martes, 1 de julio de 2014

Revista N º 44 - ESPACIO DEL POETA


         Revista  N.º 44 -  ESPACIO DEL POETA
                           
                             REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
                                                                                  
julio 2014
        






    Ayano Watanabe                                              Caricatura












Hoy...

Hoy…
incierta...desterrada...perdida...
de aquello que me llama...
quebrantando mi hoy...
masticando el ayer...susurrando el mañana...
como el agua que corre sin remedio y sin cauce...
sin poder encontrar el poder de mi misma...
perdida en las sombras que me habitan a diario...
quebrantando mi alma...
cercenando caminos...
de silencios forzados...
de olvidos compartidos...
Hoy...
mi corazón se llena de doloroso hastío...
de huellas invisibles, marcadas de recuerdos...
recuerdo que me siguen, que me acosan y matan...
danzando al compás de mi promesa rota...
para volver a encontrarte en mi recuerdo mañana...!!

Alejandra leal Gana- Chile









Matices compartidos



Llegaste justo a tiempo
en la mitad insomne del estío
cuando la fe se empinaba fugitiva
cuando el deseo resolvió
convertirse en voluta breve
del espacio sin retorno del vacío.

Cuando la piel se cansó
de plantarse auto-reproches
de sentir el peso absurdo
de tres siglos...

Cuando al agobio del suspiro
lo cegaba el último tañido
y las sombras cercaban
al sol de mi camino.

Llegaste...
llegaste a mí.

Alexandra Brito- Quito- Perú





Me inventé una casa



Me inventé una casa
con la tierra encima
cuesta regresar
de sus rincones
de su rostro
(que nombra y convoca)
casa remota
donde suenan las tardes
desnudas
con el deseo
carcomiéndose
 por dentro 
así
   me inventé una casa


Amanda Reverón- Venezuela








Elevación








Como notas
resbalan
barriletes

Un crisol

Y  es que flotan
 los cuerpos.



 Ana Romano- Buenos Aires- Argentina







Hálito de un alma


¡Allá fue!
¡En Fuente Vaqueros!
¡Qué un crimen se cometió!
donde un suspiro...
de plata,
da un alma a la eterna vida.

¡Qué tristes están las letras!
¡Qué dolor de corazón!
Sólo...
mantones de negro
lucen por toda Granada,
¡Gritos!
que suben al cielo
por un crimen de la nada.

Ya  no brilla
el mismo sol,....ahora,
llora sangre...
que derrama
y va empapando la tierra.

¡No hay cuchillos que te salven!
¡Ya todo es luto y sollozos!
Gritos...
y voces se ahogan
entre las cumbres y sierras,
ríos...
con los suspiros de plata
cuando lamen sus orillas,
y un hálito de tu alma
nos llega de madrugada.

¡Coged los claveles rojos!
...y echarlos todos al agua
... y luego bebed del aire,
la esencia...
que los escancia.

Con fusiles te mataron
y los gitanos...
lloraban.

Rosas de pitiminí
nacieron...
junto a tu tumba
y se encendieron de rojo
cuando tocaron tu cuerpo.

¡Gran poeta de poetas!
¡Gran lírico y dramaturgo!
¡Gran poeta en la canción!
¡Gran autor en el teatro!
y hallazgos de fantasía
al Romancero gitano.

¡Caíste! en el barranco de Víznar
... muy cerca de tu Granada.

Los flecos de los mantones
se tornaron todos rojos,
como los chorros de sangre
que de tu cuerpo salían.

Y mil cirios encendidos
alumbran...
tu amor oscuro,
y mil flores
de colores
perfuman...
tu cuerpo hundido.

¡No gritéis madres dolientes!
¡No suspiréis por el hijo!
Que se ha callado su boca.

De negro...
de rojo y blanco
vestíos...
para el recuerdo,
y recordad esos rizos
que le recitó al Camborio.

La luna...
pinta de verde
con luces negras de muerte,
le desgarraron su vientre
unos ojos de venganza.

Y fueron...
varios fusiles
con disparos y con carga
aunque...
no vimos tu sangre,
sí... vimos flotar recuerdos
que de la tumba salían,
y como enjambres de miel
nos alegraron el alma.

En cinco chorros de agua
brillaba al fulgor...
la plata,
la estela que fue tu amor
colgando de tu solapa.

¡Qué alegre quedó la parca!
¡Qué roja está su guadaña!

Acompañaron tu muerte,
los silencios de un piano
que tus manos...
no tocaban.

¡Todas las manos se abrían!
¡Todas las bocas gemían!
Todos los ojos...
tenían...
muy brillantes sus miradas.
Y la música ya fluye
en los altos de la Alhambra.

Los naranjos florecieron
porque les diste tu alma,
limonares...
oro y verde
limones...
dejaron caer al agua.

¡Ay! Virgen de las Angustias
¿Cuántos puñales te sangran?
Uno ...
es de Federico,
los otros...
Dios te los manda.

Todas las mujeres bordan
mantones...
color de grana,
sólo se escuchan...
a veces...
palmas sordas...
de templanza
y un repunte de guitarra,
con las cuerdas desgarradas.

La huerta de San Vicente
ya no da fruto silvestre,
las macetas...
darán flores,
rojas...
con el fondo verde
y árboles...
y palmeras...
morirán viendo la muerte.

Pudieron
cometer un crimen
que fue quitarte la vida,
mas lo que no pudieron fue,
matarte...
tu poesía,
Príncipe...
en la Noche Oscura
enamorando a la luna,
que te miraba muy triste
cuando asesinado fuiste.

Los gitanos...
van de luto,
varas de nardo en sus manos,
ya no tienen...
quien les cante
al Guadalquivir dorado.

La primavera...
ya es roja,
y en el invierno la poda,
ya dará pena,
cuando el aceitunero negro
vaya de boda.

En las noches más serenas
ya no suspiro...
¡Sollozo!
Todos estamos sentados
donde tú estás enterrado
y ponemos candelabros
para que alumbren...
tu sueño,
sueño eterno sin quebranto.

Todos...
mirando la tierra,
esa tierra que te cubre,
enterrando...
nuestras penas
y llorando por tu  suerte.

Vamos cubriéndolo todo
con los mantones
de muerte,
con flecos color de rojo
y con las ramas...
de verde.

¡Ay! Federico...
tu corazón ya está seco
pero vivo...
en nuestras vidas,
porque te llevamos dentro.

Quisiera...
volverme tierra,
¡Hermosa tierra!
La que recoge tu cuerpo
ahora...
que ya estás muerto,
para estar cerca de ti
y recitarme tus versos,
y abrazarte...
con mis brazos
¡Calavera del recuerdo!
Sin sangre....
sin esos labios tan rojos.

¡Ay! Federico García Lorca,
¡Qué no remuevan la tierra
donde guardan tus despojos!




Antonio Monzonís Guillén- Valencia- España









Esperando un milagro

Sabías que la lluvia del verano
dejó prendida en mí
las torres de los años
que se arrastran quejosas por el fango.
Sabías que tu sueño desnudado
invadió mis tormentas
mis plateados antojos
y fue expandiendo el cielo con despojos.

Y que las madrugadas de mi vida
son ahora las noches
las más selladas noches
que se han ido muriendo perdidas en la huída.

Ya no sube la aurora a preguntar si río
si estoy en esta tierra
si domino mi ira.

La cortina del duelo ha puesto una corona
de suspiros
sojuzgados umbríos desasidos de lirios.
Es muy amplio el camino
interrogo al destino
y me envuelvo en sus sedas
esperando un milagro sorprendido
que devuelva mis círculos encendidos.
Beatriz Ojeda- Montevideo- Uruguay






Código Morse




Hoy me ha despertado
el insistente gorjeo
de un pájaro,

los barrotes de la ventana
dividían el trino,
como si fuese un código
Morse.

El ave voló...

su ausencia no pone fin
al mensaje.

Begoña M. Bermejo- Guadalajara-España










Escribo



Escribo
para seguir viviendo…
un ensayo
con tu aire
con tu manera
de respirar
sin ataduras,
en la libertad
del espíritu.

Escribo
para seguir viviendo…
una declaración
de amor,
una variedad
de sarmiento,
que trepe
hasta tu silencio
y descubra
tus palabras.

Escribo
para seguir viviendo…
la eternidad
de un beso,
el descanso
de tus caricias,
la paz
de mi cabeza
apoyada
en tu regazo,
con la libertad
que confieren
tantos años
juntos…
por siempre.

Escribo
para seguir viviendo…
tu nombre
en la piel
del tiempo
y tu alma
pegada
a mis pasos.

Carlos Alberto Giménez- Ushuaia- Tierra de Fuego- Argentina






El agua de esos cántaros


Seis tinajas de vino
preparado en el Cielo
arrullaron de piedra los quicios de Canaá
y una urgencia de gozo
se hizo mosto en la brisa
como rojo pañuelo
coloreando el cristal.

El agua de los cántaros
era un río de vino
y sobre sus corrientes
navegó la embriaguez.
Ebrio el maestresala
reconoció su excelencia
y el candor de preguntas
que no pudo evitar.

