martes, 1 de octubre de 2013

Revista n.º 35- ESPACIO DEL POETA


Revista  N.º 35 -  ESPACIO DEL POETA
                           
                             REVISTA LITERARIA DE HABLA HISPANA
                                                                                  
                                                                                   OCTUBRE 2013
        







         Autor: Diana Bravi                                                              Artificio











Fidelidad de cóndor


Nuncio penetra el monte espeso, montado en Alazán, el caballo salvaje que sólo su paciencia y tenacidad pudieron domar. Lo siguen una veintena de cabritos lanudos. El potro conoce de memoria el camino y con destreza va sorteando cada escollo. Llega a la quebrada, cruza el río pedregoso y escaso, se apoya con firmeza en la otra orilla hasta que el último cabrito lo cruza. Entonces da un leve brinco, y se encamina hacia un abra pedregosa para desembocar en la imponencia del “Valle Encantado”. Dispersos en él, cientos de cardones altivos. Setenta mil hectáreas cubiertas por los míticos testigos de la zona. Algunos son tubulares, otros alzan sus brazos enhiestos y protectores. En su árido silencio, crecen cinco centímetros por año, éstos ya alcanzan los tres metros de alto, una simple multiplicación da la cifra, trescientos años siendo centinelas de ese cautivante paisaje puneño.

Alazán serpentea, esquiva, avanza. Nuncio lo deja hacer sumido en sus pensamientos que parecen agobiarlo. Anduvieron más de dos horas, finalmente se detienen frente a un hueco, pequeño, oscuro, inadvertido. Nuncio se apea. Reptando penetra la pequeña cavidad, enciende una cerilla y arrebata una piedra señalada con una cruz azul, que sólo la avidez de sus ojos pueden percibir. La saca, introduce su mano, un respiro relajado lo invade. Un trozo de metal, de forma armónica, brilla en su mano, lo mira con embeleso y vuelve a suspirar templado. Esos pequeños trozos de oro harán el milagro. Esos segmentos metálicos le permitirán revertir la postración de Pastora, su mujer. Está cansado de gualichos y curanderas. Ella empeorando día tras día. Ya no perderá más tiempo, irá a la gran ciudad, allí donde los doctores, que estudiaron para curar a la gente, le devolverán la sonrisa, ésa que lo cautivó la noche estrellada de fogata, cánticos y danzares frente al río. Desde entonces han pasado más de cuarenta años. Y la sigue amando, desde sus entrañas.

Sitúa la piedra en su lugar y zigzagueando sale. El caballo y los cabritos lo están esperando, pacientes, silenciosos, intuitivos, como cada habitante de ese territorio sosegado. Apuran el regreso. Eleva sus ojos al cielo, reza con fervor un padrenuestro. Su triste mirada se detiene en un cóndor volando en la montaña cercana. En el cielo diáfano, es apenas una mancha negra, una tímida pincelada de hollín. Es el ave de los pueblos andinos, vive muy cerca de Dios y muy alejado de los que, sin escrúpulos, intentan exterminarlo. Jamás combate, no es agresivo, sólo se alimenta de carroña. Cuando sopla viento, planea con armonía, sólo aleteando de vez en cuando para impulsarse. El macho con su carúpula vistosa, la hembra con sus ojos incendiados. Macho y hembra unidos para siempre cuando se eligen, viviendo entre cincuenta y setenta años en armonía. Nuncio conoce la leyenda pretérita. Cuando la hembra muere, la tristeza acosa al macho y lo abate, entonces un día, cansado, sufriente, decidido, inicia un vuelo veloz hacia lo alto, en un instante indudable cierra sus alas, las oprime contra su cuerpo y se deja caer estrellándose entre las altas cumbres. Nuncio admira y se conmueve ante la fidelidad del cóndor.


El camino comienza a tener aroma a cuaresmillo, por eso sabe que se están acercando a Pacheta, lugar de ritual y devoción. Los creyentes llegan de todas las latitudes a perpetuar el culto. Arrojan piedras a una gran pila y piden un deseo a la Pachamama. Él nunca creyó demasiado, pero hoy necesita creer, lo atribula el miedo, y cuando el miedo azota, la fe abriga. Toma del suelo milenario una piedra ovalada, lisa, rojiza, impregnada en cobre, la besa con devoción y la arroja con su deseo a la parva. La ve sobresalir entre tantas otras impregnadas de esperanza. Su corazón agitado, sus ojos acuosos, su mente iniciando un viaje aciago. Sacude la cabeza, tratando de desalojar con prepotencia los envolventes y sombríos pensamientos. Aspira el aire puro, toma impulso y monta a Alazán. Lo pica con suavidad, casi acariciándolo.

Piensa en el cóndor. Piensa en Pastora. Si ella no se cura y lo abandona, él también remontará el vuelo infinito. Su esencia de hombre fiel lo incita a imitarlo.

El ocaso inicia su camino, el cielo borroso va anestesiando el lugar. Aligera el trote. Ella lo espera.


Ada Gil-Rosario –Santa Fe- Argentina






Caída del cielo




Como caída , cae del cielo,
dulcemente desprendida,
tu voz que rompe los hielos,
de las mañanas álgidas.


Como caída, cae del cielo,
tu voz de dulce alegría,
floreciendo los desiertos,
en fragantes mañanitas.


Como caída, cae del cielo,
el brío de tu voz de amor,
trocando a fiero pedrero ,
en vistosa olorosa flor.


Como caída, cae del cielo,
del cielo tierno regalo,
tu voz envolviendo mi cuerpo,
cual hermosísimo halo.


Como caída, cae del cielo,
a mis brazos solitarios,
dulcificando mi aliento,
humedeciendo mis labios.


Menuditas gotas de lluvia,
en niebla densa del cielo,
tu dulcedumbre ternura,
floresta a breñoso suelo.


Aflorando las floridas,
rosas rojas de pasión,
con florífera alegría
de tu alífera canción.


Como caída, cae del cielo,
a mi corazón que quiere,
tu voz que funda esos hierros,
cuando sin duelo le hieren.


Como caída , cae del cielo,
tu voz , para alegre vivir,
por que queriendo no puedo,
no queriendo me veo morir.


Como caída , cae del cielo,
álgidas sendas cenizas,
surgiendo de nuevo el fuego,
con vigor de nuevas chispas.

Y yo que vivo del piar
de tu pecho, bello cielo,
me muero solo de pensar,
sientas ansias de otros vuelos.

En nuevos parajes y aires,
floreándolo tu canto,
y éstos aires que floreaste ,
serán eco de mi llanto.

Yo que vivo del tono de tu voz,
que quisiera como mía,
Ay! Mi pobre corazón,
sin tu voz de la alegría

No tendría el bello verdor,
cual color de la esperanza,
al piar tu mi Ruiseñor,
alegre de rama en rama.

Pía alegre tu posado,
en las ramas como sueles,
canta Ruiseñor volando,
hacia mi ser que te quiere,

Muy cerquita de mi casa,
alegre revoloteando,
a la inquietud de mi alma,
con tu piar sosegando,

Tu , alífero Ruiseñor,
siempre alegre , siempre bello,
piando en las ramas con amor,
aventas penas sin saberlo.

