuesta,
en las cumbres de nieve
con leche fresca.

                                                    ¡Ay! Mi niño
que estoy llorando
cógeme fuerte
que voy andando.

Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España







POR QUÉ LA VIDA


Por qué la vida me arrebata su ofrenda
me desangra las venas
me fragmenta los huesos
atormenta mi nido
y sofoca mi aliento.

Por qué la vida me arrincona en la esquina
balancea sus trampas
desenvaina su espada
rozagante bromea
licenciosa corrompe.

Por qué la vida me atosiga de besos
intoxica mis ansias
acosa mi cordura
fustiga mis deseos
agita mi colmena.

Por qué la vida me retuerce los brazos
me invalida el abrazo
me tortura sin plazo
me mutila las alas
y me suelda a este fango.

Por qué la luz no se apiada un instante
y acaricia mi rostro
con sus manos de seda
y me muestra un momento
el brillar de una estrella.

Beatriz Ojeda-Montevideo- Uruguay







Ojos de Tormenta VI





Breve tu mirada…
como una brisa sutil
sobre mis palabras.


Te hallé guardada
en un suspiro de época,
desempolvando historias…
y hundí mis sueños
en la espesura
de tus ojos,
el tiempo
dividió instantes
para transformarlos
en momentos…
tan breves
como los mensajes
que adivino
entre pestañas.


Te adiviné…
Te intuí…
Cuando la brisa sutil
tomaba fuerzas
para entornar
todo mi ser
en su inclemencia …


Y rompí esquemas…
en favor de los sueños,
escapé de mi aura
en dirección a tu aire,
dejé de intuir
para encontrarte,
dejé de adivinar
para poseerte…


pero eras viento
y escapaste entre mis dedos…




Carlos Alberto Giménez-Ushuaia-Tierra de Fuego- Argentina





Tú eres el fuego…


Tú eres el fuego que a mis adentros llega
Penetrante y dulce se hace la entrega
A tu firme, tierna y serena presencia…

Son tus ojos los que cautivan
El roce cálido de la caricia
Eres tú… quien impregna de armonía
Mis más íntimas fibras…
Tu…en mis latidos ambrosía
Amor, creado en sueños de vida
En tus adentros pasión sin medida
Gozo en tu riqueza en la noche y en el día…
Tu…savia que mis sueños pacifica
Gota de rocío que en mi habita
Tu… quien llena mis deseos y ansias
Que transformas mis entrañas
En tu paz…poseída descanso tranquila
Permaneciendo en ti
Aun teniendo cerradas las pupilas

De mis dedos inquietos nacieron estos versos
Sin adornos ni apariencias
Para tus ojos son mis humildes letras
De una aprendiz de poeta…

Carmen Leyre Quintana- Torrejón de Ardoz- Madrid







METRÓNOMO PARA LECTORES -


Es probable que nuestro lector sepa que el metrónomo es un aparato indicador del tempo o compás de las composiciones musicales. Mediante su empleo un intérprete sabrá con precisión cuál es la duración exacta de los compases, según la concibió el compositor y la indicó para determinada partitura. 
 El primero data de 1812 Wikipedia mediante- y gradualmente reemplazó, aunque no del todo, a las indicaciones más difusas de una escala expresada en italiano que comenzaba en el “grave”, “largo”, “larghetto”, “adagio” y así en velocidad creciente hasta el “vivace”, “presto” y prestísimo”.
 Al margen de tecnicismos y opiniones muy especializadas de grandes compositores, que no nos interesan aquí, resulta evidente que el mensaje estético de una composición musical se ve alterado si lo es su tempo Igual fraseo, acompañamiento, armonía, etc., producen efectos disímiles al alterar la velocidad de ejecución. Queda la anécdota que recorre generaciones: Beethoven, el primero en utilizar indicaciones de metrónomo en sus partituras, allá en su etapa más clásica, lo consideró después una abominación para la nueva música, que concebía libre. Es una paradoja más que las obras del genial sordo posteriores a la Tercera Sinfonía, “Heroica”, cuando la veta romántica predomina en él sobre la clásica, se impriman aún con leyendas metronómicas. A mi lado, me observa Ezequiel que en la Octava Sinfonía él mismo volvió a incluirlas.
 La literatura, igual que la música, transcurre en el tiempo. Las palabras se suceden unas a otras como las notas. Sin embargo, hasta donde sé, jamás se le ocurrió a nadie incorporar a un texto alguna indicación de la velocidad con que debe leerse, para respetar el sentido original.  “Sentido”, utilizado en su significación más amplia, no restringida únicamente a la comprensión lógica del contenido.
 Hay algunos supuestos detrás de esta ausencia de metrónomo para lectores.
 Creo que el más obvio es que la lectura, como la escritura, ignora al tiempo a pesar de transcurrir en él. Al menos así se lo consideró durante milenios. Recién a mediados del siglo pasado se idearon técnicas de lectura veloz, con aplicación restringida a textos orientados a la mera información, que poco o nada tienen que ver con la literatura.
 Un poco menos obvio, pero también reconocible, es el hecho de que quien escribe y quien lee están ligados por un acuerdo tácito, más allá de que compartan o no un espacio o una época común a ambos. Esta correspondencia que en grado sumo logran las grandes obras, tiene que ver con el concepto de “sinfronismo”, expuesto con tanta claridad entre nosotros por Raúl Castagnino, a partir de la enunciación de Ortega y Gasset, que a su vez la tomó de Goethe.  Al alcanzarse una resonancia armónica entre el autor y el receptor, una vibración común que es enteramente espiritual, la velocidad de lectura se regula perse, lo hacen las palabras con otra dimensión a la de las notas musicales, sin requerir artilugios accesorios.
 También es válido apuntar que el buen lector está habituado a la relectura  y que en ella seguramente ajustará el tiempo que le demanda un párrafo, una página o una serie de ellas, con la percepción previa de una primera recorrida de reconocimiento.
 Pero se puede ir un poco más lejos para enriquecer el tema. Hay textos- se me representan muchas de las páginas de Alejo Carpentier- a los cuales una lectura morosa restará el efecto de conjunto que procuró el autor, con abundancia de notas coloridas y un exquisito movimiento interno con el que parodia la realidad que está representando en palabras.
 O la vivacidad intrínseca de algunos textos, que demorados dicen algo bien distinto de lo que se quiso expresar. Viene a mi memoria una ya famosa observación que cierta vez hizo Saramago a un amigo. Éste le reprochaba que no podía comprender determinada obra, y el autor le respondió, simplemente, “no la estás leyendo bien”. En esa deficiencia de lectura me atrevo a incluir la velocidad con que la había intentado.
 En el otro extremo, ¿cómo pretender una correcta apreciación de muchas páginas de Borges, algunas tan breves como significativas, corriendo sobre las palabras? En esos textos e incluyo buena parte de su poesía- hay palabras con una consistencia, un peso tal, que no hay forma adecuada de leer si no es deteniéndose, volviendo al punto anterior, relacionando.
 Para avanzar un poco más: tal vez sí exista un “metrónomo” para lectores, aunque no se materialice en un aparato mecánico o electrónico similar al de los músicos. La época, el ambiente en que fue creada una obra, también imponen su tempo. Si el lector conoce las circunstancias que rodearon a la creación y el buen lector suele tenerlas en cuenta-, ellas le brindarán una guía para la lectura inteligente, para la que vale.