Seis tinajas de piedra
arrulladas de vino
importaron del Cielo una sed
y un poder,
Y Galilea supo
de la virtud y el milagro
mientras Jesús crecía
como Señor y Rey.
 Carlos Garrido Chalén- Perú






Quiero…

Quiero...
transitar por hojas secas, secas
y paso a paso su seco chasquido me rasguñe el alma.
Quiero
en un pequeño y húmedo barco sentarme a solas, sola
respirar la quietud de su agua vuelta espejo...
Añoro
la compañía de un amigo, amigo
tintinear dos copas sentados en un risco
contándonos...no se qué cosas y reírnos hasta que el sol
diga adiós..para dar paso a la luna...eso quiero
Quiero
tomar esta soledad, montarla en un papagayo
asirla por el largo hilo, hilo
para luego soltarla...y en un respiro profundo
que vuele alto muy alto...donde ya, yo no la mire…
Quiero...
la sutileza de un beso, beso
un "te quiero " de adeveras..
que así como me almíbe el pecho...
logre perenne la risa en mis ojos..
Quiero...
remontar un alto vuelo a la par de las gaviotas
blancas, blancas...
en un infinito rosa, rasando el azul del mar
rotular en el mismo cielo..."mis grandes ansias de amar"
Quiero...
caminar sobre la bruma del inmenso, inmenso mar
solo asida a la cintura de aquel que se atreva a desnudar...
completamente el alma y vestirse de verdades
a mirar de cara al viento y con el sol a la mitad
sin penumbras ni recodos...con la purita verdad!!
 Carmen Guzmán- Curmaná- Venezuela







Sumergida en Peñabras..


Y se hizo el silencio
y los ojos se posaron en los corazones
y los labios en los sueños
y los sueños fueron eternos amores.

…pienso y en esas palabras me sumerjo…
sintiendo como mis dedos inquietos
escriben en blanco lienzo
dando vida hasta el árido desierto…

…cada emoción desatada, es una estela sonriente de mi mar
donde mi alma esta esperando llegar…
y… allá donde la luz hace a las sombras un espacio
estalla el sutil canto, que aprisiona mi cuerpo dejándose amar
por la caricia que me inunda en “ti” pensar…

…y dejaré que multipliques mis palabras
que abraces mis emociones, construyendo lo que el destino
destruye
dejare que mis latidos los conviertas en luces
prendiendo cada uno de mis rincones…
dejaré que tus manos tallen cada uno de mis goces
siendo imborrable cada una de nuestras noches…

…dejándote seré, la sutil ola que en tu mar muere
el sueño que raudo por tu frente corre…
seré el beso que va en el viento
la musa de tu blanco lienzo…
la flor encarnada que enciende tu fuego
seré la estela que ondea en tu vida
el bálsamo de cada una de tus heridas.

…y cual mariposa al viento danzaré en la melodía de tus sueños
bajo el brillo del firmamento suspenderé las horas del tiempo
por los latidos de mi pecho
y… te acoplarás a mi cuerpo como el mar al viento…


Carmen Leire Quintana- Torrejón de Ardoz- Madrid- España






Acto de amor




Desnudemos al alba los sentidos,
lentamente espoleemos trabas y rémoras,
que el impaciente ímpetu
nos enrosque en la vorágine de un amor vivido.

Que en cada pliegue de tu cuerpo
encuentre luna y estrellas fulgurantes,
déjame convertirme en dueña
de tu imagen hasta llegar al cielo.

Retazos de convulsión y un sólo cuerpo,
unamos alma y materia para hacerlas una
anudando gemidos y extremidades
a un mismo compás, a un mismo ritmo.

Que mis ojos se conviertan
en foco de inspiración al contemplarte,
que la belleza sea tu compañera y que al alba,
extenuados descansemos del deseo compartido.



Charo Bustos Cruz- Sevilla- España







Vivir…


Vivir…
es latir de sentir,
encenderle la cara al sufrir,
al camino
y también al reír.

Morir es coger la raíz,

retomar el aliento sin fin
del secreto
de ahora y aquí.
Vivir es morir,
mas morir es vivir.
Que nada ya importe,

pues cosas se marchan
y cosas se quedan entonces.

Ni ausente
y tampoco presente:
extraño perfume abrazado
al recuerdo de alguna gente.

David Reverte- Alicante-España





8 de marzo




Ala del deseo,
vagina  altar,
                     contienda.
Pliegue de amor.
        Eres regazo,
              manantial,
                              y guía
Cuna susurradora
      Identidad
       conjuro
eres vocación,
          eres puente
                             faro
                                      y vigía
Ala de etéreo vuelo
 Vuela  dentro  de  mí

                           vuela.


  Diana Luz Bravi Torras- Rosario- Santa Fe- Argentina






Yo soy la felicidad dormida

Yo soy la felicidad dormida
de un niño que descansa
en el cuerpo
de un hombre maduro


Camino acompañado
delante de un dios
que se oculta tras el sol
camino sin espanto
con la luz de mi corazón
que crece cada tarde

Yo soy la felicidad dormida
de un niño que descansa
en el cuerpo
de un hombre maduro

Tengo virtud y porvenir
y un padre que me guía
cada día por el sendero del sol

Tengo comida, una cama
y un hogar
que me alejan del viento
que recorre las calles oscuras

Tengo un llanto
que alegra mis noches
y una nube que me lleva
hacia el cielo

Soy un alma 

que hicieron de acero
mas no de barro

Que me quiebren
el pecho profundo
y clavadas quedarán
mis manos
con una estaca
que no retuerce
la sangre enemiga
sino que la acoge

Diego Miró Quesada Mejía- Lima- Perú






HAIKUS
I
Mensaje de mar.

Descorcho un silencio
tan lleno de ti.
II
Cántaro vacío.

Tiene sed la mañana
y no llueve paz.
III
Piedra herida.

Germen de nueva musa,
talla su canto.
IV
Te sé pradera
mas tu jovial inquietud
desflora cerros.
V
Pez en el agua.

Sueño de charco mudo
y mi escarcha.
VI
Retama feliz.

Atrapa esta alma
y hazla tu flor.
VII
Dulce mensaje,

sonrisa empapada.

Río en el mar.
VIII
El sol ausente.

A tientas va la vida 

soñando la luz
IX
Nido vacío.

Silencio de la noche
meciendo trinos.
X
¡Allí tu arte!

Pestañeas ocasos.

Moldeas mi sol.
XI
Aro tu senda
por si, en tu regreso,
eres un río.
XII
Hoy es un oasis.
Mañana será la sed
del peregrino.
XIII
Miro estrellas.
Me observa la nube
con luz robada.
XIV
Alma en pena
como un grito sordo
sin su condena.
XV
Epitafio soy
y resisto el temblor
con este credo.
XVI
Adobo mi ser.

Famélico presente.

Plato vacío.
XVII
Quienquiera mi paz,
doblegue el llamado
callando miedos.
XVIII
Rasante pasa
el encanto en la noche
marcando sueños.
XIX
Noche sin alas.

Golondrinas son sombras
de horas vagas.

Diego Cazzaniga- Rafaela, Santa Fe - Argentina




                                         Letanía



Benditas las mujeres
que protegen el fruto de su vientre
asumiendo la parábola de su belleza bajo un delantal,
aquellas que lavan su rostro con el manto de la rutina
y aprenden a alzar la voz
aunque sólo tengan voz.

Benditas las mujeres que se enamoran,
las hechiceras de la noche
que tejen amores dispersos en el manar del tiempo,
que arrastran la cruz de impuras
regando su futuro con lágrimas de ausencias
y encuentran purificación en el agua de cualquier río.

Benditas las que gritan
 lo que el corazón profesa,
las que escuchan y las que imponen su palabra
también las que callan su verdadera pasión
sobreviviendo
como agua estancada y triste.

Benditas las que enfrentan el nido vacío
reviviendo cada noche el éxodo desde su origen.

Benditas las que son tormenta, río sin cauce,
las que llaman locas, revoltosas,
liberadas, feministas,
y son capaces de atropellar al viento con una mirada.

Benditas Nosotras,
matrices del universo.
Benditas las hembras
con fracturas y fragmentos.

Egle Frattoni Romano- Rosario- Santa Fe- Argentina





Dos de Noviembre




¡Llamen hoy a nuestros vivos!
¿No son ellos nuestra victoria sobre el tiempo?

¡Reúnanlos ya, pues el día es breve!

¡Díganles que nuestra muerte nunca fue completa. Que aún somos de ellos
y que nuestros rasgos se repiten en su carne
como espigas de sangre en ávido terreno.
Que no olviden que suya es esta carne, este ataúd y las flores
que desintegrará la luna como en el comienzo!

¡Y que sigan amándonos, porque la ceniza es nuestro común destino
mientras pasa el arado por todo el universo!