Y yo te amo como nadie,
puede amarte en esta vida,
y quisiera acariciarte,
tu voz, tu voz del cielo caída.




Ana Arias Saavedra – Valencia- España







Anclados en el tiempo





Seguimos anclados en el tiempo,
con la palabra muda en el silencio.
Seguimos caminando sin destino,
con la esperanza rota de tanto grito ahogado en el
Camino.


Las lágrimas silencian los gemidos
de tanto callar lo que nos rompe por dentro y
sentimos.
Es que tenemos todo el cuerpo congelado,
sin que un sudor limpio y sereno,
venga a salpicarnos con agua limpia,
nos bañe de esperanza
y ahuyente la tristeza
de un amor completamente incomprendido.


Y es que el amor verdadero es tan difícil,
que no te llena,
no.
No te llena de paz y de equilibrio.


Amar es un dolor que parte el alma,
cuando sientes que ese amor es un martirio.
No obstante seguimos anclados en el tiempo,
detenidos en el eje de la historia,
esperando que algo cambie en ese mañana,
que nos ha sido dado sin quererlo,
sin que cuente de dónde y cómo provenimos.




Charo Bustos Cruz- Sevilla- España





Y no Sabía



Ayer tuve un sueño o una pesadilla.
Soñé que regresaba con los míos
cuando un no sé qué interrumpió
el camino. Fría la noche. Buscamos
hospedaje. Todo completo. Y así,
sin más, de pronto, como ocurre
en los sueños, un amplio salón
era proscenio donde un viejo actor
balbuceaba antiguos versos.
No recuerdo qué decían. Si eran
canción, elegía o madrigal. Mas
sí la cadencia, el tono, de Garcilaso:
«cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero»
Y comencé a recitarlos. Y me emocioné
y emocionaba a una platea difusa.
¡Qué perfecta la rima y la medida!
Tanto, que quise despertar y no
sabía si era sueño de un sueño,
o la agonía de estar muerto. Por
la alta madrugada, plenilunio,
y preguntarme por nosotros
y por la noche y por la nada.

Antonio García Martínez--León –Ponferrada- España







.....Y VOLVER




Llegaste.


Encogido de nostalgia
en tu cuerpo de cristal.


Alma
de colúmbidos heridos,
tierra... ya muy lejana
devenir de lo existente.


Volviste
a por tu memoria histórica
ausente,
añoranza de un envés
y un encuentro aparencial.


Todo pasó
en el aparvar de tu vida.


Apasanca que perdiste,
apático cuerpo cilíndrico
de infancia blanca y sucia
nacida con la sombra,
material e inmaterial
de un atolladero pasado.

Los ojos de la vida
buscan lágrimas amargas.


Los ojos de los hombres
buscan el fruto en drupa,
pero la niebla ya es densa
con miodinas.


Dolor de músculos
contrayendo
la pupila de los ojos.


Ya no nos quedan ni lágrimas,
sólo nos queda el silencio.




Antonio Monzonís Guillén-Valencia-España







Espero



Espero tu caminar desnudo de tiempo
tu miel de oro en tus ojos confesos
tu cuerpo en ondas de luz en torbellino
tu canto de verano entre mis brazos.


Espero una sonrisa de cristales blancos
que deslumbre mi ascenso al universo
con tu nombre pronunciado por mil ángeles.

Espero comenzar una batalla de aromas
aspirar azucenas y nardos en tu cuello
Hambriento como un lobo atacando su presa
vivir la primavera en tus pechos de seda.

Espero embriagarme con tu sol
quemarme en tu fuego aventurero
sacudir las amarras de todos los veleros

Incrustarme en tu joya de misterio
descubrir el supremo placer de tu milagro
madurar tu mujer con mi primicia
arrancarle a la vida un grito arcaico.




Beatriz Ojeda-Montevideo- Uruguay





Buque insignia
                                                                                                                            A mi amigo Pichy





La sal del mar  mantiene a flote
al capitán de un buque sin rumbo
que ronronea su equilibrio vertical
en un enjuague de confianza propia
aun habiendo marineros que despotriquen
contra él.

La certeza de uno mismo
está en la suma de posibilidades
que devenga al restarle importancia
a los milagros ajenos.

Es innato el culmen de nuestra filosofía
a la que debemos educar
no por imperativos impropios,
sino con lucidez inherente.

Indignados o revolucionarios,
en el interior de la santabárbara
aguarda el botín con el que se ha de luchar:
pólvora de palabras, asentadas a la rebeldía,
libran la batalla por nuestra propia libertad.

                                    Navega, velero mío
                                                    sin temor,
                                                    que ni enemigo navío
                 ni tormenta, ni bonanza                 
    tu rumbo a torcer alcanza,
                  ni a sujetar tu   valor.(Espronceda)





Begoña M. Bermejo- Guadalajara- España







Señora Enlunada








En puertas canceladas
que conducen
a terrenos de luz
algodones de sombras


En ventanas abiertas
poseídas
por el don finito
terciopelos de nada


Por paredes y techos
escurriendo
más lenta que la fiebre
la señora de las lunas
apareceres de ausencia
dando tumbos
trastabilleo y malabar
inscribe señales
y cae al piso


Se arrastra por momentos
grita sospechas de presente
y descarga serpientes de pasado
para anunciar atardeceres


¿Se arrastra la dueña de la noche
o nosotros volcamos
nuestro vaso de ausencia
a tanto inventarnos eternos?


El augur se hace dueño
y posterga
puertas ventanas techos y paredes
para darnos
el suelo
e inscribir en las frentes
nuestro sino


Generaciones
se reúnen en asamblea de sangre


Se mezclan quienes fueron
con los que son
y escuchan a los negados
que no han podido estar
ni ser
a golpe de imposibles


El corazón se agota
y sueña que es palabra
su onirismo se inventa
en papel para cartas


La señora se enluna
cohabita
con paisajes y espejos
tejidos en hilo
de soñar
y convierte
allá
en sus terrenos
a la asamblea
en cosecha
y a las cartas
en epitafios mudos


Todos
solos
a fuerza
de estar juntos
crecemos
a la muerte


Salta el sapo cantor
y dicta:
No se puede creer
la muerte de los que
aman
tampoco es verdadera
la vida
de los que
no lo hacen

La cúpula del mundo
se vuelca
y grita oscuros
se renace instrumento musical
se entrega al gran sapo


La señora se oculta
lanza una gran sonrisa
que vuelve
montañas y horizonte


Todos
asamblea de nómadas
bebemos
y amamos


Para ir a la montaña
que se vuelve sonrisa
enlunación señora
huella en la sangre
marca del sueño
cosmos en otro cosmos
y gotas de mirada sin párpado





Benjamin Adolfo Araujo Mondragón-Toluca -Mexico






Finos hilos


AUN NO SE, SI VOY TEJIENDO LOS FINOS HILOS DE MI TELARAÑA
O INTENTO SALIR DE EL...TRATANDO DE NO ROMPER LA MADEJA QUE ME ATRAPA
O ME DEJO ATRAPAR...POR MIS TEMORES, REALIDADES INICUAS...ME ESFUERZO INTENTANDO QUITAR 
EL VISCOSO NICHO DE MI CUERPO...FINOS HILOS BRILLANTES Y PLATINADOS CUAL LUNA NUEVA!!