Jorge A. Dágata- Balcarce- Argentina








Lluvia Clara


En el reverso del aire
las estrellas multiplican
sensaciones de colores.
Lluvia, alimento, vida.
Momentos para gozar
de una vida que se esconde
en los caminos del viento

Viento calmo, mar serena
felicidad de vivir,
aliento que en soledad alimenta sensaciones
para seguir resurgiendo
de los momentos olvidados
en los pasillos del viento.

Lluvia soy,
agua clara que me guía
por los caminos del alba.
En la amanecida…
nazco cada día de mi silencio,
para empezar a volar
olvidando desencuentros.

Que para vivir en el amor
me basta esta ilusión…
de saberme lluvia clara…
mujer completa…
amor y viento

Charo Bustos Cruz- Sevilla- España







               Yo también tengo que agradecerle a …ella


Me apuraba para cuando creía que mi mamá regresaría de trabajar o de hacer algún mandado, ya que cuando regresaba hacía una exhaustiva supervisión de mis tareas u obligaciones que me delegaba. Era el mayor de tres hermanos, dos hombres y una mujer.

Me tocaba repartir la comida sabrosa que mi mamá nos dejaba: arroz con frijoles y tortillas que calentaba en la estufa de gas o la que guardaba de su almuerzo que le daban como camarera en el hospital público que trabajaba, o dulces o frutas y para nosotros tres era una manjar ante la escasez de comida variada que nos podía dar por la falta de trabajo de mi papá.

Se agachaba a ver debajo de las camas, revisaba el piso que primero fue de tierra, luego de cemento y ahora de loza, se agachaba dije a revisar ocularmente y luego pasaba los dedos para constatar que no había residuos de polvo o no había limpiado convenientemente los muebles con que contábamos y si no a limpiar de nuevo se ha dicho y aprendiera a cumplir mis obligaciones y eso me hizo excesivamente responsable y detallista

Pobreza no significa suciedad, me decía para que oyeran mis hermanos también y así lo creo y los vecinos decían, su mamá si es exigente con todos, cuando crezcan sabrán apreciar lo que ahora les parece crueldad y que probablemente lo fue en nuestra niñez y que se vio reflejado en nuestra adolescencia.

De esa cuenta, me hacía que me cortaran el pelo donde don Yan y que le cortaba el pelo a todos como con una máquina de cortar grama, se sentían las mordidas que daba la bendita máquina y el ruido que hacía y a veces se sentía como arrancaba el pelo puro tractor de carretera y el viejo sudaba y sudaba y sudaba y apestaba, apestaba como borracho mientras masticaba chicle y luego escupía como si cantina fuera la bendita barbería con sus pantalones con ruedo hacia fuera y su voz pastosa y camisas arremangadas con zapatos horma americana y sus paletones de los pantalones bien marcados y la cantidad de pelo en el piso y que hasta que terminaba la jornada lo barría, estampa horrible se veía cuando pasaba frente a la barbería y lo mismo.