Ezequiel Feito-Buenos Aires- Argentina












Los años de gris
Cada mañana, al volver del colegio, sale a hacer los recados que le encarga su madre. Es pequeño pero no tanto como su escasa talla denuncia, y su figura menuda se agiganta al verlo pasear por las calles con paso decidido, la sonrisa por estandarte y ese brillo que revienta sus ojos de insolente desparpajo. Coge el dinero que la madre le deja sobre el aparador de la entrada, lo encierra muy fuerte dentro de su manita derecha y va repitiendo por el camino la lista de recados que ella le ha encargado como si de una letanía se tratara, una barra de pan, un kilo de tomates, patatas para cocer, una botella del vino que le gusta a tu abuelo, ah, Miguel, y una ramita de perejil, no se te vaya a olvidar, no, madre, no te preocupes, no se me olvida nada, el perejil se lo pido al frutero, verdad, madre.
Don Antonio, el maestro, sabe que Miguel no es un niño como todos los demás. La madre, preocupada, le pregunta de tanto en tanto por su progreso en las asignaturas, si lo ve despistado, si se aplica lo suficiente y si cree que podrá continuar los estudios en el instituto de la capital. Ella sabe que es un niño avispado, se lo demuestra día a día en los recados y en el manejo de las cuentas que le encarga. A menudo lo ve escuchar la radio en la cocina, la cabecita encajada entre los brazos y estos apoyados sobre la añosa mesa de madera en la que ella acostumbra sentarse a preparar las verduras o a devanar las madejas de hilo. Se queda en el umbral de la puerta, en silencio, y lo observa sin que él lo sepa. Después de un rato algún pequeño gesto la delata, el crujir de una tabla de madera del suelo o una respiración más fuerte de lo normal, y él se gira, y ella se sonríe, qué escuchas, hijo, qué es eso que tanto te llama la atención. El le devuelve la sonrisa y le responde casi siempre lo mismo, invariablemente, acrecentando el misterio de sombras que los une tanto como los separa, cosas mías, madre, cosas mías.
La madre respeta sus silencios porque sabe del valor de los mismos. Ella misma lleva años cultivándolos, protegiéndose bajo un tupido velo opaco al que pocos tienen acceso y que casi nadie se atreve a levantar. Es una mujer joven pero aureolada por sombras que la hacen parecer mayor de lo que es, sombras que ella misma se ha dedicado a perfilar con pinceladas finas de trazo firme, inquebrantables, inasequibles a la curiosidad ajena. Son ya largos los años transcurridos desde que su aspecto mudó, en los que abandonó las faldas y blusas estampadas de colores alegres y festoneadas por pliegues volanderos para sustituirlas por un atuendo austero, rayano con la severidad y huérfano de adorno alguno.
A pesar de todo hace lo posible por salir de su crisálida tejida con finos hilos grises y busca la complicidad de Don Antonio, el maestro. El es un hombre mayor, grueso y de rostro surcado por arrugas cinceladas por la vida. Conoce a la mayor parte de los habitantes del pueblo pues lleva más de cuarenta años viendo pasar niños por su aula, niños que se convierten en adultos, en padres de nuevos niños que pasan por sus manos en una espiral infinita, tanto que ya ha perdido la cuenta de todos ellos salvo de aquellos que la vida ha seguido poniendo en su camino con mayor intensidad, como en el caso de la madre de Miguel. En un momento dado, cuando ella sintió que el suelo se movía bajo sus pies, Don Antonio supo detectar la magnitud del seísmo que se avecinaba sobre la vida de una de sus antiguas alumnas, y el afecto del pasado le hizo acudir en su auxilio. Nunca el destino fue tan generoso para ambos.
A causa de aquel infortunado episodio él recuperó el cariño de aquella niña pizpireta que se había convertido en madre hacía apenas un par de años, un hecho que no por habitual lo dejaba de maravillar, quizá porque se resistía al paso implacable del tiempo y esta clase de hechos eran la evidencia de ello, del lento roer de la vida sobre su vieja carcasa de recio árbol, y ella encontró un cómplice insospechado en aquel antiguo maestro que siempre supo escuchar los latidos que golpeaban su pecho, ya fuera por las emociones primerizas que conlleva la adolescencia o por las dificultades con las que los acontecimientos emborronaban su presente. Se encontraron, hablaron, iniciaron una amistad de adultos que de repente difuminaba todos los años que los separaban y que a ambos les sirvió para hallar consuelo. Luego, cuando Miguel comenzó su escolarización, el vínculo se hizo aún más estrecho y ambos sintieron que aquel pequeño brote de amistad se iba a convertir en algo más frondoso, fuerte y con ramificaciones. Don Antonio fue el primero que comprendió que la tristura de la madre iba a contaminar a Miguel porque eran vasos comunicantes, él era una esponjita que aprendía todo muy rápido y con los sentimientos no iba a resultar distinto. Miguel era un niño peculiar, más maduro de lo que correspondía a su edad cronológica pero a la vez frágil, risueño aunque quebradizo, sonriente pero con una tendencia a la melancolía impropia de su edad. Espantaba su tristeza con esa sonrisa que normalmente acompañaba sus pasos, vivos como el aleteo de un pajarito. Sin embargo, de tanto en tanto, una sombra gris se cernía sobre el brillo de sus ojos y los licuaba como si fuera un río silencioso. Una sombra que había aparecido años atrás y que amenazaba con ser un nubarrón constante en la vida de Miguel.
Don Antonio era el detonante que dinamitaba aquella situación; si veía a la madre enquistada en su pena, o si apreciaba a Miguel más ensimismado de lo que debía, daba un golpe sobre la mesa de sus rutinas y se los llevaba a la era o al bosque colindante con el pueblo. Preparaban una merendola y pasaban la tarde contando cuentos, leyendas del lugar o chismorreos que levantaban la nube que se cernía sobre Miguel y su madre, los hacía sonreír y de ese modo borraba la grisura de sus rostros. Luego, a la vuelta, mientras Miguel cazaba mariposas con el cuenco de sus manos, se quedaba atrás con la madre, echaba su brazo de roble viejo sobre los hombros de ella y la animaba a continuar, venga, mujer, no te derrumbes, tienes que hacerlo por el crío, una ausencia es dolorosa para él pero si tú te hundes él lo hace contigo, ese muchacho está tan unido a ti que basta que te vea mohína para que los días se le vuelvan del revés.
Al regresar a casa Miguel encendía la radio y giraba el dial buscando y oteando hacia el pasado, alguien le había dicho que la esperanza era lo último que se pierde y se aferraba a ello como un náufrago a un pecio en medio del océano. Pero los años transcurridos eran ya muchos, incluso en su corta vida de niño, y la guerra había devorado demasiadas ilusiones con sus fauces sangrantes. No había esperanza para los malditos. Su madre le preguntaba que qué escuchaba, aunque lo supiera perfectamente, y él respondía lo mismo de siempre, cosas mías, madre, cosas mías. Ambos callaban y esperaban a que la noche trajera un milagro.






 Fernando Fernández Calvin-Madrid- España






Anhelo






Una caricia de atardecer reposa en la hoja dormida.
Al recibir el alba…

un suave aleteo te cubrió de hojas doradas
el viento constante despabila tu somnolencia
y te meces imponente dando impulso a las aves.

Tu misión en la vida no se limita a dar reposo.

En el breve momento en que se requiera
tu corazón es capaz de dar más sentimiento
y calor que cualquier poema.

Vives en alianza con los crepúsculos.

Ese porte te distingue en el cuadro del artista,

guardas mil infancias, y conservas la sonrisa del que ama
aunque deje en ti su huella, y después solo se aleja.

Hoy anhelo abrazarte…
Fundir tus latidos con los míos
Cubrirme de tu sombra y aprender de ti discreta
regalarte mi presencia porque sabes darlo todo, 

con tan solo… compartirme tu existencia.


Grissel Canche Albornoz. Mérida- Yucatán- México







Día tras día
a la memoria de Ana Emilia Lahitte




Cada cual
oye un silencio
que le sobrevive

lento
ir y venir
entre la voz que adviene
y la que olvida.

Abierta distancia
donde la palabra agita,
su más alto silencio.

Más allá del saber
que somos explicables.

Es ese silencio
quien habla por nosotros.



Héctor Berenguer –Rosario-Argentina






  El Ómnibus



Salió corriendo a la calle, con el pelo mojado, recogido en una trenza, y el uniforme escolar puesto a medias. Cuando el ómnibus se detuvo en la parada, a ella le faltaba media cuadra para llegar, pero el conductor la conocía, y se entretuvo un poco, para darle tiempo a alcanzarlo. Cuando logró ubicarse en un asiento, soltó el aire de sus pulmones y terminó de arreglarse la ropa. Miró, distraídamente, por la ventanilla. Sus ojos de ama de casa ya no descubrían belleza en aquellos paisajes habituales, todo le parecía monótono. Para colmo, las náuseas del embarazo le hacían muy incómodo el viaje. A la mitad del recorrido, subió un vendedor de caramelos. La insistencia de su pequeño hijo logró que comprara dos bolsitas. Incluso comió algunos, con la esperanza de endulzar un poco la jornada. Cuando llegaron al cruce con la avenida principal, el tránsito estaba detenido, por una manifestación de trabajadores. Se puso muy nerviosa: no quería llegar tarde a la ceremonia de graduación de su hijo. ¡Le parecía mentira! ¡Verlo recibido de arquitecto! Pero la demora no fue demasiado y, en la siguiente parada, subieron sus amigas, sus compañeras inseparables del Club de la tercera edad que frecuentaban.
El ómnibus se detuvo, y el conductor tuvo que acercarse a su asiento para despertarla.
— ¡Abuela, despierte! Usted se baja aquí. Mire, ahí están sus nietos, esperándola.