QUIZAS TAN TRAMADA TELA NOS VA APRISIONANDO ENTRE DOGMATICAS CREENCIAS, SOLEDADES QUE AGOBIAN
AUN SIN ESTAR SOLA...INCONGRUENTE...PERO ES ASI!!

QUIERO DESHACERME, CUAL AVE QUE SE DESHACE DE LAS GARRAS DE UN LEON...PERO, SIN LUCHAR
QUEDAMENTE, HILO, POR HILO...AUN CUANDO TEMA QUE EL SOPLO DEL VIENTO...ARRASTRE, LA TELA, LOS HILOS, MI CUERPO..MIS TEMORES...ME DESLIZO SUAVEMENTE, POR LA PENDIENTE LARGA DE MI TELARAÑA...

VOY APOSTANDO A UN CORAZON, VOY APÓSTANDO A UNA CALIDA BRISA...AVISORO,. MIENTRAS ME DESLIZO
HOJAS QUE PARECEN ALAS...O QUIZAS ALAS QUE SON MARIPOSAS...COLOREAME EL HORIZONTE, CON TU ALETEAR, VE DESDIBUJANDO MIS SOMBRAS Y ENMARCA EL CUADRO SOÑADO...UN PERFIL VARONIL..ENTRE NUBES REALES Y DOS BRAZOS CUAL RAMAS DE UN ARBOL, TEÑIDO DE AMOR ME ELEVE HASTA EL CONFÍN SUBLIME
DE UNA ESPERANZA, QUE GRITA, MIL SUSPIROS RETENIDOS...AQUI TENGO RESPUESTAS...AUN HAY PRIMAVERAS Y ATRAS QUEDO EL TEMOR DE VIVIRLAS,,,EN LA INTRINCADA MADEJA DE UNA TELARAÑA...



Carmen guzmán Cedeño- Curmaná- Venezuela






                                             COMO EL VIENTO

La efímera andadura de la existencia,




pasada de largo la mitad de mi vida;

en mi alma las huellas del pasado,

recuerdos tenues de su amor me han dejado;

otros de desamor y de amargura,

pocos de sosiego y de ternura.

Bostezando, a lo lejos diviso mi juventud perdida

Aún confío sin certeza algún motivo que alivie mis heridas.

Caminando hacia el ocaso, esperando encontrar en el camino,

otras almas unidas a la mía en el incierto destino.

Con la suave luz de las tinieblas, con la fugacidad de las estrellas;

llenar los instantes como un soplo, gozar del presente que nos queda.

Como a un manantial llegar sedienta, para saciar la sed de mis anhelos;

y a la orilla del cauce de mis sueños, no poder satisfacer esos deseos.

Nuevamente verter entre las líneas, la incomprensión y la pena de mis miedos;

y volver a sentir la soledad; saber que el tiempo termina y que no llego.

Otra vez la inquietud y la  tristeza; la fragilidad de un sentimiento,

que se quiebra como un fino cristal con la fuerza del viento.

Ese viento que aviva grandes llamas, pero que apaga otros fuegos más pequeños.

Quiero ser ese fuego tan inmenso, avivado por el viento de tu cuerpo.



Marga Utiel. –Badajoz- España



Tu cama





Tu cama…
Ese Edén que abandono sin ganas,
Que el crepúsculo aparta de mí,
Dejando soledad que ocupé mí sitio… a tu lado.
Recuerdo de la caricia de mi mano ante mí marcha.

Tu cama…
Ese pedazo del mundo al deseo regresar,
Cada día; cada noche.
Entre olores de tu piel de seda
Y el húmedo sabor de tú sudor.

Tu cama…
Pedazo de mi piel arrancada,
En cada paso que me aleja de ti,
En cada madrugada.

En cada sonrisa que me robas
Al verte dormida, inerte, cándida.
Ajena a mí partir.

Deseando que llegue la noche,
Que regrese a mí,
su tacto de satén,
Para a tu lado volver a sentir,
El calor de tu cuerpo junto a mí.

David Valdés Belinchón- Arganda del Rey- Madrid





Grito




Mis ojos aturdidos caminaron las calles sudorosas hasta detenerse y precipitar en los charcos de una esquina. Entonces salió de allí mi figura borrosa que corrió confundida, se inclinó agonizante, fue arrastrada lejos, se deshizo. Corrí más, la ambulancia siempre estaba lejos. En el extremo del fin pensé que todavía podía dejarles mi mirada  sana, erguida, mi grito echado a volar alto clamando un ¡alerta mujer, alerta!






Diana Bravi- Rosario- Argentina







Las que no afloran

              Lágrima que no asoma,
              por su dolor queda muda,
              cuando el alma se desploma;
              duro amargor, sin aroma.....
              Que en la garganta se anuda.

              Sabor amargo.....Creciente.....
              Borrasca, viento furtivo......
              Lerdo sueño que se siente,
              como locura en la mente,
              luchando contra el olvido.

              Preludio o fin de horas duras.....
              ¿ Porqué se lloran pa´dentro ?
              Mientras el dolor perdura
              y una rabia las apura,
              oprimiendo hasta el aliento.

              La lágrima seca es puñal
              que mas grande hace la herida;
              del seco arroyo es el umbral,
              donde el orgullo es señal,
              de una injusticia sufrida.

              Es lágrima de soledad.......
              Pena amarga del silencio;
              aquella que la ansiedad,
              hace cruel la verdad
              y que se sufre al momento.
                                                                                    

              O aquel, que por fingimiento,
              Hace escaso el manantial
              y aún mas duro el sufrimiento......
              Mientras gotean por dentro
              y van agrandando el mal.



Enrique Palanca Sanchis-,  Burjasot-Valencia-España.



   


El paso del tiempo.





Tener tuvimos de todo
en los pasillos del tiempo.
Nuestro paso por la vida
fue resbalando en reguero
de cosas incomprensibles
por los rincones del cuerpo.
Nuestra vida fue retales
escritos sobre el silencio
cuajado de menudencias
y trascurrir indiscreto.
La convivencia fue dura,
por los cristales del pecho
restos de horas perdidas
en un rosario de encuentros.
Un cielo de nubarrones
fue tamizando deseos
dejando solo las manchas
de muchos descuidos viejos.
Señales, solo señales
en las páginas del tiempo
fueron remarcas de espacios
en un desván inconcreto.
Rincones de oscuridades
que se ahogaron en silencio
perdidos entre las sombras
de llantos y de secretos.
En los ojos la tristeza
de amarillos terciopelos,
entre los labios la vida
sellando cosas al viento,
en el corazón engaños
amortajados de sueños.
La piel, rosa ennegrecida
crucificada de hielo,
secándose en los espacios
oscuros de un mentidero.
La vida, pasillo oscuro
se volvió un andrajo seco
que a fuerza de no ser nada
fue una máscara del tiempo.