Luego usaba la tijera con que terminaba de podar el pelo de los que llegábamos cada 15 días, hábito que todavía mantengo, gracias a lo estricto de mi mamá y evitar que tuviera piojos o lo que fuera que se me pegaran en la escuela con los demás y de ahí con la pelusa que se me forma en el cuello me desespera y voy a que me recorten el pelo en lugares que llevo entre 7 a 10 años sin cambiar de lugar por la confianza y el trato que me dan porque me decía, a uno le ven la cara y si el pelo está largo no se hacen referencias agradables de uno, los zapatos bien lustraditos y la ropa limpia y bien planchada, aunque sea la misma y recuerdo que cuando los pantalones nos quedaban arriba del tobillo y busqué que un sastre le añadiera un pedazo del mismo color o similar me veían raro y decían los hijos de la gran puta que así solo los huecos los usaban, olvidando que a la pobreza siempre se le ataja con creatividad y no existían pacas y nadie te regalaba un pantalón nuevo o usado porque se veía muy mal y por eso
inventamos cuando se nos rompían colocar figuras que con una plancha caliente quedaban estampadas y no se veía roto el pantalón o camisa u otra cosa.

Don Yan y su barbería de esquina estaban como en la 40 calle de la zona 8 y caminaba media cuadra y cuando nos cambiamos de casa e ir a alquilar un cuarto más barato, busqué otra barbería y otro barbero pues en esa época era inusual muy inusual que mujeres cortaran el pelo como pretendía y sentir sus manos finas acariciar mi cabeza y no los jalones de pelo que mi mamá me daba si encontraba polvo o las camas, las sábanas y las cosas torcidas y no rectecitas como le gustaba y esperaba siempre estuvieran.

Colocaba la escoba, el trapeador y la pala en la esquina del cuarto y me recostaba con un libro a recorrer mundo con sus grandes esquinas y lugares que mi imaginación veía a través de la bicicleta de mis ojos en las líneas que recorría como ciclista en premio de montaña, sprint o en bajadita según fuera la hora en que llegaba mi mamá.

Tenía razón Tito Monterroso cuando dijo que se recuerda con la imaginación y el cuerpo ya que solo hay dos maneras de irse de un país: con la memoria y con el cuerpo en Los buscadores de oro. Me he ido con la imaginación toda la vida, estoy consciente de ello.

Lo primero que hacía era mirar si tenía la escoba o lo que fuera detrás de la puerta y que me decía con su santa ignorancia, la escoba se pone detrás de la puerta para que los cobradores y la gente que no tiene nada que hacer y que lo viene a visitar a uno se vaya rápido y si así encontraba o encontraba las cosas, me jalaba las orejas y me hacía llorar de rabia porque no me permitía disfrutar de la lectura y que en su inocencia de mujer trabajadora venida del campo consideraba que leer era perder el tiempo porque no se producía nada con eso y por eso a ella apenas la enviaron a la escuela primaria y sacar tercer grado.

Para esos días, recuerdo mis papás se separaron por cosas que no tenían importancia pero que la pobreza no hacía entender ante la falta de dinero para la comida, el pago del cuarto, la escuela, la ropa y los cuadernos que necesitábamos los tres.

Lo que sigue no lo diré, no me gusta, porque nos separamos todos, mis hermanos por allá, nosotros por aquí y mi papá viviendo solo y ahí me quedo saben.

Hago un salto al pasado y mis siete años cuando en la 12 avenida de la zona 1 fui a comprar tortillas y un señor me dijo, patojo ¿sabés leer?

Yo, le dije, sí, y me regaló Hunaphú e Ixbalanqué de la editorial José de Pineda Ibarra y que gobiernos neoliberales cerraron aduciendo que se reportaban perdidas y el equipo que se tenía estaba obsoleto, ladrones estos que lo hicieron porque inmediatamente le dieron la impresión de libros a sus amigos y el precio de los libros como saben subió y no ha bajado con estos nuevos administradores del Estado y me cae mal tener que hacer mención de esto pero cae mal y nada se puede hacer retroceder porque la historia sigue su paso a veces más duro que en otros hasta que la sociedad reaccione pero pasará un siglo para que se den cambios en lo económico y social y si bien nos va como dicen los ancianos cuando hacen suma y resta del dinero y las cosas tan caras como también las hago yo con mi salario.