Hugo. J. Mion- Ciudad de La Florida- Uruguay









La Música

Nadie supo qué artefacto era ese. Una noche apareció sobre la mesa del club y mientras íbamos llegando lo mirábamos de un lado y otro sin comprender. Descansaba sobre la funda abierta, como una criatura abandonada con su descolorida sábana verde. Uno a uno dábamos la vuelta para apreciarlo, hasta que el más osado se atrevió a pulsar una de las cuerdas y ahí se produjo el primer indicio de milagro: no era guitarra, ni armónica, ni flauta. Era un poco de todo eso con algo de percusión. La nota quedó temblando en el aire frío, atravesó las volutas de humo azul y agitó las telarañas. El cantinero dijo que los vasos habían vibrado a sus espaldas. Pero lo miramos con la misma desconfianza que siempre le tuvimos para el café recién hecho, la estufa apagada y otros asuntos de limpieza que es mejor no recordar ni vienen al caso.
El artefacto desagradaba a la vista pero sonaba como los dioses. El mismo de antes sopló por una boquilla que asomaba de una bolsa panzona y blanda. Las doce cuerdas, por resonancia, acompañaron con un acorde extraño un aire dulce y prolongado que parecía salir de los despeñaderos de una montaña.
-Es una gaita –sentenció un gallego de luto desde su rincón condenado, adquiriendo un protagonismo instantáneo que siempre le negábamos para evitar que nos diera la lata-. Una gaita como las de mi pueblo... ¡Empuja, aprieta y verás que suena a fiesta!
El audaz volvió a soplar por la boquilla pero no se oyó nada. El gallego le indicó con la mano callosa que apretara la bolsa y ahí sí: otra vez un susurro de piedra y valle que enamoró el río de las cuerdas hermanadas en esa brisa larga, misteriosa, llena de palabras que casi podían entenderse.
A esa altura habíamos rodeado la mesa, inclinados todos sobre el prodigio con la curiosidad de los no iniciados y la reverencia de los adoradores de lo desconocido. El intrépido, en quien habíamos delegado la facultad de experimentar, esta vez golpeó la caja de madera. Dos, tres veces. Se oyó el andar de una caravana, rítmico, mientras las voces combinadas de cuerdas y gaita daban a los pasos descalzos cadencia de destino, abrían un sendero entre colinas de arena reseca y se asomaban, esperanzadas, en un horizonte que atravesaba las paredes de la cantina, se extendía como un perfume violento por el barrio embellecido y se apagaba de pronto en cada gesto asombrado sobre la mesa.
Es imposible explicar lo que pasó después. Varias manos, entre ellas las mías,  se animaron al mismo tiempo. Empujamos, rasgamos. Soplaba el intrépido y apretaba el gallego que ya lagrimeaba y cantaba una letanía que siempre nos molestó. Pero no esa noche. Desde todos los rincones empezaron a sumarse las gargantas. Roncas unas por el tabaco y el alcohol, profundas otras por el cansancio del día, juveniles las nuestras, entusiasmadas en un coro imprevisto y deshilvanado, que el artefacto concentraba en su vórtice y nos devolvía en concierto, integrando la travesura a su naturaleza extraña de orquesta y solista. El cantinero hacía tintinear los vasos que sonaron con destellos de una luz tan límpida como no habían tenido ni volverían a alcanzar jamás. Era fresco el olor del café, cálida esa hora vacía del invierno, unidas las voces que hasta hace un rato disputaban centavos. Se enlazaban en las cuerdas, golpeaban la madera con la sangre encendida de instantes de lucha inútil. Eran voces de acero traídas de la distancia, más allá del mar, de un tiempo desconocido que ni siquiera habíamos vivido, de una bodega hacinada, de una oscuridad incomprendida. Soplaban, reían, marchaban al ritmo acelerado de un corazón de árbol que pisoteaba la arena liberada del cemento. Voces levantadas sobre la nube azul del techo enmarañado, en notas tan maravillosas como para extasiar los velos palaciegos que habían sido telarañas.
Eso fue, nada más. Sólo recuerdo que un hombre insignificante, ni joven ni viejo, cerró la puerta del baño, se acercó acomodándose los pantalones y apagó el artefacto. Lo sepultó en su funda de lona verdosa y dijo, entre amable y molesto:
-Es mío. Me lo llevo.
El cantinero, por hábito, repasó los vidrios. El gallego se fue a su soledad, cabizbajo. A la misma mesa trajimos las mismas cartas. En otra armaron su juego pero una mujer desgreñada se llevó al marido a los empujones y lo malogró. Hacía frío. Era media semana y casi fin de mes. Nos fuimos bastante temprano.


Jorge D´Agata-Balcarce- B Aires- Argentina









Enamorado


Muero de lágrimas en tu nombre
y mi sed se atraganta de vos
en tu cuerpo de rosas.

Muero en la seda de tu mueca
con olor a tarde
en púrpura mezcla de magia
bajo hilos de plata.

Muero y resucito
en tu palabra,
en tu frase,

en tu susurro de musa
resbalando en tus juncos
a sonrisa de mis dedos.

Muero porque muero
en tu bostezo,
en tu beso,
cuando me das tu amor
es que yo muero.

Jorge Ramírez Salvadoreño- El Salvador.






Rómulo el pronosticador



Una cosa es cierta: que de cada ciento
gana uno. Pero eso ¿a mí qué me importa?

El Jugador, II, 12


PROLOGO

“Rómulo el Pronosticador; Un Cuento que demuestra las impredecibles respuestas del comportamiento humano, cualquier ecuación o lógica numérica, como ciencia exacta puede igualmente descifrarse, pero las respuestas instintivas o emocionales de los animales son tan inesperadas como impredecibles. En la vida deben perseguirse muchas metas, y la felicidad estará en alcanzar algunas o muchas de ellas. Quien encadena su empeño en una testarudez, se frustrara al no lograrlo"
Juan De Dios Ardon