ESPERANZA  SANDOVAL- Granada-España (Granada Sandoval) Barcelona

  




El anochecer de los ojos color pecado

El anochecer de los ojos color  pecado
Tras un atardecer  y en las cálidas notas del vino
me he asomado a unos ojos de color  pecado
La noche en naciente, voces,  largos silencios,
canciones y vino color apasionado rojo

Tras un atardecer y entre las voces del vino
me he asomado a unos ojos color pecado
Un navegar por entre las brumas de tabaco
 esos ojos me han dejado huellas, y deseos

Tras los silencios del vino
me he asomado a unos ojos color pecado
en ellos distancias, aves de viento y  montañas,
nieves y soles nubes. Amores y adioses
                                                           
Tras los viejos sabores del vino
me he asomado a unos ojos color pecado
he deseado dibujar en sus caderas
mis antiguas señas y mis rutas nuevas

Me he embriagado en el vino rojo de  unos ojos color pecado
hasta olvidar fronteras y buscar  en ellos el  último placer

Fran Gris-Santiago de Chile-Chile









ME QUEDE VACÍA





Me quede vacía, vacía de emociones,
callado el pensamiento, sin suspiros,
como un alma sola, sin ilusiones,

con un corazón que no tiene respiros.

Arrancada de tu amor, estremecida,

queriendo comprender, lo incomprendido,
la pérdida de todo, lo amado ensombrecida,

con un dolor en el pecho por tu olvido.

Como ave arrastrada por el viento,
en un vendaval de emociones, perdida,
sintiendo aquí adentro un sufrimiento,
y un dolor grande que me causa tu partida.

Todo era diferente cuando te miraba,

cuando me sonreías, alegrándome la vida,
y luego con mucho disimulo te hablaba,

de mis cosas y me amabas sin medida.

Nuestro amor tan profundo, sin mañana,
llenaba el corazón enamorado de alegría,

sin besarme, me dejabas muy ufana,
bastaba tu presencia al comenzar el día.

Quede vacía, tan vacía como pájaro sin nido,

enmudecido el corazón, quedo sin alma,

hoy añoro, su presencia, llegará el olvido,

mas tu amor se fue llevándose mi calma.


Vacía me quede sin emociones, ni delirios,

añorando el sabor de aquellos besos,
se fue en la noche, apagando mis cirios,
y se olvido de mi amor, mis embelesos.


Gladys Alvarado-
 Estados Unidos






A ti.


Quisiera volar muy lejos
adelantándome al destino
llevar hacia mí tu camino
borrando errores añejos.

Quisiera tenerte una vida
no prometer a la ligera
regalar lo que me queda
y sanarte las heridas.

Quisiera habitar tu mente
como la noche en tu sueño
como el sol que se desliza
en tu ser cuando amanece.

Quisiera que tengas presente
que muero cuando estas ausente
que eres mi mejor momento
que contigo he descubierto
la perfección de mi tiempo.


Grissel Canche Albornoz-Mérida-Yucatán- México






En duermevela







De dónde viene este leve sonido de campana en la noche, qué oficio de fragua o de monasterio me anuncia, a quién despierta nostalgia de una vida recoleta y tácita...

A quién si no es a mí, pendiente del recuerdo.

Acaso sea éste otro llamado de un mundo que no me arriesgué a descubrir, quizás misterios que se perciben como el olor de la menta o del cedrón: más fuertes en la hora en que el día aún tarda en despuntar. Ahora pienso que si no hubiese sido por estas palabras, me habría roto así, como el silencio al que hirió un cascabel, idéntico al metal quebrado sin violencia, por cansancio; como labios de una grieta que cada vez que quiere cerrarse, se agranda otro centímetro.







Guillermo Pilía- Buenos Aires- Argentina

              




En vuelo con vos





Porque cada vez más necesito que la brisa
sea caricia en mi cara,
yendo con vos.
   Porque mi euforia se hace vicio,
porque mi piel es fatiga que con risa
se confunde.
   Porque mi pelo desordenás en ensueño,
porque, en campanilleo vibrante,
de tu mano saludo la blandura
del arroyo, playa, sol y luna amiga;
y, también, con un rebelde cosquilleo
la firmeza y la lisura del cemento.

   Porque lo malo se pierde...
...en vos.
   Porque pisamos lo verde, si vamos...
...de a dos.

    Porque corremos por la selva de San Carlos
y, etéreos, de repente,
nos situamos en Kalahari.

    Porque ¡ya! reclama el vértigo mi cuerpo
que me da la delgadez  de tu figura.
A horcajadas, mano en mano, en abrazo...
Tu contacto me hace pájaro liviano, 
en tus alas
y transforma en suspiros mis tristezas.

   Porque en vuelo nos buscamos 
para arrimarnos a la vida.

  ¿Que es liviandad, que es chatura?
No, señor, acá hay ternura!

  Porque debo homenajearte, ésa es mi meta
porque das, te das, me das y pedís: nada,
simple, brindo este "poema", desde el alma
a tu frescura, mi querida bicicleta!


 Hilda González-Concordia- Entre Ríos-Argentina







Yo escribía





Yo escribía mis versos, pero no sabia
para quien los escribía, hasta que llegaste tú.

Tú, la de carnes ardientes, la de senos  de pomas,
la que invadió el templo sacrosanto de mi cuerpo,
la que eclosiono los girasoles de su piel,
con un bombardeo de besos...

Tal vez mañana,
me desvele pensando en ti,
porque ya no sienta tu sudor,
porque ya no te sienta al lado de mi cama.


Pero poco importa...
navegue...navegue en mi bajel guerrero
sobre las tórridas playas de tu cuerpo
y me bebí tu vino delicioso,
también tu miel, tu sangre...
y en esa danza frenética,
entre los anillos de fuego de tus brazos
fallecí... fallecí lamiendo el mador salado
de tu vientre y entonces comprendí
para quien escribía mis versos...



Israel Agudelo Castro- COLOMBIA





¿Me quedarán fríos de tristeza?





¿Me quedarán fríos de tristeza?
¿Podré olvidar sin dolor nuestra historia?

Presencia de sueños que generaron vida,
se agrietan, se despedazan, mueren.

¡Cuánto ramaje tembloroso, marchito!

Sombras de luna se amontonan entre estrellas hostiles.
Esta lluvia borra mis poemas escritos sobre barro.

¡Cómo escapa mi felicidad hacia el abismo!

Los arrayanes acariciados por la libertad del viento,
relatan en círculos extraños, el color y el sonido de tus besos.




J. ALVAREZ ARNAL-Barbastro-Huesca- España










Todo eres tú





Todo me recuerda a ti,
las fuentes junto al camino,
los álamos que pueblan el bosque
y la luz que atraviesa tu piel
besando los labios del recuerdo.
Todo eres tú;
el otoño que cuelga desnudo en la mañana,
la soledad lamiendo el néctar de tu boca
mi corazón resuelto ante la pena que me exalta
y estos versos forjados a la vida.
Todo me recuerda a ti,
pues hay barcos surcando los mares del llanto
y ángeles que dibujan nubes azules en mi memoria,
cuando escribo tu nombre en el aire
cuando la tarde invoca tu sonrisa.

José Cercas- Cáceres- España








SIRIA 2012






…entonces amaneces perseguido,
muerto o exiliado
y te  sientes en quiebra
por defender tus creencias


La policía te interroga
y dices:
“Esta boca no es mía, es tuya”
y crees que va a llover
con esos ojos eléctricos.
Todos los soles se apagan
y reverbera la celda húmeda en tus entrañas
Allá, a lo lejos gritas:
No me busquen más,
sigan en la lucha,
pero acá te contestan:
No te hagas más ilusiones,
aquí tienes tus grillos
que te acompañan
y  te irá de mal a peor.