A los 12 años conocí a don Meme que en paz descanse quien me enseñó el valor de las dos palabras mágicas: por favor y muchas gracias y a quien considero mi maestro de la lectura cuando me hablaba de cosas que no entendía y me prestó un libro espectacular Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas y me volví D´Artagnan y rescatamos al rey pero luego en Veinte años después me di cuenta que mis héroes y yo no pudimos rescatar de la horca al rey y en mi rescate aparecieron muchos de mis maestros, unos más unos menos por el acceso a encontrarlos disponibles y que he tratado de leerlos completos para conocer qué piensan y cómo lo van diciendo en sus obras, por eso soy asiduo visitante de bibliotecas y por eso cuando me ofrecían como trabajo cuidar casas, mientras los dueños salían a pasear, aceptaba si me dejaban comida y que leer y de esa cuenta aparecieron unos antes o después y otros los conseguí en ventas de usados, prestados, de la biblioteca, fotocopiados, robados no, y que son bastantes y que no menciono a todos hago constar, siendo Henri Charriere con Papillón y que leí tres veces y el crimen que no cometió para entrar a Víctor Hugo, Frederick Forsyt, Alejandro Dumas de nuevo, Miguel Ángel Asturias Rosales y luego descubrí su otro apellido ni que no hubiera tenido mamá y que todos olvidan, Gabriel García Márquez, Otto René Castillo, Roque Dalton, Manuel José Arce, Miguel Hernández, Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas, Luis Cardoza y Aragón, Eduardo Galeano, Roberto Obregón, Juan Rulfo, César Vallejo, Rubén Darío, Ernesto Cardenal, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Bioy Casares, Ernesto Sábato, José Martí, Mario Benedetti, Oswaldo Soriano, William Faulkner, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier, Lezama Lima, Octavio Paz, José Luis Villatoro, Carlos Monsivais, Vicente Leñero, Luis Alfredo Arango, Francisco Morales Santos, María de los Ángeles Ruano, Ana María Rodas, Humberto A´kabal, Juan José Tablada, Flavio Herrera, Juan José Arreola, Juan Carlos Onetti, Roa Bastos, Jorge Amado, Antonio Machado, Sor Juana Inés de la Cruz, Machado de Assís, Fernando Pessoa, José Donoso, Gustavo Flaubert, Severo Martínez Peláez, Carlos Guzmán Bockler, Mario Payeras, Mario Monteforte Toledo, Otto-Raúl González, Manlio Argueta, Julio Fausto Aguilera, Francisco Méndez, José Agustín, Jaime Sabines, Arturo Arias, Mario Roberto Morales, Marco Antonio Flores, Sergio Pitol, Marco Augusto Quiroa, Gioconda Belli, Roberto Sosa, Augusto Monterroso, Luis de Góngora, Cervantes, Joyce, Heminway, Camus, Proust, Dante Liano, Beckett, Juan Villoro, Jospeh Conrad, Juan José Millás, Italo Calvino, Milan Kundera, Sergio Ramírez, Cabrera Infante, Nabokov, William Saroyan, Juan José Saer, César Aira, Carlos Fuentes, Carmen Montero, Marcela Serrano, Ribeiro, Susan Sontag, Marguerite Yourcenar, Naguib Mafhuz, Amos Oz, Carmen Matute, Luz Méndez la Vega, Rilke, Kafka, Sastre, Shakespeare, Manuel Vásquez Montalbán, César Pavese, Huidobro, Nicanor Parra, Gabriela Mistral, Neruda, Vargas Llosa, Echenique, Rubem Fonseca, Carver, Lovecraft, Sepúlveda, Chandler, Onetti, Capote, Jorge Saramago, Carlos Garrido Chalén, San Juan de la Cruz, André Malraux, Rimbaud, Mallarmé, Jodorowsky, Bukovsky, Apollinaire, Bretón, Umbral, Cela, Goitysolo, Nelida Piñon Cátulo, Montale, Lao Tse, Brecht, Tabuchi, Luis de Lión, Rafael Landívar, Margarita Carrera, Piglia, Alí Chumacero, Vinicius de Morais, Julia Ortiz, y otros y otras, muchos otros, dicho con todo respeto que me han aportado perspectivas y lo cotidiano y los que sigo buscando por ella, más las lecturas que en la universidad hice como parte de los cursos formales y que siempre leí saliéndome de lo establecido como parte del tributo que tengo que hacerle a ella, esta mujer y que cada vez me dice que la humildad es el precio de ser lector y humano, y que me mueve a compartir como gestor cultural con otros y realizar acciones y devolverle lo que me ha dado en mis noches de pena, en mis días de desempleado, en mis trabajos de corrector de estilo, en mis trabajos de profesor, en las invitaciones que me han hecho para salir del país, en mi proceso de poeta y ahora de narrador y en mi proceso de investigación permanente para todo lo que hago y recordarme lo que dijo mi maestro Cortázar, yo hago el amor con la literatura, ella es mi gran mujer y a quien le debo tanto y recordar que a mi mamá le dije, luego de hacer muchos trabajos físicos, duros y difíciles, que me ganaría la vida de lo que lea, leeré y leo y que ella recibiría en vida, alegrías y apoyo de su hijo escritor, aunque don Meme cuando me hizo lector no esperaba que lo fuera sino que tuviera herramientas para enfrentar la vida.





Daniel Alarcón Osorio- Guatemala










SU OTRA MITAD


La vio pasar
a medias tintas,
partida al medio,
a medio vivir.

Y la siguió
para alcanzarla
a medio pelo,
a medio camino,
a medio amar.









Diego Santiago  Cazzaniga Arduzzo-  Rafaela-Santa Fe- Argentina









No soy de esta calle






Yo no soy de esta calle.
Sólo miro sus vidrieras
y entro, a veces, a algún negocio
para comprar cosas que nunca uso.
O camino
y luego
me paro en cualquier esquina,
en cualquier parada de colectivos
para tomar la primer mariposa que me lleve hasta la noche.





Ezequiel Feito- Buenos Aires- Argentina







ENCUENTROS DIFERENTES

  
 Fue un encuentro de presencias; colmar mis ansias sin prisa.
   Yo conocía tu esencia, me faltaba tu sonrisa;
    admiraba tu envoltura: tu voz grave, tu figura,
    tu ser así, cautivante, de Concordia, por fortuna.
    En serenidad profunda me llevó así como una 
   cautiva del mediodía, de ésa  tu historia fecunda.
   Tantos años, tanto tiempo, mirándote, escuchando
   tu mensaje desde lejos y, sin saberlo, esperando.
    Casi sin querer, ahora, se acercó el conocimiento,
   llegó la fascinación; claro mirar, comprensión.
   Quedó en ilusión, pendiente: para decirnos, más cosas,
   abrazos en naftalina, admiración ascendente,

   armonías venideras, de un gran cumpleaños las rosas.