Nadie desconocía - en su entorno- que Rómulo portaba un arma, salvo su tío Pedro.
En principio, el hecho no revestía mayor gravedad; como, así también, la circunstancia de que, Rómulo, era el hijo de Alfonzo Veichstein.
Una propiedad de lo trivial suele ser, a veces, su mudanza hacia lo profundo.
Los hechos ulteriores de este relato, parecen confirmarlo.
Rómulo orillaba los 30 años oriundo de San Telmo (Buenos Aires), de complexión más bien esmirriada, pelo rubio rizado y azules ojos acerados-como su padre-
Si no fuera porque contar las costillas de alguien es una injuria; cualquiera se las habría ya computado, con sólo posar la mano sobre ellas. Sus facciones denotaban inteligencia, y, a pesar del tics nervioso que le aquejaba y de su extrema delgadez, se podría decir que la naturaleza, había sido indulgente con él.
Rómulo actuaba como si su deseo de jugar fuese una necesidad orgánica básica como respirar, pasear por una alameda, comer o saciar la sed.
Orondo, sólo pensaba en: deudas, peligros, enredos, algún juego ganado, cientos perdidos…, y esa sensación de estabilidad emocional a la hora de apostar.
¿Jugador compulsivo? ¿Truhán? ¿Víctima de quién?
Algunas de sus apuestas eran inverosímiles. Una de ellas consistía, mediante un ardid previo, en forzar a un sujeto a expresar una determinada frase. Frase que él pronosticaba de antemano.
Para él se trataba de un juego, y en el intervenían, un apostador ocasional, el sujeto indagado y Rómulo mismo.
Si la persona consultada acertaba a decir dicha frase, el apostador de turno perdía, y Rómulo se alzaba con la apuesta.
Lanzaba sugerentes retos que pagaba 10/1.
Un buen día concibió una apuesta que retribuía $5.000 a $500. La misma consistía en lograr que un camarero de restaurante, se vea impelido a decir: “A usted no hay nada que le venga bien”
Salió a la búsqueda de un posible apostador…, y el destino se decantó por Alberto, amigo de la infancia, sobrio, pero empedernido jugador.
Su amigo aceptó el desafío de inmediato, y acto seguido se dirigieron a un restaurante cercano.
Ambos pidieron el primer plato del menú: consomé de pollo con espárragos.
A los pocos minutos de haber sido servidos; Rómulo llamó al camarero y le reclamó:
- Disculpe pero considero que mi consomé está frío. Sería tan amable de recalentarlo por favor.
El camarero le retiró el plato, y, al cabo de poco tiempo, se lo volvió a servir.
Rómulo dejó pasar unos instantes, para llamarlo y volver a insistir:
-Perdón, lo siento. Sería tan cordial de enfriarlo; ahora lo noto muy caliente.- clamó con cierto aire socarrón-
Y el camarero apretó los dientes, y retiró su dichoso consomé…; unos minutos más tarde retornó con el caldo.
Rómulo, sin siquiera darle un sorbo, lo llamó y le recriminó:
-Sabe que ahora lo encuentro frío, podría…
No había terminado aún la frase, cuando el camarero, mirándolo con inquina, le espetó indignado:
- ¡A usted no hay poronga que le venga bien!
Rómulo fijó en él una mirada; pagó la cuenta y se retiró con el amigo.
Aquí es conveniente aclarar que ambos mantuvieron un diálogo, no exento de tensión. Juan reconoció que, en esencia, el camarero había estado cerca de pronunciar la frase en juego, pero que, al final, su expresión exacta fue otra.
Rómulo le pagó a Alberto los $5000 acordados, y se retiró mascullando rabia.
No pudo conciliar el sueño durante los próximos días.
Cierta mañana, Rómulo, vio pasar el cortejo fúnebre de un vecino del lugar. La fila interminable de coches se había parado, unos instantes, frente a la casa del occiso, cumpliendo con un ritual típico del lugar.
Se acercó al último automóvil de la comitiva, donde generalmente suelen ir : algún hijo no reconocido, odiado por sus medios hermanos, pero amado en vida por el difunto; alguna ex amante; los que no tienen más remedio que ir porque cedieron al pudor, más que a la pena; o los que aborrecen a los deudos de adelante.
Se paró frente a la ventanilla y le hizo señas al conductor para que la bajara.
El hombre, desorientado primero, preocupado después, accedió a su pedido.
Al punto, Rómulo le dijo:
- Caballero; si yo lograra hacerle decir al señor que conduce el primer coche fúnebre, la frase: “Perdón, aquí solo viajan los familiares directos”, o una expresión equivalente…
Rómulo estaba ilusionado, ya que había logrado introducir una nueva cláusula, que le asegurara acercarse más al resultado que esperaba.
Ahora bastaba con que el sujeto indagado diga la frase literal o una semejante, para que Rómulo ganara el juego.
El desconocido sólo atinaba a observarlo con cierta aprensión.
-¿Pero a qué viene todo esto? ¿Quién es Usted? ¿Pero hágame el favor?– le recriminó a Rómulo, mientras enfocaba su atención en su mujer que viajaba con él-.
-.Pues mire- siguió insistiendo, Rómulo, con una apremiada dicción fruto de su ansiedad - como le venía diciendo. Si yo lograra hacerle decir la frase que le comenté o algo semejante, yo ganaría $1.000 en caso contrario usted percibiría la no despreciable suma de $10.000- duplicando el monto de la puesta-.
- ¡Dale papi, total que pierdes! -dijo su mujer mofletuda y de enormes pechos; mientras le dirigía una mirada sonora y dulce.
El hombre musitó una especie de locución ahogada, imprecisa; pero, al final, terminó aceptando el envite.
Rápidamente, los tres se dirigieron al primer coche del cortejo.
Allí, Rómulo le propuso al chofer:
-Soy un vecino; sería tan atento de llevarme hasta el cementerio-
-Lo siento pero la empresa me prohíbe trasladar a más de cinco personas - le respondió un hombre calvo, de cara ajada, como el dedo índice de una pobre costurera.
- ¡Hurra! -gritó el apostador de turno.
Rómulo había perdido el juego nuevamente, y no tuvo más remedio que pagarle la apuesta; mientras la barrigona, del circunstancial apostador, contaba el dinero con asquerosa avidez.
Los próximos días, Rómulo, los dedicó a reflexionar…Pensó seriamente en abandonar tan ridículo juego, que sólo le traía ruina y sufrimiento.
Al cabo de unas semanas recibió la visita de su tío Pedro que, a poco de llegar, no dudó en invitarlo a concurrir al casino.
Al principio dudo; pero luego, aventado por un deseo irrefrenable, aceptó la proposición.
Fue con la idea de no jugar, ni apostar nada que pusiera en juego su paz y su economía.
De pronto se vio en medio de una sala repleta de luces y una gigantesca multitud, de nocturnas aves.
Sintió la frialdad de su esqueleto frio; la indiferencia de la gente; por momentos se sintió un intruso. Hay lugares que, como el alcohol o un recuerdo fugaz, tienen la virtud de mostrar lo mejor o lo peor del ser humano.
Pedro, con el ademán de un hombre resuelto, se dirigió a la primera mesa que encontró; esperó unos instantes; murmuró algo enrevesado, una especie de cábala mística, y se decidió a jugar.
Apostó un pleno de $100 al seis, colocó $300 sobre la tercera columna, y le colocó $50 al cero, por si las moscas.
Los jugadores de turno arriesgaron una, dos, tres apuestas, y salió…
-¡Colorado el siete! - gritó el crupier.
Pedro ni se inmutó.
A su vez, los ojos de Rómulo se movían al compás del rastrillo del crupier.
Volvió a la carga; esta vez apostó $1.000 al color rojo y $2.000 a la primera columna.
Sobre la ruleta rojinegra se escuchaba el cacareo de la blanca bola que, en todas las direcciones, bailaba.
Pedro permaneció firme y convencido de su suerte.
-Cero. Anunció el crupier con acento hipócrita, como si su voz se arrastrara sobre el paño de la mesa.
Rómulo después de observar a Pedro, algunos segundos, le dijo nervioso:
-¡Te propongo un juego!
Al principio su tío lo miró con apatía. Pero como Rómulo volvió a insistir…
- Está bien, dime – dijo, Pedro, entre dientes.
- Te daré $30.000 si no logro que alguna víbora –autoridad- de esta mesa-, diga la frase: “saltó la banca” o su igual; en su defecto, yo ganaría $3.000.
-¡Estás loco! …No, no. Es imposible. Limítate a verme jugar. Hace más de 3 años que nadie ha hecho saltar la banca aquí – berreó Pedro - No tienes ninguna chance. Estás apostando contra todo pronóstico. ¿Acaso seré yo quien me abuse de tamaño disparate?
- Mejor no me hables de estadísticas. Me niego a escuchar tus sensiblerías... ¿Aceptas o no?
Inesperadamente el tics nervioso de su ojo derecho, comenzó a manifestarse mediante ciertos espasmos, que lo forzaban a cerrarlo completamente; el mismo iba acompañado de un leve giro lateral de su cabeza, en la misma dirección.
No obstante, había mucha convicción en la expresión de su rostro, que alguien podría tomar, incluso, hasta por enfado.
Pedro, pese al patético cuadro, dudó un instante, y luego exclamó:
-Pues bien, acepto.
Antes de comenzar a jugar, Rómulo, arrastrado por una corazonada, se dirigió a su tío y le encomendó:
-Ora vaya ganando, ora perdiendo. Ora siempre por mí.
Y sin pérdida de tiempo, Rómulo, comenzó a apostar.
Tenía un total de $35.000. Jugó un pleno de $1.000 al 22. Giró la ruleta y salió el 2.
Pedro cerró los ojos en un gesto de dudosa aflicción.
Rómulo volvió a arriesgar $3.000 al 22.
-¡Hagan sus apuestas señores! - clamó el crupier; enardeciéndolo aún más.
Instintivamente, apostó $5.000 a la primera columna, $1.000 al color negro, y le puso, a último momento, $ 1.000 a la segunda docena, y esperó...
- ¡No va más!... ¡Negro el 22! - exclamó el crupier.
Rómulo sintió temblar sus piernas.
Le pagaron en fichas grandes la suma de $128.000. Un sentimiento de poder se adueñó de todo su ser, conminándolo a apostar con más furor.
Jugó un pleno de $5.000 ---máximo permitido--- al 15, no levantó lo ganado con el negro, y remató el juego apostando $2.000 a la segunda docena, para triangular y reforzar la apuesta.
Giró la bola, y esta vez…
- ¡Negro el 15! -gritó el crupier.
Rómulo clavó su mirada en esa esfera quieta y muda. Para él no había pradera más grande que esa ruleta.
Lo recordó todo. Recordó el beso a una negra de Harlem, hace ya muchos años, la primera vez que robó, la pobreza padecida en su infancia, por la adicción al juego de Veichstein. Veichstein, Alfonzo Veichstein, su padre, revivió –penosamente- las humillaciones sufridas por su madre.
Inesperadamente, las autoridades de la mesa cambiaron al crupier.
Sabemos que cada crupier tiene su propia firma: el momento, el ángulo y la velocidad con que lanza la bola.
Rómulo advirtió la maniobra, pero no le importó… esperó y esperó confiado en su suerte.
Pedro se acercó y le aconsejó que se retirara.
Rómulo lo miró profundamente a sus ojos, con cara de hereje, y le manifestó:
-Mi madre solía decirme: “Antes de aceptar el consejo de alguien, averigua primero sus necesidades”
- ¿Vos sabés, realmente, a qué estoy jugando? ¡Yo no estoy aquí solamente para ganar! ¡Yo estoy aquí para jugar mi jodido juego! Déjame alentar la única esperanza que impulsa a todo jugador: el vano anhelo de conseguir a través del juego, lo que nos quitó la vida. Si pierdo tal vez mañana llore mis pérdidas. – articuló a viva voz, mientras su tics nervioso se acentuaba de forma enérgica, ampliando, aún más, el ángulo de giro de su cabeza.
Pedro, ante tan dantesco panorama, se llamó a silencio.
Entretanto, Rómulo, siguió apostando.
Le abonaban con fichas de gran valor con las que construía, a su alrededor, pequeñas torres multicolor.
Daba igual el lugar donde las colocara: plenos, mayor, docena, color,…jugada tras jugada, ganaba siempre.
A juzgar por los secreteos y movimientos extraños, entre los funcionarios de la mesa, era evidente que había hecho saltar la banca.
En un abrir y cerrar de ojos, se vio rodeado de apostadores que venían de todas las mesas gritando desaforadamente: “¡saltó la banca!… ¡la banca!… ¡saltó la banca!...”
Algunos le vociferaban imprecisos cumplidos, como si fuera un ídolo; otros lo curioseaban sumidos en la mayor de las quietudes- no en vano, la peor envidia del hombre es la que se revela a través del silencio-
Repentinamente, un hombre lánguido y alto, se acercó a la mesa, y les comunicó, en tono flemático, a todos los apostadores:
-Damas y caballeros: desde hace tres meses que el reglamento de esta casa no admite cerrar una mesa en juego, aun, cuando carezca de fichas para seguir pagando sus apuestas. Si en este caso se procede a su clausura, es porque es la hora de cierre.
De pronto, Rómulo se estremeció; sintió como si un sudor frio le estucara el alma.
Es difícil prever, a veces, la conducta del jugador compulsivo. ¿Qué lo lleva a jugar desaprensivamente sabiendo que al final perderá siempre? ¿Qué sentimientos encontrados de, culpa, frustración, placer, o depresión, lo llevan a seguir apostando? ¿Qué juego no pudo jugar de pequeño, que ahora, sin valor para confesarlo, lo lleva a ser niño?
Rómulo le pagó a Pedro su deuda, y extrajo de una de sus medias, ante el asombro de todos, una diminuta pistola belga que descerrajó sobre su sien.
Con su último halito de vida, intentó -en vano- abrazar el humo y alguna que otra ficha ensangrentada.

FIN








José Rodolfo Espasa Muñoz-Benidorm- Alicante- España








Otoño

  



Pasan los años pintados de memorias
y siguen las horas regadas
sobre helechos de tiempo
A veces desempolvo anhelos
sobre mis piernas cansadas
y mis ojos se sumen en la penumbra
como náufragos alcanzando el mito.