Entre los escombros
hay victorias incruentas,
edificios destruidos,
calles muertas.
Allá corren dejando tempestades
sobre un escalofriante ulular de las sirenas.
Muñones que no crecen
es el resumen de la pólvora
que cruza el cielo.
Llueve  el sufrimiento
delatando pretensiones.


Huele a carne quemada,
a flor marchita
y también a dictadura.
No se oyen ni los pájaros,
solo al hacedor de oscuridades,
habitante del averno,
cuando prepara la mesa
antes de servir a un amo impuesto.


Luego viene la vid de todos
junto a la poesía verdadera
y saluda la vida deseándola más plena,
quien dice conocerla
sabe que no todo se ha perdido,
sabe de la cruz y la ceniza,
del viento..., de los árboles...
y sabe cuando se abre la puerta
y  termina el infierno.
Perdónalos señor, si no se acaba!



Justo Aldú- Panamá- Panamá







Desairando a la tristeza…




¡No!, no intentes mirarme de frente, con esa osadía de saberme frágil, endeble ante tu sombra que todo oscurece, nubla y llovizna tras las ventanas de mis ojos claros…¡no!, no des por sentado que me dominas, que atinas siempre a provocarme la lágrima con tu recurso trillado de la nostalgia, del dolor, de las heridas del corazón y del alma…mira, tristeza, consiente que no me apetece tirarme a llorar, ya lo hice infinidad de veces, y hasta de llorar se cansa el alma… ¡qué más quieres!, si ya te dediqué gran parte de mi vida, entre lamentos, derrotas, tropiezos y desdichas… ¡entiende que quiero abanderar esta tregua!, ondeando un pañuelo blanco de paz contigo, con mis adentros, ¡con la vida misma!… quiero descansar mis párpados húmedos y mirar con la luz de la esperanza, ¡levantar mi faz cabizbaja!, equilibrar esta balanza que se inclina sólo ante lo que duele sin dar peso a lo que ilumina la mirada…hoy te miro de reojo, sabes, con cierta altanería… ¡hoy, no me vences tristeza!, porque si bien motivos no me faltan para llorarte quiero esa valentía de dominarte al limpiar mis mejillas, de evaporar tus huellas húmedas que sólo usaré para el desahogo pero nunca más para ahogarme en ti… ¡pasa de largo!, ¡tristeza!, que aquí no cabe tu plenitud en mi existir…



Lorett Vaz Tor-MÈXICO







Balada para un niño insomne




Detén, universo, tu corcel de hierro
y al sonido de tus mudas trompetas acuda a mi lecho
el venturoso telón de tu posibilidad infinita.
Que mis ojos vean lo que quiero ver
y mis oídos oigan aquello que me agrada.
Que de tu niebla surjan los que han sido
y aquellos nobles pensamientos que endulzan las horas de batalla.

Llévame en tus carros, tiéndeme tus manos
para que nunca se pierda en mi corazón de niño
el maravilloso encanto de lo imposible;
y cuando el sueño vuelva, vuelva como un amigo impacientemente esperado.

Detén universo tu corcel de hierro
y que al sonido de tus trompetas mudas
vuelva al carro del sueño, regrese
hacia aquellos mundos custodiados por la noche,
eternamente, para siempre.

Ezequiel Feito-Buenos Aires- Argentina






Ella y el monstruo que me habita


Los silencios que escucho no me llaman.
Nadie acude cuando emito graznidos
parecidos a voces
entremezcladas con palabras.
Ella tampoco viene.
Mirar atrás no siempre es triste
aunque duela profundamente
y tarde o temprano los recuerdos
siempre nos alcanzan.
¿Es una certeza o un espejismo de mi voluntad?
Los silencios que escucho no me llaman.
Nadie viene cuando llamo.
Ahora que todos desaparecen,
¿quién será el que me mire,
el que me escuche, el que me toque,
el que me recuerde?
¿A quién amar y contra qué enemigos luchar?
Ciego soy porque escondí una vez mis ojos
pensando que era la mejor forma de mirar.
Anhelante de amor permanezco
yo que llegué tarde a tantas cosas
y merodeé por los solsticios del "amor deseo".
Tu imagen reflejada en los charcos,
en los espejos y en los escaparates
son espejismos de sombras.
Tú no vienes,
aunque no sé si alguna vez viniste.
Solos el monstruo que me habita y yo.
Esta noche, quizá por vez primera,
no deseo que me abandone.
Mario Bronte- España






Madre.

Tengo una pena grande, madre, una pena seria,
no se por fuera latón ni por dentro de hojalata,
mis arterias y mis venas por aceite las cambiaba.

Madre, ser como una fría roca quisiera;
pues un mundo al revés me enseñaste,
mas aunque no quiera, mi corazón late.

Mi pena no fuera tan grande si por lo menos me viera
convertida en un juguete y que los niños me abrazaran
todos los días del año o cuando de mí se acordaran.

Qué pena; por ser, sería hasta figura de cera,
y mi alma sería su alma y su casa, mi casa;
en un estante, mi cama y en cuadro, mi estampa.

Madre, para que esta pena tan honda no hiera,
con muñeco de trapo, yo también me conformaba,
que me den las buenas noches y dormir en su almohada.

Qué pena, madre, qué pena, no puedo ser de otra materia.

Mavel Zaves-Vicar- Almería-España







Juegos de niñas







– Bombero –contestó la niña.
– Será bombera –la corrigió su prima, dos años mayor.
– Pues bombera, es igual –rectificó la pequeña, cogiendo del suelo la pelota y lanzándola con fuerza contra la pared-. Bombera y conductora de trenes.
– Eso son cosas de chicos –volvió a corregirla la prima con ese tono de marisabidilla que tanto molestaba a la niña.
– ¿Tú que sabes? –contestó molesta.
– Más que tú, que estás en primero –de nuevo el tono condescendiente calcado al de su madre.


La niña calló y volvió a coger la pelota. Miró a su prima y apretó la esfera de goma pensando en las ganas que tenía de tirarle de la coleta. Se mordió el labio inferior y lanzó con todas sus fuerzas. La pelota rebotó y se alejó rodando de ellas.


– Tendrás que ir a por ella… -dijo la prima.


Sin contestar, la niña le dio la espalda a su prima y se dirigió al recuadro de césped donde la pelota había quedado parada, enganchada en las ramas más bajas de un arbusto de evónimo. Se agachó a recogerla y al hacerlo, un brillo rojo intenso llamó su atención desde el otro lado del arbusto.

– ¡Patri! –gritó- Ven, mira esto.

La otra se acercó despacio, con la nariz levantada y tratando de demostrar que no le importaba demasiado lo que la pequeña había encontrado. Se agachó junto a ella y miró. Muy quietas, las dos niñas observaban entre las ramas bajas.

– ¿Está muerta? –preguntó la pequeña.
– No sé –dijo la otra-. Tócala, a ver si se mueve.


La pequeña alargó la mano con miedo, la metió entre las hojas procurando no arañarse y la dejó quieta a unos centímetros.