Quedó la ilusión dolida porque faltó despedida...
   En éxtasis nos quedamos... ¡cómo duele este momento!
   el encuentro es diferente y nos sigue fascinando
   ¡Qué triste es este presente, de soledad y tormento!

   La solución es la ida...esperá, que ya llegamos!



Hilda González –Concordia- Entre Ríos -Argentina










Y DESPUES

Hoy, y después de tanto tiempo, te vuelvo ha encontrar,
hoy, hoy te cruzas en mi vida, una vez mas.
¿Por qué has vuelto?, ¿Por qué has vuelto?,
si el fuego que encendimos aquella vez se apago,
se apago en silencio.

Yo te di, el brío de mi vida y carisma sin igual,
y fui, y fui broquel en tus combates y el amante,
y el amante mas leal.
¡Pero te fuiste!, ¡pero te fuiste!,
y cada parte de mi se quedo, se quedo tan triste,
¡pero te fuiste, igual, igual te fuiste!,
como una estrella fugaz cenizas,
cenizas te hiciste.

Hoy, ya no digas que me quieres, ya no mientas más,
¡hoy!, hoy mi vida no es tu vida, ya tengo a quién amar.
¿Porque volviste?, ¿Por qué volviste?,
si ha la flor del estío tu, ¡tu la zaheriste!,
¡porque volviste!,¡¿a que volviste?!,
si cuando partiste, ¿te acuerdas?, adiós, adiós me dijiste.

Y hoy solo tengo de ti,
un pobre y triste recuerdo de amor,
si no tuviste piedad para mi, ¡no intentes pedirme perdón!.
Y hoy solo me queda de ti,
el amargo, el amargo sabor de los besos de ayer,
y el frío que yace dormido en mi piel me descubre,
me descubre que de ti ya, ya me olvide….

JORGE AMADO SERRANO SUARDI – SANTA FE - ARGENTINA









Ella viene a verme




Ella viene a verme desde todos los ángulos del beso.

Un buque atraca en la tarde, en algún lugar de la dársena,
dentro, los marineros, juegan a inventar naufragios,
dentro, los marineros, llaman a las novias de cada puerto.

Viene a verme y me trae noticias desde sus ojos claros,
me trae su luz impenetrable,
su sonrisa que sucumbe ante los espejos.

Dentro del buque, los marineros, fuman la pipa de la paz,
dentro, los marineros, amarran los cables centenarios,
dentro, los marineros, cantan con la voz de los puertos.

Ella viene a verme con sus manos al vuelo,
danza en sus parámetros de espuma y me sonríe,
viene a verme desde su sonrisa
y una luna de dientes me entrega en un beso.

El buque sigue atracado en dársenas vacías,
dentro, los marineros, cantan con la voz del mar,
cantan como un coro de voces en la bruma,
cantan como si en este atraque remontara la primavera.

Ella viene a verme,
viene a verme con todo su amor por delante,
-dentro los marineros recogen su equipaje-


José Cercas- Cáceres- España






Pena de amor...




Bajas de esas montañas con acordes
de agua que cadencian tus pasos.

Tus senos ocultan un alma que desconozco, y
en la fragancia de tu cuello se anegaban todas las flores.

-¿Quién eres? ¿Quién llega?, pregunté tímidamente-

-¿Llevas en tus manos flechas y cenizas encendidas?

-¡Soy la brisa esperada, voy deprisa y me dispersa el viento!- contestas-

-¡Llevo gotas de rocío en mi boca, cubiertas de miel enamorada!
-¡Traigo para ti, leche azul cuajada con besos!

-¿Qué quieres? - pregunté esperanzado-

-¡Deseo a tu alma y a vuestro noble corazón desnudo!

-¡Ven, tómalo!-, te dije sin pensarlo-
Mordiéronme  tus labios de muérdago y desapareciste.

-¿Quién era?, me pregunté aturdido-
Entonces …Me susurró al oído un palomo del monte:

-¡No temas!

-Era una pena de amor que vino a verte.

José Rodolfo  Muñoz Espasa- Benidorm-Alicante-España









Te llamé


Te llamé, pero no estabas

Te llamé ayer con la estremecedora paz de mi delirio,
Ante tantos ojos y tantos labios abiertos;
Con la pesadumbre de los años
Y el inasible dulzor que postea la memoria.

Te llamé ayer detrás de tanta esperanza perdida
Y ante el vuelco de mi sangre sorprendida,
Grité tan fuerte que desperté de su letargo
A los dioses del Olimpo;
Quise borrar de tu mente el último calor ajeno
Y que por fin floreciera el Araguaney
Poniendo en tus ojos una risa serena.

Y nunca llegaste a cubrir la débil llama de mis días
Con la tibieza de tu nombre,
A pesar que te imaginé como si estuvieras aquí
Poniendo tu desnudez ante la mesa del convite amoroso

Te llamé, pero no estabas, ni estaba tu voz de cantilena;
Y mi humanidad sola en la arboleda umbría
Tratando de llenar la forma de un abrazo.

Así es mi vida cuando mis ojos forman parte de tus días
Caminando sobre polvorientas páginas de melancolía
Y noches con el mismo escenario
Que azota ante tanta tempestad de ausencias

…Ayer te llamé, pero no estabas…

Justo Aldú- Panamá





Luciernagar


Aquella esquina
esquinea
triangular
tulipas verdes.
Tuquitas de pata y celo
zumbón cosquillear de palmas.
-Abre mi Luciernagar
-¿Ángel o diablo?
-Pasará, pasará,
pero el último quedará.