Mi deseo es azotado por fantasmas.
Almanaques solitarios que comienzan a morir en un instante
después del sueño…
Un poco con cada amanecer.
Y reflexiono toda la existencia.

El otoño me soterra la carne
cuando alguien ha tocado mi puerta,
quizá Fausto de Goethe
ahora que voy perdiendo
la triste ironía de tener caminos.

Veo la mar como un pozo de sirenas difuntas.
Levanto la mirada
y siento esquelas de lluvia firmadas por el viento
Velas, penumbras, poemas…
La sombra me sigue
entre palabras.

Julio Soute- Panamá





Sortilegio del alma



¡Como caído del cielo!... sortilegio que inundas con la tibieza de agua de tus manos la sed más cruda, ¡la sed del alma!… cúmulo de elocuencia que Dios transporta en tus palabras para ser tejidas en armonía perfecta con el gancho de tu pluma revelando en ellas la sabia luz del sentimiento universal y eterno con ese don peculiar que te calza desde las alturas hasta tus adentros para proyectarla divinamente en versos... 
Se amerita siempre tu intelecto de sofisticado misterio pues… te me figuras ese lago tranquilo que espera el soplo del viento para levantar entre sus oleajes el abecedario flamante de la lengua de Castilla y hacer del sentimiento vaporoso un incienso de aromática poesía...
Sí, Dios te ha colocado, precisamente allí, en el centro de las dos montañas, la de la inspiración y la de la palabra, para cumplir la misión perfecta: ¡irradiar versos del alma!... 
Tú, artífice del verso sólido y suave, de esa textura contrastante de la vida, tú, en silencio gritas con letras todas las voces y con tus versos se conmueven multitudes del orbe, tú, artesano de la lengua de Cervantes, estás hecho de inspiración insospechada, eres el que deambula por tiempo completo en el pensamiento en pos de la frase jamás inventada, tú, degustas el sentimiento como pan de cada día, lo masticas, lo desmenuzas, lo sufres, le sacas el jugo y lo aderezas con letras, comas, puntos y signos…tú, le pintas el rostro al amor con lenguaje intenso y colorido, haces brotar un manantial de risa con tu pintoresca frase y pones el acento donde se estremece el gozo y la pena del corazón del hombre, hasta lo más hondo, donde sólo tú puedes llegar cuando te lo propones…Sí, tu vocación es traducir la vida en palabras sin más armas que un tintero y un don único para plasmarlas… Tu patria es el alma del que te busca en tu verso inolvidable y en esa prosa que extiendes para darle abrigo porque tu obra es cáliz de amor, consuelo y esperanza cual legado eterno que te emula en las alturas con el sortilegio divino del arco iris que aterriza en el tesoro de tus letras...que te inmortalizan cada vez que son pronunciadas al verse en ellas…


Loret Vaz Tor- México





Palpitares


Sopor de estío, enamorada,
tiritas sudor caliente.
Escozor de flor hiriente,
boca ansiosa, calcinada... 

Noche… fiebre insospechada.
Demanda de amor silente.


En una aurora de otoño
juega con la luna un pez.
Luce escamas de centellas
Tules de azul, risa, guiños… 

un jazmín blanco, un cariño,

vuelcan el cielo al revés.

Pétalos, vértigo nacarado.

El viejo búho despierta.

El sol que luce cansado
El sol que sabe de fiestas.
Las estrellas le abren paso
entre caletas de arena.

Mi amada viste de encajes,

un bretel le he desprendido.

Arponero del pillaje,

desprecio al arrepentido,

de amar tan solo mirando,

de encanto …

de poseído.

Sueña su fiereza el tigre.

Hiende en mi corazón sus garras.
Brota el despecho y la sangre…
¡Cuánto me dolió aquel engaño¡
Y como de miasmas, un lirio.

De un Otoño nació un marzo.

Gozoso bordón de guitarras
que tu corazón sedujo.

Para volver a empezar
Y olvidarme de los años
Que me volvieron espectro,

Colgajo inútil.
Mendaz.

Luis Alberto Gontade Orsini-Montevideo- Uruguay






Mujer de espaldas





Silva el viento en los peñascos
Vas caminando sola por los cerros,
Llevando la tristeza acuestas
Sin ninguna protección,
Pero no te detienes,
Avanzas, caminas…

    



 María del Carmen Latorre- Rosario- Argentina









                                     ¿Por que?
_

 Por qué no podés quererme, Gina?
Y ella termina de pintar la primera de sus uñas, en un tono azul oscuro.
Descubro que se inquieta por una línea torcida, que ella se arquea de otro modo, luego la espalda recta y hacia delante, la tensión en la boca, las cejas fruncidas, e inmediatamente el algodón con el quitaesmalte frotando el malhumor.
Y comienza otra vez, esta vez más despacio y con alerta especial, prefabricada, que le impide dar un vistazo al mundo.
_Me escuchaste?, por qué no podés quererme?
Gina terminando la labor más importante de su vida, con la sonrisa esbozada del lado de adentro; para disfrutarla ella sola.
De pronto levanta la cabeza diciendo: _ Qué decías?
_ Por qué no podés quererme?
Baja la cabeza y por un momento temo que se vaya otra vez, que me abandone a un monólogo pertinaz y ya monótono; pero milagrosamente dice:
_ Te lo diré cuando termine de pintarme las uñas.
La inquietud que me rebalsa me crispa los músculos, y con la boca seca le recuerdo:
_ Eso mismo dijiste hace meses, Gina, yo … necesito que…
Es inútil agregar algo más, sé que no me escucha, que sus pensamientos recorren cada pincelada del color elegido como si fuesen caminos perfectos de fantasía color azul oscuro.
En un acto de paciencia infinita toso y golpeo la mesa con un dedo para hacer ruido. Como no me mira agarro la silla y la levanto junto conmigo, y los dos golpeamos el piso repetidamente, pero al rato estoy cansado, me dejo estar, espero que algún ruido interno en la cabeza de Gina la despierte y le recuerde que yo estoy aquí, esperando.
Cuando mis lágrimas están por filtrarse sin mi permiso, ella agrega:
_ Va la segunda. ¡Están perfectas! Faltan 8.
Y otra vez desaparece, como si fuese un invento mío, como si de verdad no existiera.
Me detengo en la esperanza de la primera frase, y si esta vez es cierto?, faltan 8 uñas, al fin lo sabré. Sabré qué debo hacer para conseguir que ella me ame.
No quiero moverme, temo que un error mío le impida llegar a las 10.
Sigo yo también esa tarea absurda, pinto con ella la tercera, la cuarta, y la primera mano está terminada.
Me agacho para mirarle los ojos, le sonrío, pero ella lleva un velo aislante que me despide con fuerza, chocando con la realidad; ya no sonrío.
La primera uña de la otra mano está lista.
Una náusea inesperada me obliga a pararme y caminar hacia la ventana, respiro para equilibrarme, me desanimo, aunque vuelvo a mirar a Gina que ha terminado con la octava. Me siento rápidamente, me crujen los intestinos.
La novena está casi lista, y mi novena espera parirá una respuesta.
No respiro, espero la décima pincelada que traerá ese regalo.
Mi llaga abierta, mi hiel abierta y mi mano que se estira hasta casi tocar a Gina…
Ella hace un ruido con la nariz, abre la boca, está por hablar…
Entonces ocurre.
_ ¡Qué macana… se terminó la pintura!

 Margot Kliforwie- Rosario- Argentina





No… que tu mano no me diga adiós



No...que tu mano no me diga adiós..
por que donde tu vas yo voy contigo.
y que callen tus labios . el adiós anunciado ...
y así como la ola con el mar se junta...
... mi amor contigo marcha ...
se queda...se devuelve....se estaciona...
se pierde.....se enreda..se entristece.....

Y mi boca va llegando a tu boca..
te voy oliendo.....te voy acariciando.....
No ..no me digas adiós ...
por que en tu despedida ...
se va el amor, que tanto te profeso...
se van los días de dulces melodías...
se va la calma , y todos los amorosos pensamientos...
se ha de quedar huérfana la lujuria ...
mientras el alma se desangra por dentro .....
NO...no ...no me digas adiós ....
por que quizás he de .necesitarte como al aire.



María Isabel Campos Quijano- Santander- Colombia






Memorias de una casa olvidada


Las paredes son las que podrían hablar si tuvieran voz, si no estuvieran obligadas a callar tanta historia, tantos recuerdos; el patio que está en el centro es como mi alma que aún respira entre los helechos y las trinitarias; una pequeña selva verde es lo único que deja entrar de vida en esta fantasmal morada en que me convirtieron los siglos, el abandono y el olvido.

Desde arriba los rayos del sol se filtran entre las rejas, cuando llega el primer amanecer, y el silencio es el dueño absoluto, a no ser por el trino de algún pajarillo que se mezcla entre las ramas, y desaparece rápidamente huyendo de este vacío que anidan en las milenarias estructuras que me sostienen.

Tan antigua como soy sobrevivo entre callecitas de adoquines y estrechas, que el calor del mediodía derrite a cuarenta grados, por donde hace siglos transitaban las damas mantuanas que iban a la misa a la Iglesia situada muy cerca; si mis paredes hablaran cuanto podrían contar, de un ayer borrado entre las brumas, de este pedacito de barrio colonial, único sobreviviente de la historia de guerras independentistas, de los horrores de la esclavitud; tanto vieron pasar mis muros desgastados por esta callecita angosta; testimonio fiel me enorgullezco de ser, de ese grito de libertad que alguna vez, algún mediodía caluroso como el de hoy, quebró el aire de esta ciudad donde persisten los años en mantenerme de pie.