– Y si está muerta… ¿qué hacemos? –peguntó sin moverse.
– La autopsia, claro.
– ¿Qué es la autopsia? –preguntó de nuevo.
– Pues es lo que hacen los policías para saber quién la ha matado.
– ¿Y si se ha muerto ella sola, como la abuela?
– Pues entonces se dice “causas naturales” y ya está. ¿Lo ves como no sabes nada?
– ¿Y cómo hacemos la autopsia? –siguió preguntando la pequeña.
– Deja de preguntar y mira si está muerta… si está viva no podemos hacerla.
– ¿Y qué hacemos si está viva?
– Si está viva llamamos a un mayor para que llame al 112 y venga una ambulancia y la policía.
– ¿Y los bomberos?
– Los bomberos no hacen falta, no hay fuego.


La pequeña volvió a mirar entre las hojas y muy despacio acercó los deditos hasta tocar el pie. Lo empujó un poco, la pierna se movió y al soltarla, volvió a su posición.


– Tiene pinta de muerta –confirmó.
– Toda la pinta –corroboró la mayor.
– Entonces… ¿hacemos la autopsia?
– Claro, hay que saber qué ha pasado –con tono afectado se dirigió al cadáver semioculto entre los arbustos y le habló-. ¿Qué te han hecho, preciosa? –se dirigió de nuevo a la pequeña- Hay que hacer esto para que el cuerpo te cuente su historia.


La pequeña la miraba boquiabierta.


– ¿Dónde lo has aprendido?
– En CSI, lo hacen todo el tiempo. Es muy fácil. Vamos -. Y levantándose cogió a la niña de la mano y se incorporó para rodear el arbusto que las separaba del cuerpo.


En un pequeño claro, oculto desde los paseos del parque, la mujer yacía boca arriba. Lo que había llamado la atención de la niña era un zapato de charol rojo fuego. El otro pie estaba descalzo. La mujer llevaba un vestido muy corto, blanco, sucio y arrugado. Un bolso también rojo descansaba abierto en el suelo junto a su mano derecha. Tenía los ojos cerrados y la boca semiabierta. Las niñas se acercaron sin dejar de mirarla.


– ¿Seguro que no respira? –preguntó la pequeña.


La mayor se agachó junto a la cabeza de la mujer y acercó la oreja a su boca. Roncaba un poco. Menudo fastidio.

– No respira –le dijo a la pequeña-. Podemos empezar.
– ¿Y qué hay que hacer?
– Lo primero, examinar la ropa y ver si hay restos.
– ¿Restos?
– Sí, migas o bichos o pelos… esas cosas.



Juntaron las cabezas para examinar el cadáver y miraron fijamente la ropa.

– Yo no veo nada… -dijo la pequeña.
– Yo tampoco, habrán ocultado las pruebas. Vamos a abrirla.
– ¿Abrirla?
– Sí, con un cuchillo se le abre la tripa para ver qué ha comido.
– ¿Y por qué queremos saber qué ha comido?
– Por si la han envenenado.
– No tenemos cuchillo –razonó la pequeña.

La mayor levantó la vista y miró a su alrededor.

– En el bar. Podemos coger uno de la mesa. Tú entretienes a los padres y yo me lo llevo.

***********************

Sentados frente al televisor los padres comentan la noticia que ha conmocionado al barrio. Una prostituta ha aparecido muerta y horriblemente mutilada en el parque donde suelen ir a jugar con sus hijas. Horrorizados recuerdan que ese mismo día estuvieron allí, tomando unas cañas mientras las primas jugaban a la pelota. Las niñas juegan y ríen en el pasillo. La mayor se levanta del suelo y se acerca curiosa.

– ¿Tía, qué ha pasado?
– Nada, hija, nada. Anda, ve a jugar, que esto no es para niños.
– ¿Y para niñas?

– Tampoco.


Mayte Sánchez Sempere- Madrid- España






Piel quebrada





Se quiebra la piel de la tierra en surcos de dolor.
.
Lecho de río que atrapa la ansiedad de la Vida
con un hilo de agua atravesando sus entrañas.
.
Esperanza que se yergue encinta mirando al cielo
azul, limpio, despejado. Lluvia ansiada se ruega
en el corazón del planeta maltratado. Inhóspito.
.
Lágrimas de sal devoran lo fértil bebiendo hiel.
Se resiste a morir. Llega septiembre en ése abril
del sur -agosto del norte-. Primavera-otoño oran
deshilando horas como un rosario encadenado.
.
Usura y mezquindad de unos pocos destructores
vendiendo el alma al diablo por idiotas quimeras.
Lo más valioso no se compra ni se vende. Roban
alma y cuerpo los que pretenden dominar. Poder
se otorga por otro puñado miserable de monedas.




Nieves M.ª Merino Guerra – Nimar-Gran Canaria – España







El espíritu vuela



Mientras duermo el espíritu vuela,
sus alas invisibles van cruzando
espacios intangibles y van revelando
premoniciones que voy acatando.
Mi voluntad se queda sin tutela,
poco a poco me voy adentrando
en tu espacio, un aroma a canela
me envuelve, te beso, y anhelando
tus caricias voy, y no se revelan
¡Te olvidaste de seguir amando!
Yo amaré por los dos aunque duela
florecieron lazos muy prolongados,
que se disiparon. ¡Fue una quimera!.



Pastora Herdugo- España




Liberatta..........





Ella nació como los novecientos…en aquella estancia, que se veía arriba de la única loma por esos territorios, dueños absolutos de horizontes interminables...

La casa de la hacienda estaba rodeada de  hierba verde pistacho en primavera, cubierta de margaritas…y como por arte de magia, en los otoños, se pintaba de ocres y se llenaba de totoras, por las inundaciones…

La casa era blanca, grande, de dos plantas…a la entrada había un árbol de Reina de la noche, que perfumaba todo el verano a los cardenales…y presagiaba encantos de lunas nuevas a las mujeres de la familia.

Cuando las mariposas anunciaban aquel septiembre ella llegó.

La llamaron Liberatta y era mi abuela.

Tan buena...tan noble...tan franca...tan linda...tan grande...tan libre…que sin querer, o queriendo, le hizo honor a su nombre.

Se casó, como mandaban las reglas, con quién llegó en otros tiempos en un barco, y andaba, en esos, comprando tierras…se había enamorado locamente de ella.

A su alrededor siempre había jazmines, amigos, generosidad y encanto...jamás se quitó su collar de perlas...vivió según su convicción del amor...

Se divorció, sin importarle sus rezos del rosario como pena impuestas por el cura, los parientes y las vecinas…cargó una maleta y a su nena y

se vino al pueblo.

Todas las tardes, se sentaba en la vereda...en su sillón de paja...y se hamacaba en ese hermoso estadio, habitando la plácida serenidad de su alma.

Y los días de interminables aguaceros tropicales, yo bailaba a su lado y las dos  escuchábamos  música de su radio.

En mi infancia ella era la amiga intima de los Reyes Magos…y salía de madrugada a pasear con el Ratón Pérez…me enseñó a pintar la vida, con el nacarado de las lunas…a llamar a las luciérnagas en las noches, para no tener miedo…me prestaba sus encajes para imaginarme los mundos encantados…y me hizo el cumpleaños.

Cuando se fue…de herencia tuve su canasto.