Ronda rondero la esquina
tu sombra
sin pasar
va.


Lilí Muñoz -   Neuquén -  Argentina











Una mano se reposa

Una mano se posa
en la comisura de sus labios,
callándolos
para que no expresen
lo que traen sus aguas caudalosas,
enamoradas
de las piedras, de las flores, de los peces,
que de ella se alimentan amorosamente,
arrasándolos
hacia un firmamento lleno
de ilusiones rotas e inalcanzables,
círculos
que el infinito nos inventa
convirtiéndolos en múltiples planetas,
universales
que giran alrededor de su cuerpo
imperturbable con el tiempo,
deteniendo
caminos llenos de verdes cactus,
recorro en el desierto de arenas,
inhóspito
que llega a través de su sombra
de silueta perfecta ante sus ojos,
enamorados

M. Alejandra Jiménez-Valencia- Venezuela






POEMA




De los caminos vacantes
el verso
se adentra cómodo en los más pintorescos
caminos puta alegre
caminos borrachera
caminos libertad para los gatos



quedan sin retratar
esposas de cuneta,
analgésicos para llevar el día,
viejas peluca con las cejas pintadas
y nostalgias de Cuba
en un barrio de nadie



y el verso se desliza
debajo de las muelas
semilla entre el escombro
suburbial y maldito
donde no hay ateneos ni vanguardias ni luces
y grita "soy de ellos".



En el parque,
paseando entre los perros,
el verso muerde la pierna de un anciano
"Te amo ahora
como te quise siempre"
(lápiz gastado sobre hoja de cuadros).



El poeta centrípeto despierta
con el verso pegado a las pestañas
y se lava la cara y se sube a la silla
y declama
"escuchadme
yo soy la poesía".

Una chica gitana sacude la melena

y el verso abandona la boca del poeta
para enredarse
ciego
en la ropa tendida.




Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España









Hoy no sé que hubo en la brisa
Hoy no sé que hubo en la brisa, en el silencio,
no sé que hubo en la música, en las notas del piano,
un no sé qué desbordó la melancolía reprimida,
y me trajo algo de ti… un recuerdo muy vago,

Algo que hizo brotar un débil llanto, y me pregunté
cómo estarías, si alguna vez me recordarías;
un no sé qué de ti me inspiró estas pobres rimas;
y ya no pude apartar ese anhelo escondido.

Pensé solamente en la vida que se va tan aprisa,
que fue tan poco el tiempo para tenernos,
como una niebla gris teñiste mi alma de tristeza,
y te fuiste por no sé cuál camino siguiendo otro sueño.

Sólo me quedó tu nombre, para pronunciarlo dormida
y al despertarme tenerlo conmigo para no olvidarlo;
si tú me pensarás igual, si dirás mi nombre a veces,
eso  jamás, jamás podré saberlo…

Hoy no sé qué hubo en la noche, en la sonata de Schubert,
no sé qué me trajo el aroma del mar,
un algo de ti se me quedó en la piel, en el pecho,
algo que me hizo llorar, será que no te olvidé.

Me quedé en silencio pensándote, soñándote
en un claro de luna bajo nuestro almendro,
…todo lo demás se lo ha llevado el tiempo
menos este empeño de aferrarme a tu recuerdo.

Hay todavía un no sé qué de ti viviendo conmigo,
aunque hace una eternidad te fuiste, no te has ido,
algo de tu corazón lo retuve en mi corazón
por eso sé que tú tampoco me podrás olvidar.

M.ª José Acuña Belaustegui-Curmaná- Venezuela








Navidad



Pensé la Navidad,
a ésta la pensé distinta.
Vestiré mi árbol de luces
radiantes.

Pondré una a una las estrellas de paz,
anidarán en él palomas blancas,
colgaré las campanas de la risa
para darle música de esperanza.

Las hojas...
las pondrán los niños olvidados,
para traerlos a compartir la mesa.

Sueño distinta esta Navidad, sencilla,
con la sencillez de aquel pesebre
la emoción de aquella María
y con la bondad de aquel Jesús.

Nelda Lugrin. Concordia. Argentina





¿CÓMO PUEDE VIVIR MI AMOR?









¿Cómo puede mi amor seguir viviendo
si lo aplastas y secas cada día
Absorbiendo su savia en tu egoísmo?

¿Cómo puedo confiar en tus palabras
si tus hechos maltratan y asesinan
los hilos de esperanza que sustenta?

No hay amor que resista tanta infamia

No hay amor sin amor que sobreviva




Nieves M.ª Merino Guerra-Gran Canaria- España









Cuando vuelvas….







Cuando vuelvas….
me recostaré de nuevo sobre tu espalda
esa que me gusta…
llena de universos ….
de amores.
………..y seguiré viajando
entre tus caricias…
esas…………
a las que me tenés
acostumbrada.


Cuando vuelvas……
me cobijaré en tu pecho de universos
que saben de memoria…
acunar mis esperanzas…………
de suspiros……….
……..y de puntos suspensivos……………


Cuando vuelvas…….
dormiré entre tus brazos acurrucada
porque mis fortalezas
en los intentos de ser fuerte…
están a veces agotadas.