A través de la pequeña puerta se puede ver pasar la gente yendo a sus distintos destinos, mis rejas nostálgicas observan a los que pasan, a los que no volverán por mi esquina. Seguiré siendo por ahora testigo mudo del pasado, del hoy, del futuro que me reste hasta que la mano del hombre decida destruirme en aras del progreso. Porque a pocos importa un caserón que lo consumen las telarañas y el recuerdo de una época que se fue.

A la tarde las campanadas de la iglesia repican con su sonido también desgastado por el tiempo, llamando a la misa y anunciando otro día que está por irse. Antes de caer la noche se cerrará nuevamente mi puerta, las sombras de la noche van ocultando de a poco todo vestigio de luz. Sobre los muros se dibujan las sombras de las plantas formando figuras fantasmagóricas, solo me llena el silencio…solo me cubre la soledad…




María José Acuña Beláustegui- Curmaná- Venezuela






En la nada



Si comprendiera tus silencios
Ya no te toco ni te digo nada
Yo callo, porque tú callas
En las bocas
Murieron sin decirse las palabras.
Yo quiero hablarte…y no lo consigo
Estas lejano y no nos hallamos
¡Oh, tétrico silencio de dos que se aman
Qué buscándonos con pasión,
No nos encontramos,

Caricias, besos, roces
Todo queda en la nada
Yo sé que tú me amas
Tú sabes que jamás podré olvidarte
Un humo solitario de silencios
Nos envuelve las almas…

Estamos en la nada, en que termina
Y que empieza el amor…



María mercedes Castro-Chile






Si la vida te hace muecas




Si la vida te hace muecas…
Sonríele y dale un beso…
Ríele y ámala…
Ama y vibra…
Sueña y construye…
Con pasión a la vida…
Vívela…
Que somos un suspiro…
Pasajeros de un instante…
Viajeros de su mirada…
Que en un abrir y cerrar
de sus ojos…
Volveremos a la nada…



Mary Ramos – Barquisimeto- Venezuela






Algunas veces…





Algunas veces la poesía nos viene impuesta.
Es esa poesía de frases cortas y tajantes
en lo que vienen a decir.
Algunas veces cuesta ser sensible y no herirse,
y algunas veces es mejor saber sufrir...
que herirse no desangra las heridas,
que hay montañas que siempre hay que subir...

y a veces trazamos puentes al horizonte
para ir, volver y luego siempre ir...

Un paso atrás no nos hace menos hombres
uno adelante no acerca más al fin...

Y mientras tanto hay cicatrices que cubrir.

Y hoy Claudia me va dando esas lecciones
esas que nadie sabe impartir.
Que hay puentes que se tienden a ambos lados
como heridas que no deben...

existir...







Miguel García Freijanes- Madrid- España









Soñaba con ser algún día


Soñaba con ser algún día, sólo podía acunar en su alma ese pensamiento, lloraba su pena mientras escuchaba una canción y la intentaba entonar con su dulce voz, dulce pero melancólica. La mañana intentaba aclarar sus ideas y un tímido sol le quería ayudar pero sus fuerzas no se lo permitían, alguna nube se interponía impidiéndole brillar. La verdad se escondía bajo unas sábanas de seda que habían escuchado aquella voz en varias ocasiones gemir y suplicar clemencia. No había llegado a los veinte y ya se sentía sucia, su cuerpo no le pertenecía y el alma lloraba su soledad en un mundo de eternas compañías, dolor que mitigaba con aquella inyección de moral que le suministraba algo de paz y la transportaba a ese mundo que siempre soñó, verde esperanza que se le tornaba gris cada vez que miraba a la realidad. Callaba su silencio en gotas de alcohol mezcladas con el dulce néctar de una ilusión escondida, ilusión que algún día llegaría a su triste vida. En su sueño, una ventana a la felicidad se le abría cada vez que cerraba los ojos y aparecía un mundo en el que se sentía ella misma, con la sencillez de quien no necesita nada más sino la libertad de vivir en su sentir y la sensación de ser alguien, simplemente ser. Llego con sus ojos de circunstancia, no quería entrar pero aquella invitación le obligaba, rompía sus ideales, pero entró. Encontró aquella mirada triste y se detuvo en ella, se enamoró de aquel sentimiento y quiso llevarlo consigo, un beso de dulzura la tranquilizó, y sin darse cuenta ya la había tomado de la mano y con una rapidez extraordinaria la había rescatado de su jaula dorada. Aquella ternura logró dibujar una sonrisa en sus labios, estaba soñando,pensó ella, una noche de ensueño que aunque fuese ficción valía la pena vivirla. Una noche de amor en la que su príncipe de cuentos la trató como ella deseaba. Sábanas de algodón escuchaban sus trinos de madrugada cuando despertó del sueño, quimera de dulce sabor que acaba en un suspiro, sus ojos abrieron aquella ventana a la realidad y quisieron retornar al llanto pero un beso los detuvo y su alma pudo comprobar que aquel sueño no había muerto, el sol encendió la verdad y la realidad envolvió el sueño dejando la pena anclada en el pasado. Nació una nueva vida y se sintió feliz, aquella mirada de azul cielo le devolvió el color a su espíritu llenando el corazón con el rojo de la pasión y sus sentimientos de verde esperanza.

Miguel Urbano Perálvarez.- Córdoba- España






Mi musa






Lo intento desesperadamente, lo sé.
Quiero encontrar un motivo para seguir escribiendo.
Hace algún tiempo que estoy para nada;
miro en mi interior y no me encuentro.
Como si dentro de mí hubiera un inmenso hueco,
un gran socavón producto de algún mal sueño.

Sigo esperando a mi musa, que rehúye,
aunque el Universo esté lleno de estrellas,
y la Luna aparezca inmensa y roja por el horizonte
desafiando al sol que se pone tras las montañas.

Y sigo sin poder pensar en nada...
ni aquí, desde mi velero, oteando cual vigía
las torres de la Alcazaba.
Cierro mis ojos y oigo el canto de alguna urraca
que perturba mis oídos,
distorsiona los sentidos de mi alma.

Desde mi velero quisiera hacer una oda,
pero la musa me falta, no me quiere decir nada.

Milagros Subires Palomo –Málaga- España





A veces…



A veces se que me sueñas de todas las maneras imaginables, pero yo te sueño siempre dormida y despierta sin tules, ni espejos ni copas reflectantes. Te sueño real como mi piel y en mi palidez tu salud insulta a la mía con descaro mientras te leo. Y te veo leyéndome ahora, escribiendo, pensando…Sin distancias ni tiempos, aquí a mi lado con la mueca de una sonrisa, mirada de sorpresa y ojos livianos, indagando mieles, sencillos, brillantes, hermosos, solitarios, apasionados. Todas las borrascas son danzadas frenéticamente en tu azul verdoso de cielo y campo mientras anochece en ésta isla casi inexistente donde respiro tu aire con el ansia audaz de una sobredosis de oxígeno que me aquieta el alma regenerando los sentidos más insospechados en un alarde de vida deseosa de ser compartida reverenciando al amor en sus más íntimos secretos pulsando la frágil línea de lo etéreo con el tacto fragmentado en latidos acelerados con la desnudez del alma que se acopla en cópula fértil entre el desorden y lo puntualizado con la rigidez militar de lo establecido para desestabilizarlo con la ironía de la amarga tristeza que justifica al desánimo peculiar, transgresor, infantil , cómodo , relajado en la melancolía que como levadura al pan dejas reposar laminando ideas en nuevos ocasos -madrugadas ciertas emancipadas en el silencio que acunan tus párpados soñolientos, tercos o resignados- desflorando margaritas en síes y noes balbuciendo palabras de amor o rechazo entre el caudal blanco de nieve efímera que se vuelve agua templada entre tus manos –ella, amaneciendo junto a la esperanza de ése toque mágico donde las realidades se licuan en susurros diáfanos que no escuchas… Persiste el hilo invisible que borda diarios momentos entre ambos agotando horas en el tiempo escaso donde se entrelazan las escenas dulces con llantos velados, la carcajada con el enfado. Siempre te espero. A veces en vano. A veces...





Nieves M ª Merino Guerra -
 Gran Canaria - España







Alas de Libertad !





Su sola su presencia 

es obra ;

De total magnificencia.

Carga en su alma la esencia
De algún soñador bohemio,
Pero es el mejor premio
Camino hacia la excelencia
Disfrutar en sus escritos ;

De Mágicas experiencias !

Podría hablarse de amor
con un poco de ternura.
De alguna Historia gloriosa;

O alguna linda aventura,

Ciencia, Quizás ficción,
Novelas , cuentos, poesías
O de la Gloria de Dios ;

Presente todos los días !

Podemos hablar de mucho
sin ninguna mezquindad.

Sus hojas ,

Son bellos hijos ;

De toda la humanidad !
Tener un libro en las manos ;

Son Alas de Libertad !!

Pablo Ramón Cabrera Roa- Paraguay






 A ti, me rindo




A ti, me rindo noche, luce resplandeciente,



sobre constelaciones circundando la luna
fulgurante y brillante, caen  lluvias de estrellas.
-
Se irradia sobre el río, ¡Reflejan transparente!
-
Cristalino y salvaje, mana  hacia la laguna,
¡Un sosiego da calma  y  se borran las huellas!
Y la armonía es plena, el silencio me acuna.
-
Inmersa en  sentimientos, fluyen en el  presente.
-
Nada me ata, soy libre, dieron las doce y la una,
se fue  filtrando  el alba, brotando  rosas bellas
y me vestí de sol,  y en paisaje me formo.
-
 Con añoranza mágica te amo profundamente.
-
De un verde refrescante clareando el entorno 
¡Fuerte me rindo a ti, noche, en alegre exorno!