Revisando sus secretos con mi corazón inquisidor, para descubrir verdades…me quedé con aquella carta…

“Querida Señora:

En la intimidad de nuestras miradas, que es lo único que podemos regalarnos, soy correspondido en ese "su amor" hacia mi persona.
Agradeciéndole haga Usted, realidad este sueño que me invita en lo más sentido,
en lo más profundo ,
y pueda al fin, ser vivido en la eternidad,
porque se,
que allí nos encontraremos…

Todas las tardes, cuando paso por su casa…
en esa mirada que nos regalamos…
sin que nadie sospeche siquiera…
está la vida.

Ay Mi Señora ¡!...
cuánto nos amamos…!!
que sin tocarnos…
nos hacemos el amor ...hasta la Gloria…!!

Sólo quiero que sepa, que en esos días de lluvias torrenciales..
imaginándola...cuando Usted baila…
...yo toco hasta el hartazgo la guitarra…
y siento su aroma de jazmines…en los rincones de la casa”

……………………..A.G. C.

Con el tiempo me entré, que se llamaba Arquímedes González del Castillo…

maestro de la escuela de la esquina de la plaza…

el vecino del amor correspondido de la otra cuadra…

el que tenía esa magia…

......................................de hacerla hermosa a mi abuela.







 Pilar Ferrer- Ushuaia- Tierra de Fuego-Argentina






  SILENCIO Y SOLEDAD:




Hoy colgaré de mi silencio,
los destellos brillosos,
de las estrellas idas,
y de mis versos el triste encanto de la soledad,
pues aun en medio de la tristeza,
los versos serán igual de bellos,


Tal vez sean visitantes pasajeras,
las nostalgias de los abrazos y de los besos,
o quizá habitantes perennes,
de los dominios imperfectos del corazón,
pues hoy están allí,
con sus frentes ataviadas de grises,
y zayas de atardeceres.-


Volveré sobre los pasos en la arena,
que perdidos en el agua y viento,
el tiempo ha borrado,
buscando la historia de instantes,
abrazando el tiempo,
que inexorable azota el universo,


Tantas cosas volverán a la memoria,
para que los versos no se mueran,
pues ellos viven también en los sueños y recuerdos,
y se magnifican en el amor,
que aunque ido,
no borra las cicatrices y marcas,
que inmaterial el alma acusa,


Hoy te pondré en mi silencio,
en mis versos,
en las cosas bellas,
en los atardeceres,
en el inexorable paso del tiempo,
pues tú has dejado en mi alma,
la marca profunda del amor,
aunque hoy las nostalgias ataviadas de grises,
y zaya de atardeceres ,
sean habitantes furtivas , o quizá ,
perennes del corazón.-




Víctor Kartsch Brenh -Encarnación  Paraguay






Lágrimas amargas


Lágrimas amargas
humedecen sus mejillas.
Preguntas sin respuestas
quedan en el aire.
Falsas incomprensiones
enturbian su alma.
Nunca querrá entender
que su amor era imposible...
que el amor es amor…
y como tal, eterna paradoja,
incomprensible…

Solo le queda guardar
dentro de su corazón
su más preciado tesoro…
lo que el hado  permitió.
De lo demás...
nadie es culpable
El tiempo da, quita, cambia,
cura y trastoca el destino
¿No transforma el futuro…
 en el presenté?

¡Que no pase el tiempo,
que enfermen las horas,
que no haya minutos!
Ella se marchará
y  él, con su amor, será
el que separe sus vidas
dejándole el alma doliente
Rafael Serrano Ruiz- Madrid- España