Cuando vuelvas………….
besaré el cuerpo de tu mapa……
sin cansancios con mis besos
dibujando este amor que me agiganta………..
y pintando mil estrellas y una luna plateada.


Cuando vuelvas……………
será música de serenatas con encantos
y desnudaremos en un abrazo………….
nuestras almas.


Cuando vuelvas…………………
bailará mi corazón………
ya sin nostalgias
al compás de aquel libro
donde escribe tu amor ……….
que me contagia.



Cuando vuelvas………..
te pediré ese beso que me fascina…
y hace que mi piel viaje humedecida
al estadio …………de la magia.


Cuando vuelvas……..
jugaremos a los cuentos encantados
y borraremos las penas de distancias…
en un abrazo.

Cuando vuelvas…………
pondrás el sol a mis días escarchados
y bailaremos aquel tango ……
de tibieza programado.


Cuando vuelvas………..
te daré mis manos sedientas de caricias
y las tuyas atrevidas………….
buscarán a mi alma escondida
por debajo de mi falda.


Cuando vuelvas…………..
daremos el paseo a nuestro mundo imaginario
que nos hace mas personas..
mas humanos.


Cuando vuelvas……………
hablaremos de los tiempos extrañados
y de todo lo que aún tenemos para darnos.


Cuando vuelvas…………..
dejaré tatuadas mis locas ganas
de que te quedes….
………………….y me dibujarás…………
tus ganas de tenerme




Pilar Ferrer- Ushuaia-Tierra de fuego- Argentina








TIEMPO




Tiempo que nace de la nada involuta
papel de soledad que envuelve el regalo del día
instinto pertinaz  imperecedero de huida
manantial seco de la pasajera locura
bienestar cohibido en este espacio que habito
tan pequeño como el instante que  paso contigo
reducido crono del beso oportuno
fiel sello de mi mejilla caliente de aliento
sediento de labios tibios y calidos en pleno
desierto fiel  de mi tez fría,
erial del pozo donde los sueños no brotan
no nacen , no gritan, no obedecen a mi mente
que mudamente recita versos de esperanza
aquella que parece dormida
aquella que mis ojos necesitan
saludando al azar
soslayando mi destino
sombra del bruno hado
recuerdo del pasado
pasajero que nace de la nada involuta.




Santiago Medina- Madrid- España









Cuatro Jinetes


En cielo en penumbra lívida de ocaso
galopan caballos en etéreos caminos;
cuatro jinetes recorren la tierra
como únicos señores


Cuatro jinetes eternos
cruzan palabras labrando el destino
Piafar de malignos caballos
Sonidos de terror y caos


Faz oriental sobre caballo blanco
Ponzoñosas flechas en carcaj de bronce.
Humanidad que ante su nombre
vaga  errante en el mundo
buscando un Dios  sin encontrarle.

Caballero de tez joven, hermoso,
sobre caballo  de fuego
Fuerte galope blandiendo mandoble
arrasando tierras y casas,
hombres mujeres e infantes
en aras de inútiles causas.



Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España







AZUL NAVIDAD





Era un día de niebla intensa; y por la calles de la ciudad sólo se divisaban las siluetas de los transeúntes cuando estaban cerca, perdiéndose al alejarse en la espesura de las sombras, como fotografías desenfocadas.

Las luces multicolores del alumbrado navideño, adornadas con un aura misterioso, techaban las calles, ambientadas con el sonido de angelicales villancicos.
Como todos los años, hacía el recorrido por los Belenes más significativos de la ciudad; observando los movimientos mecánicos de sus figuras, con el sonido del agua al caer en cascada desde la montaña, al unísono con la música de los nuevos villancicos. Atrás quedaron otros tantos alojados en mi memoria: “Noche De Paz”, “Los Peces En El Río”y el “!Ay! Del Chiquirritin”. Como también quedaron lejos aquellos días de “Blanca Navidad”; y es que eran realmente blancas, porque el recuerdo así las representa. Blancas las heladas de la mañana, blanca la escasa nieve que caía en nuestras tierras extremeñas; pero blancas también eran nuestras almas y el sentir de nuestros corazones.

Entonces vivíamos con la inocencia de la niñez, y con la ilusión de ser mejores cada día; intentando vivir emocionalmente, unas fechas que cada año esperábamos con más impaciencia,  y con menos consumismo, pero viviendo el verdadero sentido de la Navidad, con nuestras tradiciones de siempre.

El día veinticuatro de Diciembre, en cada casa había instalado un Belén, se tocaban panderetas y zambomba, se cantaban villancicos, se comía pavo, polvorones, y turrón del duro y el blando; y a las doce de la noche se escuchaba la Misa del Gallo.
Pero el tiempo pasa, y lo blanco ya no es tan blanco, o aún siéndolo, va tomando tonos más oscuros. Ese mismo blanco inmaculado de la niñez se va perdiendo en tonos grises, o recorriendo toda la gama de colores que nos haya de deparar nuestra existencia. Llega la incertidumbre de no saber que será de nosotros; la duda ante los distintos caminos que hayamos de tomar para enfocar nuestra vida. Los temores ante posibles fracasos, la frustración por los errores cometidos.