Pastora Herdugo – Málaga- España







…y todas ellas llegaron…
…y todas ellas llegaron…
a la hora indicada…

Jugando la rueda del fuego
…alimento…
de los “ojos grandes”
y sin perder la costumbre
...sus manos siempre apretadas...

Conjugamos los verbos
todos ...
de mujeres “altas”
…los cuentos del pasado
curando las heridas
cuando éramos palomas
....y en este tiempo presente
juntamos todas las alas
en un interminable abrazo…

Como ángeles necesitados
…como luciérnagas
iluminando
dejando a la noche
muy clara…
…con el perfume de una amapola
de verdades…
apasionadas
…y en las manos traían
mariposas amarillas
porque saben...
que a mí...
me encanta…

Festejando la vida
brindando…
…por esa palabra bendita
que no es más que otra cosa
que la Gloria...
de la esperanza…

Mujeres con sus historias
…mujeres :
corazón pizarra…
que son distintas a todas
...llevando con dignidad sus alas...

Ángeles que protegen
…vestidas con flores blancas
Pilar Ferrer- Ushuaia-Tierra de Fuego- Argentina






El canto del cisne



Exploremos nuevos amores
que intenten reinventar futuros

Busquemos en nuevas ilusiones
razones poderosas,
cementando nuestros pedazos
en ilusión mental de un nuevo
y joven corazón.

Tengamos fe creyendo
en una nueva primavera…
amor que florezca como
La vara del santo…
en un pedazo de madera muerta.

Sintamos el renacimiento
de las aptitudes carnales
como explosión del deseado amor…
y sintamos nuevamente circular
la roja y caliente vida por venas
y corazón.

Que nuestro pensamiento se ilumine,
la luz en los ojos tome nuevos brillos
y disfrutemos del palpitar
de un cuerpo amado junto al nuestro.

Que no sea una quimera,
un canto del cisne,
sino una verdad sincera…
pudiendo descansar
nuestro pasado tiempo
en amoroso regazo
por tanto tiempo anhelado.




Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España







¿Esta noche habrá luna?

En mi cielo
no habrán estrellas
ni habrá luna esta noche.

Cabalga la melancolía
en las grupa de un tiempo
que se recrea
en el abismo del desespero.

Y los sones de un tango
llevan el nombre de ella…
en el lacrimógeno sonar.

Tan solo mi solitario abrazo
habla dulcemente de ella.

Tan sólo…
la huella de sus labios en mi rostro,
su recuerdo,
su evocación…
me muestran la luna llena
esta noche…
en su ausencia.

Romero de Buñol- Valencia- España







 Sin pecado concebido





En el mar de mis pensamientos.
pueden mas las rocas que desafían acantilados
que esta voz que grita y no te alcanza

(he rasgado los pómulos de la luna
en mi desvelo por tus manos)

Sabemos
que no existe pecado en este amor
y que es cosa cierta
más cierta que tu boca en un día de verano.

Necesito tanto
rodearme y anticiparme
de todas tus particularidades.





Tatiana Aguilera-Santiago de Chile- Chile









Camino a tu encuentro:



Camino con la brisa en el rostro,
y la sensación intensa de amarte a cuestas,
mientras la noche juega a esconderse,
en las estrellas .-
Camino lento y pensativo,
construyendo poemas,
para que ellos te alberguen,
con el alma apasionada,
y la sonrisa amplia,
pues amarte hace que la vida,
sea intensa y los versos profundos.-
Camino en medio de la noche,
en pos de las estrellas,
del mar, de las olas, del rumor,
al encuentro del universo,
que en las dimensiones ignotas,
se reduce a un suspiro,
pues lo inmenso es pequeño ,
tan pequeño,
que cabe en tus manos.-
Camino…. A tu encuentro,
para que tus brazos me estrechen,
y tus labios fundan el rojo carmesí,
con la pálida imagen de los míos,
en una leve explosión de amor contenido,
que en cada encuentro estalla,
para que el corazón tiemble, tiemble y tiemble..-

Víctor Kartsch Brenh- Encarnación -Paraguay




Una tarde en la ciudad



Paseando por avenida Providencia al 1200,  encontramos de “todo un cuanto hay”, como diría mi abuela. Vende directamente su dueño, reza un letrero algo rústico, en una propiedad aparentemente desocupada; indica el metraje y algún otro dato. Al lado, anuncio de ropa usada de “primera selección”; en la vereda del frente, ofrecen  empanadas “las más ricas de Chile”, en una sencilla pizarra-cartel, con su respectivo dibujo del producto en cuestión; aunque se hacía innecesaria la propaganda. El aroma conducía directamente al local. 
A pocos metros, un negocio de productos naturales, para todas las dolencias y enfermedades que se tenga memoria y, junto a una tienda de mascotas, colindan con un par de casas particulares de estilo colonial, con balcones de fierro y lámparas colgantes a tono con  la antigua construcción.
Al terminar la cuadra, en toda la esquina, una puerta añosa y algo desvencijada, contraría con el anuncio del letrero: “Reparadora de Muebles”. La curiosidad, más que el interés, nos invita a ingresar al lugar. Un par de metros al interior, “topamos” con un mueble de similares características, lleno de herramientas y un gigantesco serrucho, que, de sólo mirarlo, amedrentaba a cualquiera y a mí, más. Sus filudos “dientes” se asemejaban a las de un cocodrilo, que me hace retroceder, inevitablemente.
No se asuste señora, dice el dependiente sonriendo, mientras se abotona la camisa,  es inofensivo agrega, … claro, digo mentalmente, para usted será, lo que es para mí….,,  pero contesto con otra sonrisa.
El lugar superaba toda imaginación; parecía que el aserrín y el tiempo se acumularon cien años a la par. Se lo dejamos como nuevo, añade en clara paradoja.
A la salida, nos despide el maullido de un gatito; lo busco con la mirada, en un acto reflejo… las bisagras de la puerta, lo imitaban a cabalidad. 

Victoria Gonzáles Badani.- Santiago de Chile- Chile








Me pediste un soneto…



Me pediste un soneto y he pensado
en tu rostro armonioso y, al mirarlo,
en tu mente divina, cuando charlo
con tu imagen al frente, ilusionado.

Cuatro grupos de versos he plasmado
de objetivo banal, que por hallarlo
en tu ser y no en mi debí buscarlo
pues que así de vacío me ha quedado…

Ensamblando cuartetos y tercetos
me olvidé de la luz que me has mostrado
y quedeme con temas obsoletos,
pues mis versos se funden lado a lado
sin asomo de gracia ante los retos
que por tu petición me han trastornado.




Xavier Coderch Vives- Barcelona- España









LISTA DE AUTORES Julio

Autor
número
titulo
Alejandra Leal Gana
44-1
hoy
Alexandra Brito
44-2
Matices compartidos
Amanda Reverón
44-3
Me inventé una casa
Ana Romano
44-4
Elevación
Antonio Monzonís Guillén
44-5
Hálito de un alma
Beatriz Ojeda
44-6
Esperando un milagro
Begoña M Bermejo
44-7
Código Morse
Carlos Alberto Giménez
44-8
Escribo
Carlos Garrido Chalén
44-9
El agua de esos cántaros
Carmen Guzmán
44-10
Quiero
Carmen Leyre Quintana
44-11
Sumergida en Peñabras
Charo Bustos Cruz
44-12
Acto de amor
David reverte
44-13
Vivir…
Diana luz Bravi Torras
44-14
8 de Marzo
Diego Miró Quesada Mejía
44-15
Yo soy la felicidad dormida
Diego Cazzaniga
44-16
Haikus
Egle Frattoni Romano
44-17
Letanía
Ezequiel Feito
44-18
Dos de Noviembre
Fernando Fernández Calvin
44-19
Los años de gris
Grissel Canche Albornoz
44-20
Anhelo
Héctor Berenguer
44-21
Día tras día
Hugo J Mion
44-22
El Ómnibus
Jorge D´Agata
44-23
La música
Jorge Rodríguez Salvadoreño
44-24
Enamorado
José Rodolfo Espasa Muñoz
44-25
Rómulo el pronosticador
Justo Aldú Julio Soute
44-26
Otoño
Loret Vaz Tor
44-27
Sortilegio del alma
Luis Alberto Gontade Orsini
44-28
Palpitares
María del Carmen Latorre
44-29
Mujer de espaldas
Margot Kliforwie
44-30
¿Por qué?
María Isabel Campos Quijano
44-31
No… que tu mano no me diga adiós
M ª José Acuña Beláustegui
44-32
Memoria de una casa olvidada
María Mercedes Castro
44-33
En la nada
Mary Ramos
44-34
Si la vida te hace muecas
Miguel García Freijanes
44-35
Algunas veces
Miguel Urbano Peralvez
44-36
Soñaba con ser algún día
Milagros Subires Palomo
44-37
Mi musa
Nieves M ª Merino Guerra
44-38
A veces
Pablo Ramón Cabrera Roa
44-39
Alas de libertad
Pastora Edurgo
44-40
A ti me rindo
Pilar Ferrer
44-43
…y todas ellas llegaron…
Rafael Serrano Ruiz
44-44
El canto del cisne
Romero de Buñol
44-45
¿Esta noche habrá luna?
Tatiana Aguilera
44-46
Sin pecado concebido
Víctor Kartsch
44-47
Camino a tu encuentro
Victoria González Badani
44-48
Una tarde en la ciudad
Xavier Coderch
44-49
Me pediste un soneto…




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