                                 Condena en el infierno



El hombre llegó al infierno con las manos ensangrentadas y el vientre destrozado. Su muerte fue abrupta, pues ingresaron a su casa al anochecer y lo apuñalaron a sangre fría para robarle el dinero que guardaba en su caja fuerte. Ahora estaba en una barca, rumbo a una habitación en la zona de castigos que le correspondía. Una vez allí, el portero le entregó las llaves y se fue. El hombre ingresó a su alcoba y se dio cuenta de que no tenía luz. En realidad, en el infierno, no existía la luz, y la poca que se veía fuera de las habitaciones se debía al pequeño resplandor que llegaba del cielo. El hombre decidió reposar, pero al echarse en su cama algo le hincaba la espalda. Ello se debía a las agujas del cojín, por lo que se dormía sintiendo un dolor tremendo. El hombre salió de su alcoba y fue a ver lo que había alrededor. Rocas enormes estaban al lado de un río fangoso y algunas aves de rapiña clavaban ahí sus picos. Además, un par de guardias lo miraban desde el fondo del lugar, como recriminándole su actitud inquisidora en horas de descanso. El hombre regresó a su habitación a reposar. El dolor era insoportable en su cama, pero no le importó. De todos modos, en algún momento, tenía que dormir y prefirió hacerlo allí que en el suelo lleno de alacranes y escorpiones. Cuando la noche pasó y dieron las seis, el hombre todavía no tenía intensiones de despertarse, pero sintió que alguien daba golpes a su puerta. Sin más remedio que atender, se levantó de su cama sintiendo en la espalda y el cuello el terrible dolor de las agujas. Al abrir, se encontró con uno de los guardias que había visto en la noche. Llevaba un látigo y una cachiporra por si se negaba a hacer caso a sus órdenes.
-       A levantarse, holgazán –le escuchó decir-. No es hora de andar con flojeras. Te toca trabajar y espero que cumplas con la labor como se debe.
-       ¿Qué hay que hacer?
-       ¿Que qué hay que hacer? ¿Que qué hay que hacer? Pues mover las rocas hasta el otro extremo del río, eso es lo que hay que hacer, ese es el castigo de todos los que vienen a esta parte del infierno. ¡Ahora ¡a trabajar! No te queda otra cosa, para eso estás aquí.
-        
El hombre se cambió, pues había dormido con un piyama que encontró en su habitación, y se puso manos a la obra. Mover las rocas resultaba complicado, no solo por el peso que tenían, sino también por aquellas aves de rapiña que vio en la noche y que ahora picoteaban su cabeza. El hombre se cansó a los pocos minutos de iniciada la labor, tirándose de bruces al río. Sin embargo, uno de los guardias vino al instante y empezó a azotarlo con su látigo para que se levantara.
-       ¡Arriba!, ¡arriba! –le gritaba-. No es momento para estar flojeando. Es tu castigo llevar las rocas al otro lado del río.
-       ¿Y cuán lejos está el otro lado del río?
-       Eso no es de tu incumbencia. Preocúpate de seguir con tu castigo, lo demás es cuestión de Luzbel –concluyó el guardia, y luego regresó a su ubicación correspondiente, desde la cual vigilaba a todos los castigados.
-        
El hombre había estado tan preocupado por sus propios males que no se percató de que estaba rodeado de otros como él, hasta que uno de ellos cayó en el fango, a sus pies.
-       Ten cuidado, ya estás bien –le dijo ayudándolo a levantarse-. ¿Cuál es tu nombre? –preguntó cuando lo tuvo estable al lado suyo.
-       Me llamaba Enrique antes de morir. Supongo que aún lo soy, pero eso a nadie le importa aquí. Todos somos como un solo hombre sufriendo la misma condena, condena que nunca acabará. He escuchado que el río no tiene final.
-       ¿Quién te ha dicho eso?
-       Lo escuché en una conversación entre dos guardias. Solo nos queda sufrir esta condena para siempre.
-        
Uno de los guardias se dio cuenta de que en lugar de trabajar, conversaban. De inmediato se acercó a regañarlos. Entonces regresaron a sus puestos, aunque Enrique volvió a caerse. El guardia lo golpeó con su cachiporra, como para enseñarle lo que pasa cuando se deja el trabajo. Su sangre comenzó a teñir de rojo el río.
-       ¡No le hagas más daño! –gritó el hombre, y luego se acercó al guardia para darle una golpiza, pero cuatro de sus compañeros vinieron a ayudarle. Usando sus cachiporras, hirieron al hombre y lo llevaron a una habitación grande donde lo Luzbel lo atendió sentado en un trono de fuego.
-       Muy bien –dijo Luzbel-, me dicen los guardias que trataste de evitar que golpearan a uno de mis esclavos cuando había dejado el trabajo para descansar. ¿Te parece eso correcto?
-       Lo ayudé porque lo estaban golpeando injustamente. Verá, el hombre, cuyo nombre es Enrique…
-       ¡Su nombre no importa! –rugió Luzbel.
-        Bueno, verá, el hombre estaba muy cansado y por eso se cayó, no porque se negara realizar el trabajo. Cuando uno está cansado tiene todo el derecho a descansar, sea en la situación que sea, y no merece que lo golpeen.
-       Usted está muy equivocado. En el infierno las cosas funcionan de una manera totalmente diferente. Voy a demostrárselo inmediatamente –dijo Luzbel y cogió el timbre que tenía a su lado para llamar a uno de sus peones. Le pidió que trajera el manual de normas y le dijo al hombre que lo lea.
-       Escuche lo que dice arriba –dijo con voz grave Luzbel-. Artículo 33 de la constitución del infierno: “Los hombres que llegan aquí tienen la obligación de trabajar durante el día sin parar, aunque estén cansados o sufran algún malestar”. ¿Quiere que se lo vuelva a leer? “Aunque estén cansados o sufran algún malestar”.
-        
El hombre, por su parte, agachó la cabeza y se quedó mudo. No tenía nada que decir, puesto que la norma era clara. Inmediatamente, sin chistar, regresó a su labor correspondiente y se olvidó del asunto. En la noche tampoco tuvo tiempo para pensar al respecto, pues los hombres reflexionan sobre ese tipo de situaciones cuando están echados en una cama cómoda, no en una donde sienten el pinchazo de agujas. El hombre no pudo dormir. Su cuerpo estaba débil por el trabajo en el río. El miedo lo turbaba al saber que al día siguiente tendría que continuar. Cuando dieron las seis, uno de los guardias lo buscó de nuevo y lo obligó a levantarse velozmente, tal como habían hecho el día anterior. El hombre salió de inmediato, con el cuerpo molido, y se puso a trabajar en las rocas. A lo lejos, veía a Enrique hacer lo mismo, cayendo y levantándose, cayendo y levantándose. En algún momento del día, cuando ya llevaba trabajando cinco o seis horas, se dio cuenta de que estaba perdiendo la vista y se sobó los ojos. A pesar de ello no la recuperó y, finalmente, quedó totalmente ciego. Sin saber donde estaban las rocas, agitó el aire a su alrededor y cayó de bruces por el cansancio. Uno de los guardias se fijó en ello y lo llevó frente a Luzbel para que le dijera como curarse. Luzbel parecía estar descansando, pues no lo encontraron en su trono de fuego, sino en su alcoba usando un pijama. Al instante se cambió y atendió al hombre, no sin antes inspeccionar su situación.
-       Ummm... ya veo, ya veo. Parece que ha quedado ciego y tiene grandes heridas en la espalda y en el cuello. Pero no se preocupe, hay una solución a su problema; tiene que recuperar la vista inmediatamente.
-       Sí, ya lo sé. ¿Pero de qué modo?
-       ¿Cree acaso que soy mago, brujo, o algo parecido? –preguntó Luzbel-.  Tendrá que ver usted mismo la forma de recuperarla, y espero que sea la más pronto posible, de otro modo irá al rincón de los inútiles. Y nadie quiere ir al rincón de los inútiles, pues es el peor lugar del infierno. ¿Le queda claro?
-       Sí, sí, me queda claro. Bueno, no, es decir, sí –dudaba el hombre. Tenía la lengua trabada por los nervios y sabía que cada una de sus palabras podía ser usada en su contra.
-       Bien, no se hable más del asunto –dijo Luzbel-. ¡Guardias! Llévenlo inmediatamente al cuarto de curaciones. Allí tendrá quince minutos para recuperarse de los males que le aquejan.
-        
Una vez allí se quedó inmóvil sin saber que hacer. Miraba los relojes en las paredes y no paraba de sudar. Cuando el tiempo de recuperación concluyó, lo llevaron de nuevo donde Luzbel para que le inspeccionara las curaciones. Como no había mejorado lo dejaron de inmediato en el rincón de los inútiles. Allí estuvo acompañado de mucha gente que lo único que hacía era descansar. De inmediato el hombre se dedicó a hacer lo mismo y vivió tranquilo el resto de su instancia en el infierno.




Diego Miró Quesada Mejía- Lima- Perú








                     Lista de Autores octubre

Autor
número
titulo
Ada Gil
35- 1
Fidelidad del Cóndor
Ana Arias Saavedra
35-2
Caída del cielo
Antonio García Martínez
35-4
Y no sabía
Antonio Monzonís Guiñen
35-5
Y volver
Beatriz Ojeda
35-6
Espero
Begoña .M. Bermejo
35-7
Buque Insignia
Benjamín Adolfo
           Araujo Mondragón
35-8
Señoras enlunadas
Carmen guzmán Cedeño
35-9
Finos hilos
Charo Bustos Cruz
35-3
Anclados en el tiempo
David Belinchón
35-11
Tu cama
Diana Bravi
35-12
Grito
Diego Miró Quesada Mejía
35-34
Condena en el infierno
Enrique Palanca Sanchis
35-13
Las que no afloran
Esperanza Sandoval
35-14
El paso del tiempo
Ezequiel Feito
35-25
Balada para un niño insomne
Fran Gris
35-15
El anochecer de los ojos color pecado
Gladis Alvarado
35-16
Me quedé vacía
Guillermo Pilía
35-18
En duermevela
Grissel Canche Albornoz
35-17
A ti
Hilda González
35-19
En vuelo con vos
Israel Agudelo Castro
35-20
Yo escribía
J. Álvarez Arnal
35-21
¿Me quedarán fríos de tristeza?
José Cercas
35-22
Todo eres tú
Justo Aldú
35-23
Siria 2012
Lorett Vaz Tor
35-24
Desairando la tristeza
Mario Bronte
35-26
Ella y el mundo que me habita
Marga Utiel
35-10
Como el viento
Mavel Zaves
35-27
Madre
 Mayte Sánchez Sempere
35-28
Juego de niñas
Nieves Merino Guerra
35-29
Piel quebrada
Pastora Herdugo
35-30
El espíritu vuela
Pilar Ferrer
35-31
Liberatta
Rafael Serrano Ruiz
35-32
Lágrimas amargas
Víctor Kartsch Brenh
35-33
Silencio y soledad