Sin darme cuenta me había quedado sólo delante del nacimiento. Por unos minutos había hecho un recorrido mental por las Navidades de mi infancia, cuando me avisaron de que iban a cerrar la iglesia. Volviendo a la realidad me disculpé por el despiste; deposité unas monedas en el cepillo de la entrada, y salí a la calle. La niebla había espesado un poco más, y ya casi no se veía el suelo. Fui buscando con dificultad, los peldaños de la escalinata que separaba la entrada de la iglesia, del asfalto de la calle. Al terminar de bajar el último escalón, escuché unos gemidos que me estremecieron; miré en esa dirección, guiándome por el oído, y divisé un bulto en el suelo. Me acerqué, percibiendo los gemidos con más intensidad, y me pareció ver a una mujer; pregunté qué le pasaba, pero por respuesta recibí otro lamento, esta vez más intenso. Me acerqué un poco más, y entonces fue cuando observé -a pesar de la niebla- que lo que le pasaba a esa mujer es que estaba a punto de dar a luz.

Mi estado de ánimo se alteró, convirtiéndome en un manojo de nervios, aunque pude controlarme para infundir sosiego a aquella mujer que me miraba implorando ayuda. A esa hora, y víspera de Nochebuena, no había ni un alma en la calle. Le dije que no se preocupara, que llamaría por el móvil, y enseguida vendrían a ayudarla; pero cuando empezaba a marcar se apagó de golpe: me había quedado sin batería. No podía controlar mi estado de nervios, y llamé con insistencia a los timbres de las casas cercanas, sin recibir respuesta.

Desistí de alejarme de la mujer, y tomé la decisión de ayudarla como fuera a traer al mundo a ese hijo que tenía prisa por llegar.

Era muy joven, casi una niña. Tomé su mano, helada por el frío , y le acaricié la frente, tratando de infundirle confianza y calma; me respondió pronunciando unas breves palabras que no entendí, pero intuí que eran sinónimo de agradecimiento.
Los minutos se hicieron interminables, y las contracciones eran cada vez más fuertes. Me quité el abrigo, y cubrí con él el cuerpo de la chica. Presentía que el alumbramiento estaba próximo, y le hablaba en tono cálido, aunque ella no pudiera entender lo que le decía. Le contaba que su hijo iba a nacer casi al mismo tiempo que el Niño Dios, y que su vida iba a cambiar, porque ese hijo sería símbolo de esperanza, como todos los milagros de la vida. Que era una gran responsabilidad asumir su educación, ya que los hijos de hoy serían los padres del mañana, y que de las madres dependía que fueran hombres y mujeres de bien; ya que la velocidad frenética por vivir llenos de compromisos materiales, debido a una inexplicable sociedad de consumo, dejaban a nuestros hijos en un penoso segundo plano, cediendo su educación a centros escolares, que la mayoría únicamente se dedicaban a las enseñanzas didácticas, y que aunque no fuera así, yo como padre jamás declinaría ese honor de transmitir a mis hijos la base de sus principios morales y sociales.

Aquella mujer, apretó con firmeza mi mano en un último esfuerzo, unido a un desgarrador lamento, y la criatura abandonó el seno materno amaneciendo a la vida. Inmediatamente la envolví con mi bufanda, y en ese mismo instante la calle se iluminó con un haz de luz intensa; era un taxi que traía a un pasajero al portal contiguo. Deposité al niño encima del vientre de su madre, unidos ambos por el cordón umbilical, y me acerque para pedirle al taxista y el pasajero que nos ayudaran a subirla al coche, y llevarla al centro de Maternidad para que la atendieran.

No me podía creer la experiencia por la que había pasado. La acompañé hasta el hospital, y después de explicar lo sucedido, y dejar mis datos, regresé a casa.
Al día siguiente me levanté temprano, y fui a verla con un gran ramo de flores. La joven madre, era rumana, y me recibió con una sonrisa llena de ternura.
Las enfermeras me explicaron que por medio de una asistente social, consiguieron un interprete que les había informado de que la chica  llegó de su país embarazada, y engañada con falsas promesas. En un descuido, logró escapar del lugar donde la tenían retenida. Con el poco dinero recaudado con limosnas, sacó el billete del autobús que la había llevado ese mismo día a la ciudad, y con el viaje se había adelantado el parto unos días; pero que ambos, el niño y la madre, se encontraban perfectamente. Ella había expresado su deseo de bautizar al niño con el nombre de su benefactor, preguntándome como debían ponerle; respondí que mi nombre era José, y una enfermera sonriendo, le comunicó a la madre: Tu hijo ya tiene nombre, se llama “Pepe”. Me gustó la idea, y me ofrecí para apadrinarlo, como un honor especial, ya que era mi primer ahijado.

Si hubiéramos de representar con colores las distintas etapas de la vida, pensaríamos en el verde, como símbolo de esperanza, de la naturaleza, del esplendor de los campos que embargan de emoción nuestros sentidos. Pero igual que en la vida, el verde se transforma, la hierva se agosta, los árboles pierden sus hojas pasando por un sin fin de tonalidades, hasta llegar al sepia, que palidece en su caída hacia el abismo. Sin embargo, siempre se suceden nuevas primaveras tras el crudo invierno; y nuevos amaneceres tras la noche.
Pese a todo el azul permanece. Siempre estará el azul del mar; siempre estará el azul del cielo, que generación tras generación será la pantalla de fondo de una mirada.

Nuevamente, la vida había traído esperanza y fe en el futuro; y un nuevo milagro de Navidad. La Navidad azul, como pantalla de fondo de una mirada; en este caso la mirada de la inocencia, reflejada en los ojos de ese niño.


Marga Utiel.- Badajoz- España







                             




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